El Partido Socialista por la Igualdad (EE.UU.) adoptó el documento que sigue más abajo durante su primer Congreso Nacional, el cual se celebró del 11 al 15 de agosto, 2010, en la ciudad de Ann Arbor, estado de Michigan. Vamos a publicar el documento en dos partes. La primera aparece hoy. La segunda sigue mañana.
La versión original en inglés se publicó en tres partes del 2 al 4 de septiembre, 2010.
El impacto de la crisis económica sobre la sociedad.
1. El sistema capitalista mundial ahora sufre su peor crisis desde la Gran Depresión de los años 1930. El terremoto económico que se inició en septiembre 2008 con el repentino fracaso de los iconos empresariales de Wall Street, se ha convertido en un cáncer cuya metástasis ha invadido la economía del mundo entero. Por décadas, los apologistas del capitalismo proclamaron que el sistema de "libre empresa" al estilo estadounidense era la forma más perfecta de organización económica. Estos ignoraron las muchas señales de la crisis que se avecinaba mientras que los medios de comunicación bajo control empresarial celebraban la temeraria especulación —financiera y el irresponsable enriquecimiento personal que define el estilo de vida personal de la clase gobernante. Cuando el desastre por fin llegó en el 2008, el gobierno de EE.UU. intervino con una desesperada infusión de cientos de billones de dólares para salvar al sistema bancario del colapso. El presidente de EE.UU. admitió públicamente que la supervivencia del sistema capitalista estaba en peligro. El rescate económico de emergencia protegió la riqueza de inversionistas acaudalados pero fracasó en detener la crisis.
2. El alegato del gobierno de Obama que asegura haber "desnucado" la recesión es una mentira de políticos cínicos convencidos de que al pueblo se le puede hacer creer cualquier cosa. Pero la realidad de la creciente consternación social no es tan fácil de ocultar. Aproximadamente 26 millones de personas en EE.UU. están desempleadas o no pueden encontrar trabajo a tiempo completo. 50% de los incluidos en las cifras oficiales de desempleo no han tenido trabajo por seis meses o más. Esta tasa de desempleo es la más prolongada desde los años 1930. La juventud, agobiada por las deudas que ha acumulado para pagar su educación, se gradúa de las universidades sin esperanzas de conseguir empleos bien pagados o de cualquier otro tipo.
3. Cada año, un millón de trabajadores son arrojados de sus hogares mediante ejecuciones hipotecarias. El ingreso de los trabajadores estadounidenses, que había estado disminuyendo desde principios de los años 1970, ahora cae en picada. Desde el principio de la recesión ha habido una ola de reducciones salariales. Millones de familias obreras no pueden pagar sus cuentas. Los que no pueden pagar sus facturas a tiempo son tratados con brutalidad inhumana. En ciudades como Detroit, las empresas de servicios públicos rutinariamente cortan el gas y la electricidad a trabajadores empobrecidos, ocasionando la muerte de numerosas personas en todo el país.
4. La crisis financiera casi estrangula a todos los estados y gobiernos locales. La reacción de la élite empresarial ha sido exigir la austeridad. Los políticos que tan sólo ayer ofrecían rescate a los bancos ahora proclaman que "no hay dinero" para programas sociales esenciales. Los planes de pensiones están siendo incumplidos, se están cerrando escuelas e incontables servicios sociales vitales para el bienestar de pequeñas comunidades están siendo drásticamente reducidos o totalmente suprimidos. Con la excusa de "reformas", se han impuesto mayores restricciones a la atención médica de las que ya tenía.
5. Los ataques contra la clase trabajadora en EE.UU. son parte de un proceso mundial. El colapso económico que comenzó en septiembre del 2008 es comparable al derrumbe de Wall Street en 1929. Ahora, tal como ocurrió hace 80 años, la crisis comenzó en EE.UU. pero se extendió rápidamente por Europa y el resto del mundo. En septiembre del 2008, los bancos y las empresas inversionistas de Wall Street se encontraban al borde de la bancarrota. Para la primavera del 2010, con la solvencia económica de los países europeos en duda, un gobierno tras otro anunció su determinación de imponer dolorosas medidas de austeridad.
