La siguiente conferencia fue impartida por Cristoph Vandreier, miembro destacado del Sozialistische Gleichheitspartei (SGP; Partido Socialista por la Igualdad) de Alemania en la escuela internacional de verano del SEP (EE. UU.), celebrada entre el 30 de julio y el 4 de agosto de 2023. Todas las conferencias están disponibles aquí.
Cuando se leen los Estudios de Healy, a primera vista parecen crípticos debido a sus formulaciones eclécticas, presentación incoherente y transiciones arbitrarias. En medio de enormes convulsiones políticas, Gerry Healy se concentra en los procesos cognitivos individuales, que mistifica con frases hegelianas y desvincula por completo del análisis de los acontecimientos objetivos.
Sin embargo, ahí reside la esencia misma de sus escritos y discursos sobre la dialéctica. A fin de justificar la práctica oportunista del Workers Revolutionary Party (WRP; Partido Revolucionario de los Trabajadores), Healy recurrió cada vez más a las ideologías idealistas prevalentes en las universidades. Responder a tales conceptos era fundamental para defender el marxismo contra estas posiciones y fundamentar nuestro movimiento en las experiencias históricas del movimiento trotskista.
Sin embargo, la crítica que llevó a cabo David North fue importante precisamente porque Healy intentaba hacer un mal uso del gran legado del movimiento marxista, el cual ha consistido en la defensa del método marxista, el materialismo dialéctico, para definir la línea independiente de la clase obrera en la historia.
La defensa del materialismo dialéctico y la lucha contra el oportunismo en el movimiento trotskista
El tema de la filosofía y la atención que le prestó el WRP no tuvieron inicialmente un carácter negativo. Se basaba en una tradición realmente crítica. David North discute esto ampliamente en León Trotsky y el desarrollo del marxismo,[1] que fue escrito paralelamente a la crítica de los Estudios de Healy y presenta en un sentido positivo las bases del materialismo histórico y dialéctico. Estos dos documentos están estrechamente interrelacionados y deben leerse en su contexto común.
Los cambios fundamentales abarcados por la época del imperialismo en su conjunto y especialmente en la fase posterior a la Revolución de Octubre plantearon grandes retos a los marxistas a la hora de comprender estos cambios y conducir el trabajo revolucionario en respuesta a ellos. Por ello, ya para Lenin era fundamental examinar el método y la filosofía marxistas. En su obra Materialismo y empiriocriticismo[2] y en sus Cuadernos filosóficos[3] Lenin discutió en detalle las cuestiones del materialismo dialéctico, así como del materialismo histórico.
También Trotsky arraigó su lucha contra la burocracia estalinista en una comprensión precisa y dialéctica de la evolución del mundo y el primer Estado obrero, demostrando la estrecha conexión entre el rechazo de la dialéctica y una línea política oportunista. Abordó el tema de la dialéctica en toda una serie de ensayos sobre la ciencia en la década de 1920 y demostró un dominio experto del método dialéctico en todos sus escritos. En León Trotsky y el desarrollo del marxismo, North escribe:
Mediante esta exposición objetiva de la evolución histórica real, Trotsky demostró la bancarrota del modo metafísico al contraponer rígidamente la revolución democrática a la revolución socialista procediendo con la lógica formal...
Partiendo de un análisis concreto de la naturaleza de la época, de la relación mundial entre las fuerzas de clase y de las características específicas de la sociedad china y su revolución, Trotsky demostró cómo, de acuerdo con las leyes sociales objetivas, los “opuestos” de la revolución democrático-nacional y la revolución social se hicieron “idénticos” y se “transformaron el uno en el otro”.[4]
El método dialéctico de Trotsky puede estudiarse en todos sus escritos. En su Crítica del Programa de la Internacional Comunista, Trotsky escribió:
El programa internacional debe proceder directamente de un análisis de las condiciones y tendencias de la economía mundial y del sistema político mundial tomados en su conjunto y comprendiendo todas sus conexiones y contradicciones, es decir, la interdependencia antagónica de sus partes separadas. En la época actual, en mucha mayor medida que en el pasado, la orientación nacional del proletariado debe y puede derivarse únicamente de una orientación mundial y no a la inversa.[5]
En Alemania: ¿Y ahora? Trotsky escribió:
El fondo de esta filosofía estalinista es muy simple: partiendo de la negación marxista de la existencia de una contradicción absoluta [entre fascismo y socialdemocracia] deduce una negación de la contradicción en general, incluso cuando se trata de la contradicción relativa. Es el error típico del radicalismo vulgar. Porque si no existe ninguna contradicción entre la democracia y el fascismo, ni siquiera al nivel de las formas que toma la dominación de la burguesía, estos dos regímenes deberán simplemente coincidir. De ahí la conclusión: socialdemocracia = fascismo.[6]
¡A eso se le llama materialismo dialéctico en acción!
En sus disputas con Sidney Hook y Max Eastman, y más tarde con Burnham y Shachtman, Trotsky luchó deliberadamente por la defensa y el desarrollo del método marxista contra cualquier posición pragmática, empirista o agnóstica. Comprendió muy bien la relación estrecha entre el rechazo de la política revolucionaria y el abandono del materialismo dialéctico.
Johannes, Clara y Joe ya discutieron esto en más detalle. Burnham y Shachtman sostenían que la Unión Soviética ya no era un Estado obrero y que la burocracia había devenido en una nueva clase dominante como parte de lo que llamaban “capitalismo de Estado”. Trotsky comprendió que esta posición reflejaba el escepticismo de las capas pequeñoburguesas hacia la clase obrera, y en su ensayo “La URSS en guerra” profundizó sobre esta cuestión muy claramente.
Detrás de la disputa sobre la caracterización sociológica de la Unión Soviética se escondía un eje de clase completamente diferente y hostil al marxismo. La posición agnóstica de Shachtman hacia el materialismo dialéctico era resultado de su rechazo a la clase obrera como fuerza revolucionaria, un rechazo con profundas raíces en el pensamiento pequeñoburgués estadounidense. En “Una oposición pequeñoburguesa en el SWP”, Trotsky afirmó:
Era absolutamente necesario explicar por qué los intelectuales “radicales” estadounidenses aceptan el marxismo sin la dialéctica (un reloj sin cuerda). El secreto es simple. En ningún otro país se ha rechazado tanto la lucha de clases como en el país de las “oportunidades infinitas”. La negación de las contradicciones sociales como fuerza motriz del desarrollo condujo a la negación de la dialéctica como lógica de las contradicciones en el ámbito del pensamiento teórico. Al igual que en la política se pensaba que era posible convencer a todo el mundo de que cierto programa “justo” es el correcto mediante silogismos ingeniosos y que era posible reconstruir la sociedad mediante medidas “racionales”, en el ámbito teórico, se dio por sentado que la lógica aristotélica, rebajada al nivel del “sentido común”, bastaba para resolver todas las preguntas.[7]
Por lo tanto, en su lucha contra la oposición pequeñoburguesa en el Socialist Workers Party (SWP; Partido de los Trabajadores Socialistas), Trotsky dedicó una atención considerable a defender el método marxista como base teórica para la perspectiva independiente de la clase obrera. “El ABC de la dialéctica materialista” sigue siendo una de las explicaciones más claras del materialismo dialéctico, y por lo tanto es un buen punto de partida para discutir la evolución posterior de estos temas y el alejamiento del WRP de estas tradiciones. Trotsky explicó:
Llamamos “materialista” a nuestra dialéctica, ya que sus raíces no están ni en el cielo ni en las profundidades de nuestro “libre albedrío”, sino en la realidad objetiva, en la naturaleza. Lo consciente surgió de lo inconsciente, la psicología de la fisiología, el mundo orgánico del inorgánico, el sistema solar de las nebulosas. En todos los peldaños de esta escalera de desarrollo, los cambios cuantitativos se transformaron en cualitativos. Nuestro pensamiento, incluido el pensamiento dialéctico, no es más que una de las formas de expresión de la materia cambiante. En este sistema no hay lugar ni para Dios, ni para el Diablo, ni para el alma inmortal, ni para las leyes ni normas morales eternas. La dialéctica del pensamiento, que surgió de la dialéctica de la naturaleza, posee por consiguiente un carácter completamente materialista.[8]
Estas son, por supuesto, las bases mismas del marxismo, y la mayoría de los ataques al marxismo se dirigen precisamente contra su cimiento materialista, introduciendo, de una forma u otra, conceptos idealistas que dan primacía al pensamiento sobre el ser. Al igual que con Healy, esto a menudo involucra la mistificación de la dialéctica, por lo que es importante tener clara la dialéctica materialista para nuestra discusión. Trotsky escribe a este respecto:
El pensamiento dialéctico está relacionado con el pensamiento vulgar del mismo modo que una película está relacionada con una fotografía. La cinematografía no proscribe la fotografía, sino que combina una serie de fotografías de acuerdo con las leyes del movimiento. La dialéctica no niega el silogismo, sino que nos enseña a combinar silogismos de manera que nos acercan al entendimiento de una realidad eternamente cambiante. Hegel en su Lógica estableció una serie de leyes: el cambio de cantidad en cualidad, el desarrollo a través de las contradicciones, el conflicto entre contenido y forma, la interrupción de la continuidad, el cambio de posibilidad en inevitabilidad, etc., que son tan importantes para el pensamiento teórico como lo es el silogismo simple para tareas más elementales.[9]
Trotsky profundiza al respecto y explica algunas de estas leyes sin el menor misticismo. El pensamiento dialéctico es necesario para comprender las cosas en su constante evolución de lo inferior a lo superior. Esto es especialmente cierto en el caso de la sociedad humana y su desarrollo histórico a través de la lucha de clases. Precisamente por eso, el rechazo de la clase obrera como fuerza revolucionaria va de la mano del rechazo de la dialéctica y del materialismo histórico.
