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Alexandria Ocasio-Cortez: una agente menor del imperialismo estadounidense visita América Latina

Después de una gira a Brasil, Chile y Colombia el mes pasado a la cabeza de una delegación de congresistas estadounidenses, la diputada Alexandria Ocasio-Cortez vinculada a los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA, por sus siglas en inglés) ha confirmado que fue una operación para avanzar los intereses hegemónicos del imperialismo estadounidense ofreciendo algunos cambios cosméticos en la retórica.

Durante y desde el viaje, Ocasio-Cortez ha repetido perogrulladas como “queremos aprender de ustedes” y comentarios basados en informaciones poco comprendidas para promover la farsa de que el imperialismo estadounidense tiene un “nuevo” entendimiento y una misión democratizante en la región. Ha sido todo un intento políticamente criminal de ofrecer una cubierta “izquierdista” para la continuación de las políticas imperialistas de saqueo y opresión.

El presidente chileno Gabriel Boric saluda a Alexandria Ocasio-Cortez en Santiago, Chile, 18 de agosto [Photo: Presidential office of Chile]

La escala en Chile, en el contexto del 50 aniversario del golpe orquestado por la CIA que derrocó al presidente Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973, fue especialmente reveladora. La Administración de Richard Nixon desempeñó un papel clave en la organización del golpe y la posterior matanza contra los trabajadores, campesinos y jóvenes de izquierdas a manos de la junta militar-fascista del general Augusto Pinochet.

La delegación de congresistas estadounidenses se reunió con varios altos cargos del Gobierno dirigido por el pseudoizquierdista Frente Amplio y el estalinista Partido Comunista de Chile, incluida una barbacoa con el presidente Gabriel Boric. Los pseudoizquierdistas estadounidenses aplaudieron “los esfuerzos de Chile por defender y profundizar la democracia” en el marco del aniversario y secundaron un llamamiento de Boric para que el Gobierno de Biden desclasifique documentos sobre la participación estadounidense en el golpe.

Ocasio-Cortez dijo que tal gesto “podría iniciar un nuevo siglo en las relaciones entre EE.UU. y Chile”.

Sin embargo, por meses antes del viaje, el Gobierno de Boric ya había estado utilizando el aniversario para acomodarse a Washington, a los militares chilenos y a los sucesores políticos fascistizantes de la dictadura de Pinochet.

A lo largo de julio y agosto, Boric se ocupó de convencer a los partidos de extrema derecha para que firmaran declaraciones conmemorando el golpe y prometiendo “defender la democracia”, únicamente para ayudar a estas fuerzas a disfrazar su apoyo histórico al golpe y al autoritarismo. Boric se unió a su predecesor de extrema derecha, el multimillonario Sebastián Piñera, para firmar tal declaración, a pesar de que una de sus promesas de campaña hace solo dos años fue enjuiciar al entonces presidente Piñera por violaciones de derechos humanos cuando aplastó las protestas de masas contra la desigualdad en 2019-2020, dejando a decenas de muertos y miles heridos.

El 25 de agosto, días después del viaje de Ocasio-Cortez, la CIA desclasificó dos informes (uno parcialmente) al presidente Richard Nixon sobre las acciones de los militares chilenos durante el golpe. Peter Kornbluh, especialista sobre Chile del Archivo de Seguridad Nacional, dijo que estos documentos “no contienen ni una sola frase que ponga en evidencia a las agencias de seguridad nacional de Estados Unidos” y pidió a Biden que hiciera públicos “todos los documentos que, inexplicablemente, siguen en secreto después de todo este tiempo”.

La cínica y puramente simbólica publicación de los documentos demuestra que el viaje de Ocasio-Cortez fue parte de una política diseñada desde la Casa Blanca y el Departamento de Estado. En la misma línea, Biden ha adoptado un enfoque mucho más activo que sus predecesores al reunirse con los presidentes de la “marea rosa” Lula da Silva de Brasil, Gustavo Petro de Colombia, Gabriel Boric de Chile, y el argentino Alberto Fernández.