6. Luego del colapso de Wall Street en 1929, el gobierno y la prensa repitieron incesantemente la frase, "La prosperidad está al doblar la esquina". No obstante, la depresión que comenzó con el colapso de la bolsa de valores y se extendió rápidamente por todo el mundo duró más de una década y condujo a destrucción y sufrimientos insólitos, a dictaduras militares, al fascismo y a la guerra mundial.
7. El fantasma de las tragedias del pasado es aún más espantoso hoy día. En vísperas de la Segunda Guerra Mundial, León Trotsky, el estratega socialista revolucionario más grande del Siglo XX, describió la crisis como "la agonía de muerte del capitalismo". Advirtió que "una catástrofe amenaza a toda la cultura humana". Los horrores que siguieron vindicaron sus palabras. El capitalismo sobrevivió sólo porque hundió al mundo en el cataclismo de la guerra. Cuando ésta llegó a su fin en 1945, aproximadamente 70 millones de personas habían perecido.
8. Nos incumbe advertir de nuevo y de la manera más urgente que la crisis de hoy simplemente no va a desaparecer. No existe manera pacífica, y mucho menos fácil, de librar a la humanidad del callejón sin salida socioeconómico al cual el capitalismo la ha arrojado. El programa del Partido Socialista por la Igualdad—el cual colabora en solidaridad política con el Comité Internacional de la Cuarta Internacional—no consiste de una colección de tratamientos paliativos o medidas incompletas. El objetivo de este partido y sus colegas en la Cuarta Internacional no consiste en reformar el capitalismo en EE.UU. o en el resto del mundo. Si algo ha de aprenderse de las tragedias del Siglo XX, es que la repetición de estos horrores en el Siglo XXI—a un nivel mucho más sangriento—sólo puede prevenirse por medio de la lucha revolucionaria de la clase trabajadora estadounidense e internacional por el socialismo.
El declive histórico del capitalismo norteamericano
9. La crisis de hoy día difiere de la Gran Depresión solamente en un aspecto clave. A pesar de lo severo de la crisis, los EE.UU. de los años 1930 continuó siendo una potencia económica mundial en ascenso. El capitalismo estadounidense, que se había desarrollado de manera explosiva durante los cincuenta años anteriores , todavía era dueño de la base manufacturera y tecnológica más avanzada y eficiente del mundo. Al terminar la Segunda Guerra Mundial, EE.UU. ocupaba una posición incuestionable como la mayor potencia industrial y el principal acreedor del planeta. Esto fue la base de la estabilización del capitalismo mundial y el rápido aumento de los niveles de vida de los trabajadores estadounidenses durante el cuarto de siglo que siguió a la guerra. No obstante, la recuperación de Europa y Japón gradualmente socavó el dominio del capitalismo estadounidense durante los años 1950 y1960. El deterioro de la balanza comercial aumentó la presión sobre el dólar estadounidense, que sirvió de piedra angular del sistema monetario internacional de la posguerra. La militancia industrial y social de la clase trabajadora le arrancó concesiones a la clase gobernante, colocando una carga aun mayor sobre las finanzas del capitalismo estadounidense. El increíble costo de la reaccionaria y fracasada guerra que EE.UU. lanzó contra el pueblo vietnamita llevó a un punto crítico las dificultades económicas que se habían ido acumulando durante los años 1960. En lo que representó una admisión del fin del incontestable dominio mundial económico de los EE.UU., el 15 de agosto de 1971 el gobierno de Nixon abolió la convertibilidad internacional del dólar al oro (a una tasa de $35 por onza).