Como discutió Tomas, en 1962, las cuestiones de 1939/40 volvieron a aparecer en el conflicto entre el SWP y la Socialist Labour League (SLL; Liga Obrera Socialista) sobre la caracterización de Cuba. De nuevo, el oportunismo político del SWP estaba relacionado al abandono del materialismo dialéctico en nombre de “los hechos”.
La SLL extendió la lucha contra el revisionismo pablista al nivel de su metodología idealista subyacente, y al hacerlo defendió y desarrolló el método marxista, como explica David North en La herencia que defendemos.
De hecho, la contribución de la SLL a esta lucha fue considerable. Al igual que con Trotsky y Lenin, estuvo directamente vinculada a la lucha contra el oportunismo, en este caso del SWP. En Oportunismo y empirismo, redactado principalmente por Slaughter, se afirma:
Cuando atacamos el empirismo, atacamos ese método de aproximación que dice que todas las afirmaciones, para ser significativas, deben referirse a datos observables o mensurables tal como se presentan en su forma inmediata. Este método insiste en que cualquier concepto “abstracto”, que refleje las implicaciones generales e históricas de estos “hechos”, carece de sentido. Olvida por completo que nuestros conceptos generales reflejan las leyes de desarrollo y la interconexión del proceso que estos “hechos” ayudan a constituir.
De hecho, lo que llaman hechos de la experiencia concreta son en sí abstracciones de este proceso. Son el resultado de la primera aproximación de nuestros cerebros a las interrelaciones esenciales, las leyes del movimiento, las contradicciones del eternamente cambiante y complejo mundo de la materia... del que forman parte. Únicamente las abstracciones superiores de la teoría avanzada pueden guiarnos hacia el significado de estos hechos. Lo que Lenin llamaba “el análisis concreto de las condiciones concretas” es lo contrario de caer en el empirismo.[10]
Si uno se limita a los hechos tal y como se presentan en un momento dado, se los arranca de su contexto real, como si se sacara una foto del vídeo, tal y como describe Trotsky. En la interpretación de estos hechos inmediatos entran en juego categorías de manera inconsciente. Pero la elaboración misma de las categorías correctas forma parte del conocimiento y del trabajo científico. Y la categoría principal del marxismo es la lucha de clases. Slaughter lo explicó muy bien, y con ello esbozó la estrecha conexión entre el materialismo dialéctico y el materialismo histórico, es decir, entre la epistemología y la teoría social.
Para ser concreto, el análisis debe partir de una evaluación de cada acontecimiento, de cada fenómeno, en términos de clases. El empirista, que pretende limitarse únicamente al lecho de roca de los “hechos”, impone en realidad a los “hechos” una serie de conexiones no declaradas cuyos fundamentos nunca se plantean abiertamente. Con Hansen y los pablistas, su nueva realidad es efectivamente una lista de abstracciones como “la revolución colonial”, “el proceso de desestalinización”, “las tendencias irreversibles”, “las fuerzas que se mueven hacia la izquierda”, “la presión de masas”, etc. Como todas las demás afirmaciones sobre los fenómenos sociales, éstas carecen de sentido a menos que se demuestre que tienen un contenido específico de clase, ya que la lucha de clases y la explotación son el contenido de todos los fenómenos sociales. Este descubrimiento de Marx es la piedra angular teórica que Hansen ha perdido, pese a toda su palabrería sobre “los hechos”.[11]
Otra obra importante de la SLL fue la introducción de Slaughter a los Cuadernos filosóficos de Lenin. Los Cuadernos fueron publicados por primera vez en inglés en 1961 y provocaron mucho debate. El intenso interés de Lenin en Hegel se interpretó como un alejamiento del materialismo, y el nuevo volumen fue contrastado con los escritos anteriores de Lenin sobre el empiriocriticismo.
Slaughter respondió a estas calumnias y señaló que Lenin siempre distinguió entre el idealismo de Hegel, que Lenin rechazó furiosamente, y los avances reales realizados por Hegel en su crítica de Kant y en el desarrollo de la lógica dialéctica. Demostró que la “rígida demarcación que ahora se hace tan a menudo entre las fases 'prehegeliana' y 'posthegeliana' de su vida política” son bastante erróneas, y que “más bien, existe un desarrollo realmente dialéctico en la propia obra de Lenin”. Slaughter también subrayó que los C uadernos de Lenin deben estudiarse en conexión directa con sus principales obras de esta época, como El imperialismo, El hundimiento de la Segunda Internacional y El socialismo y la guerra, donde aplicó el método del materialismo dialéctico e histórico contra los revisionistas.
Como dijo David North:
La obra de Slaughter, publicada originalmente en 1962, fue una importante contribución a la defensa del materialismo dialéctico dentro del movimiento trotskista, y sigue siendo hoy quizá la mejor exposición de las características generales del método dialéctico. No hay ningún intento de enturbiar el papel de la dialéctica recurriendo a un lenguaje pretencioso y místico. Los puntos centrales son claros: el hombre piensa con la ayuda de conceptos, pero estos conceptos no son fijos, sino que reflejan una realidad en constante cambio.
El desarrollo de nuestros conceptos revolucionarios es un reflejo de los cambios en el mundo material, cuya esencia es penetrada por el partido en el curso de su lucha por preparar y dirigir la revolución socialista. En cada etapa de su actividad revolucionaria en un mundo capitalista en constante cambio, el partido marxista intenta descubrir las leyes internas de la crisis mundial. El movimiento dialéctico debe ser extraído del mundo mismo y expresado en conceptos que a su vez solo pueden ser el resultado de un prolongado trabajo científico.[12]
Slaughter empleó este concepto materialista directamente para atacar el empirismo del SWP. Escribió:
La esencia de la historia del movimiento revolucionario proletario es el esfuerzo consciente por desarrollar una teoría científica y una estrategia conforme a esa ciencia. Todo el discurso de que se puede llegar al marxismo de forma “natural” es un ataque a la necesidad de llevar a cabo este proceso. El empirista cree que puede estudiar las distintas partes del proceso social tal y como se presentan día a día. La suma de todas ellas dará entonces una imagen total “realista” u “objetiva” y una perspectiva internacional.
Suponer que “el método dialéctico” es un atajo que hace innecesario todo este duro trabajo [de análisis económico, social y político] es el error de quienes hablan despreocupadamente de “aplicar” la dialéctica.[13]
Estas citas podrían leerse como una respuesta directa a los Estudios sobre la dialéctica de Healy. En realidad, el texto de Slaughter constituyó una fuente importante para el desarrollo de la crítica de North, como lo reconoció North en la biografía política de Slaughter.
