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Perspectiva

¿Por qué creció el voto a la ultraderecha en las elecciones europeas?

Las elecciones europeas del domingo vieron un aumento en el voto a los partidos de extrema derecha y neofascistas. La bancada de los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR, sigla en inglés), liderada por los Hermanos de Italia (FdI, sigla en italiano), la coalición Identidad y Democracia (ID) de la Agrupación Nacional francesa (RN, sigla en francés) francesa y Alternativa para Alemania (AfD, sigla en alemán), obtuvo 146 escaños en total. Esto representa más de una quinta parte de los 720 miembros del Parlamento Europeo y un aumento de 28 escaños comparado al último récord obtenido por la extrema derecha en las elecciones europeas de 2019. 

La líder de la ultraderecha francesa Marine Le Pen se pronuncia junto a Jordan Bardella, presidente de la Agrupación Nacional de extrema derecha, en el cuartel general del partido para la noche electoral.

El resultado es un rechazo humillante por parte de los votantes de los actuales partidos socialdemócratas y liberales que dominan la Unión Europea (UE) y el Parlamento de la UE.

Estos partidos hicieron campaña durante décadas como defensores de los dictados de austeridad de la UE y ahora como partidarios del genocidio de Israel en Gaza y promotores de una escalada masiva de la guerra entre Estados Unidos y la OTAN con Rusia en Ucrania. El canciller alemán, Olaf Scholz, anunció recientemente planes para bombardear Rusia con misiles de la OTAN, y el presidente francés, Emmanuel Macron, está procediendo a enviar tropas a Ucrania para luchar contra Rusia.

El Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD, sigla en alemán) de Scholz cayó al 13,9 por ciento de los votos. Este es su peor resultado electoral en 137 años, cuando las actividades del joven SPD fueron prohibidas en gran medida por las Leyes Antisocialistas de Bismarck. Sus socios de coalición, Los Verdes, perdieron 8,6 puntos porcentuales, cayendo al 11,9 por ciento. Junto con el 5,2 por ciento del Partido Democrático Libre, los partidos en el poder en Alemania obtuvieron solo el 31 por ciento de los votos. El partido de extrema derecha AfD obtuvo el 15,9 por ciento de los votos y 15 escaños, quedando en segundo lugar solo por detrás de los demócratas cristianos de derecha (30 por ciento).

En Francia, con el 31,4 por ciento de los votos, la RN neofascista de Marine Le Pen derrotó al partido de Macron, que se derrumbó al 14,6 por ciento de los votos, así como al Partido Socialista (PS, 13,9 por ciento) y a Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon (LFI, 9,9 por ciento).

Macron reaccionó el domingo por la noche disolviendo repentinamente el Parlamento y convocando elecciones legislativas anticipadas del 30 de junio al 7 de julio. La RN está lista para hacer grandes avances y posiblemente formar el primer Gobierno neofascista de Francia.

¿Qué dinámica política ha sustentado el rápido crecimiento de los partidos de extrema derecha? No es el surgimiento de movimientos fascistas de masas de clase media como los “camisas pardas” nazis, los “camisas negras” fascistas italianos o las unidades francesas que colaboraron con los nazis, la Milice. El crecimiento de la extrema derecha europea no es el producto de un apoyo de masas al fascismo en la clase trabajadora ni en la población en general.

De hecho, la agresión militar y el genocidio, las políticas defendidas por el fascismo europeo, se enfrentan a una oposición masiva. Las encuestas han encontrado que el 68 por ciento en Francia, el 80 por ciento en Alemania y el 90 por ciento en Polonia se oponen al llamado de Macron de enviar tropas a Ucrania para combatir a Rusia. Y la oposición popular al genocidio en Gaza, que ha desencadenado protestas en toda Europa, es tan profunda que incluso los Gobiernos de la UE que arman a Israel se sienten obligados a emitir algunas críticas hipócritas e insinceras sobre el asesinato en masa en curso.

El ascenso de la extrema derecha es el producto más bien de la privación sistemática de una representación democrática de los trabajadores por parte de las organizaciones nacionalistas y burocráticas que los medios de comunicación y la clase dominante promueven como la “izquierda”. A diferencia de la extrema derecha, que trata de sacar provecho del descontento masivo con el sistema político existente, denunciándolo como una conspiración contra la nación y expresando reservas sobre la guerra desenfrenada con Rusia, los partidos de la clase media acomodada exudan complacencia y autosatisfacción.

Incluso frente a una guerra entre las potencias con armas nucleares, el genocidio y el surgimiento de formas de gobierno policiales y fascistas, estas organizaciones insisten en que la oposición popular debe estar vinculada a alianzas debilitantes con los partidos oficialistas capitalistas y las burocracias sindicales aliadas. Independientemente de las críticas que hagan a la extrema derecha, son mucho más hostiles al trotskismo y a la construcción de un movimiento revolucionario en la clase obrera europea que luche por el socialismo.

Ayer, David North, presidente del Consejo Editorial Internacional del World Socialist Web Site (WSWS), respondió a las quejas de Yanis Varoufakis, exministro de Finanzas del Gobierno griego de SYRIZA (“Coalición de la Izquierda Radical”, sigla en griego), sobre su “derrota personal”.

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“¿No sería apropiado que [Varoufakis] examinara su propia responsabilidad política y la de las tendencias pseudoizquierdistas por el resurgimiento de la derecha fascistizante? Las traiciones de Syriza, Podemos, el corbynismo y compañía han brindado una oportunidad para la extrema derecha”.

