En las elecciones presidenciales rusas del 14 al 17 de marzo, Vladimir Putin, quien asumió la presidencia por primera vez en el año 2000, fue, como se esperaba, reelegido como presidente para un quinto mandato.
Los otros candidatos en la contienda eran Vladislav Davankov del Partido de la Gente Nueva, quien en última instancia apoya las acciones del régimen de Putin y solo difiere ligeramente de Putin en el sentido de que aboga más abierta y ruidosamente por un acuerdo con el imperialismo. Los otros candidatos no expresaron ninguna diferencia importante con Putin en absoluto. Nikolai Kharitonov, el candidato del estalinista Partido Comunista de la Federación Rusa (PCFR), era un viejo hazmerreír, cuya candidatura dejó claro desde el principio que el PCFR, que ha sido un pilar fundamental del régimen de Putin durante un cuarto de siglo, acogerá la victoria de Putin como propia. Leonid Slutsky, el candidato del semifascista Partido Liberal Democráta de Rusia (PLDR), fue y sigue siendo una sombra desvanecida del difunto Vladimir Zhirinovsky, quien no era más que el principal bufón fascista del régimen de Putin. Al candidato de la oposición respaldada por la OTAN, Boris Nadezhdin, se le había impedido presentarse.
Las elecciones se vieron ensombrecidas por la escalada de la guerra por delegación de la OTAN contra Rusia en Ucrania. Hace menos de un mes, el presidente francés, Emmanuel Macron, anunció que la OTAN estaba discutiendo el despliegue directo de tropas en Ucrania. Este paso se vuelve aún más necesario para la OTAN después del desastroso colapso de la contraofensiva del ejército ucraniano el año pasado, en la que sufrió enormes pérdidas, sin obtener ninguna ganancia. Se estima que más de 400.000 ucranianos han muerto y muchos más resultaron heridos en los dos primeros años de esta horrible guerra fratricida. Es probable que el número de muertos y heridos entre los rusos también supere con creces los 100.000.
En los días previos y durante las elecciones, la OTAN intensificó su asalto a territorio ruso, matando al menos a cinco personas e hiriendo a decenas. Desde el martes las escuelas y centros comerciales de la frontera de Belgorod tuvieron que cerrarse por los continuos ataques. El sábado, las fuerzas neonazis alineadas con el régimen de Kiev en Ucrania y la OTAN lanzaron una incursión en territorio ruso que implicó el primer despliegue de tanques en suelo ruso por parte de un país extranjero desde la invasión nazi de la Unión Soviética en la Segunda Guerra Mundial. El New York Times, el principal portavoz de las agencias de inteligencia estadounidenses y del Partido Demócrata, glorificó a estos fascistas como 'rusos rebeldes' por sus 'ataques audaces'.
La respuesta al resultado de las elecciones en los medios de comunicación pro-OTAN fue igualmente beligerante. Dejando claro que las potencias imperialistas no tolerarán la continuación del gobierno de Vladimir Putin y redoblarán sus esfuerzos de cambio de régimen, el Financial Times británico describió 'un quinto mandato para Putin' como 'una amenaza para Europa y el mundo'.
En comparación con la campaña extraordinariamente agresiva de la OTAN, la respuesta de Putin a las amenazas e incursiones de las fuerzas respaldadas por la OTAN ha sido marcadamente silenciosa. En su entrevista con el periodista estadounidense de extrema derecha Tucker Carlson a principios de febrero, que fue ampliamente publicitada en Rusia, Putin se centró casi por completo en apelar a las élites gobernantes de los países de la OTAN para una 'coexistencia pacífica'. En un discurso de duración récord ante la Asamblea Federal el 29 de febrero, Putin reiteró su amenaza de utilizar armas nucleares, pero sólo hizo una breve referencia a la amenaza de la OTAN de desplegar directamente sus tropas en Ucrania. Apeló, una vez más, a las potencias imperialistas para negociar.
Ni las amenazas de la OTAN ni las de Putin pueden tomarse como palabras vacías. La escalada y ampliación de la guerra imperialista contra Rusia representa una amenaza existencial para los trabajadores de la antigua Unión Soviética y del mundo entero. Nada sería más peligroso que subestimar la amenaza que representa el imperialismo o confiar en que uno u otro sector de la oligarquía gobernante puede evitar un desastre nuclear.
El Gobierno de Putin: un régimen bonapartista de la oligarquía
La base para entender el estado actual de la política rusa y la guerra en Ucrania se encuentra en los acontecimientos clave del siglo pasado. La destrucción de la Unión Soviética por la burocracia estalinista, la culminación de la traición del estalinismo a los logros de la Revolución de Octubre de 1917, fue el acontecimiento que dio origen a 15 estados capitalistas nacionales, incluida la Federación Rusa.