Como discutimos en esta escuela, el American Committee for the Fourth International (ACFI; Comité Estadounidense por la Cuarta Internacional) y la Workers League (Liga Obrera) se fundaron a raíz de la lucha contra el SWP y se basaron extensamente en los escritos de la Socialist Labour League. Tras la ruptura con Wohlforth, volvieron a asimilar cuidadosamente este legado. Cuando Wohlforth se reincorporó a los pablistas, también se unió a su ataque al materialismo dialéctico.
Como discutió ayer Evan, incluso tomando en cuenta ciertas debilidades, el capítulo sobre filosofía de la obra La Cuarta Internacional y el renegado Wohlforth explicó muy bien la perspectiva pragmatista de Wohlforth y resaltó la importancia de la lucha contra el pragmatismo y en defensa del materialismo dialéctico para la construcción del movimiento revolucionario. Realmente, el documento en su conjunto es una poderosa declaración contra el pragmatismo.
Habiendo reclamado la herencia histórica del movimiento trotskista, la Workers League elaboró una comprensión clara del método dialéctico que es única. En el documento de perspectivas de la WL de 1978, esto se exhibe con total nitidez. Aunque ya Tom citó este pasaje, lo citaré de nuevo, ya que es absolutamente crucial para esta discusión:
No puede haber un giro real hacia la clase obrera fuera de la lucha consciente por preservar las líneas de continuidad histórica entre las luchas actuales de la clase obrera y el partido revolucionario, como unidad de contrarios, y todo el contenido de las experiencias históricas objetivas de la clase y el desarrollo del bolchevismo. Solo desde el punto de vista de la lucha por basar todo el trabajo del partido en las conquistas históricas de la lucha contra el revisionismo y en el inmenso capital político y teórico que constituye el legado dejado por Trotsky a la Cuarta Internacional, es posible emprender seriamente la lucha contra el pragmatismo en las filas del partido y, por tanto, en la propia clase obrera.
En la medida en que se separe la lucha contra el pragmatismo de la lucha por mantener las conexiones históricas directas entre la práctica diaria de los cuadros y el conjunto de experiencias históricas por las que ha pasado el movimiento trotskista, se degenerará en las formas más impotentes de riña verbal. O, para decirlo con más precisión, se convierte simplemente en otra variedad del propio pragmatismo.[14]
Esta concepción extremadamente poderosa del método marxista y de la construcción del partido se dirige contra el objetivismo y el empirismo del SWP, contra la teoría de la reconstrucción del partido avanzada por la Organisation Communiste Internationaliste (OCI) francesa —es decir, el intento de restar importancia a la historia del trotskismo— y, por supuesto, contra la creciente tendencia oportunista dentro del WRP.
La degeneración del WRP y su abandono de la lucha por el marxismo
El WRP se trasladó exactamente en la dirección opuesta. En la medida en que abandonó la lucha contra el pablismo y desarrolló una práctica cada vez más oportunista, de la que hablaremos con más detalle en otras conferencias, desvinculó las cuestiones filosóficas precisamente de este contexto histórico concreto. El tema de la dialéctica y el énfasis en las cuestiones filosóficas adquirieron un carácter completamente diferente. La invocación de la dialéctica por sí sola, fuera de su verificación a través de la clarificación del programa y el análisis político, hizo girar la cuestión de la dialéctica en otra dirección.
Incluso durante su escisión con la OCI, la SLL esquivó los problemas políticos más importantes y en su lugar se concentró en el método marxista en sí mismo. En una declaración del CICI sobre la escisión con la OCI, que el camarada North ya citó en la discusión, Slaughter afirmó:
La escisión no es el resultado de cuestiones organizativas ni de malentendidos. Tampoco se trata de aspectos tácticos sobre cómo construir la Cuarta Internacional. Se trata de una escisión política que llega hasta las bases de la Cuarta Internacional: la teoría marxista.
Los delegados de la SLL demostraron a través de su experiencia construyendo el partido revolucionario en Reino Unido que era necesaria una lucha profunda y difícil contra las formas de pensamiento idealistas, que iba mucho más allá de las cuestiones de acuerdo sobre el programa y la política.[15]
Cómo el WRP traicionó el trotskismo responde poderosamente a esto, afirmando que “la cuestión del materialismo dialéctico no agotaba ni sustituía las cuestiones políticas y programáticas fundamentales que no fueron abordadas”. Peter presentó anteriormente la cita completa y la discutió.
Estos problemas fueron aún más evidentes en la ruptura con Alan Thornett. El WRP pasó por alto muy deliberadamente las cuestiones políticas porque éstas habrían conducido inevitablemente a un debate sobre las bases frágiles de su propia campaña contra el Gobierno de Heath. En su lugar, se enfocó casi exclusivamente en los temas filosóficos, separándolos cada vez más de la asimilación de la historia del movimiento trotskista. En ¿Adónde va Thornett?, Michael Banda incluso ataca a Thornett por hacer del programa un fetiche. El partido no tiene que arrancar del programa, argumentó, sino de la crisis económica y social actual, la cual ha de ser superpuesta sobre el programa. La cuestión decisiva no es el acuerdo sobre el programa, sino sobre “la naturaleza y los métodos del propio partido”, afirmó Banda. “El programa está subordinado al conflicto de la práctica del partido y su teoría”.[16]
“¡Parecía admitir que el carácter del programa del WRP dependía en última instancia del resultado del conflicto cada vez más profundo entre la práctica oportunista del partido y su adhesión formal a la teoría revolucionaria!”,[17] escribió David North respondiendo a Banda, en Gerry Healy y su lugar en la historia de la Cuarta Internacional.
La mistificación de la dialéctica y su separación de la lucha por el programa del partido revolucionario adoptaron formas cada vez más patentes a medida que el eje de clase del WRP se desplazaba y sus maniobras se volvían más oportunistas. Los profesores universitarios Cliff Slaughter, Geoff Pilling, Tom Kemp y Cyril Smith asumieron un papel cada vez mayo en la orientación del partido. North escribió:
De hecho, cuanto más se separaba el trabajo teórico partidario de la lucha por el trotskismo, y se dirigía en contra de ella, más se convertía en la provincia especial de un “grupo de expertos” de clase media compuesto por los cuatro profesores y Healy. El estatus de estos hombres en el partido, que se basaba en su formación académica, era completamente desproporcionado con respecto a su participación real en el trabajo político.[18]
En septiembre de 1975, se fundó en Derbyshire el Colegio de Educación Marxista, que se convertiría en el centro del ataque contra el marxismo. La “educación” buscaría cada vez más un aprendizaje de la “dialéctica inconsciente”, mientras que Trotsky y la historia del movimiento trotskista dejaron de tener un rol. David North resume vívidamente el enfoque de Healy:
El método de Healy consistía en largos comentarios introductorios que, por lo general, trataban de problemas que habían surgido en el trabajo del WRP. Hasta ese momento, el público seguía a Healy con vivo interés. Entonces, invariablemente se volvía hacia la pizarra y empezaba a dibujar diagramas que supuestamente representaban etapas del proceso cognitivo tal y como se manifiestan en las categorías de la dialéctica hegeliana. No pasaba mucho tiempo antes de que todo el público se sintiera totalmente desconcertado, habiendo perdido la noción de dónde terminaba la “semblanza” y empezaba la “apariencia”, o en qué momento lo “finito” se convertía en “infinito” y “algo” se convertía en su “otro”. El hecho de que Healy nunca dibujara dos veces el mismo diagrama no facilitaba las cosas y nunca se podía predecir con certeza si la “actualidad” aparecería antes que la “existencia” o al revés. De hecho, los intentos de los estudiantes de memorizar la dialéctica de Healy a través de todas sus aventuras fracasaban inevitablemente; porque nunca seguía el mismo camino en días sucesivos.[19]
En junio de 1980, detrás de la cubierta de una nueva y excéntrica agenda para las ramas del partido, Healy intentó sentar una base constitucional para adoptar el impresionismo pragmático en el trabajo político cotidiano del WRP. Esto se esbozó claramente en una carta a todos los secretarios de rama, escrita el 14 de junio de 1980 por Healy. El propósito de esta carta era, según Healy, “entrenar a los camaradas en lo que se puede llamar más precisamente el uso inconsciente del método dialéctico, igual que uno realiza muchas habilidades y actividades sin ser necesariamente consciente de ello”.
