La siguiente conferencia fue impartida por Samuel Tissot, miembro del Parti de l'égalité socialiste (PES), la sección francesa del Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI), y Peter Schwarz, miembro destacado del Sozialistische Gleichheitspartei (SGP), la sección alemana del CICI. Fue impartida en la escuela internacional de verano del SEP (EE. UU.), celebrada entre el 30 de julio y el 4 de agosto de 2023. Todas las conferencias están disponibles aquí.
Como se ha enfatizado en las discusiones anteriores de la escuela sobre las luchas del movimiento trotskista contra el pablismo, las concepciones que se examinarán en esta conferencia no son solo ideas erróneas en abstracto. Al contrario, expresaban intereses de clase muy concretos que presionaron al movimiento trotskista mundial bajo determinadas condiciones históricas objetivas.
Sin embargo, al revisar este período de la historia del Comité Internacional, también es importante comprender los factores subjetivos desfavorables que enfrentó el movimiento trotskista después de la reunificación sin principios del Socialist Workers Party (SWP; Partido Socialista de los Trabajadores) con los pablistas en 1963.
A mediados de los años 60, la Socialist Labour League (SSL, Liga Socialista de los Trabajadores) en Reino Unido y la Organisation communiste internationaliste (OCI; Organización Comunista Internacionalista) en Francia eran las dos secciones principales que permanecían en el Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI). En esta época también comenzaron a experimentar un importante crecimiento nacional, que no estuvo acompañado de avances a nivel internacional.
Esto llevó al desarrollo de importantes presiones nacionalistas. En 1966, fue posible para el líder de la SLL, Gerry Healy, concebir la revolución internacional como puramente un subproducto de un derrocamiento exitoso de la burguesía británica, escribiendo:
La Socialist Labour League ahora asume una enorme responsabilidad: la de construir el partido revolucionario de masas que llevará a la clase trabajadora al poder. Al hacerlo, inspirará a los revolucionarios de todos los países a crear partidos similares para hacer lo mismo.[1]
Los acontecimientos posteriores mostrarían que la dirección de la sección francesa también había rechazado la primacía del CICI sobre las secciones nacionales en ese momento.
Además, el problema del pablismo dentro del movimiento trotskista no se resolvió con la escisión de 1963. Las presiones de clase expresadas por el pablismo, que representaba la dominación de la clase obrera por agentes pequeñoburgueses del imperialismo, es decir, las fuerzas políticas socialdemócratas, nacionalistas burguesas y estalinistas, todavía existían en todas partes. Estas eran las fuerzas materiales antiobreras que continuaron presionando el CICI a pesar de su lucha contra la reunificación con los pablistas.
Durante la década de 1960, la OCI, dirigida por Pierre Lambert, había abandonado su papel previamente proactivo en la lucha teórica y política contra el pablismo. Aunque en 1963 se había alineado correctamente del lado de la SLL en oposición a la reunificación, no hizo ninguna contribución a la lucha teórica contra los pablistas durante esta crisis del CICI.
Esto contrastaba con la primera lucha internacional contra el pablismo una década antes, cuando Marcel Bleibtreu, el líder del predecesor de la OCI, entonces llamado Parti communiste internationaliste, produjo los primeros documentos en el mundo que se opusieron a Pablo después de que éste expulsara a la mayoría de la sección francesa en 1951.
En la década de 1970, la presión ante la que finalmente capituló la OCI fue la alianza entre las burocracias socialdemócratas y estalinistas en Francia, que dominaban la afiliación masiva de los sindicatos franceses. Estas fuerzas fundaron en 1971 el Parti socialiste (PS, Partido Socialista), respaldado por la patronal, al que la OCI apoyó como parte de una coalición electoral de “unidad de la izquierda”.
Muchos de los miembros de la OCI asumirían más tarde posiciones de dirección dentro del PS cuando gobernó el Estado capitalista francés. El más significativo de ellos fue Lionel Jospin, quien más tarde se desempeñaría como primer ministro francés. Jean Luc Mélenchon, la figura principal de la pseudoizquierda francesa en 2023, también se unió a la OCI en este período.
La situación revolucionaria de 1968-1975
La degeneración centrista de la OCI no fue principalmente producto de errores políticos individuales ni de personalidades defectuosas, sino de la falta de preparación política del partido para las luchas de masas que estallaron durante este período.
Después de que Europa se vio envuelta por luchas revolucionarias después de la Segunda Guerra Mundial (1944-1953), sobrevino un período de reacción. Pero entre 1968 y 1975 estalló una ola masiva de nuevas luchas revolucionarias en Francia y a nivel internacional.
Como había sido el caso en las luchas inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial, la burguesía solo pudo sobrevivir gracias al papel traicionero de los agentes pequeñoburgueses del imperialismo en la burocracia estalinista y los partidos socialdemócratas.
Este período vio la huelga general francesa de 1968; el movimiento de masas contra la guerra de Vietnam y el derrumbe de la Administración de Nixon; el colapso de las dictaduras fascistas en Grecia, Portugal y España; la Primavera de Praga contra el Gobierno estalinista en Checoslovaquia; la caída del Gobierno del Partido Conservador de Heath en Reino Unido; el movimiento estudiantil de Alemania Occidental; el golpe de Canberra en Australia; el sangriento derrocamiento de Allende por Pinochet, respaldado por Estados Unidos; la crisis del dólar y el fin del acuerdo de Bretton Woods.
En esta situación objetiva, las oportunidades para el movimiento trotskista eran enormes, pero también lo eran las presiones antiobreras. Esto hizo que la asimilación de las lecciones de la lucha contra el revisionismo (particularmente la lucha contra el pablismo) fuera la cuestión política central.
Los pablistas en Francia desempeñaron un papel político criminal y antiobrero en mayo de 1968. La Juventud Comunista Revolucionaria (JCR) de Alain Krivine y el PCI pablista de Pierre Frank se aseguraron de que el movimiento radical de la juventud no amenazara la dominación de las burocracias estalinistas sobre la clase trabajadora, que era la cuestión política crítica durante esta lucha revolucionaria.
En cambio, declararon que los estudiantes eran una nueva vanguardia revolucionaria y promovieron ilusiones en el castrismo y el maoísmo. Dirigieron a los estudiantes en una serie de acciones aventureras que no amenazaban la dominación política del sindicato de la Confederación General de Trabajadores (CGT) dirigido por los estalinistas o el Partido Comunista Francés (PCF).
En este momento, el problema crítico que enfrentaba la OCI, como la sección francesa del CICI, era una lucha política intransigente para desenmascarar el papel reaccionario de estas fuerzas antiobreras y romper la dominación estalinista sobre los trabajadores.
La SLL advirtió proféticamente a la OCI un año antes de mayo de 1968:
Siempre existe el peligro en tal etapa de desarrollo de que un partido revolucionario no responda a la situación en la clase obrera de una manera revolucionaria, sino mediante la adaptación al nivel de lucha al que los trabajadores están restringidos por su propia experiencia bajo las viejas direcciones, es decir, a la inevitable confusión inicial. Tal abandono de la lucha por el partido independiente y el Programa de Transición suele disfrazarse de un acercamiento a la clase obrera, la unidad con todos los que están en lucha, un rechazo a ultimátums, un abandono del dogmatismo, etc.[2]
Entonces, ¿cuál era el nivel de lucha en este momento? Dos factores críticos en la situación internacional creaban una enorme presión pequeñoburguesa sobre el CICI. El primero era el hecho de que las masas trabajadoras todavía estaban políticamente dominadas por las burocracias estalinistas y socialdemócratas. El segundo era que en toda Europa y Estados Unidos había surgido un gran movimiento de jóvenes de clase media de orientación izquierdista.
Esto significó que, durante este período, el crecimiento de la OCI se debió en gran parte al reclutamiento de estudiantes y jóvenes radicales. Esto creó una presión pequeñoburguesa que solo podía superarse mediante una lucha constante para aclarar cuestiones programáticas y teóricas.
En ese momento, los jóvenes estaban fuertemente influenciados por las teorías de la Escuela de Fráncfort, particularmente figuras como Hannah Arendt y Herbert Marcuse, quienes habían sido formados por el filósofo idealista subjetivo y partidario nazi Martin Heidegger. En Francia, estas concepciones se cristalizaron en el existencialismo de Jean-Paul Sartre y la desmoralización de la filosofía del absurdo de Albert Camus. Todas estas innumerables teorías tenían un tema central: el rechazo de la insistencia marxista en la clase trabajadora como la fuerza revolucionaria esencial, decisiva y líder en la sociedad contemporánea.