La oligarquía rusa acompañó sus dolores en el parto con consignas sobre una Rusia próspera y democrática e ilusiones pacifistas sobre el imperialismo. Al mismo tiempo, denunció lo que llamó los 'delirios de los bolcheviques' sobre la naturaleza del imperialismo. Pero los resultados catastróficos de la restauración capitalista confirmaron plenamente todas las advertencias hechas por León Trotsky en su Revolución traicionada (1936) y el movimiento trotskista, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional, en su intervención en la crisis del estalinismo en 1986-1991.
Durante los siguientes 33 años de capitalismo ruso, las masas no recibieron prosperidad, democracia y paz, sino más opresión, niveles vertiginosos de desigualdad social y un gobierno autoritario. Sobre todo, la restauración del capitalismo marcó el comienzo de una erupción de violencia imperialista en todo el mundo y abrió toda la antigua Unión Soviética a una creciente embestida del imperialismo, que culminó en la guerra casi abierta contra Rusia en Ucrania.
Es en estas condiciones que el régimen de Putin surgió como un régimen bonapartista, que defiende los intereses de la oligarquía. Como explicó León Trotsky en su Revolución traicionada:
El bonapartismo entra en escena en aquellos momentos de la historia en que la lucha encarnizada de dos campos eleva el poder estatal, por así decirlo, por encima de la nación, y le garantiza, en apariencia, una completa independencia de clases, en realidad, sólo la libertad necesaria para la defensa de los privilegiados. … El bonapartismo es una de las armas políticas del régimen capitalista en su período crítico.
Trotsky continuó:
Como atestigua la historia, el bonapartismo se lleva admirablemente bien con el voto universal, e incluso secreto. El ritual democrático del bonapartismo es el plebiscito. De vez en cuando, se presenta la pregunta a los ciudadanos: ¿a favor o en contra del líder? Y el votante siente el cañón de un revólver entre sus hombros.
En sus orígenes históricos y función social, el régimen de Putin surgió y actúa, ante todo, como defensor de los privilegios de la oligarquía. La restauración del capitalismo condujo a un extraordinario empobrecimiento de amplias masas de la población, mientras que una pequeña camarilla de oligarcas, reclutados de la antigua burocracia, incluidos el servicio secreto, la KGB, aspirantes a empresarios y criminales declarados, amasó fabulosas fortunas. Putin constantemente busca apelar al descontento social y presentarse como un hombre del pueblo, pero bajo su régimen, la desigualdad social ha crecido enormemente.
Cuando Putin asumió el poder por primera vez en el año 2000, no había ni un solo multimillonario ruso en la lista de Forbes. En 2023, había 83. Un año antes de que comenzara la guerra en Ucrania, en 2021, 500 oligarcas controlaban más riqueza (640.000 millones de dólares o el 40% de toda la riqueza de los hogares) que el 99,8% de la población. Es por esta clase social que el régimen de Putin habla en sus continuos y desesperados intentos de encontrar una solución negociada con las potencias imperialistas.
Desde el punto de vista de la oligarquía rusa, la función social y política de Putin como figura bonapartista consiste en mediar, primero, entre la clase obrera y la oligarquía; segundo, entre las diferentes facciones de la oligarquía; y, en tercer lugar, entre los intereses nacionales y económicos de la oligarquía y los intereses del imperialismo occidental. Como cualquier régimen bonapartista, el régimen de Putin es un régimen profundamente inestable y en crisis. Inevitablemente será destrozado por las mismas contradicciones de clase, políticas e internacionales sobre las que que busca desesperadamente mediar.
El callejón sin salida de los llamamientos de Putin al imperialismo y a la 'multipolaridad'
Histórica y económicamente, el régimen de Putin y la oligarquía en su conjunto nunca se independizaron del imperialismo. Al destruir a la Unión Soviética, los antiguos burócratas estalinistas trabajaron mano a mano con la clase dominante de Estados Unidos, Alemania y otras potencias imperialistas.
