Español
Perspectiva

La muerte de Yevgueni Prigozhin y la propaganda de guerra estadounidense

El 23 de agosto, el oligarca milmillonario ruso Yevgueni Prigozhin murió cuando su avión privado se desplomó por circunstancias que aún no han sido explicadas. El incidente también mató a una sección importante de los líderes de mayor rango del Grupo Wagner, la empresa privada de contratación militar que Prigozhin encabezaba, incluyendo a su comandante militar Dmitri Utkin.

El avión de Prigozhin partió de Moscú y se dirigía a San Petersburgo, y llevaba 30 minutos de vuelo cuando tuvo fallas catastróficas parecidas a una explosión, causando que se desplomara del cielo.

Formado en 2014, el Grupo Wagner ha desempeñado un papel protagónico en las operaciones militares y diplomáticas rusas. No solo ha suministrado combatientes para las guerras en Siria y Ucrania, sino también servicios militares privados para Gobiernos de toda África y Oriente Próximo. Prigozhin y Wagner encabezaron la captura exitosa rusa de la ciudad ucraniana de Bajmut, conocida en ruso como Artiómovsk, en mayo.

Dos meses antes, Prigozhin, un aliado por mucho tiempo de Vladímir Putin, impulsó una intentona golpista por parte de Wagner, marchando desde Ucrania y ocupando la ciudad de Rostov del Don antes de dirigirse hacia Moscú y exigir la renuncia de los líderes del ejército. El intento de golpe de Prigozhin fue la muestra más explícita de las disputas internas y continuas dentro de la clase gobernante y el aparato estatal rusos.

Comenzando por lo obvio, nadie sabe en este momento por qué se desplomó el avión ni quién es responsable. Existen tantas posibilidades como las que uno podría encontrar en una novela de Agatha Christie. Incluso la causa de la caída no se ha establecido. No obstante, dada la identidad de Prigozhin, es razonable inclinarse hacia la presunción de que no fue un accidente.

Asumiendo que el incidente fue causado deliberadamente, esto suscita la interrogante más compleja de quién fue responsable. Los medios de comunicación y el Gobierno estadounidenses inmediatamente se apuraron para declarar que Prigozhin fue asesinado por el presidente ruso Vladímir Putin. Siguiendo un método clásico, un funcionario anónimo del Gobierno británico le dijo al Wall Street Journal que “el sospechoso más probable” era el Gobierno ruso. Luego, los otros periódicos importantes como el New York Times y el Washington Post proclamaron que esta suposición era un hecho establecido.

El presidente estadounidense Joe Biden declaró que no le “sorprendió” la muerte de Prigozhin, añadiendo: “No suceden muchas cosas en Rusia en las que Putin no toma parte”.

Por supuesto, esta no es una posibilidad que pueda ser descartada de plano. No se puede excluir que el desplome del avión que mató a Prigozhin haya sido una repercusión del intento de golpe de Estado hace exactamente dos meses.

Pero hay que preguntar, si Putin buscaba eliminar a Prigozhin, ¿por qué lo haría de este modo?

Al tiempo que denunciaba públicamente a los líderes del golpe como traidores, Putin logró un acercamiento con Prigozhin, retirando los cargos penales y apareciendo junto a él en actos diplomáticos públicos.

¿Por qué matarlo con una bomba en un avión, junto con otras 10 personas, en lugar de simplemente detenerlo y procesarlo? Si Putin estaba tan preocupado por la posibilidad de un segundo golpe, ¿por qué permitió a Prigozhin moverse libremente entre Moscú y San Petersburgo, e incluso salir del país y dirigir sus fuerzas en África, donde ayudaron en el golpe militar de Níger?

Incluso considerando la posibilidad de rusos implicados, Putin no sería el único sospechoso. Prigozhin tenía muchos enemigos, tanto en el ejército regular, cuya cúpula era un blanco de su intento de golpe, como otros oligarcas milmillonarios rusos.

Pero si uno se pregunta “¿A quién beneficia?”, hay muchos sospechosos no rusos, desde Ucrania a Estados Unidos, o incluso Francia y Reino Unido. En los últimos años, las operaciones del Grupo Wagner tanto en Ucrania como en África han socavado gravemente los intereses geopolíticos de las potencias imperialistas.

Esto ayudaría a explicar la críptica observación del presidente ucraniano Zelenski a los periodistas: “Cuando Ucrania pidió ayuda a los pueblos del mundo con aviones, esto no era lo que teníamos en mente”.

Al tiempo que proclamaban universalmente que Putin era culpable de la muerte de Prigozhin, varias figuras destacadas de la política exterior y los medios de comunicación estadounidenses se felicitaban por las consecuencias que tendría el asesinato. En artículo de opinión en respuesta a la muerte de Prigozhin, Alexander Vindman, antiguo funcionario del Consejo de Seguridad Nacional y destacado propagandista de la guerra estadounidense, declaró que el asesinato podría “acelerar la paz en Ucrania”. La “eliminación de Wagner”, escribió Vindman, “debilita el ala nacionalista que aboga por una guerra más agresiva, y puede aliviar la presión sobre Putin para que libre una guerra prolongada y ampliada”.

