Río de Janeiro fue sometido a un cierre total ayer, cuando los jefes de Estado de las mayores 20 potencias económicas llegaron para la cumbre del G20. Las calles se encontraban desoladas después de que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva declarara un feriado de dos días para animar a los residentes de Río a irse y enviara 25.000 tropas a la ciudad. Hubo buques de guerra vigilando las playas de Copacabana e Ipanema y tanquetas rodeando la sede del evento, el Museo de Arte Moderno de Río.
La cumbre del G20 se fundó en 1999 después de la crisis financiera del sudeste asiático y comenzó a reunirse anualmente después del colapso de Wall Street en 2008, con el mandato de resolver los problemas mundiales a través de la cooperación económica internacional. Hoy, sin embargo, no se ofrece cooperación, excepto en planes para una escalada militar y ataques contra la clase trabajadora.
Un aire de absoluto pesimismo y desorientación prevaleció dentro de la cumbre del G20, en medio del genocidio de Gaza y la reelección del multimillonario fascista Donald Trump como presidente de Estados Unidos. Se está desarrollando un colapso global del sistema capitalista, a medida que se derrumba la pretensión de que las necesidades sociales de los trabajadores del mundo pueden ser atendidas por Gobiernos capitalistas dedicados a la guerra y las ganancias de la oligarquía financiera.
“Observo con tristeza que el mundo está peor. Tenemos el mayor número de conflictos armados desde la Segunda Guerra Mundial y el mayor número de desplazamientos forzados jamás registrado “, dijo Lula en su discurso de apertura de la cumbre, señalando a los 120 millones de refugiados del mundo. Pero la agenda de Lula para la cumbre –la lucha contra el hambre, la reforma de las instituciones mundiales y el desarrollo verde— no incluía ningún punto para detener las guerras, el genocidio ni la crisis de refugiados.
Los funcionarios europeos rechazaron la agenda de Lula y dijeron que no sobreviviría una vez que Trump, cuyo equipo de transición ha amenazado con retirarse de los acuerdos climáticos de París y de las Naciones Unidas, asuma el cargo. “Se supone que todos debemos sentarnos allí y hablar sobre el futuro de la cooperación global y fingir que no viene [Trump] en camino, a quien no le importa nada”, dijo uno al Financial Times. “Es difícil ver cómo alguna decisión [en Río] tendrá algún futuro”.
Sin embargo, la reelección de Trump es solo la muestra más repugnante de la brutal reestructuración del capitalismo mundial por parte del imperialismo en interés de la oligarquía financiera, utilizando la guerra, el genocidio, la reacción política de Estados policiales y una intensificación implacable de la explotación de la clase trabajadora.
El principal representante de la barbarie imperialista en la cumbre de Río es el presidente senil de Estados Unidos, Joe Biden, quien acaba de ser repudiado en las urnas. Hace solo unas semanas, Biden y el Partido Demócrata habían estado advirtiendo que Trump tenía un plan fascista para imponer una dictadura.
En sus comentarios en la cumbre, Biden murmuró que “hemos tenido un buen progreso” para obtener recursos “para abordar los desafíos de las pandemias y el cambio climático”, en condiciones en las que los Gobiernos de todo el mundo, liderados por EE.UU., han dejado que la pandemia de COVID-19 se propague sin control, destripado los programas para prevenir futuras pandemias y abandonado sus compromisos para combatir el cambio climático.
El presidente estadounidense se comprometió a abordar la “inseguridad alimentaria” en condiciones en las que su Gobierno está permitiendo la hambruna deliberada de la población de Gaza. Biden reiteró su apoyo al genocidio al declarar que Israel tiene el “derecho a defenderse”.
Biden añadió que “apoya firmemente a Ucrania” en la guerra con Rusia y exigió que el G20 haga lo mismo. El día anterior, Biden había autorizado que Ucrania utilice misiles e inteligencia proporcionados por el ejército estadounidense para ataques de largo alcance contra Rusia. Desafió las advertencias anteriores de los funcionarios rusos de que esto significaría una guerra directa de la OTAN con Rusia y podría desencadenar un conflicto nuclear. Además, las encuestas muestran que 9 de cada 10 personas en América del Norte y Europa occidental se oponen a la escalada militar contra Rusia.
Los diplomáticos también analizaron al presidente de extrema derecha de Argentina, Javier Milei, quien fue a ver a Trump en su mansión de Mar-a-Lago antes de llegar a Río, para adivinar qué políticas podría adoptar Trump. Trump calificó las salvajes políticas de austeridad de Milei como un modelo para los asombrosos recortes presupuestarios de 2 billones de dólares que el multimillonario Elon Musk va a imponer como parte de su administración. Ayer, Milei, un partidario del régimen respaldado por la OTAN en Ucrania, declaró provocativamente que se opone a las políticas para reducir el hambre.
Los Gobiernos europeos, al igual que Biden, guardan silencio sobre las amenazas de Trump de establecer una dictadura y sus comentarios de que estas elecciones presidenciales podrían ser las últimas de Estados Unidos. Están utilizando el giro masivo hacia la derecha para ayudarles a imponer decenas de miles de millones de euros en recortes sociales impopulares para desviar fondos a la “economía de guerra”. Mientras que el “presidente de los ricos” de Francia, Emmanuel Macron, se reunió con Milei para conversar, el primer ministro británico Keir Starmer exigió que el G20 “redoble” su apoyo a Ucrania, y el canciller alemán, Olaf Scholz, dijo: “Ucrania puede contar con nosotros”.