Y mientras los medios burgueses de Estados Unidos y Europa Occidental denuncian continuamente a Putin como un 'autócrata', lo cierto es que su primer nombramiento como presidente en el año 2000 se negoció a puerta cerrada entre Boris Yeltsin y la Casa Blanca bajo Bill Clinton, a quien Yeltsin informó con mucha antelación de que Putin 'ganará las elecciones'. En su primer mandato como presidente, Putin se esforzó al máximo por apelar a las potencias imperialistas en busca de colaboración y, según él mismo reconoció, buscó la admisión de Rusia en la OTAN. Pero ninguna de las propuestas de los oligarcas era ni podía ser suficiente desde el punto de vista del imperialismo. Empujadas por crisis internacionales irresolubles, las potencias imperialistas buscan nada menos que el sometimiento de toda la región a su control pleno y directo.
En su reciente entrevista con Tucker Carlson, Putin reconoció de facto que toda su política exterior hacia el imperialismo en los últimos 25 años ha sido un completo fracaso. Al mismo tiempo, Putin no hizo más que redoblar esta orientación y repitió constantemente que 'no entiende' por qué Occidente se comporta de la manera en que lo hace. Como explicamos en nuestra declaración sobre la entrevista, la incapacidad del ex oficial de la KGB para 'entender' la naturaleza del imperialismo tiene sus raíces en los orígenes históricos y en toda la perspectiva social de la oligarquía.
Con sus esfuerzos por llegar a un acuerdo con las potencias imperialistas, la oligarquía rusa refleja la concepción reaccionaria de la 'coexistencia pacífica' de la burocracia estalinista. En su traición a los fundamentos revolucionarios e internacionalistas de la Unión Soviética en la Revolución de Octubre, la burocracia estranguló a los movimientos revolucionarios en todas partes, tratando de encontrar un acuerdo con las potencias imperialistas.
La promoción de un orden mundial 'multipolar' por parte del régimen de Putin se deriva de esta tradición. Temiendo nada más que el surgimiento de un movimiento revolucionario por parte de la clase obrera rusa e internacional, el Kremlin está apelando a los regímenes nacionalistas de todo el mundo para que formen un contrapeso a las potencias imperialistas, solo para aumentar su posición negociadora en la mesa de negociaciones. Esta perspectiva no solo es inviable y está en bancarrota, sino que también implica más guerras. Como dijo David North en el mitin internacional del Primero de Mayo del WSWS y el CICI en 2023,
… la realización de un mundo “multipolar” –dejando de lado sus incorrectos fundamentos teóricos— requiere su aceptación pacífica por parte de la potencia imperialista dominante hoy: Estados Unidos. No es una perspectiva realista. Estados Unidos se opondrá con todos los medios a su alcance a cualquier intento de prevenir su hegemonía “unipolar”. Consecuentemente, la utopía de sustituir una “unipolaridad” con un mundo “multipolar” lleva, por su propia lógica retorcida, a una Tercera Guerra Mundial y la destrucción del planeta.
El carácter reaccionario de la oposición respaldada por la OTAN en la oligarquía rusa
La Joven Guardia Bolchevique Leninista (YGBL) rechaza la promoción de figuras como Boris Nadezhdin, Mikhail Khodorkovsky, el difunto Alexei Navalny y su viuda Yulia Navalnaya por parte de los medios pro-OTAN y la pseudoizquierda como una alternativa 'democrática' a Putin que abogan por la 'paz'. Estas figuras no hablan por los intereses de los trabajadores y los jóvenes, sino por sectores de la oligarquía rusa, del aparato estatal y de la clase media alta que ven en el reparto de la región por parte del imperialismo la base para su propio enriquecimiento posterior. Este es el electorado social y político a través del cual las potencias imperialistas buscan derrocar al régimen de Putin y reemplazarlo por un régimen títere del imperialismo.
Para las elecciones, estos 'opositores' llamaron a la gente a presentarse en las urnas al mediodía del domingo en el llamado 'Mediodía contra Putin' y luego entregar un voto nulo. Este llamamiento fue apoyado por los pablistas del Movimiento Socialista Ruso y otras fuerzas pseudoizquierdistas. Rechazamos tales métodos. Acciones como el 'Mediodía contra Putin' solo pueden servir para exponer a las personas a arrestos y otras formas de represión estatal. No hacen nada para educar y movilizar políticamente a los trabajadores mientras proporcionan material para la maquinaria de propaganda de guerra de la OTAN. Esto corresponde a los objetivos reaccionarios y a la base social de la llamada 'oposición liberal'.
Cualquiera que sea su clamor sobre la 'paz' y la 'democracia', el programa y las fuerzas sociales que representa la oposición no implican 'paz' sino guerra: el reparto violento de toda la región a manos del imperialismo y con la ayuda de las fuerzas fascistas. Al igual que su difunto marido, Navalny, que durante muchos años mantuvo vínculos con corrientes fascistas y separatistas, Navalnaya es un títere de las potencias imperialistas. Cuenta con el apoyo abierto de la administración Biden, que ha encabezado la campaña bélica contra Rusia y está financiando el genocidio del pueblo palestino en Gaza por parte del régimen sionista.