El asesor de Seguridad Nacional de Biden, Jake Sullivan, también anunció el 22 de agosto, un día después de que finalizara el viaje de Ocasio-Cortez, que el Gobierno instaría al FMI y al Banco Mundial a ofrecer una “alternativa positiva y afirmativa” a los créditos chinos para los países en desarrollo. Esto se produce en medio de llamados a reformar esas instituciones por parte de varios Gobiernos latinoamericanos.

Apenas el martes pasado, Ocasio-Cortez se reunió con Alberto Fernández en Nueva York como respaldo a su Gobierno mientras protesta los sobrecargos del FMI y un fallo judicial estadounidense que favorece a un fondo de capital buitre que le exige a Argentina 16.000 millones de dólares.

“Un problema de confianza”

En una entrevista reciente con el New York Times, Ocasio-Cortez dijo que las relaciones entre Estados Unidos y América Latina se caracterizaban por “un problema de confianza” que su viaje esperaba ayudar a solucionar. El World Socialist Web Site denunció mordazmente este enfoque en una perspectiva del 30 de agosto:

Así es como la CIA describiría las consecuencias del sufrimiento y las muertes masivas creadas por los crímenes del imperialismo estadounidense en América Central y del Sur. Todo es solo un “problema de confianza”, en lugar de un conflicto irreconciliable entre los intereses financieros de las corporaciones estadounidenses y las necesidades básicas de las masas latinoamericanas

En su entrevista con el New York Times, Ocasio-Cortez declaró abiertamente su apoyo al imperialismo estadounidense. “No caracterizaría necesariamente mis objetivos de política exterior como opuestos a los del presidente ni a los de Estados Unidos”, dijo, subrayando que ella ha “prestado juramento a este país, y me tomo ese juramento muy en serio”.

El apoyo de Ocasio-Cortez a la guerra contra Rusia en Ucrania, votando a favor del envío de miles de millones en armas, es parte de este “juramento” al imperialismo estadounidense tanto como su trabajo en América Latina, cuyo principal objetivo también es defender la hegemonía estadounidense contra Rusia y China.

Resulta significativo que la avalancha de propaganda occidental contra Rusia y China no haya conseguido “hacer suyos a los adversarios de Washington” en gran parte del mundo. Una encuesta de IPSOS de enero de 2023 reveló que solo una quinta parte de los encuestados en México, Brasil, Argentina y Colombia —los países más grandes de la región— apoyan el envío de armas a Ucrania, y menos de un tercio apoyan las sanciones contra Rusia.

El presidente colombiano Gustavo Petro recibe a las congresistas Nydia Velasquez (izquierda) y Alexandria Ocasio-Cortez (derecha) en Casa Nariño, Bogotá, Colombia, 21 de agosto [Photo: Presidencia de Colombia]

En Colombia, Ocasio-Cortez dijo que se opone a que la política estadounidense se centre en proporcionar ayuda militar en el marco del Plan Colombia. Por otro lado, el presidente pseudoizquierdista Petro proclamó una “alianza estratégica” con la delegación estadounidense, a la que claramente consideró como una representación en última instancia de la Administración de Biden. Hace solo cuatro meses, Petro prometió “afianzar” la “alianza estratégica” de su Gobierno con la OTAN.

En una entrevista posterior con Jacobin, una publicación asociada con el DSA, Ocasio-Cortez dijo que los latinoamericanos “han lidiado con décadas y décadas de intervencionismo estadounidense, lo que ha creado una enorme cantidad de escepticismo cada vez que Estados Unidos está involucrado, pero tampoco buscan depender de China ni cualquier otra potencia global”. Continuó: “En lo que se refiere a la realpolitik de Estados Unidos —digamos que uno viene queriendo únicamente defender los intereses de Estados Unidos en la región— creo que, posiblemente, el interés de Estados Unidos en la región sería también reconstruir esas relaciones y dejar de adoptar una postura intervencionista”.

