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Perspectiva

Ante el desastre de la ofensiva ucraniana, EE.UU. exige que siga la matanza

En el contexto de la debacle de la ofensiva ucraniana del verano, el secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, viajó a Ucrania el lunes para reafirmar la participación estadounidense en la guerra ucraniana “por el tiempo que haga falta” e independientemente de las muertes que sean necesarias. Coincidiendo perfectamente con la llegada de Biden, el régimen de Zelenski declaró que un bombardeo en la ciudad de Kostantinovka que mató a 17 personas había sido un ataque ruso. Hay reportes fiables de que el misil fue disparado desde el oeste, que se encuentra completamente controlado por las fuerzas ucranianas.

La gira de Blinken buscaba enviar un mensaje de que, sin importar la cifra de muertes, la guerra de EE.UU. y la OTAN contra Rusia en Ucrania —pagada con las vidas de ucranianos y rusos— seguirá adelante.

Un soldado de la 3ª Brigada Separada de Asalto en una trinchera bajo bombardeo cerca de Bajmut, el lugar de feroces batallas con las fuerzas rusas en la región de Donetsk, Ucrania, 4 de septiembre de 2023 (AP Photo/Libkos) [AP Photo]

La ofensiva ucraniana había sido aclamada por los medios de comunicación estadounidenses como el equivalente al desembarco del Día D en Normandía durante la Segunda Guerra Mundial. Pero en medio de una asombrosa pérdida de vidas, los avances de Ucrania, en la medida en que existen, se miden apenas en metros.

Ni Kiev ni Washington han publicado cifras oficiales sobre el número de muertos en la guerra, que ya ha cumplido 19 meses. Pero según el Washington Post, 50.000 o más ucranianos han quedado amputados. Según informes fiables, el número de soldados ucranianos muertos en combate oscila entre 350.000 y 400.000 personas. El régimen ucraniano, que a cambio de interminables cantidades de botín ha puesto a la juventud del país al servicio del imperialismo estadounidense, espera más muertes. Actualmente se está construyendo un cementerio militar para hasta 600.000 soldados.

Ante este desastre, Estados Unidos ha dejado claro su compromiso de seguir financiando y exacerbando la guerra. El viaje de Blinken acompañó el anuncio por parte de Estados Unidos de otros 1.000 millones de dólares en armas y sobornos cuidadosamente asignados. La Administración de Biden actualmente busca aprobar en el Congreso un proyecto de ley que autorice otros 20.000 millones de dólares para la guerra.

Públicamente, ni Blinken ni Biden han admitido la magnitud del desastre. El mes pasado, sin embargo, el Washington Post informó que las agencias de inteligencia estadounidenses han llegado a la conclusión de que la ofensiva no alcanzará su objetivo principal de llegar hasta el mar de Azov para cortar el “puente terrestre” hacia la península de Crimea.

En el último mes, varios oficiales militares estadounidenses y funcionarios de la Administración de Biden han hecho declaraciones a la prensa atribuyendo los fracasos militares a que los dirigentes ucranianos han escatimado demasiado las vidas de las tropas ucranianas.

Los comentarios de los medios de comunicación estadounidenses, basados en declaraciones de funcionarios y generales de Estados Unidos, afirman ahora que la guerra continuará durante muchos años más.

En un artículo de opinión publicado la semana pasada en el Washington Post, el columnista Max Boot escribió: “Ucrania puede tener más posibilidades de ganar en 2024”. Boot citó al general de brigada del ejército estadounidense Mark Arnold, quien declaró “mucho escepticismo sobre la posibilidad de que este año se produzca una batalla decisiva que tenga un efecto material hacia la victoria ucraniana”. Arnold añadió que es “más optimista sobre las perspectivas de operaciones decisivas el año que viene”.

El exgeneral del ejército británico Richard Barrons escribió en el Financial Times: “Ucrania no puede ganarle a Rusia ahora, pero la victoria para 2025 es posible”. Y continuaba: “La actual contraofensiva ucraniana no expulsará a Rusia, aunque nadie esperaba que lo hiciera. Tampoco es probable que reduzca la ocupación a la mitad antes del invierno, que podría haber sido uno de los objetivos más optimistas. Sin embargo, ha demostrado cómo se puede derrotar al ejército ruso. No en 2023, sino en 2024 o 2025”.