10. Durante las últimas cuatro décadas hemos presenciado el estancamiento y deterioro del capitalismo norteamericano. Desde principios de los años 1970, en comparación con las monedas de los principales competidores capitalistas de EE.UU. en Europa y Japón, el valor del dólar ha disminuido drásticamente. EE.UU. se ha convertido en la nación más endeudada del mundo. La balanza comercial mensual y los déficits en pagos alcanzan las decenas de billones de dólares. El deterioro de la base manufacturera e industrial del capitalismo estadounidense—producto de la interacción de la competencia internacional y la disminución de las ganancias—ha sido la causa de la enorme expansión del parasitismo financiero. Hace treinta años, la industria financiera tan solo producía 6% de las ganancias empresariales. Hoy día, más de 40% de los ingresos empresariales son generados mediante préstamos, la especulación bursátil y otros tipos de estafas bancarias. Además, las inversiones de la aristocracia financiera en la producción de bienes, tanto en EE.UU. como el resto del mundo, tiene como único objetivo generar las mayores ganancias empresariales y fortunas personales posibles en el menor tiempo posible. Este es el origen del despiadado movimiento hacia la eliminación de empleos, la reducción salarial, el aumento de la productividad, y la disminución de los programas sociales. La aristocracia bancaria de EE.UU. está en la cúspide de un sistema mundial de explotación que trata de exprimir tantas ganancias como pueda de la carne, los huesos y los tendones de cada trabajador.
11. No es sólo la locura por el dinero y la sed por ilimitadas fortunas personales lo que impulsa a la clase gobernante de EE.UU. a intensificar la explotación. El prolongado deterioro económico del capitalismo estadounidense es, a fin de cuentas, la causa principal del ataque contra los niveles de vida y las condiciones sociales de la clase trabajadora. Los EE.UU. ya no puede autodenominarse "la tierra de oportunidades sin límites". En realidad, esta frase siempre fue un mito que ocultó una realidad mucho más fea y dura. Pero durante los años 1930, bajo el liderazgo de Franklin Roosevelt, todavía le era posible al capitalismo estadounidense prometer un "Nuevo Trato" [New Deal] a los trabajadores. Pero incluso entonces, con un gobierno reformista en el poder, la clase trabajadora tuvo que entablar amargas luchas para hacer realidad las promesas vagas y frecuentemente insinceras de Roosevelt. Hoy día, el gobierno de Obama no tiene un "Nuevo Trato" que ofrecer. La demagogia del eslogan de su campaña electoral— "¡Sí se puede!"—se ha convertido en un "No podemos" que refleja la realidad de su presidencia.
El fracaso del gobierno de Obama
12. Millones de trabajadores votaron por Barack Obama con la esperanza que su gobierno cambiara la política reaccionaria de George W. Bush. La experiencia indica que estas esperanzas han sido refutadas. Bajo la pancarta fraudulenta de la "guerra contra el terror", el gobierno de Obama continúa los planes imperialistas mundiales de la clase gobernante de EE.UU. Las tropas todavía ocupan Irak, y las actividades militares en Afganistán y Pakistán se han intensificado. El uso de vehículos aéreos no tripulados [drones] ha hecho de los asesinatos selectivos [targeted killings] cosa de todos los días. Al mismo tiempo, el gobierno de Obama continúa intensificando las presiones contra Irán, preparando el terreno, bajo uno u otro pretexto, para un ataque militar que tendría consecuencias catastróficas. A fin de cuentas, Obama, como sus antecesores, cree que el poderío militar de EE.UU. se puede utilizar para contrarrestar las consecuencias del declive de la posición de ese país en el orden económico mundial.
13. Los adelantos en tecnologías de comunicación e informática han creado las bases materiales para la integración mundial de todos los aspectos de la economía. Pero las características progresistas y el potencial productivo de una economía mundializada son negados por la continua división del mundo en estados-naciones. Esta contradicción domina la vida política del planeta. Con la primera y segunda guerras mundiales, la historia ya ha demostrado las horribles consecuencias de la competencia entre naciones capitalistas rivales. El peligro de una nueva conflagración mundial avanza rápidamente. Los EE.UU. observa con gran preocupación el desarrollo económico de rivales potenciales en todo el mundo. En particular, el rápido desarrollo económico de China ha provocado extensos debates dentro de los círculos militares y políticos del país acerca de las posibilidades y repercusiones de una guerra con esa nación.
14. El resultado de semejante guerra sería, sin ninguna duda, un desastre de dimensiones inimaginables, pero ello no significa que no pueda suceder. La lógica del imperialismo conduce a conflictos militares, y el empuje hacia la guerra es determinado por crueles consideraciones económicas y geoestratégicas. Y China no es el único adversario potencial. Conflictos de intereses y ambiciones en Asia Central, la región del Mar Negro, los Balcanes y Europa del Este sirven de base a tensiones crónicas entre Rusia y EE.UU. Hay indicios claros que las crecientes diferencias sobre la política económica están produciendo un resurgimiento de los viejos antagonismos entre EE.UU., Alemania y otros países europeos. En su "propio" hemisferio, las relaciones entre Washington y América Latina se están deteriorando.
