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Perspectiva

Washington exige más matanzas en Ucrania

Esta semana, Ucrania comenzó una nueva fase importante de su ofensiva en la guerra de EE.UU. y la OTAN, reanudando ataques contra trincheras fuertemente defendidas.

El New York Times reportó, con base en declaraciones de funcionarios estadounidenses, que “está en marcha el principal impulso de la contraofensiva de casi dos meses”.

El presidente ruso Vladímir Putin dijo el jueves, “Puedo confirmar que las hostilidades se han intensificado de manera importante”, indicando que Ucrania está utilizando “una gran cantidad” de vehículos acorazados, sufriendo “grandes pérdidas”.

Un soldado ucraniano se sienta en una trinchera recientemente cavada en el frente cercano a Bajmut, región de Donetsk, Ucrania, 4 de julio de 2023 [AP Photo/Libkos]

Después de un sangriento desastre en la primera fase de la ofensiva, que obligó a pausar los ataques ucranianos, los conscriptos ucranianos nuevamente están siendo arrojados a líneas fuertemente defendidas, muriendo por miles en los campos minados y las trincheras.

Ucrania ha sufrido enormes pérdidas humanas y la guerra solo continúa porque la OTAN la sigue armando profusamente. Los miserables avances de Ucrania en zonas aisladas del amplio frente han tenido un coste descabellado en vidas. Los ucranianos están muriendo por el único propósito de avanzar los intereses de las potencias imperialistas.

La última escalada se produce tras la cumbre de la OTAN en Vilna, Lituania, donde los miembros de la alianza se comprometieron a desplegar decenas de miles de tropas a lo largo de las fronteras occidentales de Rusia y aumentar enormemente sus presupuestos militares para financiar el conflicto con Rusia y China.

Dado que la guerra va mal y la oposición pública en Ucrania crece, el presidente ucraniano Zelenski recibió órdenes en la cumbre de continuar la ofensiva, sin importar lo que cueste en vidas humanas.

Por meses, la prensa estadounidense había promovido la “ofensiva de primavera” como un giro decisivo en la guerra, que significaría una derrota aplastante contra las fuerzas rusas.

Pero la debacle ha sido tan enorme que incluso los medios estadounidenses se han visto obligados, tras semanas de silencio, a reconocer que es un desastre.

La semana pasada, el Wall Street Journal reportó: “Cuando Ucrania inició su gran contraofensiva esta primavera, los funcionarios militares occidentales sabían que Kiev no contaba con todo el entrenamiento ni las armas… que necesitaba para expulsar a las fuerzas rusas. Pero esperaban que la valentía y el ingenio ucraniano se impondrían.

“Pero no lo han hecho. Los campos minados profundos y letales, las fortificaciones extensas y el poder aéreo ruso se han combinado para bloquear en gran medida cualquier avance importante de las tropas ucranianas”.

El New York Times fue incluso más directo en un artículo que había intentado ocultar antes de modificarlo fuertemente. Reportó sobre una unidad ucraniana con un nivel de bajas del 200 por ciento, lo que significa que todos sus miembros murieron o sufrieron heridas, fueron remplazados por nuevos reclutas y todos resultaron muertos o heridos nuevamente.

Describió que los soldados jóvenes están muriendo en masa y que “sus reemplazos frecuentemente son mayores y fueron reclutados forzosamente”.

En Ucrania, gran parte de la población sin impedimentos físicos ha sido reclutada y obligada a combatir mediante un régimen draconiano de conscripción forzosa.

La guerra está siendo dirigida por Estados Unidos y las otras potencias de la OTAN, que ordenan que la matanza debe continuar. The Economist escribió el jueves (“El ejército ucraniano asigna nuevas fuerzas a un gran empuje hacia el sur”), “Algunos oficiales militares estadounidenses y europeos argumentan que los comandantes ucranianos efectivamente han sido muy lentos a la hora de atacar con sus nuevas brigadas, un error que consideran que Ucrania cometió el año pasado en Jerson…”.

El artículo citó al jefe del Estado Mayor Conjunto de EE.UU., Mark Milley: “Las simulaciones que se hicieron con antelación predijeron ciertos niveles de avance”, pero eso “se ha ralentizado”.