The Economist, por su parte, citó a un “alto funcionario de inteligencia estadounidense” diciendo: “Si se mira el campo de batalla dentro de cinco años, podría tener un aspecto muy similar”.

Si se permite que la guerra se prolongue durante tanto tiempo, el número de muertos se contará por millones. Pero la clase dirigente estadounidense, que dirige la guerra, es totalmente indiferente.

En un discurso en el que pedía al Senado que aprobara el proyecto de ley de gasto militar de 20.000 millones de dólares de Biden, el líder de la minoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, instó a sus colegas a que no se “tambaleen” con respecto a Ucrania. McConnell dijo que financiar a Ucrania significa “debilitar a uno de los mayores adversarios estratégicos de Estados Unidos sin disparar un tiro” y “disuadir a otro [es decir, China] en el proceso”.

Y continuó: “Significa invertir directamente en la fortaleza estadounidense, tanto militar como económica”.

Las declaraciones de McConnell muestran sin tapujos los verdaderos objetivos que impulsan la guerra y su implacable escalada. No tiene nada que ver con la “democracia” en Ucrania, que está plagada de corrupción y gobernada por una oligarquía criminal. Washington provocó deliberadamente la guerra y la está dirigiendo para promover los intereses estratégicos de Estados Unidos de socavar y, en última instancia, desmantelar Rusia, no solo porque posee ricos depósitos de minerales y recursos energéticos críticos, sino también porque se la considera un impedimento para un asalto militar contra China. La guerra se trata de aumentar el dominio “militar y económico” global del capitalismo estadounidense, pagado con las vidas de cientos de miles de personas ucranianas y rusas.

La guerra se está llevando a cabo en alianza con el régimen derechista de Kiev y los Gobiernos de extrema derecha de toda Europa del este.

En un artículo titulado “Los temores a las negociaciones de paz con Putin aumentan en medio de riñas internas en Estados Unidos”, The Hill señala que los Gobiernos de Lituania, Letonia y Estonia se encuentran entre los que más agresivamente exigen una escalada de la guerra. Durante la Segunda Guerra Mundial, estos países estuvieron alineados con la Alemania nazi, y gran parte de su aparato militar y de inteligencia fue cómplice del Holocausto. Hoy están gobernados por regímenes rabiosamente antirrusos que, especialmente en el caso de Lituania, glorifican abiertamente a sus predecesores que colaboraron con los nazis.

Dado que gran parte de la credibilidad global del imperialismo estadounidense pende del resultado del conflicto, existe un peligro significativo de que Estados Unidos, ante un colapso de sus fuerzas ucranianas, aumente masivamente su participación en el conflicto, incluyendo potencialmente la participación directa de tropas de la OTAN o el despliegue de armas nucleares en Ucrania.

El imperialismo estadounidense, impulsado por una profunda crisis interna y desesperado por compensar el declive a largo plazo de su posición mundial, ha instigado un conflicto militar cuya cifra de muertos será incalculable. La oposición a la guerra dentro de Estados Unidos es cada vez mayor, y la Administración de Biden está cada vez más desesperada por garantizar una victoria militar.

Por su parte, el Gobierno oligárquico de Putin, después de haber caído en la trampa de una desesperada y políticamente ruinosa invasión de Ucrania en febrero de 2022, está inmerso en un intento inútil de llegar a un acuerdo con sus “socios” imperialistas, que están comprometidos con la subyugación y el desmantelamiento final de Rusia como preludio al conflicto con China.

Hay que poner fin a esta guerra. En oposición al Gobierno de Biden y sus aliados de la OTAN, los voceros mediáticos de las agencias de inteligencia imperialistas, la clase media-alta histéricamente a favor de la guerra y los apologistas pseudoizquierdistas del imperialismo, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional y los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social llaman a la construcción de un movimiento de masas de trabajadores y jóvenes contra la guerra.

(Publicado originalmente en inglés el 6 de septiembre de 2023)

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