15. La determinación del imperialismo estadounidense de mantener su posición dominante dentro del sistema capitalista mundial plantea innumerables escenarios, con muchas diferentes naciones, que llevan a conflictos militares. Uno u otro de estos escenarios—o alguna variación imprevista—inevitablemente se hará realidad. Esto es, de hecho, lo que las fuerzas militares de EE.UU. esperan. El análisis oficial del 2010 escrito por el Entorno Operativo Unido (Joint Operating Environment) y publicado por el Comando de Fuerzas Conjuntas de EE.UU. (United States Joint Forces Command), declara sin rodeos en su introducción: "La guerra ha sido un elemento principal de cambio durante toda la historia, y no hay ninguna razón para creer que el futuro va a ser diferente". Sólo hay una manera de prevenir otra catastrófica guerra mundial, y es por medio de la movilización política internacional de la clase trabajadora para luchar por el socialismo. La clase trabajadora de EE.UU. debe y jugará un papel estelar en esta lucha internacional.
16. El fracaso del gobierno de Obama en tomar medidas significantes para aliviar el sufrimiento económico de decenas de millones de familias obreras estadounidenses es testimonio de la profunda realidad de la vida política en EE.UU.: el control absoluto mantenido por empresas, multibillonarias y los ultra-ricos sobre todas las ramas del gobierno y el sistema bipartidista. La rama ejecutiva, el Congreso, el sistema judicial y todos los gobiernos locales y estatales son serviles a los intereses empresariales. Es imposible adoptar alguna ley o medida que la clase capitalista perciba como un peligro o amenaza a sus intereses o riqueza. Cada vez es más obvio que la democracia de EE.UU. es un gobierno de los ricos, por los ricos y para los ricos. El aumento y la concentración de las fortunas personales durante los últimos treinta años, los cuales han producido el nivel de desigualdad social más alto de todos los otros países capitalistas avanzados, son consecuencia de las reducciones en los impuestos y la revocación de las leyes y reglamentos que solían limitar las actividades explotadoras de las empresas.
17. La concentración de asombrosas cantidades de dinero en manos de una pequeña fracción de la población, como consecuencia de que los medios de producción sean propiedad privada, no es solamente socialmente obsceno. También destruye la economía y es incompatible con las necesidades primordiales de la sociedad, tanto en EE.UU. como el resto del mundo. Estamos en la era de una sociedad de masas integrada globalmente. Aproximadamente 7.000.000.000 de personas pueblan el planeta, y de ellos 300.000.000 viven en EE.UU. Todos los grandes problemas sociales a los cuales se enfrenta la sociedad moderna—el abastecimiento de alimentos y otras necesidades esenciales, la educación, la atención médica, la vivienda, la infraestructura social, el desarrollo de las materias primas—requieren soluciones colectivas, no individuales. Es urgente que los recursos económicos mundiales se desarrollen de forma racional y se utilicen para servir los intereses de los pueblos del mundo. Además, los adelantos tecnológicos y el crecimiento de la economía, necesarios para abolir la pobreza y satisfacer siempre crecientes necesidades sociales y culturales de los pueblos, no se pueden lograr sin un entendimiento científico de los complejos y peligrosos problemas que enfrenta la ecología de nuestro planeta.
18. Ninguno de estos problemas se puede resolver en un país y en un mundo en que las empresas privadas controlan todas las decisiones importantes acerca de la economía. La insensata especulación sobre hipotecas basadas en préstamos de alto riesgo, la cual precipitó la debacle bancaria mundial del 2008, demostró como la economía mundial está a la merced de la rapaz y socialmente criminal sed por enriquecerse personalmente. Y como si esa lección fuese insuficiente, la catástrofe ecológica en el Golfo de México—envenenado por cientos de millones de galones de petróleo crudo—es una demostración histórica del carácter socialmente tóxico de la empresa privada. Ya se ha establecido que BP ignoró o violó conscientemente los procesos más elementales de seguridad en pos de las ganancias. La conducta criminal de BP fue alentada por gobiernos estadounidenses sucesivos, tanto Republicanos como Demócratas.
