Después de que EE.UU. anunciara el envío de cazas F-16 a Ucrania durante el encuentro del G7 la semana pasada, las fuerzas estadounidenses y sus títeres ucranianos han llevado a cabo una serie de acciones sumamente provocadoras que buscan atizar el conflicto.
Ante los reveses militares del ejército ucraniano en el terreno —siendo el más evidente la caída de Bajmut— EE.UU. y las potencias de la OTAN están preparándose para una posible intervención directa en el conflicto mediante fuerzas aéreas, navales y de tierra.
El miércoles, el USS Gerald R. Ford arribó a Oslo, Noruega. El USS Ford es el mayor buque jamás construido y el primero de una nueva generación de portaaviones comisionados por EE.UU.
El grupo de ataque del portaaviones Ford incluye dos submarinos de combate de propulsión nuclear, dos cruceros de clase Ticonderoga y un escuadrón de destructores. El grupo de ataque cuenta con un personal de miles de efectivos que operarán dentro del alcance del territorio ruso.
El vicealmirante Thomas E. Ishee, comandante de la Sexta Flota de EE.UU., explicó que, tras dejar Oslo, el grupo de ataque viajará en dirección norte hacia el Ártico para operaciones de “libertad de navegación”, como EE.UU. llama enviar buques provocadoramente a aguas disputadas.
En otras palabras, esta masiva armada, con sus miles de tropas, navegará cerca de la costa rusa, en un momento en que se intensifica rápidamente la guerra por delegación que Biden dijo el año pasado que amenazaría con un “Armagedón” nuclear.
No es información pública el tipo de armas que carga esta masiva armada. Si bien EE.UU. tiene una política de no confirmar ni negar la presencia de armas nucleares en sus buques, los centros de pensamiento militares de EE.UU. han abogado por años el despliegue de armas nucleares tácticas en los portaaviones estadounidenses.
El despliegue del portaaviones en Noruega forma parte de una serie de importantes escaladas del conflicto.
El lunes, un grupo de milicianos ultraderechistas rusos, operando en coordinación con el ejército ucraniano, cruzaron en Rusia y llevaron una serie de ataques en la región de Belgorod. Los funcionarios rusos mostraron imágenes de la milicia viajando en vehículos suministrados por EE.UU., incluyendo los vehículos fuertemente acorazados MRAP que fueron desarrollados para las guerras estadounidenses en Irak y Afganistán.
El miércoles, el New York Times publicó un artículo confirmando que una serie de ataques con drones a la residencia oficial del presidente ruso Vladímir Putin fueron llevados a cabo por una facción del Estado ucraniano, presuntamente sin el conocimiento previo de Zelenski ni Estados Unidos.
Quizás lo más provocador fue una entrevista con el diario alemán derechista Die Welt en la que el jefe adjunto de la inteligencia militar ucraniana, Vadim Skibitski dijo que el Gobierno ucraniano apoya oficialmente el asesinato de Putin y lleva a cabo ataques directos dentro de Rusia.
En un artículo intitulado: “Putin está de primero en la lista. Estamos intentando asesinarlo”, Skibitski fue preguntado, “¿Quién está de primero en la lista [para asesinatos]?”. Respondió, “Putin porque él coordina y decide lo que sucede”.
A la pregunta “¿Ustedes llevaron a cabo los ataques en el norte de Rusia: en los ferrocarriles, los almacenes y aeropuertos?”, Skibitski replicó: “Todos los suministros provienen de Rostov o a través de Crimea”. El entrevistador preguntó, “¿Y también atacarán estas áreas?”, y Skibitski respondió: “Por supuesto. Si tienen combustible, armas y municiones ahí, serán destruidos”.
La declaración oficial de un líder de las fuerzas de inteligencia ucranianas de que es política de Estado intentar asesinar al presidente de Rusia vuelve incluso más ominosas las declaraciones del secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, después de los ataques con drones del 3 de mayo en el Kremlin. Cuando le preguntaron si EE.UU. apoya “tales ataques a líderes”, respondió, “Estas decisiones le corresponden a Ucrania sobre cómo se va a defender”.
La conclusión clara es que los ataques al interior de Rusia, incluyendo el intento de asesinato a Putin que la prensa ya admite que fue emprendido por Ucrania, se están llevando a cabo en coordinación estrecha y con la aprobación de Estados Unidos.
Los funcionarios estadounidenses están exigiendo cada vez más abiertamente ataques a territorio ruso. El jueves, un reportero ultraderechista le preguntó al congresista demócrata Jerrold Nadler, “¿Está preocupado de que [las fuerzas ucranianas] ingresen en suelo ruso?”. Nadler respondió: “No me preocupa. No me importaría si lo hicieran”.
En su propia respuesta desesperada y temeraria a los intentos estadounidenses provocadores de expandir el conflicto, Moscú anunció que colocaría armas nucleares tácticas en el país vecino de Bielorrusia. “En el contexto de una escalada extremadamente grave de las amenazas en las fronteras occidentales de Rusia y Bielorrusia, se tomó la decisión de tomar contramedidas en el ámbito militar-nuclear”, dijo el ministro de Defensa ruso Serguéi Shoigú.
A inicios de la semana, el World Socialist Web Site señaló que la decisión de enviar cazas F-16 a Ucrania realmente fue elaborada hace meses, como parte de un plan de largo plazo para expandir la participación estadounidense en la guerra con Rusia. “Mientras el Gobierno de Biden opera con un plan sistemático de intensificar la guerra”, escribimos, “todas sus acciones se presentan como reacciones casi espontáneas a la ‘presión’ externa”.
Este análisis fue confirmado casi palabra por palabra, en las declaraciones el jueves del presidente del Estado Mayor Conjunto de EE.UU. Explicó: “No se trata de si estaremos de acuerdo o si estamos de acuerdo o bajo presión. Eso no es para nada lo que se está sucediendo aquí. Se trata de un análisis militar sólido que evalúa los costos, los beneficios y los riesgos, y lo que hace falta en el campo de batalla en este momento y en el futuro próximo”.
A diferencia de lo que presentan los medios de comunicación, las reuniones a puerta cerrada en la cumbre del G7 el fin de semana pasado no se trataban sobre el envío de aviones de guerra. En cambio, como señaló el WSWS, “tenía dos objetivos: primero, alinear a cualquier disidente dentro de la cábala de conspiradores imperialistas, y segundo, discutir la cuestión primordial: ¿Y ahora qué?”.
Los acontecimientos no tardaron en responder esa pregunta. Ante los reveses militares ucranianos y la creciente crisis económica, social y política en sus respectivos países —ante todo, en la forma de un crecimiento explosivo de la lucha de clases— las élites gobernantes capitalistas, como escribió Trotsky en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, “se deslizan como por un tobogán y con los ojos cerrados” hacia la catástrofe.
(Publicado originalmente en inglés el 25 de mayo de 2023)