“De hecho, la desaparición del caudillo es una muy buena noticia para Ucrania”, escribe Maksym Skrypchenko, presidente del Centro de Diálogo Transatlántico, un centro de pensamiento ucraniano pro-OTAN. “La muerte de Prigozhin, junto al infame primer comandante del grupo Wagner, Dmitri Utkin, probablemente proporcionará a las fuerzas ucranianas una ventaja en el campo de batalla durante los próximos meses”.

“Con Prigozhin fuera de juego, la opinión pública rusa también podría volverse contra Putin”, añadió esperanzado. “Si estamos leyendo bien las señales, el misterioso accidente de avión que eliminó al jefe mercenario de Rusia podría ser recordado algún día como el clímax de la elaborada tragedia que ha sido la invasión de Ucrania por parte de Putin”.

Los comentaristas de los medios de comunicación estadounidenses señalaron igualmente el importante papel de Wagner en las relaciones militares y diplomáticas rusas. “El grupo Wagner era el brazo de operaciones avanzadas del Kremlin, militares y políticas, en África”, dijo el corresponsal de la NBC Richard Engel. “Yo mismo lo vi en la República Centroafricana, la Embajada allí era Wagner, era Wagner el que patrullaba en la calle. Se lo pregunté al gobernador, se lo pregunté al presidente, 'usted dijo que necesitábamos protección, queríamos protección de seguridad rusa, y enviaron a Wagner'“.

Tras señalar que Prigozhin había pasado sus últimos días viajando a países africanos, donde “había ayudado a convertir el grupo mercenario en uno de los activos más poderosos y reconocibles de Rusia en el continente”, el Times escribió que, “en el lapso de unos pocos años, Wagner se convirtió en un socio de seguridad para algunos Gobiernos autocráticos en África, alterando los equilibrios de poder en regiones ya frágiles y ganando influencia política propia en el proceso... Las fuerzas de Wagner ayudaron a fortalecer Gobiernos y caudillos asediados en países como la República Centroafricana, Malí, Libia y Sudán”.

En otras palabras, la presencia de Wagner en Ucrania, pero aún más en África, era un serio obstáculo para los objetivos militares y geopolíticos de las potencias imperialistas en estas regiones.

Otro punto: en un artículo titulado “El Padrino en el Kremlin”, el Wall Street Journal declara que el asesinato “pone de relieve la evolución de Rusia hacia un Estado mafioso”. Sin embargo, cabe preguntarse: si el asesinato de destacadas figuras políticas convierte a Rusia en un “Estado mafioso”, ¿en qué convierte eso a Estados Unidos? ¿O a Ucrania?

La muerte de Prigozhin sigue a una serie de asesinatos de destacadas personalidades proguerra dentro de Rusia llevados a cabo por las fuerzas ucranianas, entre ellos el de Daria Dugina el pasado agosto y el del bloguero militar ruso Vladlen Tatarsky en abril. Tras el asesinato de Dugina, el New York Times se apresuró a afirmar que “no había pruebas de que el atentado estuviera relacionado con la guerra en Ucrania”. Sin embargo, solo dos meses después, en octubre, el Times informó de que “Estados Unidos cree que los ucranianos estuvieron detrás del asesinato en Rusia”.

Apenas tres días antes del asesinato de Dugina, el corresponsal del Times Andrew Kramer publicó un artículo elogiando a los escuadrones de asesinos proucranianos que operan dentro de Rusia, en un artículo titulado “Detrás de las líneas enemigas, dicen los ucranianos a los rusos: ‘Nunca están seguros’”.

Tras un ataque con drones contra el Kremlin a principios de año, le preguntaron al secretario de Estado Antony Blinken sobre la postura de Estados Unidos ante un supuesto intento de “asesinar al presidente Vladímir Putin”. Blinken declaró: “Son decisiones que debe tomar Ucrania sobre cómo va a defenderse”.

A principios de este año, un conjunto de documentos filtrados del Pentágono reveló la inmensa preocupación de los estrategas del Pentágono por la creciente influencia de Wagner en África, enumerando una docena de posibles “esfuerzos coordinados de disrupción por parte de Estados Unidos y sus aliados” contra Wagner, incluyendo opciones “cinéticas” que incluían el asesinato de sus dirigentes.

Ninguna de estas realidades se discute en la cobertura mediática de la muerte de Prigozhin, impulsada en gran medida por las necesidades propagandísticas del Gobierno estadounidense. Ante la creciente oposición popular a una guerra desastrosa, los medios de comunicación estadounidenses tratan de hacer todo lo posible para demonizar a Rusia y al Gobierno de Putin.

Pero las palabras tienen consecuencias. Este esfuerzo propagandístico concertado tiene una lógica propia, convirtiéndose él mismo en un factor de la escalada de la guerra.

(Publicado originalmente en inglés el 28 de agosto de 2023)

Loading