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Perspectiva

Scholz, Macron y Draghi en Kiev: el imperialismo europeo respalda la escalada militar contra Rusia

El jueves, se desmintió cualquier argumento de que las principales potencias europeas están adoptando un curso más pacífico que EE.UU. con respecto a Rusia.

El presidente francés Emmanuel Macron, el canciller alemán Olaf Scholz y el primer ministro italiano Mario Draghi viajaron juntos en un tren especial a Kiev para reunirse con el presidente ucraniano Volodímir Zelenski. En Kiev, el presidente rumano Klaus Johannis se unió a la comisión.

Los mensajes de los cuatro fueron rotundos. A pesar de que la guerra con Rusia se está volviendo en una guerra de desgaste sin un fin previsible, con cientos de muertes diarias, están haciendo todo lo posible para intensificar y prolongar el conflicto. Prometieron entregar a Ucrania más armas pesadas y discutir su entrada en la Unión Europea (UE). Al hacerlo, aceptaron conscientemente el peligro del peligro de una tercera guerra mundial con armas nucleares.

El canciller Scholz destacó la importancia simbólica de la visita conjunta de los líderes en Kiev. “Es importante que los jefes de Gobierno de tres importantes países hayan ido a Kiev y demostrado su apoyo a Ucrania en esta situación tan especial de la guerra”, afirmó. El objetivo no es solo mostrar solidaridad, indicó, sino también seguir suministrando asistencia financiera, humanitaria y militar “por el tiempo necesario en pro de la lucha ucraniana de independencia”.

En una rueda de prensa conjunta con Zelenski, Macron, Draghi y Johannis, Scholz luego dio la garantía de que “apoyaremos a Ucrania con la provisión de armas y seguiremos haciéndolo mientras ucrania necesite nuestro apoyo”. Específicamente, además de los tanques antiaéreos Cheetah, los obuses Howitzer 2000, el sistema antiaéreo moderno Iris-T y el radar especial Cobra, Scholz prometió la entrega de varios lanzacohetes tras consultarlo con Reino Unido y EE.UU.

Macron también prometió el envío de más tanques Howitzer. “Además de los doce [cañones Howitzer autopropulsados] Caesar que ya fueron entregados, se añadirán seis más en las próximas semanas”, dijo.

Zelenski se mostró emocionado. Se entregarán armas, incluyendo aquellas deseadas por Ucrania, dijo. “Alemania nos está ayudando mucho en esto”, añadió. Luego, describió la posibilidad de que Ucrania sea candidata para ingresar en la UE como “una decisión histórica para Europa”.

El día anterior, los ministros de Defensa que componen el llamado Grupo de Contacto por la Defensa de Ucrania, que incluye los 30 miembros de la OTAN, así como Suecia, Finlandia, Georgia, Moldova, Australia y una docena de países más, aprobó un aumento masivo en el suministro de armas en Bruselas.

Se enviarán equipos de artillería, varios lanzacohetes, drones de combate, vehículos acorazados, misiles antibuques, entre otras armas, con la brevedad posible. Estados Unidos y sus aliados esperan que las armas adicionales cambien el curso de la guerra a favor de Ucrania, dado que Rusia controla actualmente una quinta parte del territorio ucraniano.

El grueso de la asistencia vendrá de EE.UU., que aumentó su suministro de armas en $1 mil millones más. Pero las potencias europeas no están meramente siguiendo a EE.UU., como lo afirman algunos críticos. Están persiguiendo sus propios intereses imperialistas.

El masivo rearme de Ucrania, el despliegue de cada vez más tropas de la OTAN en la frontera de Rusia con Europa del este y la aspiración ucraniana de entrar en la UE están cambiando el carácter de la propia UE. Mientras que ha sido una unión económica desde sus orígenes, se está convirtiendo cada vez más abiertamente en una alianza militar imperialista contra Rusia, China y, en última instancia, contra EE.UU. así como contra la clase obrera europea.

Si bien los oligarcas ucranianos y las élites derechistas y corruptas del país sueñan con tener su propio lugar en los banquetes en Bruselas, la pertenencia a la UE sería una pesadilla para los trabajadores ucranianos. Incluso durante el proceso de integración, que usualmente dura varios años o incluso décadas, el Gobierno deberá recortar todos los gastos sociales “superfluos”.