19. A pesar de la magnitud del desastre producido por la explosión de la torre petrolera Deepwater Horizon, propiedad de BP, el gobierno de Obama permanece paralizado frente al enorme poder económico y político que ejercen BP y otras empresas transnacionales. En una reveladora y previsible demostración de su servilismo a los poderes empresariales, el Presidente declaró que no tiene el deseo de socavar la viabilidad financiera de BP. Así como a los financieros de Wall Street nunca se les imputó ningún cargo por los estragos que sus especulaciones imprudentes causaron en la economía, BP también ha sido protegida de las consecuencias de sus acciones. Mucho más importante que el destino que BP y sus jefes ejecutivos sufran son las profundas causas económicas de esta catástrofe. El origen básico no solo de esta catástrofe en el Golfo de México sino también en las numerosas otras formas que asume la creciente crisis económica, se encuentra en la implacable subordinación de los intereses socioeconómicos de las masas trabajadoras a la acumulación de las ganancias y fortunas personales de las empresas capitalistas propietarias y controladoras de los medios de producción.
El fracaso del liberalismo y del Partido Demócrata
20. La crisis económica que estalló en el otoño del 2008 continúa y no se le ve fin. El gobierno de Obama ha tratado de cubrir la incompetencia de sus medidas blandengues con una retórica vacua y superficial. Su reacción a la crisis recuerda más y más a la de Herbert Hoover después del colapso de 1929. Cuando esa crisis económica ocurrió, una revista liberal comentó lo siguiente: "Por dieciocho meses el desempleo ha estado extendiendo pobreza y sufrimiento agudo tanto en las zonas industriales como en las agrícolas. Nadie todavía sabe cuándo el presente desastre económico llegará a su fin. Los años de ilusiones le han cedido paso a una temida inseguridad económica y a una desesperación generalizada. Estos dieciocho meses han revelado la hipocresía de la promesa de cooperación del Presidente para lograr la seguridad económica. Los esfuerzos del gobierno para lograrla han consistido de intentos de minimizar la seriedad de la depresión, de audaces declaraciones sobre la pronta implementación de medidas para restaurar la prosperidad, y un programa deplorablemente infructuoso para estimular a varias agencias privadas o locales a que se encarguen de emprender tareas que el propio gobierno estaba dispuesto a eludir"1
21. Estas palabras, escritas en 1931, eran una acusación a la política del gobierno de Hoover, pero ahora pueden también servir de descripción para la reacción del gobierno de Obama al desastre socioeconómico. El fracaso no es de un presidente; es de todo un sistema político y el orden económico capitalista que defiende. Todavía queda una cantidad no muy pequeña de Demócratas liberales que, contra toda esperanza, todavía creen que el gobierno de repente va a cambiar de rumbo para proclamar, con toda una fanfarria, la segunda venida del "Nuevo Trato" de Roosevelt. Esos sueños son en vano. La oligarquía empresarial y bancaria que dicta la política a los Republicanos y a los Demócratas ahora exige que se impongan medidas de austeridad todavía más brutales.
22. Cuando el capitalismo estadounidense se acercaba a la cúspide de su autoridad e influencia mundial, sus líderes admitieron que los derechos políticos enumerados en la Constitución de EE.UU. no eran por sí mismos suficientes para garantizar la igualdad y permitir la "búsqueda de la felicidad". En su discurso del "Estado de la Unión" pronunciado en enero de 1944, el Presidente Roosevelt declaró: "No podemos estar satisfechos...si una fracción de nuestro pueblo—sea un tercio, un quinto o una décima parte— está mal-alimentada, mal-vestida, mal-alojada e insegura". Roosevelt declaró que era "evidente" que "la verdadera libertad individual no puede existir sin seguridad e independencia económica". Como parte de sus esfuerzos para restaurar al capitalismo, el cual había sido desacreditado enormemente por la Gran Depresión, Roosevelt propuso que se adoptara una "segunda Declaración de Derechos bajo la que se garantizara una nueva base de seguridad y prosperidad para todos sin importar la clase social, raza o credo".