“La conciencia de las abstracciones teóricas llega más tarde, cuando empezamos a pensar y analizar lo que hemos estado haciendo”, escribió.
Cómo el WRP traicionó el trotskismo responde de la siguiente manera:
En otras palabras, Healy había descubierto que se podía actuar como marxista sin ser consciente de ello, unos 20 años después de que el gran pragmatista estadounidense Joseph Hansen proclamara este descubrimiento al mundo... ¿Cómo ayudaría este descubrimiento a un miembro del partido obligado a analizar un acontecimiento complejo en la situación política como la declaración de autodeterminación por parte de los turcos en la isla de Chipre, si es permisible o no proporcionar apoyo crítico a los nacionalistas burgueses o, por poner un ejemplo contemporáneo, la firma del acuerdo anglo-irlandés?
Para tales acontecimientos, ¿necesitamos “conciencia de las abstracciones teóricas” antes o después de completar nuestro análisis y decidir lo que debemos hacer? La respuesta a esta pregunta la dio Engels hace mucho tiempo cuando escribió que “el arte de trabajar con conceptos no es innato ni se da con la conciencia ordinaria del día a día, sino que requiere pensar realmente y que este pensamiento tiene igualmente una larga historia empírica”. (Anti-Dühring)[20]
Healy dejó de escribir sobre la evolución política y la perspectiva revolucionaria. Se concentró únicamente en la “dialéctica”. Un artículo suyo, “Hegel - Marx - Lenin”, es un buen ejemplo. Dejó completamente de lado la lucha política de Lenin, su análisis del Estado, del imperialismo, y transformó el materialismo dialéctico en una herramienta para la cognición individual. Una y otra vez repitió su mantra de que el mayor crimen sería imponer pensamientos abstractos al mundo externo:
Hay que tener mucho cuidado de no imponer ninguna interpretación abstracta al mundo exterior. Hay que dejar que sus propiedades independientes se acumulen en la mente y prevenir que se interponga un pensamiento abstracto prematuro sobre estas propiedades, aún ocultas y desconocidas... Entrenar y utilizar nuestros sentidos adecuadamente significa evitar imponer imágenes mentales al mundo externo...[21]
Esto iba totalmente en contra de la conexión entre la práctica del partido y la herencia del movimiento trotskista. North respondió a este método en su biografía de Healy:
Estas “interpretaciones abstractas del pensamiento” e “imágenes del pensamiento” contra las que Healy advertía eran, de hecho, las concepciones teóricas y políticas de León Trotsky. Durante las conferencias de Healy, los estudiantes que citaban las obras de Trotsky y otros grandes marxistas y trataban de relacionar sus enseñanzas con los acontecimientos contemporáneos eran generalmente denunciados por utilizar “formas verbales vacías” e imponer “abstracciones muertas” sobre la “realidad viva”. Los miembros del partido que hablaran sobre “aplicar” el método dialéctico al estudio de la realidad objetiva podían esperar ser severamente reprendidos. El marxismo no podía “aplicarse”, insistía Healy; solo podía “abstraerse” de la naturaleza.[22]
David North describe muy bien la línea política de todo este sofisma:
Cualquier intento de analizar los acontecimientos políticos o, peor aún, de prever sus probables líneas de evolución era desechado y tildado airadamente de “especulación idealista” y “creación de imágenes propagandísticas”. Healy insistía en que era un error imperdonable “predeterminar” el movimiento del “mundo exterior”. Tales exabruptos pretendían justificar las florecientes alianzas del WRP con todo tipo de canallas políticos. Los nuevos amigos del WRP como Ken Livingstone, Ted Knight, Bill Sirs, Arthur Scargill y otros ya no debían ser desenmascarados como representantes de tendencias políticas definidas que servían a intereses de clase claramente identificables. En su lugar, sus evasivas políticas y traiciones abiertas se racionalizaban como “momentos” de un desarrollo contradictorio o como manifestaciones del conflicto entre la forma anterior (la traición oportunista) y el contenido emergente (“el movimiento revolucionario de la clase obrera tal como se refleja dentro de la dirección sindical y del Partido Laborista”). No había que sacar conclusiones sobre la lógica objetiva de su política. Más bien, debían ser vistos “dialécticamente” como individuos cuyas “propiedades ocultas y desconocidas” podrían evolucionar de una manera que no podía anticiparse teóricamente. Los sofismas cínicos de Healy para excusar el oportunismo del WRP eran inagotables.[23]
La manera en que se utilizó esto concretamente para sofocar cualquier debate y atacar los principios revolucionarios fue resumida en la famosa cita de Slaughter en una carta a David North de diciembre de 1983:
Tu propio énfasis en la “independencia política de la clase obrera”, respaldado por una cita de En defensa del marxismo, se convertirá en un arma en manos de todos los pragmatistas porque será atesorado por ellos como algo más “concreto” que la lucha explícita por desarrollar y comprender las categorías de la dialéctica, que constituye el método para esa tarea de vida o muerte que es comprender los rápidos y omnímodos acontecimientos arrojados por la crisis mundial. Debemos ser absolutamente explícitos y firmes frente a todos los enemigos en cuanto a nuestra posición hacia la conclusión de Trotsky sobre la lucha y el partido estadounidense.[24]
¡Compárese esto con los escritos anteriores de Slaughter! Ahora, ¡el “método marxista” se opone a la independencia política de la clase obrera y ya no es la herramienta para establecer realmente la independencia de la clase obrera! La línea política de este método no podría ser más clara.
Su libro Estudios sobre el materialismo dialéctico fue la culminación de los esfuerzos teóricos de Healy. Tras la devastadora crítica de David North, Healy no publicó prácticamente nada más. Pero, por supuesto, los Estudios y sus conceptos continuaron siendo el aceite lubricante para el oportunismo y las riñas encubiertas entre facciones al interior del WRP. En Cómo el WRP traicionó el trotskismo, se caracterizan los Estudios de la siguiente manera:
En realidad, el método de Healy era una burda distorsión de la dialéctica científica que delataba una total falta de comprensión de la obra filosófica de Hegel o Marx. El contenido real de la “teoría del conocimiento” de Healy, que pretendía trazar la transición dialéctica de la percepción sensorial individual al pensamiento abstracto y la práctica, no era más que una glorificación del proceso individual mediante el cual traducía su propia intuición pragmática en las distintas actividades del partido. Un autodidacta en el peor sentido de la palabra, Healy llegó a creer que la memorización de unas cuantas categorías hegelianas en la secuencia adecuada proporcionaba una llave maestra para el conocimiento universal. Un estudio serio del trotskismo, la economía política, la historia del movimiento obrero y, por último pero no menos importante, el origen histórico y el desarrollo de los conceptos filosóficos podían ser sustituidos por un “malabarismo de frases”.[25]
La crítica de North a los Estudios de Healy
Lo anterior ha demostrado lo importante que era responder a los Estudios de Healy. Eran un mecanismo principal para extirpar las cuestiones políticas y justificar una práctica oportunista. Al mismo tiempo, representaban una completa distorsión y profanación del rico patrimonio teórico del movimiento trotskista, que necesitaba ser defendido contra este ataque.
Como hemos demostrado, ya con Lenin la lucha contra el revisionismo estaba ligada a la defensa del materialismo dialéctico e histórico. Lo mismo ocurrió con Trotsky y, en un periodo temprano, con la SLL. Esta lucha fue continuada y desarrollada por la Workers League y David North, y tenía que ir dirigida contra las concepciones idealistas elaboradas por Healy.