Muchos estudiantes y jóvenes atraídos por el trotskismo también fueron fuertemente influenciados por el nacionalismo negro, el movimiento de liberación de la mujer y la política campesina de Mao y Castro, los cuales de una forma u otra atribuyeron el papel revolucionario a algún sector de la sociedad distinto a la clase trabajadora. Muchos nuevos miembros fueron reclutados sin haber sido educados en los principios básicos del trotskismo, ni mucho menos en la lucha contra el pablismo, particularmente las lecciones de 1953 y 1963. Esto dejó a la OCI vulnerable a una rápida degeneración a lo largo de líneas nacionalistas y antiobreras.
Como explicó David North:
En la medida en que las implicaciones y lecciones de la escisión de 1963 no se estudiaron y profundizaron continuamente, la radicalización política de la clase media a mediados de la década de 1960, que si bien era esencialmente una anticipación del movimiento revolucionario del proletariado internacional, tuvo un profundo efecto sobre la SLL y el CICI. La creciente presión del radicalismo pequeñoburgués encontró su expresión tanto dentro de la SLL como en la OCI (antes PCI), aunque en formas algo diferentes.[3]
Estas presiones objetivas se combinaron con el aislamiento del CICI después de 1963, dando como resultado que la OCI no estaba preparada para su rápido crecimiento en el período 1968-75. A su vez, esto condujo a una degeneración centrista, cuya primera expresión teórica fue negar la importancia de la lucha del CICI contra el pablismo.
Controversia sobre la “reconstrucción” del movimiento trotskista
La deriva centrista de la OCI no se desarrolló de la noche a la mañana y apareció repentinamente un día de 1971. Los primeros síntomas del futuro repudio explícito de la lucha contra el pablismo por parte de la OCI se produjeron en 1965, cuando Stéphane Just, un destacado miembro de la OCI, publicó el primer volumen de su obra Defensa del trotskismo.
Si bien el trabajo de Just se oponía a los argumentos de los revisionistas pablistas y apoyaba la defensa del CICI del programa trotskista, admitía que los pablistas habían “destruido” con éxito la Cuarta Internacional y, por lo tanto, era necesario “reconstruirla”. Just argumentó que el tamaño de la militancia del CICI era la medida de si existía o no.
Escribió:
Es necesario tener una idea precisa de qué es el Comité Internacional. Sería pueril por su parte considerarse como una dirección internacional como si bastara proclamarse como dirección internacional para serlo. El Comité Internacional de la Cuarta Internacional no es la Cuarta Internacional, ésta fue destruida por el pablismo.[4]
Sobre esta base, Just pidió la “reconstrucción de la Cuarta Internacional”, la cual sería dirigida por la SLL y la OCI.
El meollo político de esta posición era que la lucha contra el pablismo no tenía importancia alguna. Las luchas de la primera parte de la Tercera Fase del movimiento trotskista —la Carta Abierta de 1953, la fundación de la SLL en 1959, la lucha contra la reunificación, la fundación del Comité Americano para la Cuarta Internacional, la traición del LSSP— fueron puestas en el cubo de la basura por Just.
Sobre esta base, se podría dejar de lado la lucha contra el revisionismo y se podrían justificar alianzas políticas sin principios con todo tipo de agrupaciones políticas. A lo largo de la década de 1960, la OCI, dirigida por el dirigente sindical Pierre Lambert, cultivó relaciones sin principios con Voz Obrera (que se convertiría en Lucha Obrera) y otros grupos que estaban orientados a la burocracia sindical francesa nacionalista y en gran parte dominada por los estalinistas.
De hecho, habiendo dirigido inicialmente la lucha contra Pablo y Mandel a principios de la década de 1950, en 1967 la OCI negaba explícitamente la importancia de la lucha contra el pablismo, declaraba muerta a la Cuarta Internacional y al Comité Internacional y se opondría a los principios del marxismo revolucionario.
La historia del término “reconstrucción” es contradictoria. Como ocurre con todas las palabras, su significado cambió con el tiempo y lo que llegaría a simbolizar no estaba inicialmente claro para el movimiento trotskista. La SLL también usaba el término en ese periodo, pero no con el mismo contenido político antitrotskista. La concepción de “reconstrucción” de la SLL tenía un contenido político diametralmente opuesto, a saber, que las fuerzas de la Cuarta Internacional solo podían construirse sobre la base de la lucha histórica contra el revisionismo pablista, que el CICI había dirigido desde 1953.
La resolución de la séptima conferencia anual de la SLL, adoptada el 7 de junio de 1965, articulaba esta orientación correcta:
La exitosa lucha del CICI contra el revisionismo y el trabajo de sus secciones en la construcción de una dirección de la clase trabajadora proporcionan la base para la reconstrucción de la Cuarta Internacional.[5]
El Tercer Congreso Mundial del CICI
En 1966, el CICI celebró su Tercer Congreso Mundial, que se reunió en Londres. En este evento se hizo evidente la distinción de clase entre las dos nociones de “reconstrucción”. En el congreso, dos grupos políticos presentes, Voix Ouvrière (VO, Voz Obrera) y los Spartacists (Espartaquistas), expusieron su hostilidad hacia el CICI y su lucha contra el pablismo.
VO estaba dirigido por Robert Barcia, alias Hardy, proveniente del grupo Barta, una organización centrista que rechazó la fundación de la Cuarta Internacional. Dadas sus importantes relaciones organizativas con la OCI, había sido invitado como observador al congreso. Asistió sobre la base de su acuerdo con la “reconstrucción”, en la medida en que esto implicaba una negación de la continuidad del movimiento trotskista y la importancia de la lucha del CICI contra el pablismo.
Los espartaquistas, una sección de exmiembros del SWP que estaban separados del Comité Estadounidense por la Cuarta Internacional, también pondrían de manifiesto su hostilidad hacia el CICI a través de su rechazo de una enmienda crucial a la resolución del congreso y su conducta sin principios durante el congreso.
Estos grupos solo asistieron al congreso debido a su acuerdo con un borrador inicial de resolución del congreso en el que había una referencia a la “destrucción” de la Cuarta Internacional por parte de los pablistas. En el transcurso del congreso, los líderes de la SLL reconocieron que se trataba de una concesión errónea a las fuerzas hostiles al CICI.
Para abordar esto, Michael Banda, en colaboración con Gerry Healy, propuso la siguiente enmienda a la resolución:
Eliminar la frase que se refiere a la destrucción de la Cuarta Internacional por los revisionistas pablistas y sustituirla por la siguiente: “La Cuarta Internacional ha resistido y derrotado con éxito los intentos del oportunismo pequeñoburgués, en la forma de una tendencia revisionista curtida que penetró todas las secciones del movimiento trotskista, de destruirlo política y organizativamente. La lucha contra esta tendencia fue y sigue siendo la preparación necesaria para la reconstrucción de la Internacional como dirección proletaria centralizada”.[6]
En esa ocasión la OCI votó a favor de la resolución de la SLL, mientras que VO y Spartacists votaron en contra. Una segunda resolución, que proponía un punto intermedio entre las dos posiciones, fue presentada por el delegado húngaro (llamado Varga) con el apoyo de Cliff Slaughter. En efecto, era una concesión a los “reconstruccionistas”. La resolución de Varga intentó mantener la unidad con ellos restando importancia a su ataque a la lucha del movimiento trotskista contra el pablismo. Esto también fue rechazado correctamente por el congreso como una concesión a la afirmación de que la Cuarta Internacional había sido destruida.
Esta votación no resolvió completamente las diferencias entre las secciones francesa y británica en este momento. La OCI señalaría en polémicas posteriores con la SLL que sentía que las cuestiones planteadas por Just no se habían aclarado en el Tercer Congreso debido a la cuestión más inmediata de tratar con la conducta de los Espartaquistas de James Robertson y las posiciones de VO. Más tarde, quedaría claro que el apoyo de la OCI a la enmienda de la SLL era solo un repliegue temporal, y pronto retomaría el argumento defendido por VO en el congreso de que la Cuarta Internacional había sido destruida por el pablismo.
Sin embargo, el Tercer Congreso Mundial fue un primer paso adelante en la lucha contra el revisionismo. El contenido de las concepciones revisionistas detrás de la “reconstrucción” quedaron claras durante el congreso. El congreso también demostró que grupos como VO y los Espartaquistas eran hostiles al trotskismo y había que oponerse activamente a ellos para construir la dirección revolucionaria de la clase trabajadora.
La OCI desarrolla una orientación centrista
A pesar de que la OCI votó a favor de la enmienda a la resolución de 1966, en 1967 se estaba volviendo más claro que estaba fuertemente influenciada por las presiones pequeñoburguesas. Esto se manifestó en la forma de una reconciliación política con las burocracias estalinista y socialdemócrata en Francia para expandir su trabajo organizativo entre ellas, lo cual iba en paralelo al funcionamiento de VO como tendencia política.
