Los casos de coronavirus en España siguen disparándose, y el país registró su mayor número de casos diarios hasta el momento el viernes: 40.197 contagios en un solo día.
Esto sobrepasó un récord establecido apenas dos días antes, el miércoles, de 38.869 nuevos casos. El jueves también hubo cifras excepcionalmente altas, con 35.878 contagios registrados en el conteo oficial del gobierno. Antes de la explosión de casos la semana pasada, el mayor número de contagios diarios se había producido el 30 de octubre, con 25.592 nuevos tests positivos. Para el viernes, un total de 2.252.164 contagios de coronavirus se habían detectado en España y 53.314 muertes.
Ello a pesar de una bajada significativa en el número de tests que se realizaban. En la semana que acabó el 8 de enero, solo se llevaron a cabo 804.158 tests de coronavirus, en comparación con los más de un millón de tests (1.205.303) en la semana que terminó el 5 de noviembre —en el pico de contagios en otoño.
En medio de esta subida en la pandemia los médicos y otros profesionales sanitarios están advirtiendo de que los hospitales están al borde del colapso mientras las altas en las unidades de cuidados intensivos suben rápidamente. En un par de días, la ocupación de los hospitales superará las peores cifras registradas durante el pico de la pandemia en noviembre del año pasado, si sigue la tendencia actual.
Desde las Navidades, las hospitalizaciones por COVID-19 han subido en alrededor del 70 por ciento y las tasas de ocupación de unidades de cuidados intensivos (UCI) han subido casi un 50 por ciento.
Las instalaciones médicas están siendo obligadas a racionar la atención y a aplazar actividades rutinarias para hacer frente a las demandas planteadas por el aumento en casos de coronavirus. "Muchos hospitales están retrasando parte de su actividad no relacionada con el covid, especialmente cirugía que requiere una UCI en la etapa postoperatoria", explicaba Ricard Ferrer, el presidente de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias.
Los hospitales de la Comunidad Valenciana se han visto obligados a suspender operaciones de rutina y tests diagnósticos no urgentes para responder a la nueva subida en altas por coronavirus. El gobierno regional también ha pedido que se pongan a disposición 280 camas más en los hospitales de campaña. En Cataluña y Galicia, los hospitales están advirtiendo también de que pronto podrían quedar sobrepasados están empezando a cancelar operaciones programadas.
"Los pronósticos son muy malos y la cuesta de la curva epidemiológica se está volviendo casi vertical. Si seguimos así", advertía Javier García Fernández, el presidente de la Sociedad Española de Anestesiología, "los hospitales empezarán a colapsar en dos semanas".
Los hospitales españoles tienen ahora cerca de 800 más pacientes en condición crítica que hace un mes. En muchas comunidades autónomas, más del 40 por ciento de todos los pacientes de UCI han sido ingresados por COVID-19: Baleares (el 41,04 por ciento), Cataluña (42,38), La Rioja (45 por ciento) y la Comunidad Valenciana (48,09).
Hay actualmente casi 20.000 pacientes hospitalizados con COVID-19 en España, de los cuales unos 3.000 en cuidados intensivos. Esto se acerca a las cifras más altas de altas hospitalarias en la segunda ola, que alcanzó el pico máximo en 21.051 pacientes hospitalizados el 11 de noviembre y 3.156 pacientes en cuidados intensivos el 16 de noviembre.
La Sociedad de Medicina Intensiva de Madrid declaró que la ocupación de sus camas de UCI estaba en el 90 por ciento, si se tomaba el número de camas disponibles antes del comienzo de la pandemia como punto de referencia. La Sociedad suplicaba por "medidas drásticas y urgentes" para controlar la difusión de la enfermedad y "reducir la curva creciente de altas".
La tasa de incidencia acumulada también se ha disparado a lo largo de la semana pasada, habiéndose elevado en más de 200 puntos en solo siete días. Para el viernes pasado, la incidencia por cada 100.000 personas estaba en 575,1 en toda España, en comparación con 350,48 apenas una semana antes.