La crítica de North no se refería simplemente a Healy, sino a la defensa del marxismo contra todas las concepciones de la Escuela de Fráncfort, el existencialismo y el posmodernismo que predominaban en las universidades y que Healy utilizaba inconscientemente. Como señaló David North:
Aunque la presentación mística a menudo volvía ininteligibles las conferencias de Healy, sería erróneo afirmar que sus conferencias eran simplemente disparatadas. Más bien, las concepciones teóricas de Healy eran una mezcla ecléctica de varias tendencias de la filosofía subjetivo-idealista burguesa de finales del siglo XIX y principios del XX. A medida que Healy se alejaba del marxismo y del estudio marxista de la evolución de la conciencia social como un proceso histórico, su fijación con la actividad cognitiva del individuo llegó a parecerse a distintas tendencias de la “fenomenología” burguesa contemporánea. Este parecido era el de una caricatura: en el curso de sus conferencias se presentaban inesperadamente elementos no integrados de las concepciones de pensadores burgueses tan variados como William James, Edmund Husserl, Alexius Mienong e incluso Maurice Merleau-Ponty. Huelga decir que Healy no se daba cuenta de nada de esto. Los que están en proceso de descender al revisionismo rara vez son conscientes de las tendencias intelectuales burguesas que intermedian su degeneración teórica.[26]
La crítica de North se basaba en una profunda comprensión del marxismo, que a su vez había sido alcanzada en la Workers League a través de la asimilación de las luchas más importantes de nuestro movimiento. Se basaba en un estudio minucioso de la mayoría de los textos que hemos discutido hasta ahora, especialmente En defensa del marxismo de Trotsky y los artículos de Slaughter sobre los Cuadernos filosóficos de Lenin (volumen 38 de sus Obras completas en inglés). Al mismo tiempo, la crítica detallada de los Estudios de Healy sentó las bases para un enorme avance del trabajo teórico del CICI.
La crítica de North lleva en su centro el intento de Healy de justificar sus concepciones idealistas basándose en Hegel e ignorando el desarrollo de la dialéctica materialista de Marx. David North escribe:
10. Los Estudios sobre el materialismo dialéctico del camarada Healy adolecen de un defecto decisivo: ignoran esencialmente los logros tanto de Marx como de Lenin en la reelaboración materialista de la dialéctica hegeliana. De este modo, Hegel es abordado falto de un sentido crítico, esencialmente a la manera de los hegelianos de izquierda que Marx combatió.
11. Al abordar a Hegel de esta manera, no solo se borra la distinción entre materialismo e idealismo; el camarada Healy adopta explícitamente el idealismo al exponer a Hegel como un hegeliano de izquierda.[27]
North llevó a cabo un intenso análisis de los Estudios que demuestra detalladamente este punto de vista mediante docenas de pasajes. Algunos ejemplos son:
- Hegel es colocado en la misma línea histórica que Marx, Engels y Lenin, como fundador del marxismo en cuyo espíritu se forman los cuadros revolucionarios.
- Se proclama que el principio de objetividad es la “diferencia básica entre el materialismo y el idealismo abstracto”, en vez de la primacía de la materia sobre el pensamiento.
- El cuerpo pensante sustituye al hombre social.
- “La Noción teórica” se presenta como “el mundo externo en sí”.
En todos estos ejemplos, el problema fundamental es que Healy separa la cognición de la práctica social de los seres humanos, que se desarrolla históricamente, y adopta así una posición idealista. Pero ese fue precisamente el gran logro de Marx y Engels y representa las bases mismas del marxismo.
La filosofía de Hegel supuso sin duda un enorme avance. En comparación con Kant, comprendió que el hombre puede conocer el mundo objetivo y que este conocimiento tiene lugar en un desarrollo continuo de lo inferior a lo superior. Proporcionó un monumental análisis histórico de este desarrollo y elaboró las leyes dialécticas que lo rigen.
Pero Hegel seguía siendo un idealista. Para él, el mundo objetivo y el desarrollo histórico eran solo manifestaciones del espíritu mundial, que se realiza mediante el conocimiento de los hombres. La única práctica que conocía era la práctica de la cognición. Por lo tanto, las conexiones que trazó correspondían a la lógica abstracta. Como escribió North:
18. En Crítica de la filosofía del derecho de Hegel, Marx explicó la debilidad fundamental de su dialéctica idealista: en cada área de estudio concreto a la que Hegel dirige su atención, siempre tenemos ante nosotros la Lógica. De este modo, el movimiento procede siempre del pensamiento y, por tanto, las conexiones son las de la lógica abstracta. Como explicó en relación con la manera en que Hegel trata el tema del Estado:
“Consecuentemente, la transición no deriva de la naturaleza particular de la familia, etc., ni de la naturaleza particular del Estado, sino de la relación general entre necesidad y libertad. Es exactamente la misma transición que se efectúa en la lógica de la esfera de la esencia a la esfera del concepto. La misma transición se efectúa en la filosofía de la naturaleza desde la naturaleza inorgánica a la vida. Son siempre las categorías mismas las que proporcionan el alma a esta o aquella esfera. Solo se trata de encontrar los atributos abstractos correspondientes a cada atributo concreto separado”. (Marx-Engels, Vol. 3, pág. 10, énfasis añadido)[28]
Marx y Engels resolvieron este misticismo sacando el núcleo racional de la lógica de Hegel. El mundo objetivo no era una manifestación del espíritu mundial, sino que el espíritu, es decir, la conciencia social, era el producto de la práctica social del hombre, que a su vez se desarrolla de lo inferior a lo superior. Las leyes de este movimiento no podían deducirse de la lógica abstracta, sino solo del análisis histórico de los procesos objetivos. Con el desarrollo del materialismo dialéctico, Marx y Engels no se limitaron a cambiar el signo idealista de Hegel por uno materialista, sino que llevaron a cabo una intensa labor científica relacionada estrechamente con el desarrollo del materialismo histórico, la teoría social del marxismo.
Healy minimizó sistemáticamente esta enorme obra porque, al volver a Hegel, echó por la borda la evolución histórica de la lucha de clases y el legado del movimiento trotskista.
La medida en que Healy se apartó deliberadamente de una comprensión materialista del mundo se muestra en su tratamiento de uno de los mejores resúmenes del método marxista escrito por Lenin. Lenin escribe en Materialismo y empiriocriticismo:
Lo más importante es que... se ha revelado la lógica objetiva de estos cambios y de su evolución histórica en sus rasgos principales y básicos —objetiva, no en el sentido de que una sociedad de seres conscientes, de personas, pueda existir y desarrollarse independientemente de la existencia de seres conscientes (y Bogdánov tan solo subraya tales nimiedades con su “teoría”), sino en el sentido de que el ser social es independiente de la conciencia social de las personas. El hecho de que vivan y lleven a cabo sus actividades, engendren hijos, produzcan e intercambien bienes, da lugar a una cadena de acontecimientos objetivamente necesaria, una cadena de desarrollo, que es independiente de su conciencia social, y que nunca es comprendida por ésta completamente. La tarea más elevada de la humanidad es comprender esta lógica objetiva de la evolución económica (la evolución de la vida social) en sus rasgos generales y fundamentales, de modo que sea posible adaptar a ella nuestra propia conciencia social y la conciencia de las clases avanzadas de todos los países capitalistas de la manera más definida, clara y crítica posible.[29]
Se trata de un excelente resumen del método marxista y de las tareas del partido. Healy, sin embargo, borra de esta sección todo lo esencial. En lugar de la lógica objetiva de la evolución económica, tenemos solo la lógica objetiva. Healy define esta lógica objetiva como “sus relaciones como una etapa del conocimiento en relación con otras categorías”. North comenta al respecto:
De estos pasajes y de la cita selectiva se desprende claramente que el camarada Healy considera las categorías lógicas y sus interrelaciones como el contenido esencial en el que se destila el movimiento histórico. Una vez que se descubre el contenido lógico del pensamiento de cada acontecimiento o hecho material, podemos revelar su esencia “como una etapa del conocimiento en relación con otras categorías como necesidad, probabilidad, posibilidad”.