Mario Draghi, quien ahora defiende la entrada de Ucrania en la UE como líder del Gobierno italiano, fue el titular del Banco Central Europeo desde el 2011, cuando impuso un programa de austeridad a la clase obrera griega como parte de la llamada Troika, sumiendo a millones en una amarga pobreza y causando miles de muertes.

En los países de Europa del Este que han sido miembros de la UE por más de 15 años, los trabajadores siguen siendo explotados con salarios de hambre por las corporaciones internacionales, mientras la infraestructura social ha sido decimada y gobierna un régimen corrupto tras otro.

En el siglo veinte, Alemania intentó dos veces absorber a Ucrania dentro de su esfera de influencia. El primer intento fue en 1918 durante la paz dictada de Brest-Litovsk, cuando obligó al Gobierno revolucionario en Moscú de abandonar Ucrania, donde estableció un régimen títere que fue liderado por el brutal oficial zarista y dictador Pavlo Skoropadskyi. Luego, en 1941, durante la guerra de exterminio contra la Unión Soviética, asesinó a millones en el territorio que compone actualmente Ucrania para crear un “espacio vital” para los alemanes.

La visita de Scholz al suburbio de Irpin, en Kiev, donde lamentó la “inimaginable crueldad” de Rusia, fue el colmo de la hipocresía. Pudo haber hecho una parada en el centro de la ciudad en Babi Yar, donde la Wehrmacht alemana asesinó a 34.000 judíos de Kiev en 36 horas el 29 y 30 de septiembre de 1941. Pero esto no le habría convenido al régimen de Kiev, que venera a los colaboradores nazis como Stepán Bandera y su Organización de Nacionalistas Ucranianos como “héroes”.

Cuando Estados Unidos y sus aliados destruyeron ciudades enteras, como Bagdad, Mosul, Faluya, Trípoli, Belgrado y Gaza, no se celebraron las correspondientes peregrinaciones como la del jueves. La moral de Scholz, Macron y Draghi está dictada exclusivamente por los intereses imperialistas dentro y fuera del país.

Un motivo decisivo para el rearme de Alemania, que triplicará su presupuesto de defensa este año, y de toda Europa es la intensificación de la lucha de clases. Las clases dominantes de Europa y Estados Unidos responden a la creciente rebelión contra las consecuencias mortales de la pandemia y los efectos de la inflación rearmándose contra los enemigos externos e internos. La guerra y el militarismo siempre han servido como medio para reprimir por la fuerza la lucha de clases.

El presidente Macron, que se enfrenta a una ola de huelgas y corre el riesgo de perder su mayoría parlamentaria el domingo, anunció en una exposición militar cuatro días antes de su viaje a Kiev que Francia y la UE estaban “viviendo en una economía de guerra en la que debemos organizarnos permanentemente”.

La ministra de Defensa alemana, Christine Lambrecht, anunció la formación de un nuevo “Mando de Liderazgo Territorial”, en gran parte oculto para el público, que es responsable de la defensa y la logística de la OTAN en Alemania, así como de la “Seguridad Nacional”. Las operaciones internas de las fuerzas armadas alemanas (Bundeswehr), que de hecho están prohibidas, quedan de este modo bajo el mismo mando que la ofensiva bélica contra Rusia.

“Con el nuevo mando, podemos proporcionar muy rápidamente las fuerzas necesarias para un equipo nacional de crisis, en caso necesario, además de las tareas puramente militares”, explicó Lambrecht. Citó como modelo la unidad de crisis sobre el COVID-19 de la Cancillería, que está dirigida por un general del Bundeswehr.

Sólo un movimiento independiente de la clase obrera puede detener el peligro de la guerra y la dictadura. El creciente movimiento huelguístico de la clase obrera y la oposición a la guerra deben estar unidos en un movimiento internacional consciente contra su causa, el capitalismo. Por esto luchan el Comité Internacional de la Cuarta Internacional y sus secciones, los Partidos Socialistas por la Igualdad.

(Publicado originalmente en inglés el 15 de junio de 2022)

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