Inicialmente, esta trayectoria centrista se reflejó en diferencias organizativas dentro del CICI entre la OCI y la SLL, incluidas las disputas sobre el nivel de activismo político y los conflictos relacionados con la organización de una publicación conjunta. Si bien las quejas sobre estas cuestiones pueden ser el resultado de un sano esfuerzo por ampliar el trabajo político, pronto quedó claro que ese no era el caso de la OCI. Más bien, las diferencias de la OCI expresaron una presión centrista a favor de priorizar los logros organizativos, particularmente en el trabajo sindical, a expensas de la lucha contra el revisionismo y la clarificación de cuestiones políticas e históricas dentro del CICI.
La OCI comenzó a repetir como un loro los argumentos contra el CICI realizados por VO, con la que todavía mantenía relaciones organizativas en la realización del trabajo sindical y la producción de un periódico, insistiendo en que la Cuarta Internacional había sido destruida, lo cual supuestamente se demostraba por la composición pequeñoburguesa del CICI. Sobre esta base, se argumentó que era más importante que los cuadros asumieran profesiones de clase trabajadora y se alejaran de la intelectualidad que una lucha política activa contra el revisionismo. Este argumento fue promovido explícitamente por VO en una reunión con la OCI en marzo de 1966, un mes antes del Tercer Congreso del CICI.
En esa reunión, VO había declarado:
En nuestra opinión, las causas del pablismo residían en el carácter pequeñoburgués de las organizaciones de la Cuarta Internacional.[7]
En otras palabras, el pablismo no surgió de las presiones de clase, que estaban arraigadas en los acontecimientos objetivos, sobre el movimiento trotskista después de la Segunda Guerra Mundial: la relativa estabilización del capitalismo estadounidense y europeo y la posición geopolítica ampliada de la URSS estalinista. Más bien, era producto de las cualidades personales de los dirigentes.
En el mismo documento que citaba la declaración anterior de VO, la OCI reiteró la afirmación de Just de que el pablismo había destruido exitosamente al CICI, un repudio a su votación sobre la enmienda en el Congreso:
Habiendo declarado la bancarrota de la dirección pablista, no podemos simplemente afirmar que la Cuarta Internacional continúa pura y simplemente, con el CICI tomando el lugar del Secretariado Internacional pablista. No fue un pequeño acontecimiento, ni un pequeño incidente, el que toda la antigua dirección de la Cuarta Internacional capitulara bajo la presión del imperialismo y el estalinismo, sin ninguna reacción por parte de las secciones principales.[8]
Justo un año después de apoyar una resolución en defensa del CICI, finalmente la OCI concluyó que: “El CICI no es la dirección de la Cuarta Internacional”.[9]
Otras concepciones revisionistas también encontraron su camino a la política de la OCI, incluido el escepticismo hacia el materialismo dialéctico y el desprecio por los principios del centralismo democrático. El resultado político fue concebir que la OCI no necesitaba construir un partido trotskista, basado en una lucha decidida contra el oportunismo y con un programa para la independencia de la clase obrera. Después de haber dejado de lado las lecciones de más de un siglo de lucha marxista, ahora podía entrar en relaciones sin principios con VO para lograr avances organizativos en los sindicatos franceses y con grupos nacionalistas burgueses a nivel internacional, como el Partido Obrero Revolucionario de Guillermo Lora en Bolivia.
Al adoptar estas concepciones, la OCI había descendido al centrismo. Este fue el término utilizado por el movimiento trotskista para describir lo que surgió como una oposición “realista” a la fundación de la Cuarta Internacional por Trotsky en 1938. El camarada North explicó el principal argumento de los centristas de la siguiente manera:
Mientras insistían en que no estaban en desacuerdo con la evaluación del estalinismo hecha por Trotsky, los centristas argumentaron que el lanzamiento de la Cuarta Internacional era una empresa inútil. Afirmaron que el movimiento trotskista era demasiado pequeño y aislado para “proclamar” una nueva Internacional, aparentemente olvidando que Lenin hizo el llamamiento a una Tercera Internacional cuando su voz estaba casi ahogada por las proclamas chovinistas de los líderes de la Segunda Internacional durante los primeros años de la Primera Guerra Mundial.[10]
Tres décadas más tarde, se había vuelto a desarrollar una tendencia centrista, pero esta vez dentro de la sección francesa del movimiento trotskista, argumentando que la Cuarta Internacional era tan pequeña como para hacerla inexistente como fuerza política independiente, y que por lo tanto tenía que ser “reconstruida” sobre una base nueva, es decir, no trotskista.
En su análisis de la división, el CICI ha explicado el vínculo entre el llamamiento de la OCI a la “reconstrucción” y su giro hacia el centrismo en los siguientes términos:
La insistencia de los franceses en que la Cuarta Internacional tenía que ser “reconstruida” no era simplemente una disputa sobre la terminología. Sugería una orientación política hacia fuerzas centristas al amparo de un reagrupamiento internacional y, por lo tanto, puso en peligro los logros de la lucha contra el revisionismo pablista. Al hacer concesiones a aquellos que afirmaban que la Cuarta Internacional estaba “muerta” y tenía que ser “reconstruida”, estaban declarando, aunque solo fuera implícitamente, que las lecciones de las luchas pasadas contra el revisionismo no tenían una importancia decisiva. Por lo tanto, esto los condujo directamente al pantano político del centrismo, donde todos podían reunirse independientemente de los historiales políticos de las tendencias que representaban.[11]
La defensa del trotskismo por parte de la Socialist Labour League
Contra esta deriva centrista de la OCI, la SLL defendió la continuidad del movimiento trotskista. A pesar de las importantes debilidades políticas de la SLL en ese momento, y de su incapacidad para resolver estos problemas con la sección francesa de una manera basada en principios, debe entenderse que la SLL todavía desempeñaba el papel político crucial de defender la continuidad del movimiento trotskista. Sin esta lucha, la continuidad del movimiento trotskista encarnado en el CICI se habría perdido.
Los documentos presentados en el Volumen 5 de Trotskismo vs. revisionismo muestran que la SLL defendió la lucha contra el pablismo y advirtió a la OCI de las terribles consecuencias de repudiar esta lucha, particularmente antes de un período de agitación revolucionaria. En la sección cuatro de su respuesta, titulada “La Cuarta Internacional no está muerta”, la SLL explicaba:
La lucha por la teoría y por la continuidad, que fue llevada a cabo y ganada por nuestras dos secciones, demostró ser la piedra de toque. Los camaradas franceses deben, por lo tanto, detener y revertir su nuevo curso… [En el Tercer Congreso] Los delegados de la OCI votaron a favor de la enmienda de la SLL de que la Cuarta Internacional no fue destruida. No es posible avanzar y construir partidos revolucionarios excepto sobre esta base.[12]
La SLL hizo referencia específicamente a la importancia de subordinar todas las formas del trabajo político del partido a esta base programática:
Habiendo insistido allí [el Tercer Congreso] en la continuidad de la Cuarta Internacional, rechazando la fórmula “La Cuarta Internacional ha muerto” como una renuncia pesimista por parte de la clase media del papel revolucionario de la clase obrera y de la conciencia revolucionaria, pasamos a formular en la comisión sobre las tareas del Comité Internacional, los principios centrales del tipo de partido que construimos, un partido bolchevique. Subrayamos que todo el trabajo sindical, el trabajo juvenil, etc. estaba subordinado a esta tarea.[13]
En este documento, la SLL destacó la importancia de la lucha contra el pablismo:
Es un gran error ver la larga batalla contra el revisionismo pablista como un intervalo desafortunado... Por el contrario, la lucha viva contra el pablismo, así la formación de cuadros y partidos sobre la base de esta lucha, era la vida de la Cuarta Internacional en estos años. Contiene las lecciones más importantes de todo este período.[14]
La SLL advirtió que “si los camaradas franceses no arrancan conscientemente de esta lucha teórica, pagarán un alto precio”.[15]
Estas citas son la evidencia más importante del argumento histórico central de la primera parte de esta conferencia: que la SLL tuvo razón al insistir en la lucha contra el revisionismo como la “piedra de toque” del trabajo del CICI en una situación revolucionaria en desarrollo.
La afirmación de la OCI de que la existencia del movimiento trotskista debía determinarse sobre una base puramente numérica era un ataque a la Cuarta Internacional tal como fue concebida por su fundador, León Trotsky. Contra la afirmación de que el tamaño de los cuadros de la Cuarta Internacional la hacía insignificante, la SLL subrayó que la Cuarta Internacional existía solo en la medida en que defendía el programa y la herencia del trotskismo.