Aquí tenemos una reproducción acrítica de todo el misticismo lógico de Hegel, y esta es de hecho la esencia de todo el enfoque del camarada Healy a la dialéctica en estos últimos artículos. Todo se convierte en una cuestión de seguir la secuencia de las categorías de la Lógica de Hegel. El contenido material se extrae de la lógica, en lugar de extraer, como insistió Marx, la lógica a partir del contenido.[30]
Con base en este análisis concreto de todas las concepciones idealistas que Healy desarrolla en sus Estudios, North presenta una comprensión muy clara de las principales concepciones teóricas de Healy, que repiten los mayores errores de los jóvenes hegelianos:
19. Es este mismo procedimiento idealista el que emplea el camarada Healy para efectuar la transición de la sensación a la conciencia. El ser, el no-ser, el devenir, la causa, el efecto y el movimiento interior de la negación en general se emplean para explicar la transición de la sensación al pensamiento consciente (así como el movimiento del valor). Después de que “la esencia absoluta (semblanza negativa) se enfrenta a nuestra 'teoría del conocimiento', la cual se convierte en semblanza positiva al enfrentarse en una antítesis”, el camarada Healy declara, “hemos terminado la etapa sensual del proceso cognitivo”. Todo esto se ha conseguido simplemente mencionando las categorías de la lógica hegeliana; en otras palabras, tenemos un proceso místico presentado como el proceso real.[31]
De este modo, Healy no solo se vuelve contra Marx, sino que también se queda atrás respecto a Hegel. Pues uno de los grandes logros de Hegel fue precisamente subrayar la conexión entre el desarrollo histórico y el conocimiento. Solo que lo hizo de un modo retorcido, entendiendo el proceso histórico como expresión de la idea, y mistificándolo así de un modo idealista. Pero el recurso de Healy a Hegel simplemente elimina todo lo que había de progresista en Hegel y en realidad va directamente al idealismo subjetivo.
En La herencia que defendemos, North resume muy bien la postura de Healy:
Según Healy, las categorías lógicas son la esencia destilada de todos los fenómenos materiales, incluidos los procesos históricos. Por lo tanto, es posible ahorrar mucho tiempo a la hora de analizar los acontecimientos contemporáneos si, en lugar de examinar tediosamente los procesos históricos y las fuerzas sociales, uno simplemente trata estos acontecimientos como una manifestación secundaria de las categorías esenciales. En otras palabras, en lugar de examinar el significado específico de un cierto acontecimiento concreto de la lucha de clases, uno simplemente declara que es un reflejo del movimiento de la “cantidad” a la “calidad”, o uno afirma, con aire de sabiduría, que es la mera “apariencia” de una “esencia”, o la “forma” externa de un “contenido” más fundamental.[32]
El rechazo de Healy al materialismo histórico que se desprende de este planteamiento es bastante explícito. Healy escribe:
El materialismo histórico es un método para la construcción del partido revolucionario, al basarse en la cognición de su objeto, que es la sociedad conformada por seres humanos conscientes con la voluntad de seguir cambiando el mundo independientemente unos de otros como individuos.[33]
North demuestra cómo frase por sí sola arroja todo el materialismo histórico por la borda:
El fundamento filosófico del materialismo histórico es que el ser social existe independientemente de la conciencia social. La referencia a los “seres humanos conscientes” lo confunde todo, y se opone directamente a las concepciones elaboradas por Lenin en el volumen 14 [de sus Obras completas en inglés] que el camarada Healy alaba pero no comprende. Lenin escribió: “En todas las formaciones sociales con cualquier grado de complejidad y en la formación social capitalista en particular, las personas al interactuar no son conscientes sobre el tipo de relaciones sociales que se están formando, ni las leyes que rigen su desarrollo”. (Vol. 14, pág. 323)
La referencia a la “voluntad” es también una desviación completa del materialismo histórico; no es posible explicar la historia a partir de la “voluntad” ni las intenciones del hombre. La “voluntad” histórica del hombre social solo puede entenderse como el producto de condiciones materiales definidas.
En cuanto a “cambiar el mundo independientemente unos de otros como individuos”, parece que el camarada G. acaba de abolir al hombre social. En lugar de que una historia que se desarrolla a través de la práctica social colectiva del hombre, independientemente de la conciencia, ¡tenemos una historia que surge de seres humanos con voluntad propia y conscientes que cambian el mundo independientemente unos de otros como individuos![34]
Esto resume la perspectiva de Healy. Ataca el materialismo histórico y disuelve la dialéctica en lógica pura para separar la práctica del WRP del legado del movimiento trotskista y justificar su oportunismo habitual. David North, en León Trotsky y el desarrollo del marxismo, contrapone a esto la relación real entre el materialismo dialéctico y el histórico:
Este método es el opuesto del marxismo, el cual estudia la evolución histórica de todas las categorías y conceptos, no como productos del cerebro ni como emanaciones de un “espíritu absoluto”, sino como los reflejos en la mente de seres sociales de las propiedades y relaciones objetivas existentes en la naturaleza y la sociedad. Estos reflejos no surgen de la contemplación pasiva, sino, como demostró Marx, son el resultado de la práctica social objetiva, en la interacción históricamente determinada del hombre y la naturaleza. Al colocar la práctica social en el centro de su teoría del conocimiento, tras extraer el núcleo racional de la dialéctica hegeliana de su forma idealista, Marx fue capaz, por primera vez en la historia de la filosofía, de establecer científicamente la relación entre materia y pensamiento, objeto y sujeto, y práctica y teoría.
El hombre conoce el mundo mientras lo transforma en un proceso social. Las formas de su pensamiento son producidas y condicionadas por el crecimiento de las fuerzas productivas y las relaciones sociales que surgen de ellas. El conocimiento de las leyes naturales y sociales, entendidas científicamente, como un proceso social en desarrollo histórico, no puede reducirse al reflejo unilateral (del objeto al sujeto), pasivo y especular de la naturaleza en el pensamiento humano. La cognición y la práctica constituyen una unidad de opuestos, cada uno de los cuales influye en el otro y le da forma, de acuerdo con las leyes dialécticas que rigen el proceso social de producción, que da lugar a toda la vasta superestructura de la ideología y la política.[35]
Esta concepción básica del marxismo se opone tanto al idealismo subjetivo como al materialismo mecánico, que no tomaban en cuenta la práctica social en el conocimiento del mundo. O como dijo North, se trata de la “relación esencial entre la cognición y la práctica revolucionaria, sin la cual el conocimiento científico del mundo objetivo de la lucha de clases es imposible”. Y esta práctica revolucionaria es la historia del movimiento trotskista, por lo que es imposible separar la lucha por el materialismo dialéctico de la lucha por la asimilación de toda la historia del movimiento trotskista.
Por lo tanto, los esfuerzos de Healy para sustituir el marxismo por frases pseudohegelianas y justificar así su práctica oportunista eran absolutamente incompatibles con el estudio de los escritos de Trotsky. A más tardar en 1978, habían desaparecido por completo de los planes de estudio del Colegio de Educación Marxista. En sus Estudios, Healy ya minimizaba deliberadamente el papel de Trotsky. Escribió:
En lo que respecta al método materialista dialéctico y a la lectura “materialista de Hegel”, Trotsky era un leninista acérrimo. Siguió los pasos no solo de Lenin, sino también de Marx y Engels.[36]
Esto es, como señala North, una distorsión de la relación entre Trotsky y Lenin que rebaja a Trotsky. Trotsky era un materialista dialéctico antes de convertirse en miembro del Partido Bolchevique. No siguió los pasos de Lenin, sino que hizo su propia contribución independiente al desarrollo del marxismo, sobre todo, la teoría de la revolución permanente.
North responde a esta desvalorización de Trotsky en León Trotsky y el desarrollo del marxismo:
Los discursos y artículos preparados por León Trotsky durante los cuatro primeros congresos de la Comintern son obras maestras de la literatura política del marxismo. Como ejemplos del método materialista histórico en acción, están a la altura del propio discurso histórico de Marx de mayo de 1871 sobre la guerra civil francesa. Tales obras son imperecederas. Pero hay que subrayar que Trotsky pertenece a nuestra época; y sus escritos siguen siendo insustituibles e indispensables, no solo como fundamento teórico y político de una estrategia marxista para la Revolución Socialista Mundial; sino incluso para una comprensión inteligente de los acontecimientos cotidianos de la vida política moderna.[37]
North termina su crítica explicitando su significado político y señalando cómo se estaban utilizando concepciones idealistas para justificar la práctica cada vez más oportunista del WRP. Aclara que los Estudios sacaron a la luz una crisis que se venía gestando desde hacía años en el seno del CICI y representaron un alejamiento de la lucha por el marxismo.
