El Silicon Valley Bank (SVB), que prestaba servicios a las startups (empresas emergentes) de alta tecnología y a sus inversores, cerró ayer en la segunda mayor quiebra bancaria de la historia de Estados Unidos.
Con 209.000 millones de dólares en activos, la desaparición del SVB sólo ha sido eclipsada por la quiebra del Washington Mutual en 2008, al inicio de la crisis financiera mundial.
Hace menos de 18 meses, SVB tenía un valor de mercado de 44.000 millones de dólares. Ahora está en manos de la Corporación Federal de Seguros de Depósito (Federal Deposit Insurance Corporation, FDIC), que intervino tras fracasar un intento de recaudación de capital de 2.500 millones de dólares.
El jueves, el director ejecutivo de SVB aseguró a clientes e inversores que, a pesar de sus problemas, el banco se encontraba en una situación financiera sólida. Todo fue en vano.
SVB no era un banco pequeño. Era el decimosexto mayor banco de Estados Unidos y estaba profundamente integrado en la alta tecnología de Silicon Valley, prestando servicios a cerca de la mitad de todas las startups financiadas por inversores de capital riesgo.
Un alto ejecutivo de un fondo multimillonario de capital riesgo señaló al Financial Times el alcance y la rapidez de la quiebra: 'Los 40 años de relaciones comerciales de SVB apoyando a Silicon Valley se evaporaron en 14 horas'.
El colapso de SVB es producto directo de las subidas de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal estadounidense, instituidas al ritmo más rápido de los últimos 40 años, en un intento de aplastar el creciente aumento salarial de la clase trabajadora ante la mayor tasa de inflación de las últimas cuatro décadas.
Mientras el dinero afluía al sector de la alta tecnología como resultado de las anteriores políticas monetarias ultra laxas de la Reserva Federal, el SVB trató de encontrar un refugio seguro para sus tenencias de efectivo extra invirtiendo en bonos del Tesoro estadounidense y valores respaldados por hipotecas, supuestamente seguros.
Un artículo del Wall Street Journal (WSJ) sobre la desaparición del SVB comenzaba planteando la pregunta de cómo era posible que un banco, que había comprado algunos de los activos más seguros del mundo, hubiera quebrado en sólo dos días.
Señalaba que la cartera de valores del banco pasó de unos $27.000 millones en el primer trimestre de 2020 a unos $121.000 millones a finales de 2021.
Este aumento fue el resultado directo de la inyección masiva de $4 billones de la Fed en el sistema financiero después de la congelación del mercado de marzo de 2020 al comienzo de la pandemia COVID-19.
Pero cuando la Fed empezó a subir los tipos de interés el año pasado y aumentaron los rendimientos de los bonos del Tesoro y otras deudas, su valor de mercado cayó —los rendimientos y el precio de los bonos se mueven en direcciones opuestas— y el SVB sufrió pérdidas significativas.
Se calcula que ha sufrido pérdidas por valor de $15.000 millones en los $91.000 millones de títulos a largo plazo que poseía.
El otro factor importante fue el cambio en los flujos monetarios. En lugar de recibir dinero nuevo de los inversores, que trataban de entrar en la planta baja para el próximo cohete de alta tecnología, muchos de los clientes de SVB comenzaron a hacer retiros a medida que quemaban dinero en efectivo.
El colapso provocó una onda expansiva en bancos similares y en el sistema bancario en general.
La cotización de los grupos bancarios PacWest, Western Alliance y First Republic se suspendió durante un tiempo, ya que sus acciones experimentaron fuertes caídas por considerarse similares a las de SVB.
Las acciones de First Republic terminaron el día con un descenso del 15% y la caída de los otros dos fue del 38% y el 21% respectivamente.
First Republic emitió un comunicado señalando su 'continua seguridad y estabilidad y sus fuertes posiciones de capital y liquidez'. Tales declaraciones no significan esencialmente nada porque si cualquier banco dice lo contrario, o incluso indica que no todo va bien, puede desencadenar un colapso.
Y el mercado tiene motivos para cuestionar la posición de First Republic. Sus últimos informes anuales revelan una brecha significativa entre el valor de mercado de sus activos, en su mayoría préstamos, y su valor contable.
El WSJ informó de que el valor de mercado de sus 'hipotecas garantizadas con bienes inmuebles' era de $117.500 millones a finales del año pasado, en comparación con su valor contable de $136.800 millones.
'La diferencia de valor razonable de esta categoría de activos era superior a los $17.400 millones de capital total de First Republic', señalaba el artículo. El valor total de los activos financieros de la empresa era inferior en $26.900 millones al que figuraba en el balance, y añadía que un portavoz de la empresa se había negado a comentar la divergencia.
Es probable que la absorción de SVB por la FDIC tenga efectos inmediatos significativos. Los depósitos de hasta $250.000 están asegurados federalmente. Pero la inmensa mayoría de los clientes del SVB superan con creces esa categoría, ya que el banco informó a finales del año pasado de que, de un total de $173.000 millones en depósitos nacionales, $151.000 millones no estaban asegurados.
Cuando el jueves quedó claro que el banco se enfrentaba a graves problemas, los inversores trataron de sacar su dinero y colocarlo en otra parte.
Las empresas emergentes de Silicon Valley se enfrentan a graves problemas como consecuencia del colapso, y un representante del sector tuiteó que se trataba de un 'acontecimiento de nivel de extinción'.
Tal es la importancia de la quiebra del SVB y sus posibles efectos en el sector bancario, que ha experimentado caídas en Wall Street en los últimos días, que el Departamento del Tesoro de EE.UU. emitió un comunicado en el que afirmaba que se había reunido con altos cargos de la Reserva Federal, la FDIC y la Office of the Comptroller of the Currency (Oficina del Interventor de la Moneda), todos ellos con algún papel en la supervisión de los bancos, para analizar la situación.
El comunicado decía que la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, expresó 'plena confianza en los reguladores bancarios' y señaló que el sistema bancario 'sigue siendo resistente'.
Por supuesto, no podía decir nada más. Pero sigue habiendo problemas de todo tipo. Las nuevas regulaciones, puestas en marcha tras la crisis de 2008, no lograron evitar la congelación de los mercados de marzo de 2020, para la que los reguladores financieros, casi tres años después, no han logrado dar una explicación, y mucho menos una solución.
Además, la inyección masiva de dinero por parte de la Reserva Federal en respuesta a ese acontecimiento, unos $4 billones, que alimentó una nueva ronda de especulación sin precedentes en todos los mercados financieros, ha creado las condiciones para una nueva crisis a medida que continúan las subidas de los tipos de interés.
(Publicado originalmente en inglés el 10 de marzo de 2023)