Sus traiciones se resumen en el historial de SYRIZA, que llegó al poder en 2015, comprometiéndose con detener las políticas de austeridad de la UE, solo para traicionar flagrantemente sus promesas. Tras formar una alianza gubernamental con el partido de extrema derecha Griegos Independientes (ANEL), adoptó un nuevo paquete de austeridad de la UE que redujo drásticamente los niveles de vida y construyó campos de prisioneros de la UE para refugiados. Después de dejar el poder en desgracia en 2019, SYRIZA ahora está dirigida, adecuadamente, por el exbanquero de Goldman Sachs, Stefanos Kasselakis.

Tal traición y cobardía, que se repitieron de varias maneras en todos los países, están abriendo un camino para la extrema derecha. Durante mucho tiempo, el partido La Izquierda en Alemania sirvió al Gobierno dirigido por el SPD como una hoja de parra de izquierda. Lo criticó meramente de palabra, pero apoyó la guerra y los ataques contra la clase trabajadora. Ahora, con un 2,7 por ciento del voto, ha conseguido su peor resultado en unas elecciones europeas. Incluso en la provincia de Turingia, donde todavía tiene a Bodo Ramelow como primer ministro, solo logró el 5,7 por ciento.

De La Izquierda, surgió la Alianza Sahra Wagenknecht (BSW), que combina críticas limitadas a la guerra en Ucrania con xenofobia y demagogia social y rechaza explícitamente el socialismo. Recibió el 6,2 por ciento de los votos en todo el país y hasta el 13,9 por ciento en el antiguo territorio del régimen estalinista de Alemania Oriental.

En Francia, la LFI de Mélenchon perdió la mitad de sus votos en relación con las elecciones presidenciales de 2022, cuando obtuvo el 20 por ciento y una mayoría en los distritos de clase trabajadora de casi todas las ciudades más grandes de Francia. Rechazó sistemáticamente cualquier llamamiento para movilizar a su electorado en huelgas y luchas, incluso durante las huelgas masivas del año pasado contra los recortes de pensiones de Macron, cuando dos tercios de los franceses apoyaban paralizar la economía con una huelga general contra Macron. Insistió en que las protestas contra el genocidio en Gaza tenían que basarse en una perspectiva de apoyo a las maniobras de los miembros de la LFI en el Parlamento.

La LFI trabaja completamente dentro del marco cada vez más autoritario del Estado policial de Francia. Mélenchon se comprometió durante las elecciones de 2022 a servir como primer ministro bajo Macron o un presidente neofascista. En estas elecciones, la LFI se alió con el estalinista Partido Comunista Francés y con el candidato proguerra ucraniano del PS Raphaël Glucksmann, limitándose a quejarse verbalmente incluso cuando el Gobierno de Macron amenazó con procesar a sus miembros por declaraciones de solidaridad con Gaza.

Hay que sacar conclusiones críticas de este continuo aumento de la extrema derecha en la política europea. En ausencia de una dirección revolucionaria marxista-internacionalista en la clase obrera, los neofascistas crecen ininterrumpidamente, incluso en medio de huelgas de masas y protestas.

La extrema derecha goza del apoyo de sectores poderosos de los medios capitalistas y de la clase dominante porque ofrecen la expresión más nítida y clara de las necesidades del imperialismo en un período de guerra, genocidio y crisis capitalista.

Su promoción del nacionalismo y el Estado policial divide a los trabajadores a lo largo de las líneas nacionales, legitima el militarismo y promueve la hostilidad violenta hacia el socialismo. Como lo deja claro el cambio en la posición de la RN francesa hacia la guerra con Rusia, especialmente su decisión de no votar en contra de la ayuda militar a Ucrania, los neofascistas no se oponen a la guerra imperialista, sino que se están preparando para adaptarse a la escalada militar que está preparando la OTAN.

Detener el ascenso de la extrema derecha requiere la construcción de partidos revolucionarios marxistas-trotskistas en todos los países de Europa, es decir, secciones del Comité Internacional de la Cuarta Internacional, que luchen por unificar a la clase trabajadora en un movimiento contra la guerra imperialista y el genocidio, y por el socialismo y el poder obrero.

La sección alemana del CICI participó en las elecciones europeas con sus propios candidatos para luchar por esta perspectiva. En su llamamiento electoral, el Partido Socialista por la Igualdad escribió:

No es posible evitar una tercera guerra mundial y defender los derechos democráticos y las conquistas sociales apelando a los Gobiernos. Los intereses de la gran mayoría simplemente ya no pueden conciliarse con el afán de lucro y los apetitos imperialistas de la clase dominante. Para poner fin a la guerra y la desigualdad, las masas deben intervenir de forma independiente en el proceso político, romper el poder de los bancos y las corporaciones y ponerlos bajo control democrático. 

La campaña del SGP tuvo una gran importancia en la preparación de la clase trabajadora y la juventud para las inevitables luchas de clases por venir. Ha familiarizado a cientos de miles con su programa socialista a través de mítines, folletos, artículos del WSWS y videos en las redes sociales. Ahora es crucial expandir activamente el partido y las secciones del CICI en toda Europa e internacionalmente: esta es la única manera de liderar con éxito la lucha contra la guerra, la explotación y el fascismo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 10 de junio de 2024)

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