North señaló entonces las diferentes maniobras oportunistas del WRP en Oriente Próximo y otras regiones, que discutiremos en detalle en las próximas conferencias. Me gustaría concluir la presentación de la crítica de los Estudios de Healy refiriéndome una vez más a León Trotsky y el desarrollo del marxismo, porque en esta obra North presenta con una claridad única la perspectiva a la que conduce esta crítica:
La historia del trotskismo no puede entenderse como una serie de episodios desconectados. Su desarrollo teórico ha sido abstraído por sus cuadros a raíz de la evolución continua de la crisis capitalista mundial y de las luchas del proletariado internacional. Su continuidad ininterrumpida de análisis políticos de todas las experiencias fundamentales de la lucha de clases, a lo largo de toda una época histórica, constituye la enorme riqueza del trotskismo como único desarrollo del marxismo tras la muerte de Lenin en 1924.
Una dirección que no se esfuerza colectivamente por asimilar el conjunto de esta historia no puede cumplir adecuadamente sus responsabilidades revolucionarias ante la clase obrera. Sin un conocimiento real de la historia del movimiento trotskista, las referencias al materialismo dialéctico no son meramente huecas; tales referencias vacías abren la puerta a una distorsión real del método dialéctico. La fuente de la teoría no reside en el pensamiento, sino en el mundo objetivo. Por ende, el desarrollo del trotskismo procede de las experiencias frescas de la lucha de clases, que éstas se analizan con base en todo el conocimiento históricamente derivado de nuestro movimiento.
“De este modo, la cognición progresa de un contenido a otro contenido... eleva hacia cada etapa nueva de determinación la masa entera de su contenido antecedente, y a través de su progreso dialéctico no pierde nada ni deja nada atrás, sino que lleva consigo todo lo que ha adquirido, enriqueciéndose y concentrándose sobre sí...”.
Citando este pasaje de la Ciencia de la lógica de Hegel, Lenin escribió en sus Cuadernos filosóficos: “Este extracto no para nada un mal resumen de la dialéctica”. (Obras completas, Vol. 38, p.230) Tampoco es un mal “resumen” del desarrollo dialéctico constante de la teoría trotskista.[38]
Esta es una poderosa descripción del concepto básico del materialismo dialéctico tal como se desarrolló en la Workers League contra la falsificación del marxismo por parte de Healy. También es en gran medida la base de nuestra escuela.
La importancia de la lucha contra la distorsión idealista del marxismo
Esta concepción básica del método marxista, desarrollada por la Workers League y fundamentada en la rica herencia del movimiento trotskista, sentó las bases para un tremendo avance del Comité Internacional en los años posteriores a la escisión. Como señala David North en “Plejánov y la tragedia de la Segunda Internacional”:
La teoría materialista dialéctica del conocimiento sostiene que los propios conceptos que el hombre utiliza para conocer el mundo objetivo están sujetos a cambios, de acuerdo con el movimiento subyacente de la realidad objetiva. Así pues, las categorías y conceptos del materialismo histórico no deben tratarse como fórmulas acabadas, sino que deben enriquecerse de y adaptarse críticamente al contenido cambiante de la sociedad humana y además al desarrollo de la ciencia natural, a medida que ésta descubre nuevas propiedades de la materia…
Durante los últimos dieciocho años, el Comité Internacional ha producido una extraordinaria variedad de obras políticas y teóricas. Hemos sometido a análisis las cuestiones políticas más difíciles –entre ellas, la desintegración de la Unión Soviética, la decadencia de los sindicatos y el significado contemporáneo del nacionalismo burgués—. En cada caso no nos hemos limitado a reafirmar posiciones “ortodoxas”, sino que hemos desarrollado y adaptado creativamente el programa marxista a las nuevas condiciones históricas. Además, cada día la vitalidad teórica, la claridad programática y la astucia política del Comité Internacional se evidencian en la publicación del World Socialist Web Site.[39]
Discutimos a fondo estos avances en la escuela de verano de 2019; por sí solos demuestran la enorme fuerza teórica del Comité Internacional. Y se podrían añadir muchos episodios más: nuestra defensa de la verdad histórica frente a la falsificación postsoviética de la historia, nuestra lucha contra los ataques a las revoluciones estadounidenses y contra la rehabilitación de Hitler en Alemania. Solo pudimos discernir el significado de estas cuestiones y responder a ellas de esta forma tan perspicaz porque comprendemos la importancia de la asimilación de la historia para la emancipación de la clase obrera. David North lo resume en “El siglo XX del postmodernismo: la desmoralización política y la huida de la verdad histórica”:
El peso de décadas de falsificación histórica no pudo superarse a tiempo para que la clase obrera soviética pudiera orientarse políticamente, defender sus intereses sociales independientes y oponerse a la disolución de la Unión Soviética y a la restauración del capitalismo.
Esta tragedia histórica entraña una lección. Sin un conocimiento profundo de las experiencias históricas por las que ha pasado, la clase obrera no puede defender ni siquiera sus intereses sociales más elementales, ni mucho menos llevar a cabo una lucha políticamente consciente contra el sistema capitalista.[40]
Consecuentemente, el Comité Internacional también ha defendido y desarrollado constantemente los propios fundamentos metodológicos. Estos son algunos ejemplos:
- El debate sobre el objetivismo, el empirismo y el papel del factor subjetivo en Reforma y revolución en la época del imperialismo.
- La elaboración de la comprensión dialéctica de la forma y el contenido sociales en ¿Por qué los sindicatos son hostiles al socialismo?
- La discusión sobre la unidad de opuestos en relación con la clase y el partido en Los orígenes del bolchevismo y ¿Qué hacer?
- El problema de la identidad abstracta en El mito de los “alemanes corrientes”: reseña de Hitler's Willing Executioners de Daniel Goldhagen
Sin duda, la polémica de North contra Alex Steiner y Frank Brenner es particularmente importante. North, en su enfrentamiento con Steiner y Brenner, profundizó sobre la concepción que hemos discutido durante la última hora. El libro es un ataque marxista a todas las distintas escuelas de idealismo subjetivo como el postmodernismo, la Escuela de Fráncfort y el existencialismo. Es una poderosa defensa del materialismo. Como escribe David North:
La verdadera cuestión es que no están de acuerdo con la insistencia del Comité Internacional en que la lucha por el socialismo requiere el desarrollo, dentro de la clase obrera, de un profundo conocimiento de la historia —particularmente del propio movimiento socialista— y de la comprensión más precisa y concreta posible (mediante aproximaciones conceptuales cada vez más exactas) de la evolución objetiva del sistema capitalista mundial en todas sus formas complejas, contradictorias e interconectadas. Lo que ustedes llaman falsamente “objetivismo” es el esfuerzo marxista para reflejar con exactitud en el pensamiento subjetivo el movimiento regido por leyes del mundo objetivo, del que el hombre social forma parte, y así como para convertir este conocimiento y esta comprensión en la base de la práctica revolucionaria. Por mucho que hablen de “dialéctica” y de la “lucha contra el pragmatismo”, todo lo que escriben delata una indiferencia hacia los requisitos para desarrollar un movimiento obrero cuya práctica esté informada por la teoría marxista.[41]
Es notable cómo Steiner y Brenner entremezclan las concepciones de Healy, su mentor teórico, con todas las teorías antimarxistas que prevalecen en las universidades. Por sí solo, esto subraya una vez más la importancia de la lucha contra las concepciones de Healy y de continuar esta lucha.
Su rechazo de la Ilustración y, por tanto, de la razón, su insistencia en la utopía y en la ruptura de la familia, etc., están animados por el mismo espíritu: la intención de separar el marxismo de la ciencia, del estudio minucioso de la lucha de clases y de su historia, y transformarlo en una bella idea compatible con la vida pequeñoburguesa. El marxismo no ha de resolver la crisis de la dirección revolucionaria, sino los problemas sexuales de Frank Brenner.
