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La cumbre de la OTAN en Bruselas prepara una fuerte escalada de la guerra contra Rusia

Las principales potencias de la OTAN están aprovechando la cumbre de Bruselas con motivo del 75º aniversario de la alianza militar para intensificar fuertemente la guerra contra Rusia. Para evitar el inminente colapso del ejército ucraniano, la alianza trabaja febrilmente en medidas que amenazan con provocar un conflicto militar directo con una potencia nuclear y sumir todo el continente en una guerra devastadora.

Mesa redonda del Consejo del Atlántico Norte con el formato de ministros de Asuntos Exteriores en la sede de la OTAN en Bruselas, el miércoles 3 de abril de 2024 [AP Photo/Geert Vanden Wijngaert]

“Ahora Europa se enfrenta a una guerra en una escala que pensábamos estaba relegada a la historia”, dijo el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en un comunicado de prensa al inicio de la reunión de ministros de Relaciones Exteriores de la OTAN. En los últimos días, Rusia ha lanzado “nuevos ataques importantes” contra Ucrania y “continúa presionando a lo largo de las líneas del frente”.

Por lo tanto, la OTAN “debe mantenerse firme en nuestro apoyo a Ucrania”, continuó Stoltenberg. Además, celebró el hecho de que “los aliados continúen haciendo importantes entregas de armas, municiones y equipos”. Sin embargo, Kiev “tiene necesidades urgentes. Mientras hablamos cualquier retraso en proporcionar apoyo tiene consecuencias en el campo de batalla”, advirtió.

A pesar del elevado número de muertos —Ucrania ya ha sacrificado cientos de miles de hombres en el campo de batalla— y del creciente peligro de una escalada nuclear, las principales potencias imperialistas no están dispuestas a desviarse de su objetivo de guerra: imponer una derrota militar a Rusia en Ucrania para poner a Moscú bajo su control y subyugar a la masa continental euroasiática rica en recursos y geoestratégicamente importante en su conjunto.

Stoltenberg subrayó: “Ucrania se convertirá en miembro de la OTAN. Es una cuestión de cuándo, no de si ocurrirá o no”. No dejó dudas de que la ofensiva de la OTAN en Ucrania es parte de una guerra global de las potencias imperialistas.

“Sabemos que nuestra seguridad no es regional, es global”, dijo el secretario general de la OTAN. “La guerra en Ucrania lo ilustra claramente. Los amigos de Rusia en Asia son vitales para continuar su guerra de agresión. China está apuntalando la economía de guerra de Rusia. A cambio, Moscú está hipotecando su futuro a Beijing. Corea del Norte e Irán están entregando suministros sustanciales de armas y municiones. A cambio, Pyongyang y Teherán están recibiendo tecnología y suministros rusos que les ayudan a avanzar en sus capacidades nucleares y de misiles”.

Por lo tanto, la OTAN debe y está siendo llamada a “cambiar la dinámica de nuestro apoyo”. Es necesario “garantizar una asistencia de seguridad fiable y predecible a Ucrania a largo plazo... Para que dependamos menos de las contribuciones voluntarias y más de los compromisos de la OTAN”. En la reunión se discutiría “cómo la OTAN podría asumir más responsabilidad en la coordinación del equipo militar y el entrenamiento de Ucrania, anclándolo dentro del marco sólido de la OTAN”. Otro tema sería el “compromiso financiero de varios años para mantener nuestro apoyo”.

Stoltenberg no dio detalles concretos, pero está claro que las potencias de la OTAN están planeando una escalada masiva de la guerra antes de la cumbre de la OTAN en Washington que se realizará en julio. Según los informes de los medios de comunicación, esto incluye un fondo de guerra de 100.000 millones de euros para Ucrania durante los próximos cinco años. Al mismo tiempo, la alianza militar está acumulando un número cada vez mayor de tropas en la frontera rusa y realizando grandes ejercicios militares.

La mayor base de la OTAN en Europa en términos de superficie se está construyendo actualmente en Rumanía para alojar a 10.000 soldados y sus familias. Alemania está preparando el estacionamiento permanente de dos brigadas de combate en Lituania. Al mismo tiempo, hay un debate abierto sobre el despliegue de tropas terrestres en Ucrania. A finales de marzo, el jefe del Estado Mayor del Ejército francés, Pierre Schill, se jactaba de que Francia podría “desplegar 20.000 soldados en 30 días”.

Las principales potencias europeas de la OTAN, en particular, están respondiendo a la debacle del ejército ucraniano con declaraciones que apoyan un papel europeo mayor en la guerra. En un artículo conjunto para el diario estadounidense Politico, los cancilleres de Alemania, Francia y Polonia, Annalena Baerbock, Stéphane Séjourné y Radosław Sikorski, declararon que continuarán su “apoyo” a Ucrania “todo el tiempo que sea necesario, y tan intensamente como se necesite”.

Al hacerlo, los cancilleres del Triángulo de Weimar rechazan cualquier solución diplomática al conflicto y abogan por una prórroga de la guerra. Escribieron, “Para que Europa esté en paz, hay que detener al imperialismo ruso. No podemos permitir ninguna ‘zona gris’ porque Putin la ve como una invitación a socavar la integridad territorial y la soberanía, trazar líneas imaginarias en el mapa y, en última instancia, utilizar la fuerza militar. Su invasión a gran escala de Ucrania también ha demostrado que una política de concesiones frente a Rusia, con la esperanza de que pueda devolver la paz o la estabilidad al continente, es ingenua”.

