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Perspectiva

Ante colapso de la ofensiva ucraniana, EE.UU. intenta reunir apoyo a la guerra en el G20

Hace tres meses, los líderes de EE.UU. y la OTAN se reunieron en Vilna, Lituania, en lo que presentaron como “una cumbre de vencedores” que acababa de emprender una masiva contraofensiva militar que infligiría una devastadora derrota estratégica a las fuerzas rusas en Ucrania.

El presidente Joe Biden mira a un grupo de bailarines junto a Vani Sarraju Rao, canciller adjunto de India (derecha) y Vijay Kumar Singh, ministro de Transporte y Carreteras y ministro de Aviación Civil, después de llegar al aeropuerto internacional Indira Gandhi para que asista a la cumbre G20, 8 de septiembre de 2023, Nueva Delhi. [AP Photo/Evan Vucci]

Tres meses después, la ofensiva ucraniana ha terminado en desastre. Ha fracaso en todos sus objetivos y apenas mide sus avances episódicos en metros, mientras que ha sacrificado desesperadamente a decenas de miles de tropas ucranianas y ha perdido cientos de vehículos acorazados entregados por EE.UU. y la OTAN. Miles de millones de dólares fueron derrochados y robados por funcionarios ucranianos, y el ministro de Defensa ucraniano fue despedido.

Este es el contexto en el que el presidente estadounidense Joe Biden, el tembloroso estratega principal de este sangriento desastre, ha llegado a la cumbre del G20 en Nueva Delhi, India, como un intento de apuntalar el apoyo internacional a la guerra por delegación contra Rusia en Ucrania y, al mismo tiempo, profundizar la ofensiva militar y económica contra China.

Al apostar el prestigio del imperialismo estadounidense en una victoria militar con total indiferencia a la impactante pérdida de vidas ucranianas, el Gobierno de Biden está decidido a proseguir e intensificar la guerra contra Rusia. A inicios de esta semana, el secretario de Estado, Antony Blinken, viajó a Kiev para comprometerse a continuar la guerra “por el tiempo necesario”. Un artículo de opinión reciente en el Financial Times se refirió a cualquier negociación como una “derrota moral”, mientras que otros reportes hablan de “un temor a las negociaciones de paz”.

En los medios de comunicación, se discute que la guerra se extenderá al 2024 o hasta el 2025. Dado el ritmo de bajas, Ucrania simplemente se quedaría sin fuerzas para entonces, lo que conduciría a la inevitable conclusión de que tendría que la guerra tendría que ser librada por las tropas estadounidenses y de la OTAN.

No obstante, en todos los países representados en el G20 la guerra es cada vez menos popular, lo que crea dilemas para los aliados de EE.UU. En el borrador de un comunicado que circuló el viernes, 75 párrafos ya estaban completados pero uno sobre la guerra en Ucrania permanecía en blanco. Es completamente posible que el G20 no pueda emitir una declaración conjunta por primera vez en la historia.

La guerra en Ucrania no es la única crisis que enfrentan Estados Unidos y el Gobierno de Biden. Las contrapartes de Biden sin duda plantearán interrogantes sobre la estabilidad del aparato estatal estadounidense. Trump, el candidato líder del Partido Republicano, fue acusado de cargos relacionados al intento de golpe de Estado fascistizante hace dos años y medio y el propio Biden podría estar implicado en investigaciones sobre los negocios corruptos de su hijo en Ucrania.

Reflejando el nerviosismo de la clase gobernante sobre la posición del propio Biden, el New York Times escribió el viernes: “Este año, Biden se enfrenta a preocupaciones cada vez mayores por su edad—cumplirá 81 años en noviembre—cuando hace campaña para su reelección. Una encuesta publicada por CNN el jueves muestra que sus niveles de aprobación permanecen bajos. Un fiscal especial anunció que planea presentar cargos sobre posesión de armas contra su hijo Hunter para fines del mes”.

Tiene un significado más que simbólico que, al hacer el viaje a Nueva Delhi, Biden dejara a su esposa enferma, Jill Biden, que ha vuelto a contraer el COVID-19 en medio de un nuevo repunte de la pandemia, a pesar de los esfuerzos de la Casa Blanca por encubrir la pandemia y darla por terminada.