Cuando se le preguntó directamente si “¿lo mejor que puede hacer Estados Unidos es simplemente no intervenir?”, respondió: “Creo que sí tenemos un papel que desempeñar”.

Lo que Ocasio-Cortez no intentó ni puede responder es por qué Washington ha llevado a cabo un siglo de invasiones, golpes de Estado y otras formas de subversión política en toda la región, en primer lugar. Presumiblemente, según la cosmovisión promovida por esta agente menor del imperialismo, todo se debió a un malentendido y no a las contradicciones fundamentales del propio imperialismo.

Durante las últimas cuatro décadas, la globalización de la producción y el capital financiero intensificó dramáticamente estas contradicciones y aceleró el fin del orden de la posguerra, que se basaba en el dominio global de la economía y el dólar estadounidenses. Para el imperialismo estadounidense, se ha vuelto urgente reforzar su control semicolonial sobre su “patio trasero” en Latinoamérica y sofocar la lucha de clases tanto en casa como en el resto de la región a fin de buscar la hegemonía global mediante guerras económicas y militares.

El DSA es una facción del Partido Demócrata, que hoy se encarga de esta estrategia imperialista. Por eso buscan conciliar lo irreconciliable. Para millones de campesinos, trabajadores y jóvenes latinoamericanos que han sufrido décadas de superexplotación por parte de las oligarquías, ejecuciones extrajudiciales a manos de fuerzas entrenadas por EE.UU., persecución, desplazamiento y destrucción ecológica, es indefendible respaldar al Partido Demócrata, a Biden o las políticas que salen de Washington en general y al mismo tiempo pretender oponerse al “intervencionismo estadounidense”.

Como senador, Biden lideró los esfuerzos para imponer, tanto sobre el terreno en Colombia como en el Congreso estadounidense, la versión más militarista posible del Plan Colombia. Su Administración continúa enviando una cantidad masiva de ayuda militar a Colombia, incluso después de que las fuerzas armadas fueran desplegadas para matar y desaparecer a docenas de personas durante las manifestaciones masivas contra la desigualdad en 2019-2021.

Además, la Administración de Biden respaldó el derrocamiento y encarcelamiento del presidente electo Pedro Castillo en diciembre de 2022 y envió docenas de tropas estadounidenses para asistir en la continua represión mortal contra las manifestaciones antigolpistas a manos del régimen fascistizante de Dina Boluarte.

El golpe en Perú y los recientes golpes respaldados por EE.UU. en Honduras en 2009 y Bolivia en 2019 muestran que el imperialismo depende más que nunca de las fuerzas armadas fascistizantes, los grupos paramilitares y las conspiraciones antidemocráticas como sus principales medios políticos para contrarrestar el declive relativo de su posición económica en la región.

En el contexto de la agudización de la crisis del capitalismo estadounidense, la delegación encabezada por Ocasio-Cortez es claramente un intento de arrojar tierra a los ojos de los trabajadores en Estados Unidos y toda América Latina, mientras el imperialismo estadounidense prepara sus próximos actos de agresión.

Ocasio-Cortez dijo después de su viaje: “No se puede exagerar lo mucho que la extrema derecha estadounidense y los movimientos fascistas han estado trabajando extremadamente duro para exportar muchas de sus tácticas y objetivos en toda América Latina”. De hecho, no se puede exagerar hasta qué punto el DSA y sus socios en toda la región están allanando conscientemente el terreno para el ascenso de la extrema derecha en la región y dentro de los propios Estados Unidos.

“Tomando lecciones” de la pseudoizquierda brasileña

Siguiendo cálculos puramente nacionalistas, los elogios de Ocasio-Cortez a los oportunistas en el extranjero buscan justificar el oportunismo en casa, especialmente dado que el DSA está sumido en una profunda crisis.

