En medio de las protestas de la juventud en contra del encarcelamiento del rapero estalinista Pablo Hasél por parte del Gobierno del Partido Socialista (PSOE) y Podemos, el partido morenista español, la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT), ha pasado a recibir una cobertura sin precedentes y de forma repentina en los medios capitalistas. La CRT gestiona la sección española del sitio web Izquierda Diario, parte de la red La Izquierda Diario que comparte con el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) de Argentina y el Nuevo Partido Anticapitalista de Francia, un aliado cercano de Podemos.
La semana pasada, el canal público de la televisión autonómica de Cataluña, TV3, entrevistó a Pablo Castilla, de 21 años, miembro de la juventud de CRT. Castilla salió en su programa Planta Baixa (Planta Baja) que cubre noticias sociales y políticas, con debates y periodistas en las calles.
La semana pasada esto provocó una avalancha de promoción para la CRT por parte de grandes medios internacionales. Entrevistaron a Castilla junto con otro miembro de la CRT, Sergi González, en Reuters. Después en la BBC y en uno de los principales semanarios de la burguesía estadounidense, Time. En el canal local de Barcelona Teve.cat, Pere Ametller, otro miembro de la juventud de la CRT, junto a Castilla, son ahora invitados habituales en los debates patrocinados por el programa OpinaYouth.
El foco en la CRT es la respuesta de los conglomerados mediáticos a una explosión de ira social y oposición creciente entre los trabajadores y la juventud en contra de todo el entramado político, incluido Podemos. En su fundación en 2014 el partido morado prometía "democracia radical" y reformas sociales, pero hoy Podemos está asociado a muerte masiva y represión policial. Ha implementado despiadadamente la política de la “inmunidad colectiva” que consiste en dejar que el virus se extienda mientras mantiene a los trabajadores en los centros de trabajo para seguir generando beneficios para los bancos, lo que provocado más de 100.000 muertes y 3,1 millones de contagiados en el país.
Mientras crece la ira contra su política homicida para la pandemia —junto con el desempleo masivo, la falta de acceso a la atención médica y la pobreza— Podemos ha fracasado en todos sus esfuerzos por acallar la oposición. Vigila las redes sociales y el internet utilizando la "Ley de Seguridad Digital", manda a la policía a aplastar huelgas, prohíbe protestas y ha amenazado con desplegar al ejército. Ahora está supervisando la brutal represión policial de las protestas que han surgido en las últimas dos semanas contra la encarcelación de Hasél, protagonizadas en su mayoría por jóvenes.
La CRT envía a los medios de comunicación a jóvenes que claramente se plantean tratar la ira entre una generación que se ha criado en medio de dos crisis económicas enormes, guerras de la OTAN en Oriente Medio y el norte de África, austeridad continua y ahora la pandemia del COVID-19. Castilla le dijo a Time que el arresto de Hasél “es un brutal ataque a la libertad de expresión … Las protestas están siendo reprimidas brutalmente por el gobierno nacional supuestamente progresista y el gobierno catalán.”
González, de 19 años, que tiene un empleo temporal como almacenista, le dijo a Reuters: "El caso Hasél ha sido la chispa que ha prendido fuego", añadiendo que las manifestaciones han “ayudado a aliviar el estado de ánimo de depresión, ira y apatía” que han generado la recesión y la crisis del COVID-19.
Los jóvenes y trabajadores que entran en política no pueden eludir, sin embargo, un ajuste de cuentas con la traición pequeñoburguesa cuyo mayor exponente es Podemos, pero que también comparte todo un estrato de grupos pseudoizquierdistas. El sitio web Izquierda Diario de la CRT tiene millones de visitas mensuales con consignas activistas que apenas esconden su apoyo por las políticas capitalistas y de "inmunidad colectiva" que propone Podemos. Es más o menos evidente que los medios están promocionando a la CRT con la esperanza de que se pueda constituir en una tendencia que plantee políticas similares a las de Podemos, pero menos desacreditadas.
Esta promoción de los medios a la CRT es, en pocas palabras, una trampa política para la oposición creciente de los trabajadores hacia Podemos y partidos pseudoizquierdistas similares en toda Europa en medio de la pandemia del COVID-19. El objetivo es bloquear la resistencia de los trabajadores en Europa para que no llegue a ser una lucha directa contra el capitalismo y por el poder estatal bajo un programa socialista e internacionalista.
En sus entrevistas, Castilla no denuncia la política de la "inmunidad colectiva" de Podemos. En cambio, defiende la línea de la CRT, plenamente aceptable para Podemos, que consiste en oponerse a los confinamientos y a otras medidas sanitarias básicas necesarias para contener la pandemia como violaciones inaceptables a la libertad.
Al ser preguntado sobre las razones por las que estaba protestando más allá de la encarcelación de Hasél, Castilla dijo “Estoy saliendo a la calle porque no tengo futuro: los trabajos que hay son brutalmente precarios; hay un 41 por ciento de paro juvenil; el planeta lo están destrozando las grandes empresas; nos han criminalizado [a la juventud] brutalmente durante la pandemia; [y] nos han cerrado las universidades”.