Cada vez hay más indicios de crisis económica y colapso en el centro de las finanzas mundiales. El mes pasado, Fitch rebajó la calificación crediticia de Estados Unidos, en medio de una creciente preocupación por la viabilidad del dólar como moneda de reserva mundial. Un testimonio presentado ante el Congreso de EE.UU. a principios de este año advertía: “Por primera vez desde el colapso del patrón oro de Bretton Woods, estamos viendo una limitación sistémica del orden económico centrado en el dólar y de la política exterior de EE.UU.”.

Cada una de estas crisis confluye y se ve agravada por el crecimiento de la lucha de clases, que actualmente se centra en el inminente plazo para la huelga de cientos de miles de trabajadores automotores la semana que viene. El Gobierno de Biden está tratando desesperadamente de contener la situación, con la ayuda del aparato sindical.

La respuesta de la clase dominante estadounidense a la crisis cada vez más profunda de su hegemonía mundial es intensificar sus esfuerzos para mantener su dominio mediante la fuerza militar.

La cumbre estuvo precedida por una campaña de propaganda redactada por la CIA en los principales periódicos y diarios estadounidenses y europeos, dirigida contra China. “El modelo de China está fracasando. El mundo debería prestar atención”, declaró el consejo editorial del Washington Post. “China, económicamente enferma, padece un caso incurable de leninismo”, proclamó George Will en un artículo de opinión en el mismo periódico. El Financial Times escribió el viernes sobre un simulacro de guerra contra China previsto para el lunes, patrocinado por los demócratas y los republicanos en la Cámara de Representantes, y en el que participarían destacados ejecutivos de Wall Street.

Cabe destacar que el presidente chino, Xi Jinping, anunció que no asistirá a la cumbre del G20, la primera vez que un líder chino se ausenta desde 2008. El presidente ruso, Vladímir Putin, no asiste a una cumbre del G20 desde 2020. ¿Por qué iban a participar en un foro que está abiertamente concebido por las potencias imperialistas como un intento de forjar una coalición mundial para aplastar militarmente y subyugar económicamente a Rusia y China?

El G20 se formó tras la crisis financiera asiática de 1997 y se consolidó en lo que Estados Unidos denominó el “consejo permanente para la cooperación económica internacional” tras la crisis financiera de 2008. Algunos extractos del borrador del comunicado del G20 de este año apuntan a las amenazas para la economía mundial derivadas de las “crisis en cascada”, en las que el lento crecimiento y la elevada inflación se ven exacerbados por la aparición del proteccionismo y las guerras comerciales.

Pero la realidad innegable es que el principal artífice mundial del auge del proteccionismo, la guerra comercial y los conflictos militares es Estados Unidos.

El imperialismo estadounidense respondió a la disolución de la URSS en 1991 con una ofensiva militar mundial, que incluyó la guerra del golfo Pérsico, el bombardeo de Yugoslavia, las invasiones de Irak y Afganistán y los bombardeos de Libia y Siria. Estas guerras, que provocaron la muerte de cientos de miles de personas, no resolvieron ninguno de los gangrenosos problemas internos de Estados Unidos y, en cambio, solo han profundizado la crisis de la hegemonía mundial estadounidense.

Durante la década y media siguiente, Estados Unidos transformó la “guerra contra el terrorismo” en un “conflicto entre grandes potencias”, instigando el golpe del Maidán de 2014 que condujo a la invasión rusa de Ucrania en 2022. Las Administraciones de Obama, Trump y Biden aplicaron medidas proteccionistas agresivas como parte de una guerra comercial con China que amenaza con convertirse en un conflicto militar.

En el G20, el Gobierno de Biden recurrirá a sus tácticas habituales –sobornos y amenazas, principalmente— para obtener apoyo a las políticas de Washington.

Pero sea cual fuere el resultado de la cumbre del G20, en todo el mundo se está desarrollando un poderoso movimiento de masas contra el imperialismo. El desenlace de la guerra de Ucrania no será determinado por los políticos reunidos en el G20, todos los cuales están sumidos en crisis, sino, más bien, por la intensificación de la lucha de clases global.

(Publicado originalmente en inglés el 8 de septiembre de 2023)

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