Jodorkovski, que también apoyó la acción del 'Mediodía contra Putin', era el hombre más rico de Rusia y controlaba gran parte de sus recursos petroleros hasta que fue encarcelado por Putin en 2003. Al igual que el difunto Navalny, Khodorkovsky respalda movimientos regionalistas y separatistas que hablan en nombre de los intereses de las élites locales que esperan obtener un control más directo sobre los vastos recursos de Rusia al establecer miniestados y establecer lazos más directos con las potencias imperialistas. Otras figuras de la oposición respaldada por la OTAN, como Ilya Ponomaryov, tienen vínculos directos con las fuerzas paramilitares neonazis que han estado involucradas en las incursiones en territorio ruso.
Al respaldar la política de estas figuras reaccionarias y su 'Mediodía contra Putin', los pablistas del Movimiento Socialista Ruso y otras fuerzas pseudoizquierdistas se muestran como lo que son: secuaces del imperialismo. La lucha de la clase obrera contra el régimen de Putin y la guerra en Ucrania debe seguir un camino completamente diferente: el de la lucha de clases.
La lógica de la lucha de clases
El fantasma de la Revolución Bolchevique de 1917 acecha a todos los sectores de la oligarquía. Lo único que temen es que la guerra en Ucrania, similar a la Primera Guerra Mundial, conduzca finalmente a un movimiento revolucionario de masas. Esto se aplica tanto a Vladimir Putin como a sus enemigos respaldados por la OTAN en la oligarquía y el aparato estatal.
Si bien Putin solo hizo referencias superficiales a las perspectivas de una intervención directa de la OTAN en Ucrania en su extenso discurso ante la Asamblea Federal, habló extensamente sobre cinco proyectos nacionales y docenas de medidas que tendrían como objetivo 'apoyar a la población y las empresas'. Prometió que el gasto en proyectos nacionales totalizaría entre 8 y 15 billones de rublos para 2030. Esto significa una carga adicional para el presupuesto estatal de 1,4 a 2,5 billones de rublos al año. Putin no dio ninguna explicación sobre cómo planeaba financiar estos proyectos. Rusia ya se enfrenta a un déficit presupuestario.
Recordemos también que el gasto militar de Rusia casi se triplicará en comparación con 2021 y, por primera vez, será mayor que el gasto social. Cualquiera que sea su demagógica retórica popular, para sostener ese gasto militar, el régimen de Putin inevitablemente lanzará un ataque contra las ya pobres condiciones sociales de los trabajadores. Esto agravará aún más las significativas tensiones sociales que se han ido acumulando bajo la superficie.
En el segundo semestre de 2023, el 10,2 por ciento de los rusos, según datos oficiales, vivían por debajo del umbral de la pobreza, es decir, sus ingresos semanales no superaban los 14.000 rublos (unos 155 dólares). Es decir, casi 15 millones de personas. Además, los rusos se enfrentan ahora a una nueva ola de subidas de precios, y la deuda total de los rusos sobre los préstamos al consumo está creciendo. En julio de 2023, ascendía a 32 billones de rublos (más de 353.000 millones de dólares). La proporción de hogares con deudas también ha comenzado a crecer y aumentó del 19,4 % al 21,8 % entre julio de 2022 y julio de 2023. Mientras tanto, según el propio Putin reconoció, las ganancias corporativas aumentaron un 24 por ciento y el sector bancario ganó más de 3 billones de rublos (33.000 millones de dólares) en 2023.
La desigualdad social en Rusia se ha mantenido en los niveles más altos desde 1995. En 2021, el 1 por ciento más rico de las familias rusas tenía el 47,6 por ciento de la riqueza neta de los hogares. Y el 50 por ciento de las familias más pobres poseía solo el 3,1 por ciento. Este estado de cosas lleva las semillas de una gran explosión social.
La lucha de clases en Rusia no se desarrolla en el vacío. A nivel internacional, hemos visto el comienzo de un resurgimiento de la lucha de clases, sobre todo en centros imperialistas como Estados Unidos, Alemania, Francia y Gran Bretaña, así como en África, América Latina y Asia. El surgimiento de un movimiento en la clase obrera, sobre todo en los países imperialistas y especialmente en los Estados Unidos, tendrá un impacto poderoso en el surgimiento de un movimiento de la clase obrera en Rusia y Ucrania.