La comunidad de Extremadura sigue siendo la peor afectada, con una tasa de incidencia subiendo de 803 por 100.000 a un asombroso 1.090,30 en una semana. Cinco otras comunidades autónomas están informando de tasas de más de 600 por 100.000 Murcia (739,40), Comunidad Valenciana (727,80), Castilla-La Mancha (725,00), Baleares (644,60) y Madrid (632,70).
Incluso esto es una infravaloración significativa. Muchos casos todavía no son detectados, como indica la creciente tasa de tests positivos en todo el país. En toda España, cerca del 17 por ciento de los tests están dando un resultado positivo, muy por encima del umbral del 5 por ciento que la Organización Mundial de la Salud considera una señal de que la pandemia está bajo control. En Castilla-La Mancha y en la Comunidad Valenciana, un masivo 30 por ciento de los tests están dando positivo.
Esta explosión de casos está devastando a los trabajadores de la sanidad, quienes informan de un estrés y una ansiedad insoportables. Según dos estudios del Instituto de Investigación Médica del Hospital del Mar, casi la mitad (el 45 por ciento) de los trabajadores de la sanidad están en un elevado riesgo de sufrir una enfermedad mental como resultado de su trabajo en la primera ola de la pandemia. Cerca del 14 por ciento estaban sufriendo de una condición de salud mental debilitada, con claras consecuencias negativas en su vida profesional y personal, y el 3,5 por ciento han tenido pensamientos suicidas —más del doble de la tasa de la población en su conjunto.
El estudio también mostró que casi uno de cada tres trabajadores de la sanidad (el 28,1 por ciento) estaban sufriendo de depresión; el 22,5 por ciento de ansiedad; cerca de uno de cada cuatro de ataques de pánico; 22,5 de estrés postraumático y algo más del 6 por ciento de abuso de drogas.
Ante esta catástrofe que se cierne el gobierno del Partido Socialista Obrero Español y Podemos está negándose a tomar medidas para controlar la enfermedad. En vez de ello, los altos cargos de la sanidad están culpando a la población por la alta difusión del virus, reprochándole el haber hecho supuestamente fiestas o encuentros en grandes grupos a lo largo de las vacaciones.
"Todos sabían lo que se recomendaba para las Navidades, [y] lamento decirlo, quizás nos divertimos más de lo que hubiéramos debido", declaró Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias. La difusión de la pandemia está ahora "claramente subiendo y es consecuencia del comportamiento a lo largo de los días pasados", añadió.
Este es un intento cínico y políticamente criminal por desviar la responsabilidad por las consecuencias de la campaña de la burguesía por "salvar las navidades". Los gobiernos autonómicos y el nacional rechazaron categóricamente medidas para contener el virus en las semanas que precedieron las Navidades, instando a los trabajadores a salir a comprar para asegurar que los negocios obtuvieran sus ganancias.
Esto se hizo de la manera más explícita por parte de la presidenta derechista de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, quien declaró a mediados de diciembre, mientras los casos ya subían rápidamente: "No tenemos pensado hacer quebrar a los negocios, cerrar hoteles o afectar la economía. No seremos nosotros quienes impidamos a los ciudadanos entrar o salir de Madrid para visitar a sus familias".
El comportamiento de representantes de la clase gobernantes como Ayuso ahora ciertamente está teniendo sus consecuencias.
A pesar del enorme aumento de los casos, el gobierno del PSOE y de Podemos está intensificando su negativa a actuar para contener la pandemia. En una rueda de prensa el jueves, Simón dijo: "La opción de un confinamiento [domiciliario], como siempre está ahí. Pero por el momento no parece ser necesaria".
El sábado, el ministro de sanidad Salvador Illa se hizo eco de esos comentarios, diciendo: "No estamos contemplando ninguna cuarentena en casa. ... Tenemos el conocimiento y la experiencia; sabemos cómo doblar la curva".
La clase trabajadora no puede depositar ni pizca de confianza en estos corruptos representantes de los grandes negocios, cuya única preocupación es hacer que las ganancias sigan fluyendo hacia las arcas de la élite financiera —más allá del coste en vidas humanas. Solo una lucha política independiente de los trabajadores en España y en todo el mundo ofrecerá los medios para una lucha efectiva contra la creciente pandemia de COVID-19 y salvaguardar las vidas.
(Publicado originalmente en inglés el 17 de enero de 2021)
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