Con su presupuesto para 2023-24, el gobierno de extrema derecha del Partido Bharatiya Janata (BJP) de la India está intensificando su asalto de guerra de clases contra el clase trabajadora y la búsqueda agresiva de las ambiciones de gran potencia de la burguesía india.
El presupuesto de 45,03 billones de rupias (US $549.500 millones), que fue presentado al parlamento por la ministra de Finanzas Nirmala Sitharaman el miércoles 1 de febrero, combina brutales medidas de austeridad para los trabajadores y los que estan explotados en la India, con enormes sobornos a las grandes empresas, los ricos y los superricos.
El gasto militar aumentará otro 13%, hasta los 5,94 billones de rupias ($72.600 millones) y, si se descuentan los pagos de la deuda, representará más del 17,5% de todo el gasto público indio.
El mayor aumento del presupuesto es, sin duda, un incremento del 33% en los gastos de capital (CAPEX), es decir, el gasto en ferrocarriles, carreteras, puertos, energía y otros proyectos de infraestructura, hasta $122.300 millones.
Las grandes empresas han estado presionando para que se produzca tal aumento, como observó el presidente de la Confederación de la Industria India (CII) en efusivos comentarios a la prensa. Esto se debe a que esperan beneficiarse de una bonanza de contratos gubernamentales de construcción de infraestructuras y a que el desarrollo de las infraestructuras de transporte, energía y telecomunicaciones de la India, manifiestamente inadecuadas, facilitará sus esfuerzos por ampliar la fabricación de mano de obra barata para los mercados mundiales y atraer inversiones del capital mundial.
Para regocijo de la élite capitalista india, el gobierno del BJP también está recortando drásticamente los impuestos sobre la renta, como parte de una campaña continua para trasladar más carga fiscal a los impuestos sobre el consumo, que penalizan desproporcionadamente a quienes tienen ingresos bajos o nulos. Los recortes fiscales del presupuesto están sesgados para beneficiar a los más pudientes, pero sobre todo a los que tienen mayores ingresos. Según un editorial de celebración del Times of India, reducirán 'el tipo efectivo del impuesto sobre la renta para los ricos en casi 4 puntos porcentuales'.
Este regalo a los ricos se justifica con el argumento de que estimulará la economía. En un reciente informe de Oxfam, “La supervivencia de los más ricos”: La historia de la India”, mostraba que entre 2012 y 2021, el 40% de toda la nueva riqueza creada en la India iría a parar únicamente al 1% de la población más rica y apenas el 3% al 50% de la población más pobre.
A pesar de los enormes aumentos en gasto militar y CAPEX y una serie de recortes fiscales, incluyendo reducciones para las pequeñas y medianas empresas, el presupuesto tiene como objetivo lograr una reducción de 0,5 puntos porcentuales en la relación entre el déficit fiscal y el PIB, hasta el 5,9 por ciento, en el próximo ejercicio fiscal de abril de 2023 a marzo de 2024.
Esto se logrará mediante brutales medidas de austeridad dirigidas a la clase trabajadora y a la población rural pobre.
Agravarán una pandemia de desempleo y hambre que se ha ido desarrollando a medida que la tasa de crecimiento de la India se ralentizaba durante la última década, pero que se ha exacerbado enormemente en los últimos tres años, primero por la pandemia del COVID-19 y la ruinosa respuesta de la clase dominante de 'los beneficios antes que la vida', y luego por las consecuencias de la guerra instigada por Estados Unidos y la OTAN contra Rusia en Ucrania.
Desde 2020, decenas de millones más se han visto abocados a la 'pobreza absoluta', lo que significa que su ingesta calórica diaria es insuficiente para alimentar un día completo de trabajo. La inflación lleva casi un año a un ritmo anual del 6% o más. En diciembre, el desempleo se situó en el 8,3%, según el Centro para el Seguimiento de la Economía India (CMIE). En un país en el que no existen prestaciones estatales por desempleo y la tasa de actividad, en torno al 40%, es una de las más bajas del mundo.
Sin embargo, el gobierno está recortando las subvenciones a los alimentos, los fertilizantes y el petróleo en un 28%.
La subvención alimentaria, de la que se benefician los 800 millones de indios más pobres, se recorta en 1 billón de rupias ($12.100 millones), es decir, un 31%, lo que supone un recorte porcentual aún mayor que el recorte general de las subvenciones.
El gobierno del BJP también está dando un hachazo al Programa Nacional de Garantía del Empleo Rural Mahatma Gandhi (MNREGP), destinado a proporcionar 100 días de trabajo de baja categoría y salario mínimo a un miembro de cada hogar rural que lo desee. La eliminación del MNREGP ha sido durante mucho tiempo un objetivo del gobierno del BJP, y el programa ha sido sistemáticamente privado de fondos. Pero durante la pandemia, aunque sólo fuera para evitar hambrunas y disturbios alimentarios, el gobierno permitió a regañadientes que aumentaran las inscripciones en el programa, que habitualmente tiene un exceso de solicitudes. A falta de dos meses para que finalice el año fiscal en curso, más de 80 millones de personas han participado en proyectos del MNREGP. Sin embargo, debido a la falta de financiación, sólo el 3% de los participantes pudieron completar los 100 días de trabajo a los que legalmente tienen derecho.