23. Durante los próximos 20 años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, EE.UU. y la economía mundial lograron tasas de crecimiento sin precedentes en la historia. En EE.UU., los niveles de vida aumentaron significantemente. Pero la segunda Declaración de Derechos de Roosevelt se perdió en el fango y la seguridad económica que había proclamado como "derecho" nunca llegó a materializarse. Aún durante este período—el más próspero en toda la historia de EE.UU.—casi el 20% de los ciudadanos del país vivían sumidos en la pobreza. En 1964, el Presidente Lyndon Johnson declaró su "Guerra contra la Pobreza". No obstante, las promesas de esa campaña fueron abandonadas a medida que las contradicciones globales e internas del capitalismo estadounidense se intensificaron. Desde los años 1970 en adelante, el Partido Demócrata comenzó a virarse hacia la derecha con paso seguro y abandonó su previa política basada en reformas liberales. Éste proceso reflejó el deterioro de la posición mundial de EE.UU. Durante los últimos 40 años, los niveles de vida de la clase trabajadora han declinado sin cesar. Las grandes recesiones de 1979-1980, 1981-1983, 1991-1993 y 2001-2003 ya le habían infligido enormes daños a la clase trabajadora antes que el último desastre comenzara.
24. Durante las décadas de mayor éxito, el capitalismo norteamericano probó ser incapaz de hacer realidad lo que había prometido acerca de la seguridad económica y la eliminación de la pobreza. ¿Qué se puede esperar, entonces, de este sistema económico en un período de colapso y crisis?
Los trabajadores estadounidenses y el socialismo
25. No se puede negar que existe una gran disparidad entre el carácter histórico de las tareas sociopolíticas que enfrentan a los trabajadores estadounidenses y su presente nivel de concientización. Pero el programa de un partido verdaderamente revolucionario ha de basarse en un análisis científico de la realidad objetiva, no en conceptos impresionistas y comúnmente falsos de lo que los trabajadores están o no están listos a aceptar. Como León Trotsky, fundador de la Cuarta Internacional, explicara: "Nuestras labores no dependen de la mentalidad de los trabajadores. La labor es desarrollar esa mentalidad. Eso es lo que el programa debería formular y presentar a los trabajadores más avanzados". Además, el Partido Socialista por la Igualdad rechaza enfáticamente la idea, proclamada por todo tipo de escépticos desmoralizados, que la clase trabajadora de EE.UU. es incapaz de montar un desafío revolucionario al capitalismo y que nunca aceptará que el socialismo es necesario. Esta fracasada perspectiva política, imbuida del espíritu enfermizo del derrotismo, está basada en el rechazo a las leyes de la historia y las lecciones de luchas anteriores.
26. La historia de la clase trabajadora de EE.UU. consiste de luchas difíciles e incesantes. La historia de su lento progreso, en cara a la brutal resistencia de la clase capitalista, está escrita en sangre. Desde las primeras luchas de clases de los trabajadores ferroviarios en los años 1870 y las batallas por jornadas laborales de ocho horas en los 1880, hasta el establecimiento de sindicatos industriales de masas en los años 1930, la clase trabajadora derramó su sangre y produjo sus mártires para acabar con la tiranía de los patrones. Luego de la Segunda Guerra Mundial, la gran ola de huelgas que pasó sobre todos los sectores industriales arrancó concesiones de los patrones que ocasionaron un rápido mejoramiento de los niveles de vida. Estas luchas, a su vez, inspiraron las grandes batallas de los trabajadores afroamericanos por sus derechos civiles durante los años 1950 y 1960, las cuales tuvieron gran apoyo del pueblo trabajador y de la juventud.
27. Pero el talón de Aquiles de la clase trabajadora norteamericana siempre ha sido la falta de un movimiento socialista independiente de masas basado en la teoría marxista. Aún durante el período de las batallas de clases más violentas, la clase trabajadora se quedó, a causa de su alianza con el Partido Demócrata, bajo el control político de la clase capitalista. Desde sus primeros días, la American Federation of Labor [Federación Estadounidense del Trabajo; AFL según siglas en inglés] hizo todo lo posible para mantener la subordinación política de la clase trabajadora a los partidos de las grandes empresas. Esto marcó la política de los sindicatos obreros durante y después de las luchas de las masas por el sindicalismo industrial que ocurrieron a lo largo de los EE.UU. durante los años 1930.