En esta polémica, la SLL señaló correctamente que la OCI se apartaba de la propia insistencia de Trotsky en este hecho en la conclusión del Programa de Transición:
La Cuarta Internacional, responderemos, no necesita ser “proclamada”. Existe y lucha. ¿Es débil? Sí, sus filas siguen siendo pequeñas, porque todavía es joven. Hasta ahora, se compone en su mayoría de cuadros. Pero estos cuadros son la única garantía del futuro. Afuera de estos cuadros, no hay una sola corriente revolucionaria en este planeta que realmente merezca ese nombre. Si bien nuestra internacional es todavía pequeña en número, es, sin embargo, fuerte por su doctrina, por su programa, por su tradición y por el incomparable temple de sus cuadros” [énfasis añadido por la SLL].[16]
A lo cual la SLL añadió:
No hay la más mínima duda sobre si Trotsky prefería esperar a que se estableciera una “dirección en un sector definido de la clase” antes de que la Internacional “existiera”. Los criterios son: doctrina, programa, tradición y el incomparable temple de los cuadros.[17]
De hecho, si uno admitiera que el pablismo destruyó el movimiento trotskista en 1953, ¿cuál era su estatus posteriormente a 1945, después de que casi toda una generación de revolucionarios europeos muriera en los campos de concentración? ¿O cuando se fundó la Cuarta Internacional a finales de los años 30, mientras decenas de miles de opositores de izquierda estaban siendo asesinados en la Unión Soviética? Sin mencionar, por supuesto, el asesinato del propio Trotsky en 1940.
A lo largo de todos estos trágicos eventos y crímenes históricos, la “doctrina, el programa, la tradición” y el énfasis en la importancia del “temple de los cuadros” continuaron en una cadena histórica ininterrumpida. Negar la importancia de la exitosa lucha del CICI contra el pablismo es el primer paso hacia la negación de la importancia del propio movimiento trotskista.
La continuidad del movimiento trotskista en medio de una nueva ola de luchas revolucionarias
La cuestión política central en la disputa sobre la “reconstrucción” era una adaptación a las burocracias sindicales estalinistas y socialdemócratas. Si bien la OCI inicialmente apoyó la posición correcta en el Tercer Congreso, su negativa a involucrarse en una feroz lucha política y teórica contra las tendencias pequeñoburguesas –especialmente contra VO en Francia y los regímenes nacionalistas burgueses a nivel internacional– sentó las bases para su repudio al trotskismo en el contexto de un aumento masivo de las luchas revolucionarias a nivel internacional.
El movimiento trotskista solo puede luchar por una perspectiva revolucionaria sobre la base de la continuidad de su programa, que incluye la defensa de la verdad histórica y la filosofía materialista, y su insistencia en que la clase obrera es la clase revolucionaria líder y decisiva en la época del imperialismo. Como explicó David North hace más de 40 años en “El trotskismo como desarrollo del marxismo”:
La historia del trotskismo no puede ser comprendida como una serie de episodios desconectados. Su desarrollo teórico ha sido abstraído por sus cuadros de la evolución continua de la crisis capitalista mundial y las luchas del proletariado internacional. Su continuidad ininterrumpida en los análisis políticos de todas las experiencias fundamentales de la lucha de clases, a lo largo de toda una época histórica, constituye la enorme riqueza del trotskismo como único desarrollo del marxismo después de la muerte de Lenin en 1924.[18]
En la ruptura con la OCI, fue esta continuidad ininterrumpida la que defendió la SLL.
La defensa de la SLL de la continuidad del movimiento trotskista en medio de la degeneración de la OCI hacia el centrismo es un episodio crucial en la historia de nuestro partido. Proporciona lecciones cruciales para nuestra práctica política en la tercera década del siglo XXI, al entrar en la quinta fase en la historia de la Cuarta Internacional.
Una vez más nos enfrentamos a un movimiento de la clase trabajadora y la juventud que crece y se radicaliza rápido en todos los continentes. La guerra imperialista, las muertes masivas durante la pandemia y la disminución de los niveles de vida han impulsado grandes luchas contra Macron en Francia y huelgas que involucran a millones de trabajadores a nivel internacional.
Como explicó una declaración de nuestros partidos europeos publicada en el WSWS el 10 de febrero de 2023: una situación objetivamente revolucionaria había surgido en todo el continente. La identificación de la década de 2020 como la década de la revolución socialista no fue una ilusión, sino un pronóstico científico de la crisis avanzada del imperialismo mundial contemporáneo. En los últimos tres años, este análisis solo se ha robustecido día a día por la marcha de los acontecimientos.
Hoy, a diferencia del período en discusión en esta conferencia, las burocracias socialdemócratas y estalinistas existen en una forma muy debilitada o han sido destruidas por las fuerzas de la historia. Sin embargo, esto no significa que las presiones pequeñoburguesas para adaptarse al nivel político de las luchas actuales hayan dejado de existir.
Como se ve en la controversia sobre la “reconstrucción” a mediados de la década de 1960, las diferencias aparentemente superficiales sobre la terminología, la filosofía o la historia pueden tener detrás concepciones antimarxistas que reflejan la presión de fuerzas de clase ajenas sobre el movimiento trotskista.
Todo tipo de tendencias aparecen en situaciones revolucionarias, incluso dentro de la dirección del partido revolucionario. Debemos entender que estas solo pueden ser combatidas sobre la base de una campaña incansable para la asimilación de las lecciones de la historia de nuestro movimiento.
Esto significa, sobre todo, la defensa del programa trotskista, a través del cual nuestro movimiento ha luchado por liberar a la clase obrera de la influencia de las fuerzas burguesas durante un siglo. Solo sobre esta base puede el partido revolucionario, nuestro partido, estar a la altura de sus tareas históricas en el siglo XXI y dirigir a la clase obrera internacional en una revolución socialista.
La degeneración centrista de la OCI
La orientación centrista de la OCI, que encontró su expresión más aguda en su negación de la continuidad de la Cuarta Internacional y su repudio de la importancia de la lucha del CICI contra el pablismo, condujo al desastre político. Cuando una ola revolucionaria de tremenda fuerza estalló en Francia en 1968, la OCI, en lugar de liderarla, se vio barrida por ella.
Analizando esta experiencia en “Cómo el WRP traicionó el trotskismo”, el CICI escribió:
Bajo las condiciones del levantamiento de la clase trabajadora y los estudiantes en Francia en 1968, estas vacilaciones centristas asumieron una inmensa importancia en el desarrollo político de la OCI y del CICI. La organización francesa, la cual había tenido dificultades durante años simplemente para pagar sus facturas y establecer una presencia dentro del movimiento obrero, de repente creció de manera explosiva… Sin embargo, la dirección de Lambert y Just de la OCI se adaptó a los elementos pequeñoburgueses como Charles Berg, que habían inundado el movimiento. En poco tiempo, el ala derecha se encontraba dirigiendo el partido.[19]
En tres años, la OCI se transformó en un pilar del dominio burgués en Francia y en una organización centrista podrida a nivel internacional. Hay tremendas lecciones involucradas aquí sobre cómo nuestro partido debe prepararse para el período revolucionario que se avecina.
La tormenta política que estalló en 1968 y llevó a Francia al borde de la revolución social se desarrolló bajo una superficie de reacción política.
En 1958, después de un intento de golpe de Estado por parte de oficiales franceses en Argelia, Charles de Gaulle estableció la Quinta República, que concentró el poder en manos del presidente. La OCI tuvo una evaluación extremadamente pesimista de este evento. Lo interpretó como un golpe bonapartista y trasladó su trabajo en gran medida a la clandestinidad.
El régimen de De Gaulle era indudablemente reaccionario. Pero bajo este régimen se estaba produciendo una rápida transformación social. Patrocinadas por el Estado, se desarrollaron grandes industrias en las áreas de automóviles, aviones, aeroespacial, armas y energía nuclear. Francia, que después de la guerra todavía estaba dominada por la agricultura, se transformó en una nación industrial líder. En dos décadas, dos tercios de los agricultores franceses abandonaron el campo y se mudaron a las ciudades. Junto con los trabajadores inmigrantes, agregaron una capa social joven y militante a las filas de la clase trabajadora, difícil de controlar para la burocracia sindical.
La huelga general de mayo-junio de 1968 fue precedida por una rebelión estudiantil que se originó en los Estados Unidos y Alemania, desde donde se extendió a Francia.
El movimiento estudiantil estaba dominado por las concepciones antimarxistas de la Nueva Izquierda. En lugar de considerar a la clase obrera como una clase revolucionaria, veían a los trabajadores como una masa atrasada plenamente integrada en la sociedad burguesa a través del consumo y los medios de comunicación. En lugar de la explotación capitalista, la Nueva Izquierda enfatizó el papel de la alienación en su análisis social, interpretando la alienación en un sentido estrictamente psicológico o existencialista.