Presionados por las potencias imperialistas, los generales ucranianos han decidido “arrojar piernas frescas”, un eufemismo que utiliza The Economist para describir a los soldados ucranianos, jóvenes y viejos, que son enviados a morir.

A medida que avanza la guerra, se desvanece la pretensión de que Estados Unidos lucha en nombre de la “democracia”.

El jueves, el presidente estadounidense Joe Biden se reunió en la Casa Blanca con la primera ministra italiana Giorgia Meloni. Biden declaró: “Italia y Estados Unidos también se mantienen firmes junto a Ucrania, y les felicito por su apoyo tan firme en la defensa contra las atrocidades rusas, y eso es lo que son”.

Meloni es una admiradora abierta del dictador fascista italiano Benito Mussolini. Declaró famosamente: “Creo que Mussolini fue un buen político”, y añadió: “Todo lo que hizo, lo hizo por Italia”.

En un discurso pronunciado al término de la cumbre de la OTAN de este mes, Biden declaró: “Nuestro compromiso con Ucrania no se debilitará. Defenderemos la libertad hoy, mañana y durante el tiempo que sea necesario”. La “libertad” mediante una alianza con fascistas, tanto en Ucrania como en Italia, y por medio de matanzas masivas.

Este compromiso con una guerra sin fin implica escaladas indefinidas. El jueves, Reuters informó que los principales tanques de batalla estadounidenses M1 Abrams comenzarían a llegar a Ucrania en agosto y septiembre, a los que seguirían aviones de combate F-16 a finales de este año.

Este es el resultado de una serie de medidas de escalada por parte de Estados Unidos a lo largo del año pasado. El año comenzó con el anuncio de que Estados Unidos enviaría a Ucrania vehículos blindados de combate Bradley, seguido poco después por el envío de tanques principales. En mayo, la Casa Blanca anunció que enviaría cazas F-16, seguidos de municiones de racimo.

Según documentos filtrados del Pentágono filtrados a principios de este año, hay cientos de militares en servicio activo y personal de inteligencia estadounidenses y de la OTAN sobre el terreno, acompañados por lo que probablemente sean cientos, o posiblemente miles, de “voluntarios” de países de la OTAN.

El miércoles, la Administración de Biden ordenó al Gobierno estadounidense que comience a entregar documentos a la Corte Penal Internacional para facilitar el procesamiento de Putin.

Esta medida se produce tras un amplio debate interno sobre si esta acción haría que Estados Unidos, que ha matado a millones de personas en guerras criminales de agresión, sea objeto de enjuiciamientos por el tribunal, cuya jurisdicción no reconoce.

La Casa Blanca ha decidido, sin embargo, seguir adelante con la acusación, con el objetivo de subir la apuesta en el conflicto militar. Una derrota militar de Rusia significaría, en otras palabras, el procesamiento de Putin a manos de los vencedores estadounidenses.

El objetivo de esta acción es impedir cualquier solución negociada, a la que Estados Unidos se ha opuesto desde el principio. Estados Unidos está decidido a infligir una derrota estratégica a Rusia como antesala de sus maniobras para dominar y subyugar China.

Independientemente del resultado de la última ofensiva, será una catástrofe para el pueblo de Ucrania, Rusia y el mundo. Si la ofensiva continúa como una sangrienta debacle, significará la muerte de miles y miles de conscriptos ucranianos enviados al frente como carne de cañón. Si Ucrania consigue romper la línea del frente ruso y avanzar para aislar la península de Crimea, podría generar una enorme presión política sobre el Gobierno ruso para que recurra a las armas nucleares.

Esta guerra, que ya ha matado a cientos de miles de personas, ¡debe detenerse! La escalada de la guerra coincide con el estallido de una ola mundial de huelgas, que incluye a los trabajadores portuarios de Canadá, los actores y guionistas estadounidenses y las inminentes batallas en UPS, Yellow Freight y la industria automotriz norteamericana.

Es necesario combinar la creciente lucha de los trabajadores en defensa de sus derechos sociales con la lucha contra la guerra y el militarismo.

(Publicado originalmente en inglés el 27 de julio de 2023)

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