Ahora, como parte de su intensificada campaña de austeridad 'pospandémica', el gobierno está recortando el presupuesto del MNREGP en un tercio, de 890.000 millones de rupias ($10.800 millones) a 690.000 millones de rupias ($7.300 millones).
Al mismo tiempo que victimiza a los sectores más empobrecidos de la sociedad india, el presupuesto del gobierno del BJP continúa la política por décadas de la clase dominante de privar de fondos a la educación y la sanidad pública.
Desde hace tiempo, India se ha fijado el objetivo de aumentar hasta el 6% del PIB la financiación pública de la educación, que, según la Constitución, es una responsabilidad compartida entre el gobierno central y los gobiernos estatales. En la actualidad apenas llega a la mitad. El presupuesto de esta semana ha aumentado el gasto en la educación del gobierno central en un 8%, apenas por encima de la tasa de inflación, hasta 1,1 billones de rupias ($13.400 millones).
El estado de la sanidad pública en la India es, en todo caso, una acusación aún más incontestable contra la burguesía india. El sistema sanitario público es un caos. Según la Constitución, todos los ciudadanos tienen derecho a la asistencia sanitaria gratuita, pero nadie, salvo los más indigentes, acudiría a un hospital público en busca de atención. El gobierno indio sólo gasta $50.000 millones, aproximadamente el 1,5% del PIB, en proporcionar asistencia sanitaria a los 1.400 millones de habitantes del país.
La pandemia de COVID-19 devastó la India. Las estimaciones sobre el número de muertos estiman la pandemia en más de 5 millones, pero el gobierno se aferra cruelmente a la afirmación de que COVID-19 mató 'sólo' a 531.000 indios. En consonancia con su priorización de los beneficios sobre las vidas a lo largo de la pandemia, el gobierno está 'aumentando' el gasto sanitario en 2023-24 en sólo un 3,4% --un recorte sustancial en términos reales-- y recortando el presupuesto del Departamento de Investigación Sanitaria en un 6,9%.
Modi y su supremacista hindú BJP: los perros de ataque de la capital india
La clase dominante india propulsó a Narendra Modi y a su supremacista hindú BJP al poder en 2014 con la esperanza y la expectativa de que arrollarían a la oposición popular para poder implementar 'reformas' favorables a los inversores y perseguir más agresivamente sus ambiciones depredadoras en el extranjero. Han hecho exactamente eso, y a un ritmo rápidamente acelerado desde que ganaron la reelección en 2019.
En los últimos tres años y medio, el gobierno de Modi ha reducido drásticamente los impuestos de sociedades; ha iniciado una campaña para privatizar todas las empresas del sector público en sectores 'estratégicos', excepto un puñado; ha lanzado un plan para 'monetizar' las infraestructuras del sector público mediante la cesión de su gestión y beneficios a las grandes empresas; ha abierto aún más la puerta a la contratación laboral y la precarización del empleo; y ha redactado una 'reforma de la legislación laboral' que eliminaría las restricciones al cierre de fábricas y criminalizaría la mayoría de las huelgas.
Esto ha ido de la mano de una incesante campaña de incitación comunalista dirigido hacia desviar la creciente ira social contra los musulmanes y otras minorías de la India y a dividir a la clase trabajadora.
En la escena mundial, el Gobierno del BJP, con el apoyo entusiasta de las grandes empresas y apenas un atisbo de crítica por parte de la ostensible oposición, ha integrado a India cada vez más plenamente en la temeraria ofensiva diplomática, económica y militar-estratégica global de Washington contra China, una ofensiva que la administración de Biden ha seguido ampliando incluso segun ella y sus aliados de la OTAN intensifican la guerra con Rusia por Ucrania. En los últimos dos años, India ha ampliado enormemente una red de vínculos bilaterales, trilaterales y cuadrilaterales en materia de seguridad militar con Estados Unidos y sus principales aliados de Asia-Pacífico, Japón y Australia, transformando a India en un Estado en primera línea de la confrontación de Washington con Pekín.
Con los aumentos de gasto en el presupuesto de 2023-24, el Gobierno de Modi habrá más que duplicado el presupuesto militar de la India durante sus nueve años de mandato. Actualmente, el gasto militar indio es el tercero mayor del mundo, aunque los recientes programas masivos de armamento anunciados por Alemania y Japón plantean un interrogante sobre si esto seguirá siendo así en los próximos años.