Castilla estaba defendiendo la perspectiva de la "inmunidad colectiva" expuesta en la declaración de la CRT de enero. En ésta se denunciaba el distanciamiento social como medida sanitaria argumentando que el gobierno del PSOE y Podemos estaba “limitando nuestras libertades y movimientos a su gusto… Nuevamente se nos obliga a una vida de casa al trabajo y del trabajo a casa”. En vez de exigir el confinamiento domiciliario con salario pleno para los trabajadores, y ayudas para artistas y pequeños negocios, la CRT abogaba por la reapertura de las escuelas y universidades, mientras admitía que “no puede garantizarse” la seguridad de profesores y estudiantes.
Aunque apoya tácitamente la política de la aristocracia financiera para la pandemia, la CRT también plantea una perspectiva capitalista para la crisis política en España. Exige un reagrupamiento amplio de todas las fuerzas políticas que acepten la exigencia de abolir la monarquía constitucional española y construir una república. Es decir, es un llamamiento mal camuflado a la periferia de clase media de Podemos, y al propio Podemos.
La CRT, dijo Castilla, está construyendo una plataforma común con otras organizaciones de estudiantes para impulsar “asambleas en todos los institutos y facultades contra la represión y la monarquía”. El fin de semana anterior, Castilla intervino en una protesta para pedir convertir "toda esta rabia en organización. Por eso queremos impulsar un gran movimiento estudiantil antimonárquico".
Esta exigencia, aceptable para amplios sectores dentro de Podemos y partidos nacionalistas catalanes proausteridad como Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), no tiene contenido progresista, mucho menos socialista. Es una demanda políticamente ambigua, capitalista y nacionalista que se propone canalizar el descontento hacia cambiar las formas del Estado capitalista español, no derrocarlo. Una república capitalista no cambiaría los problemas sociales a los que se enfrentan los trabajadores y jóvenes, ya que no tienen sus raíces en la monarquía constitucional española, sino en el capitalismo mundial y la Unión Europea.
Incluso Podemos coquetea de manera regular con la demanda de un referéndum sobre la monarquía —para manipular mejor el disgusto generalizado entre los trabajadores con la corrupción y el nepotismo de la monarquía.
Es más, las demandas para deshacerse de la monarquía española no solo lo comparten sectores dentro de la pseudoizquierda. Los conspiradores golpistas fascistas del ejército también han dado a entender que apoyarían la destitución del rey Felipe VI si no los apoyara contra el Gobierno. El principal ideólogo tras la carta golpista de noviembre enviado al Rey, José Manuel Adán Carmona, escribió en El Faro de Ceuta que, si el Rey se oponía a sus planes, muchos se preguntarían “¿cuál es el papel del Rey? y otros ¿para qué sirve?”
Las entrevistas a Castilla también ponen de manifiesto un aspecto crítico de la perspectiva de la CRT: no tienen ninguna intención de construir un movimiento político en la clase trabajadora. En cambio, busca convertirse en asesor político de Podemos y, en Cataluña, de los independentistas de la Candidatura de Unidad Popular (CUP), que actualmente está negociando la formación de un gobierno autonómico basado en la represión policial y la austeridad. Aunque afirmen ser críticos de algunas de sus políticas, la CRT quiere que Podemos o la CUP no se desacrediten tanto que los trabajadores busquen una alternativa trotskista.
Durante la entrevista, Castilla advirtió: “muchos jóvenes, pienso que pueden mirar a la CUP como una referencia para buscar una alternativa política y ahora mismo están debatiendo en el Parlament [catalán] la investidura. Yo no creo que toda esta juventud que está saliendo a la calle y está siendo reprimida por la policía, entendiera que la CUP diera apoyo” al gobierno autonómico catalán.
En Cataluña, la CUP ha apoyado a dos gobiernos proausteridad encabezados por los independentistas y apoyó dos presupuestos de austeridad en 2016 y 2017. Es uno de los principales impulsores de la construcción de un nuevo Estado capitalista en Cataluña, dentro de la Unión Europea capitalista, por lo tanto, divide a la clase trabajadora según criterios nacionales. También desempeñó un papel clave en promocionar la intervención de la OTAN en Siria, con la excusa de ayudar a las milicias nacionalistas kurdas que trabajan con las Fuerzas Especiales estadounidenses.
Ello simplemente evidencia que la CRT busca más que nada fortalecerse como una nueva versión, apenas modificada, del propio Podemos. En un vídeo de la intervención de Castilla en una manifestación, él dice, “tenemos que organizarnos en las escuelas, las universidades, los barrios…. Porque queremos un nuevo 15-M, y esta vez no nos engañarán como Podemos”.