La “revolución” no debía ser dirigida por la clase obrera, sino por la intelectualidad y los grupos al margen de la sociedad. Para la Nueva Izquierda, las fuerzas motrices no eran las contradicciones de clases de la sociedad capitalista, sino el “pensamiento crítico” y las actividades de una élite ilustrada. El objetivo de la revolución ya no era la transformación de las relaciones de poder y propiedad, sino cambios sociales y culturales como alteraciones en las relaciones sexuales.
Los pablistas se disolvieron completamente en este ambiente pequeñoburgués. Ernest Mandel declaró a los estudiantes como la nueva vanguardia revolucionaria. Pierre Frank, el líder del PCI pablista, afirmó que los grupos pequeñoburgueses que lideraban las protestas estudiantiles demostraban “un nivel político muy alto en un sentido marxista revolucionario”. En realidad, eran completamente antimarxistas.
Alain Krivine, líder de la pablista Juventud Comunista Revolucionaria (JCR), no tenía diferencias políticas notables con el anarquista Daniel Cohn-Bendit, el maoísta Alain Geismar y otros líderes estudiantiles que se destacaron en los acontecimientos de 1968. Aparecieron lado a lado en reuniones públicas y en las batallas callejeras en el Barrio Latino. La JCR misma era, como señaló un historiador, “más guevarista que trotskista”. Estaba más cerca del Che Guevara que de Trotsky.
Después de un brutal ataque policial contra los estudiantes que protestaban en la Universidad de la Sorbona en París el 11 de mayo de 1968, con cientos de heridos y arrestados, la clase obrera intervino. Los sindicatos se sintieron obligados a convocar una huelga general de un día contra la violencia policial.
Inmediatamente perdieron el control. Una ola de ocupaciones se extendió por todo el país. En todas partes se izaron banderas rojas y en muchas fábricas la gerencia se mantuvo cautiva. Las acciones afectaron cientos de fábricas y oficinas. Se formaron comités obreros y de acción en las fábricas ocupadas y sus alrededores.
Una semana después, todo el país estaba paralizado, golpeado por una huelga general, aunque ni los sindicatos ni ninguna otra organización había convocado tal huelga. Diez millones de los 15 millones de empleados de Francia participaron en la huelga.
De Gaulle abandonó el país para reunirse con sus principales generales en Alemania. Finalmente, el sindicato estalinista de la CGT salvó el régimen. Negoció un acuerdo que envió a los trabajadores de vuelta al trabajo a cambio de concesiones sociales masivas por parte del Gobierno.
Los pablistas jugaron un papel central en el encubrimiento de la traición de los estalinistas. Nunca desafiaron el dominio del estalinismo sobre la clase obrera y se abstuvieron de cualquier iniciativa política que empeorara las relaciones entre la clase obrera y la dirección estalinista.
Mientras que los estalinistas denunciaban a los líderes estudiantiles como radicales de izquierda y provocadores, políticamente hablando, podían convivir con ellos fácilmente. Las batallas callejeras de inspiración anarquista en el Barrio Latino no contribuyeron en nada a la educación política de los trabajadores y estudiantes y nunca representaron una amenaza seria para el Estado francés.
La huelga general en Francia desencadenó una ola de luchas de clases internacionales que duró siete años y se extendió por gran parte de Europa y el mundo, incluyendo Reino Unido, Alemania y la Checoslovaquia gobernada por los estalinistas. En España y Portugal, las dictaduras fascistas fueron derrocadas.
A diferencia de los pablistas, la OCI no se disolvió en el movimiento estudiantil. Trabajó y reclutó en las universidades. El énfasis de su trabajo político, sin embargo, se dirigía hacia la clase obrera y las fábricas.
Pero su rechazo a la continuidad de la Cuarta Internacional la desarmó frente a las presiones pequeñoburguesas. La OCI estaba atrayendo a muchas nuevas fuerzas, en su mayoría jóvenes y estudiantes. Pero no los educó sobre la base de la lucha contra el pablismo. Los reclutaba sobre la base de una táctica centrista ambigua.
La propia OCI resumió su línea política durante la huelga de la siguiente manera:
La estrategia y la táctica del proletariado en la lucha por el poder ... consistió en la lucha por el frente único de clase de los trabajadores y sus organizaciones, una lucha que en mayo de 1968 tomó la forma específica de la consigna de un comité nacional de huelga general.[20]
La fórmula ambigua “frente único de clase de los trabajadores y sus organizaciones” desdibujó el conflicto irreconciliable entre la clase obrera y las organizaciones estalinistas y reformistas. Un “comité de huelga general”, tal como lo concibió la OCI, habría estado dominado por las diversas burocracias sindicales y nunca habría llevado a cabo una “lucha por el poder”.
Durante el ascenso de Hitler al poder en Alemania, Trotsky había llamado a un frente único del Partido Socialdemócrata y el Partido Comunista. Lo que proponía era una alianza defensiva práctica contra los nazis, no una mezcla de banderas políticas. Cuando los estalinistas y socialistas formaron más tarde un frente único en Francia, Trotsky advirtió:
El frente único abre enormes posibilidades. Pero nada más. El frente único, en sí mismo, no decide nada. Solo la lucha de las masas decide.[21]
El llamamiento a un “Frente Único de Trabajadores” fue el lema central de la OCI en el período siguiente. En 1971, significaba un apoyo incondicional a la “Unión de la Izquierda”, la alianza de socialdemócratas y estalinistas liderada por François Mitterrand, que sería el principal instrumento de Gobierno burgués en Francia durante las próximas tres décadas.
Mitterrand era un agente político sin escrúpulos que podía trabajar tanto con la extrema derecha como con la extrema izquierda. Comenzó su carrera política en una organización fascista que se oponía al régimen de Vichy desde la derecha. Luego fue funcionario en el régimen de Vichy, y finalmente estableció su propio movimiento de resistencia en competencia con el movimiento liderado por De Gaulle y los estalinistas.
En la Cuarta República, como político burgués, perteneció a 11 Gobiernos diferentes. En el apogeo de la guerra de Argelia, cuando miles de combatientes de la resistencia fueron torturados y asesinados, fue ministro del Interior y ministro de Justicia.
Bajo la presidencia de De Gaulle, Mitterrand se reinventó. Comprendió muy pronto que, De Gaulle, una figura anacrónica de unos setenta años, no sería capaz de controlar a una clase obrera en rápido crecimiento. Buscó una manera de integrar al Partido Comunista, que controlaba la federación sindical de la CGT y seguía siendo el partido más influyente en la clase obrera, dentro del Gobierno.
En 1965, Mitterrand se postuló para la presidencia contra De Gaulle como candidato conjunto de la “izquierda” y obtuvo el 45 por ciento de los votos en la segunda vuelta. En 1971, se apropió del Partido Socialista, que se había formado un año antes fusionando a los moribundos socialdemócratas con varios otros grupos. En 1972, dio comienzo a la Unión de la Izquierda, una alianza con los estalinistas basada en un programa de Gobierno conjunto. Nueve años más tarde, en 1981, fue elegido presidente de Francia, cargo que ocupó hasta 1995.
La OCI jugó un papel central en promover la carrera política de Mitterrand. Ya en 1970, fue un orador destacado en un mitin masivo organizado por la OCI en el centenario de la Comuna de París.
En 1971, docenas de miembros de la OCI fueron enviados al Partido Socialista para ayudar a Mitterrand, mientras continuaban trabajando bajo la disciplina de la OCI. De hecho, fueron invitados por Mitterrand a unirse al Partido Socialista.
Charles Berg, quien desde entonces ha hecho una carrera muy exitosa como productor de cine bajo el nombre de Jacques Kirsner, recientemente ha dado testimonio públicamente sobre lo que sucedió en 1971:
Unos meses después del congreso de Epinay [donde Mitterrand se hizo del control del PS], me informaron que a Mitterrand quería ver al secretario nacional de la AJS (Alianza Juvenil por el Socialismo). Dudo. Se lo menciono a Lambert, quien me ordena ir, considerando innecesario discutirlo con el Buró Político a ese punto. Para ese entonces, nuestra relación era excelente. Hablábamos todos los días.
Termino en Lipp's [un restaurante en París] con el primer secretario del Partido Socialista [Mitterrand], todos los demás afuera… Me felicita por el progreso de la AJS: el mitin del 1 de febrero del 70 obviamente lo impresionó. No olvidemos que en aquel entonces el PS, organizativamente, no era gran cosa. Y luego, en un momento dado, me explicó que contra “los estalinistas por fuera y pequeñoburgueses por dentro”, es decir, el CERES, no le importaría que algunos de los militantes de la AJS se unieran públicamente al PS, “con la bandera desplegada”, creando una tendencia.