Según los documentos presupuestarios, los casi $20.000 millones reservados en el presupuesto militar para desembolsos de capital se utilizarán para comprar aviones de guerra, buques de guerra, misiles, drones, sistemas antidrones, helicópteros de combate, tanques y otros sistemas de armamento.
El gasto en carreteras y otras infraestructuras a lo largo de la frontera septentrional de India con China también se está incrementando drásticamente. Este invierno, por tercer año consecutivo, decenas de miles de soldados, tanques y aviones de combate indios y chinos se han desplegado a lo largo de la inhóspita frontera del Himalaya, en el marco de un enfrentamiento que comenzó en mayo de 2020 y que ha desembocado en violentos choques en varias ocasiones.
Señales de una crisis creciente en la economía india,“la mejor del mundo”
Al presentar el presupuesto para 2023-24, el último completo antes de las elecciones nacionales de la primavera de 2024, la ministra de Finanzas Sitharaman se jactó de que India seguirá disfrutando, como en 2022, de la mayor tasa de crecimiento entre las mayores economías del mundo.
Hay muchas razones para creer que la proyección del gobierno de que la economía del país crecerá un 6,5 por ciento en el próximo año es una gran sobreestimación, dados los desequilibrios de la economía mundial, las montañas de deuda estatal y corporativa, y la probabilidad de una recesión importante en los EE.UU. y los otros centros imperialistas, donde los bancos centrales han subido los tipos de interés para socavar una contraofensiva de la clase obrera impulsada por la inflación. Pero incluso si la proyección de crecimiento resultara exacta, las políticas económicas de guerra de clases del BJP garantizan que la desigualdad social y la pobreza seguirán creciendo.
El aumento masivo del gasto de capital en el presupuesto apunta por sí mismo a una crisis subyacente en la economía india. A pesar de los enormes recortes fiscales y otros incentivos, la inversión de capital privado ha caído en los últimos años, ya que las grandes empresas indias prefieren amortizar la deuda y dedicarse a la recompra de acciones y otras manipulaciones financieras.
Además, a pesar de los cacareos del gobierno y la élite empresarial sobre el auge del país, el capitalismo indio sigue siendo superado por China. Sólo el valor de las exportaciones anuales de China, unos $3,5 billones, equivale más o menos al PIB total de la economía india. E incluso cuando el gobierno de Modi ha montado una campaña muy pública para atraer a empresas estadounidenses, japonesas y europeas para que se trasladen de China a la India, tratando de explotar la presión de las potencias imperialistas a favor de la 'localización con amigos', las exportaciones chinas a la India han aumentado vertiginosamente.
Sin embargo, la mayor amenaza para la burguesía india procede de la clase obrera. En 2022 se produjo una oleada de luchas obreras combativas, entre ellas las de los trabajadores de la Maharashtra State Road Transport Corporation (MSRTC) y de Ford India. Muchas de estas luchas estallaron fuera del control de los sindicatos y partidos parlamentarios dirigidos por los estalinistas (el CPM y el CPI) que durante décadas han suprimido sistemáticamente la lucha de clases y han atado a la clase obrera al Partido del Congreso y a otros partidos capitalistas de derechas en nombre de la lucha contra el 'fascista BJP.'
El presupuesto de guerra de clases del gobierno del BJP obtuvo un sonoro respaldo de los medios de comunicación corporativos y de los representantes de diversos grupos de presión de las grandes empresas. Sin embargo, el mercado de valores de la India no subió como cabría esperar ante tan 'buenas noticias'.
Y es que los mercados financieros de la India se han visto sacudidos por la venta mundial de acciones de las empresas del Grupo Adani. En poco más de una semana, desde que la empresa estadounidense de investigación de inversiones Hindenburg Research acusara al Grupo Adani de fraude y manipulación de los precios de las acciones, las valoraciones de sus empresas han caído más de un 50%, lo que ha supuesto una pérdida de unos 120.000 millones de dólares. El jueves, Reuters señalaba: 'A medida que aumentan los problemas del magnate Gautam Adani, los inversores extranjeros y los reguladores indios abandonan cualquier pretensión de que los problemas del conglomerado están contenidos y los mercados nacionales se librarán del contagio'.
Como indica el informe de Reuters, se teme que los bancos y empresas de la India, como la parcialmente privatizada Life Insurance Corp. of India, que ha invertido en las empresas de Adani o les ha prestado dinero, se vean atrapados en el vórtice de su crisis en cascada.
El gobierno de Modi también se ve amenazado, ya que Adani, que hace sólo unos meses era considerado la persona más rica de Asia, es considerado el aliado más cercano de Modi en el mundo de los grandes negocios, con una asociación que se remonta décadas atrás a su Gujarat natal.
En el típico estilo de Modi, Adani ha respondido a las acusaciones de fraude empresarial declarándolas un 'ataque a la India'.
(Publicado originalmente en inglés el 3 de febrero de 2023)
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