En este contexto, hay que advertir a los trabajadores de los llamamientos cada vez más abiertos de Putin a la extrema derecha, en la propia Rusia y a nivel internacional. Putin anunció su candidatura el 8 de diciembre en respuesta a una 'solicitud' del presidente del Consejo Popular de la República Popular de Donetsk, Artyom Zhoga, una conocida figura de extrema derecha. Zhoga también es el comandante del Batallón Esparta, el cual tiene una bandera con el símbolo imperial ruso y relámpagos que se asemejan al emblema de las SS en su insignia.
El Kremlin también apoya cada vez más la integración de la Iglesia Ortodoxa Rusa, que históricamente se ha convertido dentro de las instituciones seculares en un baluarte de las tendencias de extrema derecha, contrarrevolucionarias y antisemitas en Rusia, con el fin de 'aumentar la espiritualidad del pueblo'. Además, Putin ha apoyado públicamente el movimiento antiabortista y antimigrante. La promoción del nacionalismo extremo y la acumulación de fuerzas de extrema derecha están dirigidas fundamentalmente contra la clase trabajadora. El objetivo es dividir y confundir a los trabajadores, al tiempo que se alientan y fortalecen las fuerzas de extrema derecha en las que la oligarquía se apoyará para defender sus intereses contra cualquier movimiento que se desarrolle en la clase trabajadora.
El camino a seguir
El quinto mandato de Vladímir Putin se caracterizará por una guerra en expansión y una crisis social y política cada vez mayor para la que su régimen no tiene ni puede tener respuesta. El callejón sin salida de su régimen es el callejón sin salida de toda la clase dominante y el sistema social que surgió de la destrucción estalinista de la Unión Soviética.
Cualesquiera que sean los cálculos fallidos por parte de Putin para un acuerdo con el imperialismo que subyacen a la invasión de Ucrania, la guerra imperialista contra Rusia es, en última instancia, el resultado de la destrucción de la Unión Soviética y la restauración del capitalismo.
Después de más de dos años de guerra, sin duda la ansiedad está creciendo sobre su continuación y escalada entre los trabajadores en Rusia, Ucrania y más allá. Las horribles experiencias de la Segunda Guerra Mundial y el fascismo, que causaron la muerte de al menos 27 millones de personas en la Unión Soviética, no han sido olvidadas. Pero el problema fundamental es que los trabajadores y los jóvenes no saben cómo encontrar una salida.
Insistimos: la guerra en Ucrania debe detenerse, pero no a través del reparto imperialista de la región y de un cambio de régimen respaldado por la OTAN en Moscú. Tampoco puede la clase trabajadora confiar en los intentos desesperados del régimen de Putin de encontrar un acuerdo negociado con el imperialismo a través de un rediseño de las fronteras nacionales y una combinación de amenazas nucleares y súplicas por 'garantías de seguridad'. La tarea de la clase obrera no es la reorganización de las fronteras nacionales o hacer llamamientos a esta u otra facción de las potencias imperialistas y la oligarquía, sino luchar para acabar con el sistema capitalista de Estados-nación en su conjunto. La única manera de detener esta guerra y evitar un desastre nuclear es a través del desarrollo de un movimiento socialista contra la guerra en la clase obrera rusa, ucraniana e internacional.
La historia, y especialmente la historia de las revoluciones rusas de 1905 y 1917, ha demostrado que las mismas contradicciones que conducen a la guerra también conducen a la revolución. Pero tal movimiento de la clase obrera y los jóvenes contra la guerra y el capitalismo debe prepararse a través de la construcción de un partido de vanguardia en la clase obrera que pueda luchar, dentro de tal movimiento, por una perspectiva revolucionaria y el marxismo.
Las tradiciones revolucionarias del bolchevismo y el internacionalismo marxista, que el estalinismo trató de destruir en una guerra de décadas contra el marxismo y sus cuadros en la clase obrera soviética e internacional, deben ser reconstruidas. Esto requiere una lucha por el trotskismo, basada en las lecciones de su lucha centenaria contra el estalinismo y todas las formas de nacionalismo y oportunismo pequeñoburgués. La Joven Guardia Bolchevique Leninista en Rusia y Ucrania está avanzando en esta lucha a través de la construcción de secciones del Comité Internacional de la Cuarta Internacional en toda la antigua Unión Soviética. Hacemos un llamamiento a los trabajadores y jóvenes que están decididos a luchar contra la guerra mundial que se avecina para que se unan a esta lucha.
(Publicado originalmente en inglés el 18 de marzo de 2024)
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