Le digo que esta situación no podría durar mucho. Él está de acuerdo conmigo. “Cuando las diferencias sean demasiado grandes”, dice, “te irás”. Agregó: “¡O ustedes nos expulsarán a nosotros!”. Él se ríe y asiente. Prometo una respuesta rápida.[22]
Al final, la OCI no entró en el PS con la “bandera desplegada”, sino en secreto.
El más famoso entre los que ingresaron al Partido Socialista fue Lionel Jospin, quien se unió a la OCI a mediados de la década de 1960.Mientras todavía era miembro de la OCI, fue uno de los colaboradores más cercanos de Mitterrand. De 1997 a 2002, Jospin fue primer ministro de Francia.
Otro miembro de la OCI, que se unió al Partido Socialista en la década de 1970, fue Jean-Luc Mélenchon, el actual líder del partido Francia Insumisa.
Además, la OCI controlaba el principal sindicato de estudiantes franceses y la federación sindical Fuerza Obrera (FO), que desempeñaron un papel importante en la promoción de Mitterrand. Pierre Lambert se reunía cada semana con el líder de FO, André Bergeron, y su salario y el salario de muchos otros líderes de la OCI eran pagados por FO.
En su trabajo internacional, los líderes de la OCI se volvieron cada vez más desdeñosos hacia el Comité Internacional. Procedieron a establecer su propia actividad internacional basada en tratos con centristas de todo el mundo.
Entre sus relaciones más carentes de principios estaban las que mantenían con el POR boliviano, encabezado por G. Lora, quien había apoyado a Pablo en 1953 y tenía una larga historia de colaboración con nacionalistas burgueses.
En agosto de 1971, el ejército boliviano dio un golpe de Estado que acabó en el derrocamiento del régimen militar de “izquierda” del general Torres y la destrucción de la Asamblea Popular. Habiendo apoyado el Gobierno de Torres y esperado que el régimen militar le suministrara armas a la clase obrera en caso de un golpe de Estado, Lora estuvo profundamente implicado en este desastre político.
Cuando la Workers League, con el acuerdo de la SLL, publicó una crítica de las políticas del POR de Lora, la OCI convocó una reunión de su facción internacional en París y emitió una declaración que denunciaba a la SLL y a la Workers League por capitular ante el imperialismo atacando públicamente al POR. Además, afirmó erróneamente que Lora era miembro del CICI.
Un mes antes del golpe boliviano, la OCI organizó una reunión juvenil en Essen, Alemania, sobre una base completamente centrista. Invitó a representantes del POUM español, que desempeñó un papel importante en la derrota del proletariado español, a los partidarios estadounidenses de James Robertson y a la Asociación Nacional de Estudiantes de Estados Unidos, que había recibido financiación de la CIA.
Cuando las Juventudes Socialistas británicas presentaron una resolución en la reunión que llamaba a la juventud a dedicarse a la lucha por el desarrollo del materialismo dialéctico, la OCI votó públicamente en contra.
La ruptura con la OCI
El 24 de octubre de 1971, la mayoría del CICI, liderada por la SLL, declaró públicamente una ruptura con la OCI.
No hay duda de que su caracterización de la OCI como una organización centrista era políticamente correcta. Sin embargo, a diferencia de la lucha con el Socialist Workers Party, la escisión se llevó a cabo sin una amplia discusión dentro del CICI ni entre sus cuadros en las secciones nacionales.
Se llevó a cabo como un divorcio de mutuo acuerdo. Ambas partes declararon que se había completado antes de comenzar una discusión seria. A diferencia de 1953 y su periodo posterior, cuando se redactaron muchos documentos que fueron discutidos entre todos los miembros del CICI, y en 1963, cuando los camaradas estadounidenses libraron una lucha paciente dentro del SWP durante un año más, no hubo ningún esfuerzo serio para resolver los problemas políticos. La SLL no hizo ningún intento sistemático de ganar apoyo en la sección francesa, como lo haría con éxito el CICI en la sección británica durante la ruptura de 1985-86 con el WRP.
En “Cómo el WRP traicionó el trotskismo”, el CICI comentó:
Bajo estas condiciones, la escisión —vista desde el punto de vista de la educación de los cuadros del Comité Internacional y de una clarificación para los sectores más avanzados de trabajadores de todo el mundo— fue decididamente prematura. Representó un abandono por parte de la SLL de las responsabilidades internacionales que había asumido en 1961 cuando libró su lucha contra la degeneración del SWP.[23]
Pronto la SLL afirmaría que la división se debió a la cuestión del materialismo dialéctico, y no a las cuestiones de programa y perspectiva. La “Declaración del CICI (Mayoría)”, 1 de marzo de 1972, insiste:
La división en realidad ocurrió sobre la cuestión del lugar de la teoría marxista como fundamento del partido revolucionario.[24]
El “Manifiesto de la Cuarta Conferencia del CICI”, 14 de abril de 1972, dice:
La ruptura tuvo lugar por el tema más fundamental de todos, uno de los orígenes de la degeneración del pablismo: el método marxista.[25]
Esta era una falsa polémica. Por necesaria que fuera la crítica de las raíces metodológicas del centrismo, la cuestión del materialismo dialéctico no agotaba ni reemplazaba las cuestiones políticas y programáticas fundamentales que no habían sido abordadas.
El énfasis unilateral en la cuestión del método y la epistemología se convirtió en un medio para evadir una discusión sobre cuestiones políticas centrales, en condiciones en las que las diferencias dentro de las filas de la propia sección británica estaban aumentando.
Más tarde, el materialismo dialéctico dio paso a una interpretación idealista de la dialéctica por parte de Gerry Healy, que sirvió de tapadera para la degeneración política de la sección británica. Pero ese es el tema de la décima conferencia de esta escuela.
Sin embargo, hay que destacar una cosa. Si bien la SLL declaró que la filosofía era el tema central en la ruptura con la OCI, prácticamente no prestó atención a la ofensiva ideológica contra el marxismo que tuvo como epicentro Francia y aumentó su intensidad después de 1968. Sartre, Althusser y Bernard-Henri Lévy, por no mencionar a Foucault y muchos otros representantes del posmodernismo, tienen una enorme influencia en todas las universidades del mundo.
Fue solo después de la ruptura con el WRP que el CICI abordó estos importantes temas, durante la polémica contra Steiner y Brenner.
Las tendencias centristas en la SLL
¿Por qué la SLL renunció a sus responsabilidades internacionales y llevó a cabo la ruptura con la OCI con una prisa política que solo podía dejar un legado de confusión?
Como resultado de su lucha de principios contra la reunificación pablista, la SLL había logrado avances impresionantes en Reino Unido durante la década de 1960. En un momento en que los pablistas se estaban liquidando dentro de la política pequeñoburguesa de protestas y actuaban como animadores del estalinismo y el nacionalismo burgués, la SLL estaba ampliando constantemente su influencia dentro de la clase trabajadora y entre la juventud.
En 1963, la SLL había reclutado a la mayoría de la dirección nacional de las Juventudes Socialistas del Partido Laborista y su periódico. Cuando el Partido Laborista expulsó a la dirección de las Juventudes Socialistas, la SLL la convirtió en su propia sección juvenil. En 1964, Healy propuso el lanzamiento de un periódico trotskista diario, y en 1969 apareció la primera edición del diario Workers Press. La SLL estableció su presencia en las fábricas y reclutó a artistas destacados.
Después de la ruptura con la OCI, cuando el CICI celebró su Cuarto Congreso en abril de 1972, no solo había consolidado su sección en Sri Lanka y la Workers League en los Estados Unidos, sino que también había establecido nuevas secciones en Alemania y Australia. Pero mientras la SLL experimentaba el apogeo de su éxito organizativo, se movía en una peligrosa dirección centrista. Como explica David North en su biografía de Healy:
…se afianzó gradualmente la convicción dentro de la dirección de la SLL de que el crecimiento material de la sección británica, más que el fortalecimiento de su línea política internacional, era la condición previa decisiva y la base esencial para el desarrollo del Comité Internacional; y de esto fluyó una concepción incorrecta y cada vez más nacionalista sobre la relación entre la SLL y el Comité Internacional de la Cuarta Internacional.[26]
Esta concepción fue formulada ya en 1966 en “Problemas de la Cuarta Internacional”, escrito por Healy cuatro meses después del Tercer Congreso del CICI, y que ya fue citado al comienzo de la conferencia.