Al igual que Washington, los Gobiernos impopulares de Europa están intensificando la guerra con total desprecio por la opinión de la clase trabajadora. Las encuestas han encontrado que solo el 3 por ciento de la población alemana apoya al Gobierno de coalición de Scholz, y solo el 5 por ciento de la población francesa apoya a Macron. En cuanto a Starmer, ha sufrido un asombroso colapso del 49 por ciento en las encuestas de opinión desde su elección este verano.
Los jefes de Estado de fuera de los centros imperialistas no presentan ninguna alternativa. Los defensores de un “mundo multipolar” buscan poco más que un respiro para sus propios intereses nacionales y capitalistas, frente a las amenazas de las potencias imperialistas de intensificar la guerra comercial y el conflicto militar, en medio de una crisis mortal de todo el sistema capitalista. El presidente ruso, Vladimir Putin, no pudo asistir por temor a ser arrestado debido a su invasión de Ucrania hace dos años, y el Kremlin estuvo representado por el ministro de Relaciones Exteriores, Sergei Lavrov.
El presidente chino, Xi Jinping, llegó a Río cuando Trump amenaza con estrangular la economía china y evitar que supere a la economía estadounidense cortando el acceso a los mercados estadounidenses con aranceles masivos. Xi reaccionó pidiendo que el G20 respete los principios de “respeto mutuo, cooperación equitativa y beneficio mutuo y apoye a los países del Sur Global”. También promocionó el programa de inversión en infraestructura global de $1 billón de China, la Iniciativa de la Franja y la Ruta, incluso cuando el crecimiento económico chino cae por debajo del 5 por ciento.
Xi, sin embargo, persigue los intereses capitalistas del régimen, no una lucha anticolonial que apela a la oposición masiva al imperialismo entre los trabajadores a nivel internacional. Esto lo pusieron de relieve las conversaciones de Xi con los funcionarios europeos, quienes temen las amenazas de Trump de una restricción devastadora de su propio acceso a los mercados estadounidenses. Cuando Starmer se comprometió a ser “predecible” y construir una “fuerte relación entre el Reino Unido y China”, Xi elogió las medidas de austeridad contra los trabajadores y los planes de guerra de Starmer afirmando que supuestamente “trabaja para arreglar los cimientos de la economía” británica.
Ayer, en medio de informes de que el primer ministro chauvinista hindú de India, Narendra Modi, espera estrechar relaciones con Trump, Modi se reunió con la primera ministra fascista de Italia, Georgia Meloni. Modi firmó una declaración conjunta con Meloni, quien está cultivando lazos con Musk, prometiendo una estrecha colaboración en proyectos económicos y en foros diplomáticos globales.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, llegó a Río y elogió la “postura de Lula contra la agresión israelí”, refiriéndose a la declaración de Lula de que Israel está llevando a cabo un genocidio en Gaza. Sin embargo, este es un intento cínico de encubrir el propio papel de Erdogan. De hecho, ha seguido proporcionando petróleo y gas a Israel durante todo el genocidio, ayudando así a las potencias imperialistas de la OTAN a armar a las fuerzas israelíes mientras masacraban a decenas de miles de civiles indefensos.
En medio de esta marejada de reacción política, Lula hizo una propuesta risible: un llamado a un impuesto del 2 por ciento al patrimonio de los milmillonarios en los países del G20. ¡Tal vez el experto brasileño en demagogia izquierdista imaginó que esta demanda r-r-r-revolucionaria asombraría al mundo con su audacia y haría que Elon Musk se quedara sin aliento! Pero la propuesta fue vetada por funcionarios estadounidenses y británicos y abandonada. Este patético evento simplemente revela cómo el sistema capitalista no puede ser reformado.
Las maniobras reaccionarias y completamente impopulares de los diversos políticos patronales en Río exponen el callejón sin salida del sistema capitalista. Las contradicciones que los grandes marxistas identificaron como las causas de las guerras mundiales en el siglo XX, aquellas entre la economía mundial y el sistema de Estado nación, y entre la producción socializada versus la apropiación privada de las ganancias, nuevamente lo están llevando a una crisis mortal. En medio de una amarga disputa por el control de la economía mundial, se está sumiendo cada vez más en otra guerra mundial, un genocidio y la reacción fascista contra la clase trabajadora.
Es inevitable que estalle una inmensa confrontación entre los Gobiernos capitalistas y la clase obrera internacional de miles de millones de personas creada durante décadas de globalización económica. Pero los trabajadores no encontrarán la manera de detener la profundización de la guerra global, el genocidio, el fascismo, el cambio climático y el colapso social fuera del derrocamiento revolucionario de todo el sistema. Los recursos económicos necesarios para atender las necesidades sociales urgentes deben ser arrebatados de las manos de los oligarcas y los Gobiernos capitalistas ilegítimos, como parte de una lucha coordinada internacionalmente por el socialismo.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 18 de octubre de 2024)