Esto no es más que propaganda. Todo lo que se dice sobre el “imperialismo ruso” que amenaza la “paz” en toda Europa no puede ocultar el hecho de que, en realidad, las potencias de la OTAN son las agresoras.

¿Cuál es el historial de la OTAN en los últimos 75 años? Bajo el liderazgo de Estados Unidos, la alianza militar fundada como baluarte del anticomunismo ha socavado la “integridad territorial y la soberanía” de innumerables países. Desde la disolución de la Unión Soviética por parte de la burocracia estalinista, las potencias de la OTAN han estado librando una guerra ininterrumpida por intereses económicos y geopolíticos. No solo grandes partes de Oriente Próximo y Asia central quedaron reducidas a escombros, sino que también se destruyó la “integridad territorial y la soberanía” de países enteros en Europa. En 1999, la OTAN, con la participación de Alemania, emprendió una devastadora campaña de bombardeos contra Serbia con el fin de imponer la secesión de Kosovo.

La actual ofensiva bélica es la continuación de esta política. Las potencias de la OTAN provocaron la invasión reaccionaria rusa de Ucrania. Ahora continúan intensificando la guerra para evitar un colapso del frente ucraniano y lograr su desquiciado objetivo de derrotar militarmente a Rusia, una potencia con armas nucleares.

El artículo de Baerbock, Séjourné y Sikorski se lee como un plan para la movilización bélica total de Europa contra Rusia. Argumentan que los “aliados europeos” deberían “asumir su parte justa de la carga colectiva de la OTAN y demostrar su disposición a asumir una mayor responsabilidad en la defensa de Europa. El duradero vínculo transatlántico sigue siendo la base de nuestra seguridad, y los europeos debemos abordar algunas de las deficiencias más urgentes que se han vuelto dolorosamente evidentes durante los últimos meses y años: las brechas de capacidad, la preparación de nuestras fuerzas, la capacidad de producción, la logística, la estandarización y la interoperabilidad”.

En concreto, los tres ministros de Relaciones Exteriores se comprometen a gastar “un mínimo del 2 por ciento del PIB en defensa”. Este es “un requisito previo necesario y la base misma sobre la que construimos nuestra defensa colectiva”. Al mismo tiempo, sin embargo, esta cifra debería “ser solo un punto de partida” para desarrollar las “fuerzas y capacidades que necesitamos para la defensa colectiva”.

Baerbock, Séjourné y Sikorski exigen nada menos que el establecimiento de una economía de guerra europea. “Necesitamos utilizar todo el potencial industrial de nuestro continente para mejorar nuestras capacidades militares, aumentar la producción y construir economías de escala,” escriben. “Nuestras industrias de defensa nacional son clave para esto. Necesitan contratos vinculantes a largo plazo, con plazos claros, un nivel de ambición, compromisos financieros fijos y garantías de compra por parte de nuestros Gobiernos”.

En una perspectiva reciente, el World Socialist Web Site escribió sobre los factores que están impulsando a las clases dominantes a una movilización para la guerra total:

Al igual que en las dos guerras mundiales del siglo XX, las élites gobernantes imperialistas sienten que tienen poco tiempo y que solo una escalada rápida puede contrarrestar a las poderosas fuerzas políticas —en la situación militar y la lucha de clases internacional— que están trabajando en su contra.

Esto es especialmente cierto para las potencias europeas. Están respondiendo al colapso del ejército ucraniano volviéndose cada vez más agresivos y pidiendo un mayor esfuerzo bélico europeo. Al hacerlo, están impulsados por el temor constante de que la clase obrera frustre sus planes de guerra.

Los trabajadores y los jóvenes ya se están movilizando en masa contra el genocidio en Gaza y también se oponen abrumadoramente a la guerra de la OTAN contra Rusia. Los ataques a los derechos sociales y democráticos asociados a la política de guerra están provocando un aumento de las protestas y huelgas. Los sindicatos y sus partidarios pseudoizquierdistas están desesperados por aislarlas y sofocarlas.

Para detener la locura de la guerra, la oposición debe convertirse en un movimiento internacional de la clase obrera contra el sistema capitalista de ganancias y armarse con una dirección y perspectiva socialistas conscientes. Esto es por lo que lucha el Partido Socialista por la Igualdad (SGP, sigla en alemán) en alianza con sus partidos hermanos en las próximas elecciones europeas.

La declaración electoral del SGP afirma: “Los trabajadores deben contraponer a la UE de los bancos y las corporaciones, de las muertes masivas y la guerra, la perspectiva de los Estados Unidos Socialistas de Europa. No se puede poner fin a la guerra, no se pueden salvar vidas humanas y no se pueden defender los salarios sin romper el poder de los bancos y las corporaciones y ponerlos bajo control democrático. En lugar de matarse a tiros, los trabajadores en Rusia y Ucrania, así como los trabajadores en toda Europa, deben luchar con base en esta perspectiva contra los belicistas en sus propios países”.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 4 de abril de 2024)

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