Hay otro pasaje en “Problemas de la Cuarta Internacional” que expresa la creciente presión para trasladar la lucha contra los pablistas hacia el eje nacional del trabajo práctico en Reino Unido. Healy presentó una interpretación nueva y antimarxista de la traición del SWP.
Afirmaba que la causa de la capitulación del SWP ante el pablismo “no radicaba en las difíciles condiciones de la guerra fría y el auge bajo el cual el SWP ha estado operando en los Estados Unidos”, sino más bien en sus orígenes no revolucionarios.
El genio teórico de Trotsky fluyó de toda la experiencia revolucionaria de la Unión Soviética, tanto en su triunfo como en su degeneración. La política de Cannon, por otro lado, surgió principalmente durante el período de degeneración soviética y derrotas de la clase trabajadora internacional fuera de la URSS.[27]
Esta fue una concesión a las tendencias centristas que se habían opuesto a la decisión de Trotsky de fundar la Cuarta Internacional en 1938 alegando que una nueva Internacional solo podía surgir de una revolución exitosa. Además, era una concesión a Voz Obrera (VO), que se negó a unirse a la Cuarta Internacional debido a su supuesta composición social pequeñoburguesa. Denigró el significado histórico de la actividad teórica de los marxistas en la elaboración y defensa del programa internacional de la revolución socialista.
Desde un punto de vista psicológico individual, la reacción de Healy fue comprensible. Consideró la capitulación de Cannon, a quien admiraba y de quien había aprendido, como una traición personal. En “Problemas de la Cuarta Internacional” se puede sentir claramente su ira.
Y Healy poseía una voluntad de hierro para no ceder a las presiones pequeñoburguesas y llevar a la clase obrera a la victoria. Fue capaz de transmitir esto a una gran audiencia. Aquellos de nosotros que lo conocimos a principios de la década de 1970 lo recordamos claramente.
Sin embargo, como explicó David North, se trataba de una concepción errónea y peligrosa, que desplazó el eje político de la SLL en una dirección nacionalista y centrista:
Redujo el partido mundial a la mera suma de sus partes nacionales y reemplazó la colaboración de los marxistas dentro de una Internacional unificada con la emulación de los éxitos de un grupo nacional por otro... La idea de que la Cuarta Internacional se desarrollaría solo como el subproducto de la conquista del poder en Reino Unido era falsa. Por un lado, rechazó la interacción dialéctica entre la crisis mundial del imperialismo, la lucha de clases internacional y su expresión específica en Reino Unido; Por otro lado, negó que la organización de los marxistas en cualquier país es posible solo como parte del Partido Mundial de la Revolución Socialista.[28]
Y:
Por importantes que fueran los avances de la SLL dentro del movimiento obrero británico, el futuro del Comité Internacional y su sección británica requería la profundización de la lucha internacional contra el oportunismo pablista y la asimilación de sus lecciones teóricas y políticas. En todo caso, la degeneración del SWP había demostrado que ni una “orientación proletaria” ni una ruptura organizativa pueden, por sí mismas, ajustar cuentas con el revisionismo. La prevalencia del oportunismo es un fenómeno histórico con profundas raíces sociales; y es por eso que combatirlo es un proceso tan prolongado y difícil.[29]
El desplazamiento de la lucha contra el pablismo al eje nacional del trabajo práctico en Reino Unido socavó la capacidad de la SLL para resistir las presiones pequeñoburguesas:
El problema del revisionismo pablista no había sido ni podía ser resuelto de manera concluyente por la ruptura con el SWP. El rechazo a la reunificación no vacunó al SLL y al CICI contra las continuas presiones de fuerzas de clase ajenas. En la medida en que las implicaciones y lecciones de la escisión de 1963 no se estudiaron y profundizaron continuamente, la radicalización política de la clase media a mediados de la década de 1960, que si bien era esencialmente una anticipación del movimiento revolucionario del proletariado internacional, tuvo un profundo efecto sobre la SLL y el CICI.[30]
Los problemas de la SLL se intensificaron cuando surgieron posiciones de carácter claramente pablista dentro de su dirección, que no se aclararon políticamente para no poner en peligro los éxitos organizacionales.
Michael Banda mostró un vergonzoso enamoramiento con Mao Zedong, Ho Chi Minh e incluso Abdel Nasser, que nunca fue cuestionado sistemáticamente. Slaughter dio muestra de simpatías por la posición de la OCI de que la Cuarta Internacional necesitaba ser “reconstruida”, y descuidó cada vez más sus responsabilidades como secretario del CICI. Pero Healy temía que un conflicto abierto en la cúpula de la SLL pusiera en peligro los éxitos del trabajo práctico, así que las diferencias fueron barridas debajo de la alfombra. David North escribe:
Cuando se trataba de lidiar con problemas organizativos, es decir, las formas más superficiales en las que los problemas políticos más profundos encuentran su expresión casual en el día a día, Healy no dudó en tratar sin piedad a quienes socavaban el trabajo práctico del partido. Pero prefirió evitar un choque directo sobre cuestiones de programa; y, de hecho, las erupciones volcánicas de Healy a menudo sirvieron para desviar la atención de la causa de los problemas dentro de la SLL.[31]
Healy se convenció cada vez más de que podía suprimir o distender los problemas a través del desarrollo de lo que llamó “nuevas prácticas”. El periódico diario era una de esas prácticas. Los miembros más antiguos de la sección alemana (y de muchas otras) recuerdan con horror las euromarchas. Pasamos meses marchando por Europa para hacer campaña por un programa que era esencialmente reformista.
En el momento de la ruptura con la OCI, la propia SLL se dirigía en una dirección centrista. Esta es la razón por la que no estaba dispuesta a llevar a cabo una lucha política sistemática y paciente como lo había hecho 10 años antes.
Esto podría haberse corregido. Pero las nuevas secciones del CICI eran demasiado jóvenes e inexpertas en ese momento para desafiar abiertamente los errores de Healy, quien gozaba de una enorme autoridad debido al papel que había desempeñado en la lucha contra la reunificación pablista.
La Workers League estadounidense y la sección esrilanquesa habían surgido en la lucha contra la reunificación y la “Gran Traición” en Sri Lanka respectivamente. Estaban profundamente arraigadas en la lucha contra el pablismo, lo que les permitió desempeñar el papel principal en la lucha contra el WRP de 1982 a 1986.
Para las secciones alemana y australiana, fundadas en 1971 y 1972, la orientación centrista de la SLL era una desventaja importante. Por supuesto, conocían los principales documentos de la lucha contra el pablismo, pero estas lecciones no formaron la base para una formación sistemática de los cuadros.
Esto solo se corrigió después de la escisión de 1985-86. La herencia que defendemos, “Cómo el WRP traicionó el trotskismo” y otros escritos del CICI, que fueron traducidos y estudiados en el curso de varios campamentos de verano, desempeñaron un papel decisivo en rearmar los cuadros.
La sección alemana surgió de una facción minoritaria de la IAK (Correspondencia Internacional de los Trabajadores, siglas en alemán) que había sido construida por la OCI en Alemania después de 1963. La minoría estaba en estrecho contacto con la SLL y Gerry Healy. Se opuso firmemente a la subordinación de la OCI a la socialdemocracia. La OCI había dado instrucciones a la IAK en 1969 de entrar completamente en el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD, por sus siglas en alemán), alegando que este partido burgués podía ser obligado a formar un verdadero Gobierno obrero. Esta valoración no fue compartida por la minoría. Pero la lucha contra el pablismo jugó solo un papel menor en la división de Alemania. Más bien, la división se presentó como el resultado de un conflicto en torno al materialismo dialéctico.
La SLL pagaría un alto precio por su orientación cada vez más centrista, que finalmente condujo a su destrucción.
Seis años después de la ruptura con la OCI, adoptó posiciones políticas que no eran diferentes de las de los pablistas: apoyó y desarrolló acríticamente relaciones mercenarias con movimientos nacionalistas burgueses como la OLP, el régimen de Gadafi en Libia e incluso los baazistas en Irak. Se adaptó a sectores del Partido Laborista, los sindicatos y la burocracia estalinista. Y trató al CICI cada vez más como un apéndice de la sección británica, usándolo para sus sórdidas maniobras.
Un hito en la degeneración centrista de la SLL fue la fundación del Workers Revolutionary Party (WRP, Partido Revolucionario de los Trabajadores) en 1973.
David North escribe en su biografía de Healy:
El movimiento de masas que Healy había anticipado surgió después de la elección de Edward Heath en 1970 y la introducción de las leyes antisindicales por parte del nuevo Gobierno conservador. Pero la respuesta de la SLL estuvo condicionada por los años anteriores de descenso hacia el centrismo: su adaptación al radicalismo pequeñoburgués de la década de 1960 se complementaba ahora con una adaptación a la militancia espontánea del movimiento anticonservador.