David North también dejó en claro que esto no se trata de individuos sino de tendencias fundamentales de la ideología burguesa en su ensayo “Todo fue culpa de Engels: una reseña de Marx After Marxism de Tom Rockmore”. Tras el colapso de la Unión Soviética, docenas, si no cientos, de profesores y académicos “redescubrieron” a Hegel, lo utilizaron para atacar a Marx y desarrollaron teorías políticas basadas en él: una empresa que North identificó correctamente como un “gran paso atrás, teórica e intelectualmente”, que “solo puede servir a fines políticos reaccionarios”.
Con respecto a Rockmore, North demostró de manera concluyente que su interpretación de Marx como un idealista que Engels había sido presentado falsamente como materialista no tenía ningún fundamento científico y servía a claros fines políticos:
Lo que Rockmore defiende –un Marx sin materialismo histórico, sin Engels, sin marxismo— resulta ser, al final, un Marx sin revolución socialista, un “Marx” que no solo fue puesto de cabeza, sino también esposado y amordazado.[42]
El Comité Internacional, por el contrario, ha desarrollado el marxismo como ciencia de la revolución socialista. En la quinta fase de la historia del movimiento trotskista, en la que el nuevo ascenso revolucionario de la clase obrera internacional se está entrelazando con la actividad política del Comité Internacional, estas bases teóricas se vuelven absolutamente cruciales. Requiere “una lucha consciente por preservar las líneas de continuidad histórica entre las luchas actuales de la clase obrera y el partido revolucionario como unidad de contrarios y todo el contenido de las experiencias históricas objetivas de la clase y el desarrollo del bolchevismo”. Esta es la esencia de la discusión sobre la dialéctica y esta es la esencia de esta escuela, que debe ser solo el punto de partida de un estudio intensivo de esta rica historia.
David North, “Leon Trotsky and the Development of Marxism”, Leon Trotsky and the Struggle for Socialism in the Twenty-First Century (Oak Park, MI: Mehring Books, 2023), págs. 1-56.
V.I. Lenin: “Materialism and Empirio-criticism', Collected Works, Volume 14, (Moscú: Progress Publishers, 1962).
V.I. Lenin: Philosophical Notebooks, Collected Works, Volume 38, 4th Edition, (Moscú: Progress Publishers, 1976).
“Leon Trotsky and the Development of Marxism”, pág. 14.
León Trotsky, Critique of the Draft Program of the Communist International, The Third International After Lenin, (Nueva York: Merit Publishers 1929).
León Trotsky, “What Next – Vital Questions for the German Proletariat”, The Militant, Vol. 5 No. 15 (Whole No. 111), 9 de abril de 1932, pág. 4.
León Trotsky, “A Petty-Bourgeois Opposition in the Socialist Workers Party”, In Defence of Marxism (London: New Park Publications, 1966), págs. 56-80. [Publicado inicialmente en 1942]
Ibid.
Ibid.
SLL National Committee: “Opportunism and Empiricism”, 23 de marzo de 1963, Trotskyism vs. Revisionism Vol. 4, págs. 81-82.
Ibid., pág. 82.
David North, Notes on “Lenin on Dialectics,” 1 de octubre de 1982 [Manuscrito no publicado]. Publicado en: “Cliff Slaughter: A Political Biography (1928–1963), Pt. 4”, World Socialist Web Site, disponible en inglés: https://www.wsws.org/en/articles/2021/08/09/sla4-a09.html
Cliff Slaughter, “‘The Theoretical Front’, Lenin’s Philosophical Notebooks, Second Article”, Labour Review, Verano de 1962, Vol. 7, No. 2, págs. 77–78.
Comité Político de la Workers League (documento interno): The World Economic-Political Crisis and the Death Agony of US Imperialism, 7 de noviembre de 1978, pág. 36.
Declaración del Comité Internacional (mayoría), escrito por Cliff Slaughter, Trotskyism vs Revisionism Vol. 6, 1 de marzo de 1972 pág. 72, 83.
Workers Revolutionary Party: Whither Thornett?: A reply by Michael Banda to a document issued by A. Thornett (Londres: New Park Publications, 1975).
David North: “A Travesty of Marxism”, Gerry Healy and his Place in the History of the Fourth International, disponible en inglés: https://www.wsws.org/en/special/library/healy/08.html
Ibid.
David North, “The ‘Dialectics’ of Opportunism”, Gerry Healy and his Place in the History of the Fourth International, disponible en inglés: https://www.wsws.org/en/special/library/healy/09.html
Comité Internacional de la Cuarta Internacional, “The Idealist Distortion of Materialist Dialectics”, How the Workers Revolutionary Party Betrayed Trotskyism, disponible: https://www.wsws.org/en/special/library/how-the-wrp-betrayed-trotskyism/32.html
Gerry Healy, “Hegel – Marx – Lenin”, News Line, 2 de junio, 1981. ver North, “The ‘Dialectics’ of Opportunism', disponible: https://www.wsws.org/en/special/library/healy/09.html
Ibid.
Ibid.
Carta de Cliff Slaughter a David North, diciembre de 1983, The ICFI Defends Trotskyism, disponible en inglés: https://www.wsws.org/en/special/library/the-icfi-defends-trotskyism-1982-1986/03.html
“The Idealist Distortion of Materialist Dialectics”, disponible en inglés: https://www.wsws.org/en/special/library/how-the-wrp-betrayed-trotskyism/32.html
“The ‘Dialectics’ of Opportunism”, disponible en inglés: https://www.wsws.org/en/special/library/healy/09.html
David North: “A Contribution to a Critique of G. Healy’s ‘Studies in Dialectical Materialism’” Sección 3: “Notes on G. Healy’s ‘Studies’”, The ICFI Defends Trotskyism, disponible en inglés: https://www.wsws.org/en/special/library/the-icfi-defends-trotskyism-1982-1986/02.html
Ibid.
Lenin: “Materialism and Empirio-criticism,” pág. 325 (énfasis original).
David North, “A Contribution to a Critique of G. Healy’s “Studies in Dialectical Materialism” Section 3: “Notes on G. Healy’s ‘Studies,’” The ICFI Defends Trotskyism, disponible en inglés: https://www.wsws.org/en/special/library/the-icfi-defends-trotskyism-1982-1986/02.html
Ibid.
David North, The Heritage We Defend, 2018, disponible en inglés: https://www.wsws.org/en/special/library/heritage/33.html
“A Contribution to a Critique of G. Healy’s ‘Studies in Dialectical Materialism’”, Sección 5: “Notes for a Critique of Comrade G. Healy’s ‘Studies’”, disponible: https://www.wsws.org/en/special/library/the-icfi-defends-trotskyism-1982-1986/02.html
Ibid.
“Leon Trotsky and the Development of Marxism”, pág. 51.
“A Contribution to a Critique of G. Healy’s ‘Studies in Dialectical Materialism’”, Sección 1: análisis preliminar, disponible en inglés: https://www.wsws.org/en/special/library/the-icfi-defends-trotskyism-1982-1986/02.html
“Leon Trotsky and the Development of Marxism”, pág. 49f.
Ibid., pág. 19.
David North, “Plekhanov and the Tragedy of the Second International”, The Frankfurt School, Postmodernism and the Politics of the Pseudo-Left: A Marxist Critique (Oak Park, MI: Mehring Books, 2015), pág. 15, 17.
David North, “Postmodernism’s Twentieth Century: Political Demoralization and the Flight from Historical Truth”, The Russian Revolution and the Unfinished Twentieth Century (Oak Park, MI: Mehring Books, 2014), pág. 158f.
David North, “Marxism, History & Socialist Consciousness (What is objectivism?)”, The Frankfurt School, Postmodernism and the Politics of the Pseudo-Left: A Marxist Critique, pág. 39.
David North, “It Was All Engels’ Fault: A Review of Tom Rockmore’s Marx After Marxism”, The Russian Revolution and the Unfinished Twentieth Century, pág. 360.
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