De hecho, tanto Podemos como la CUP surgieron del movimiento 15-M. Este movimiento, que empezó el 15 de mayo de 2011, se inspiró en las luchas revolucionarias de Egipto de 2011, y específicamente en la ocupación de la Plaza Tahrir en El Cairo que puso en marcha un movimiento masivo por la huelga general de la clase trabajadora egipcia. Cientos de miles de jóvenes se movilizaron en ciudades de España en mayo de 2011 contra las salvajes medidas de austeridad impuestas por el gobierno del PSOE tras la crisis económica mundial de 2008.
Sin un programa político ni dirección, estas congregaciones espontáneas, que movilizaron principalmente a jóvenes urbanos de la clase media, aunque gozaban de un amplio apoyo de los trabajadores en todo el país, terminó en discusiones vacías dominadas por grupos como la CRT y el partido pablista Anticapitalistas. No desafiaron al PSOE, a los estalinistas de Izquierda Unida ni a la burocracia sindical, los principales vehículos que impusieron la austeridad. En cambio, argumentaban que no tenía que surgir de las protestas "ninguna dirección" ni "ningún partido político".
Ellos basaban este rechazo a una orientación a la clase trabajadora en las teorías populistas antimarxistas del malogrado Ernesto Laclau y de Chantal Mouffe. En su formulación de 2018 de la estrategia "populista de izquierdas", Mouffe escribió: "Lo que se necesita urgentemente es una estrategia populista de izquierdas con el objetivo de construir un 'pueblo', que combine la variedad de resistencias democráticas contra la posdemocracia para establecer una formación hegemónica más democrática. ... Sostengo que no hace falta una ruptura 'revolucionaria' con el régimen democrático liberal".
Sobre esta perspectiva, Anticapitalistas, partido hermano del NPA francés, utilizó su influencia en el 15-M y una gran cobertura mediática para preparar la fundación de Podemos tres años después, en 2014. Mediante este, muchas figuras del 15-M fueron integradas en la maquinaria estatal. Alberto Garzón, el portavoz del movimiento 15-M en Málaga, ahora es el ministro de Consumo por Unidas Podemos. Ada Colau, antigua dirigente de la plataforma PAH contra los desahucios, es la alcaldesa de Barcelona. Yolanda Díaz, ahora ministra de Trabajo y Economía Social, es la impulsora de la vuelta al trabajo en medio de la pandemia. Se podrían añadir muchos otros nombres a la lista.
Hay que extraer lecciones políticas clave. Construir una oposición genuinamente izquierdista y socialista a Podemos y las políticas de la "inmunidad colectiva" sobre la pandemia y la austeridad requiere construir un movimiento en la clase trabajadora europea y mundial. Ello implica una ruptura consciente y decidida con la orientación de clase pequeñoburguesa y las tradiciones antimarxistas que representa Podemos.
Las lecciones de las luchas de los trabajadores europeos contra el fascismo en el siglo XX son cruciales. Amplias capas de la población obrera asocian el derrocamiento de la monarquía española en 1931 y el establecimiento de la Segunda República en 1931-1939 con una era de progreso. Sin embargo, una revolución burguesa no podía establecer un régimen democrático. El general Francisco Franco lanzó un golpe de Estado fascista en 1936. La Segunda República demostró ser impotente contra los franquistas, que se mantuvieron en el poder desde 1939 hasta 1978.
La historia ha justificado la teoría de la revolución permanente de León Trotsky, según la cual, la lucha por establecer derechos democráticos requiere una lucha por el socialismo dirigida por la clase trabajadora. El ascenso de partidos ultraderechistas y la adopción de la política de la "inmunidad colectiva" de tipo fascista ha dejado en evidencia a partidos antitrotskistas como Podemos. Como observó el WSWS cuando Podemos entró en el Gobierno en 2019:
"El resurgimiento fascista ha expuesto la bancarrota de la pseudoizquierda. Su defensa del capitalismo y su rechazo a cualquier política que limite las prerrogativas de la propiedad y riqueza burguesas impide cualquier llamamiento a la clase obrera. El papel siendo desempeñado por Podemos reproduce esencialmente el papel traicionero de los estalinistas y socialdemócratas en la España de los años treinta. Su alianza con una sección de la burguesía española en lo que se llamó el Frente Popular excluyó las políticas revolucionarias de la lucha contra el general Franco y sus aliados fascistas. El resultado fue el aplastamiento de la revolución socialista y la victoria de Franco".
Hay que aprender estas lecciones históricas y estratégicas. Luchar contra la pandemia y el régimen de Estado policial que supervisa Podemos requiere un ataque frontal de la clase trabajadora a la propiedad capitalista y la expropiación de riqueza de la aristocracia financiera. La alternativa a las políticas reaccionarias de Podemos no es la política pequeñoburguesa de la CRT, sino la lucha por construir secciones del Comité Internacional de la Cuarta Internacional, basada en la revolución permanente, en España y en el mundo.
(Publicado originalmente en inglés el 2 de marzo de 2021)