En lugar de luchar por ganar a los sectores más avanzados de la clase trabajadora al partido sobre la base de políticas socialistas revolucionarias, la SLL diluyó su programa para dar cabida a la hostilidad elemental de la clase trabajadora hacia el Gobierno de Heath. Y sobre la base de un programa limitado a un llamamiento a la defensa de los “derechos básicos” y la elección de un nuevo Gobierno laborista, Healy propuso “la práctica de transformar la SLL en un partido revolucionario de masas” …
Aunque no se dijo abiertamente, el contenido esencial de esta transformación fue la conversión de la SLL en una organización centrista.[32]
El WRP fue fundado sin ninguna discusión en el CICI. El nuevo partido no se basaba en una estrategia internacional para la revolución mundial, sino en una táctica para llevar a un Gobierno laborista al poder en Reino Unido. Muchos de los que se unieron al nuevo partido ni siquiera sabían que se estaban uniendo a una organización internacional.
Como se señala en “Cómo el WRP traicionó el trotskismo”:
En su contenido y en su concepción subyacente, el programa sobre el cual se fundaba al WRP no tenía nada que ver con el trotskismo. No había un solo párrafo que sobrepasara los límites del centrismo. Esto estaba asociado a la perspectiva esencialmente nacionalista con la cual se lanzó el WRP.[33]
Unos meses después de la fundación del WRP, la demanda sobre la cual se basaba el nuevo partido se cumplió: una huelga minera se trajo abajo el Gobierno conservador de Edward Heath y los laboristas volvieron al poder. Esto desencadenó una crisis en el WRP. Los nuevos miembros que se habían unido al partido no estaban de acuerdo con el hecho de que el WRP ahora se oponía al Partido Laborista y presentaba sus propios candidatos para las elecciones.
Ahora estaba siendo vengado el fracaso del WRP a la hora de librar una lucha exhaustiva con la OCI en 1971. La OCI reclutó a Alan Thornett, el líder del trabajo sindical del WRP, que gozaba de prestigio internacional debido a una campaña de defensa que el WRP había emprendido en su nombre. Thornett formó una facción que trabajó a espaldas del partido. Sin que los miembros del partido lo supieran, la OCI redactó los documentos de su facción. Esta fue una clara violación de la disciplina del partido que justificaba la expulsión inmediata de Thornett.
Sin embargo, como señaló el CICI en “Cómo el WRP traicionó el trotskismo”, era
una cuestión completamente aparte si la dirección tuvo o no razón políticamente en expulsar a Thornett por razones organizativas antes de una discusión exhaustiva sobre las diferencias políticas, independientemente de sus orígenes… a pesar de sus métodos sin principios, Thornett representaba a un amplio sector dentro del WRP. Su confusión política era responsabilidad de Healy y Banda, quienes debieron entonces haber ganado a este sector al trotskismo genuino…
La tendencia de Thornett representaba poderosos sentimientos socialdemócratas en la clase trabajadora británica y una medida organizativa contra los que articulaban esta tendencia solo podía tener un efecto adverso en el trabajo del partido en los sindicatos.[34]
En la lucha contra Thornett, el WRP perdió una gran parte de su militancia de clase trabajadora. Esto tuvo el efecto secundario de que elementos pequeñoburgueses que el WRP había reclutado entre cineastas, actores y periodistas, personas como Vanessa y Corin Redgrave y Alex Mitchell, que solo tenían una comprensión muy superficial del marxismo, desempeñaron un papel mucho más importante en la conducción del partido.
Cuando el Gobierno laborista de Wilson comenzó a atacar a la clase trabajadora, el WRP realizó un giro ultraizquierdista. Ahora pedía el derrocamiento del Gobierno laborista por el que anteriormente había hecho campaña para su elección.
Esto condujo a una profunda crisis política, organizativa y financiera, a la que la dirección del WRP respondió abandonando todas las pretensiones de luchar contra el pablismo. Se postró ante las mismas fuerzas que Pablo y Mandel y más tarde Hansen y Lambert habían abrazado: los nacionalistas burgueses, reformistas y estalinistas.
Las lecciones de la degeneración centrista de la SLL y el WRP tienen una importancia fundamental para hoy. Para repetir la cita de la biografía de David North de Healy:
Ni una “orientación proletaria” ni una ruptura organizativa pueden, por sí mismas, ajustar cuentas con el revisionismo. La prevalencia del oportunismo es un fenómeno histórico con profundas raíces sociales; y es por eso que combatirlo es un proceso tan prolongado y difícil…
Esto requiere, sobre todo, un examen continuo de las formas teóricas y políticas a través de las cuales se manifiesta la presión de fuerzas de clase ajenas dentro de las filas del partido revolucionario. Solo sobre esta base es posible contrarrestar la tendencia recurrente de capas dentro del partido marxista y su dirección a adaptarse a las agencias pequeñoburguesas del imperialismo.[35]
Por supuesto, nuestra tarea es, parafraseando las tesis de Marx sobre Feuerbach, cambiar el mundo y no solo interpretarlo de diversas maneras. Pero por práctica revolucionaria entendemos una práctica guiada teóricamente, una práctica basada en una perspectiva política derivada de un análisis materialista de la lucha de clases, una práctica acompañada por una polémica continua contra fuerzas de clase hostiles.
El papel principal de la SLL en la lucha internacional contra la reunificación pablista y la “Gran Traición” en Ceilán allanó el camino para sus éxitos políticos y organizativos en la década de 1960. Despilfarró estos éxitos en la medida en que abandonó esta lucha y se concentró en tareas puramente nacionales y organizativas.
Gerry Healy, “Problems of the Fourth International” (1966)
Trotskyism vs Revisionism Vol. 5, pág. 113 https://www.marxists.org/history/etol/document/fi/tvsr/Trotskyism-Versus-Revisionism-Volume-5.pdf
David North, “Gerry Healy and His Place in the History of the Fourth International”
Stéphane Just, Defense du Trotskyisme, Vol. 1, 1965
https://www.marxists.org/francais/just/ddt1/ddt1.htm
Trotskyism vs Revisionism Vol. 5, pág. 5 https://www.marxists.org/history/etol/document/fi/tvsr/Trotskyism-Versus-Revisionism-Volume-5.pdf
Ibid., pág. 5
Ibid., pág. 77
Ibid., pág. 94
Ibid., pág. 91
Ibid., pág. 95
David North “Leon Trotsky and the Struggle for Marxism in the Twenty First Century” pág. 42
Comité Internacional de la Cuarta Internacional, “Cómo el WRP traicionó el trotskismo”, https://www.wsws.org/es/articles/2019/01/10/wr03-j10.html
Trotskyism vs Revisionism Vol. 5, pág. 113
https://www.marxists.org/history/etol/document/fi/tvsr/Trotskyism-Versus-Revisionism-Volume-5.pdf
Ibid.
Ibid., pág. 114
Trotskyism vs Revisionism Vol. 5, pág. 119 https://www.marxists.org/history/etol/document/fi/tvsr/Trotskyism-Versus-Revisionism-Volume-5.pdf
David North, “Leon Trotsky and the Struggle for Marxism in the Twenty First Century” pág. 34
Comité Internacional de la Cuarta Internacional, “Cómo el WRP traicionó el trotskismo”, https://www.wsws.org/es/articles/2019/01/10/wr03-j10.html
Citado por: Peter Schwarz, “1968: La huelga general y la revuelta estudiantil en Francia”, Parte 5, https://www.wsws.org/es/articles/2018/06/22/fra5-j22.html
León Trotsky, “Whither France?”, https://www.marxists.org/archive/trotsky/1936/whitherfrance/ch00.htm
CICI, “Cómo el WRP traicionó el trotskismo”, https://www.wsws.org/es/articles/2019/01/10/wr03-j10.html
Trotskyism vs revisionism, Vol. 6, pág. 77, https://www.marxists.org/history/etol/document/fi/tvsr/Trotskyism-Versus-Revisionism-Volume-6.pdf
Ibid., pág. 124
David North, “Gerry Healy and His Place in the History of the Fourth International”, pág. 47
Ibid., pág. 281
David North, “Gerry Healy and His Place in the History of the Fourth International”, pág. 47
Ibid., pág. 46
Ibid., pág. 51
Ibid., pág. 53
Ibid., pág. 56-57
CICI “Cómo el WRP traicionó el trotskismo”, https://www.wsws.org/es/articles/2019/01/11/wr04-j11.html
CICI, “Cómo el WRP traicionó el trotskismo”, https://www.wsws.org/es/articles/2019/01/12/wr05-j12.html
David North, “Gerry Healy and His Place in the History of the Fourth International”
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