En la convención del DSA el mes pasado, los delegados hablaron de una “crisis de ánimos bajos”, una “crisis presupuestaria”, una “crisis de identidad” y una crisis de su movimiento juvenil, mientras que varios artículos recientes en Jacobin han propuesto combinar una fiel “línea electoral en apoyo al Partido Demócrata” con terceros partidos “sustitutos” o falsos, apoyándose en supuestos grupos “de base” y de protesta.

La alineación del DSA con las políticas derechistas del Gobierno de Biden está socavando su papel fundamental de darle un barniz de “izquierda” al Partido Demócrata.

En la entrevista con Jacobin, Ocasio-Cortez destacó al MST (Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra) rural y a su homólogo urbano MTST (Movimiento de los Trabajadores Sin Techo) en Brasil como los que tuvieron el “mayor” impacto en ella. “Lo que me pareció tan destacable”, dijo, “es su acción directa, que forma parte de una visión ideológica y estratégica más amplia, y su decisión de participar en el trabajo electoral... una especie de radicalismo en la acción directa y un pragmatismo en su programa electoral”.

Y añadió: “Ver a la gente en Brasil, especialmente en un sistema multipartidista —Lula forma parte del Partido de los Trabajadores (PT); hay un partido socialista, el PSOL, del que forma parte el MST; hay partidos comunistas y muchos otros partidos—, unirse en un programa de solidaridad muy fuerte es asombroso”. A eso hay que añadir la Central Unificada de Trabajadores (CUT), controlada por el PT y el resto de la burocracia sindical.

Diciendo que ella y su delegación querían “tomar lecciones”, Ocasio-Cortez se reunió específicamente con Guilherme Boulos, el antiguo líder del MTST, diputado federal del PSOL y candidato a la alcaldía de la ciudad más grande de Brasil, São Paulo, apoyado por el PT. Este año ha apoyado manifestaciones para “fortalecer” a Lula y esta semana acompañó al presidente brasileño a la Asamblea General de la ONU. Como explica el principal diario económico del país, Valor Econômico: “Al lado del presidente de la República, el diputado federal intenta desmarcarse de su imagen 'radical' y busca superar la resistencia de sectores más conservadores en São Paulo y abrir un diálogo con los empresarios”.

En Brasil, el MST y el MTST también aparecen regularmente en los mítines del PT y apoyan a sus candidatos, incluido Lula. Combinan esto con ocupaciones de terrenos agrícolas improductivos, la formación de cooperativas, proyectos de vivienda y centros comunitarios. Más que un movimiento social radical, el MST se ha convertido en un lucrativo negocio capitalista, con 400.000 familias asentadas en 185 cooperativas y 120 agroindustrias. Entre 2020 y 2022, ha recibido 42 millones de reales (8,64 millones de dólares) del mercado de valores a través de la empresa Finapop, formada por inversores.

En suma, Ocasio-Cortez y compañía pretenden lanzar una malla similar sobre los trabajadores y los jóvenes de Estados Unidos para arrastrarlos de vuelta al Partido Demócrata.

En cada uno de los países visitados por Ocasio-Cortez y su delegación, la tarea democrática de poner fin a la opresión imperialista ha sido continuamente bloqueada por la subordinación política de la clase obrera a la burguesía nacional, que en última instancia depende económica y políticamente del imperialismo. La historia de la región ha confirmado repetidamente la teoría de la revolución permanente desarrollada por León Trotsky, que sostiene que los países atrasados solo pueden liberarse del imperialismo mediante la lucha independiente y revolucionaria de la clase obrera por el poder, encabezando tras ella al campesinado pobre, como parte de la revolución socialista mundial.

Hoy, este programa solo es defendido por el Comité Internacional de la Cuarta Internacional, que busca construir sus secciones en cada país con base en un cuidadoso estudio de las trágicas lecciones del siglo veinte y mediante una lucha inflexible contra todas las organizaciones pseudoizquierdistas de la clase media-alta como el DSA y sus socios internacionales.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 22 de septiembre de 2023)

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