29. A fin de cuentas, la gran riqueza y el enorme poder del capitalismo estadounidense fue la causa objetiva que mayor influencia tuvo en la subordinación de la clase trabajadora al sistema de dos partidos controlado por las corporaciones. Mientras EE.UU. permaneciera como una potencia económica en ascendencia, considerada por sus ciudadanos como "tierra de oportunidad sin límites", y en donde una parte suficiente de la riqueza nacional estaba disponible para financiar la mejoría de los niveles de vida, los trabajadores estadounidenses no estaban convencidos de la necesidad de una revolución socialista.
30. Sin embargo, el cambio en las condiciones objetivas obligarán a los trabajadores estadounidenses a cambiar de parecer. Las realidades del capitalismo darán a los trabajadores muchas razones para luchar por un cambio fundamental y revolucionario en la organización económica de la sociedad. Las generaciones más jóvenes del pueblo trabajador—los nacidos durante los años 1980, 1990 y la primera década del Siglo XXI—no conocen y no conocerán la "prosperidad" capitalista. Son la primera generación de estadounidenses de la era moderna que no tiene esperanzas razonables de lograr un nivel de vida igual—y mucho menos mejor—que el de la generación de sus padres. Los trabadores automotrices jóvenes nacidos durante los años 1990 ganan menos de la mitad de lo que sus padres alguna vez ganaban por el mismo trabajo. Y en cuanto a esos mismos padres, muchos han perdido sus empleos y pensiones. El pueblo trabajador estadounidense está siendo arrastrado al torbellino global de una creciente lucha de clases y se están concientizando sobre el espíritu de resistencia social que va apareciendo en todo el mundo, desde Grecia hasta Bangladesh. Por décadas se les dijo a los trabajadores de EE.UU. que los obreros de Asia eran sus enemigos, que estos producían productos baratos que socavaban sus empleos. Pero ahora leen y oyen acerca de huelgas en China y comienzan a darse cuenta que los trabajadores de Asia no son sus enemigos, sino sus hermanos y hermanas.
31. Hay una nueva situación en el mundo. Las luchas de la clase trabajadora tienen que basarse en una comprensión de la realidad objetiva, es decir, en un entendimiento científico de la crisis capitalista y de las lecciones de la historia. La clase trabajadora necesita una perspectiva nueva, un programa nuevo y una dirigencia nueva.
32. En su resumen del concepto materialista de la historia, Carlos Marx, fundador del socialismo moderno, escribió lo siguiente: "En cierto grado de su desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en conflicto con las relaciones de producción existentes... Por estas formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se transforman en grilletes. Entonces comienza una era de revolución social". [2] Estas fuerzas productivas, que consisten no sólo de las fábricas, las oficinas, las herramientas y el conocimiento científico, sino también de la clase trabajadora misma, están siendo estranguladas por las relaciones sociales del capitalismo: la propiedad privada y la división del mundo en estados-naciones. La crisis económica mundial, el declive de la producción, la contracción del comercio mundial, los enormes déficits presupuestales, la inestabilidad de las monedas nacionales, el deterioro de las relaciones entre naciones, el crecimiento del militarismo, y, sobre todo, la precipitada caída de los niveles de vida de la clase trabajadora, son procesos interconectados que significan el comienzo de una nueva era de convulsiones revolucionarias. Las necesidades de la sociedad de masas no pueden satisfacerse dentro de los límites de un sistema basado en la propiedad privada de los medios de producción. El desarrollo de las fuerzas productivas está siendo estrangulado por el sistema capitalista de naciones-estado.
El potencial revolucionario de la clase trabajadora
33. Sólo a través de la lucha de la clase trabajadora, la principal fuerza revolucionaria de la sociedad moderna, puede hallarse una solución progresista a la crisis creada por el colapso del capitalismo. La clase trabajadora es revolucionaria porque: 1) es la principal fuerza productiva de la sociedad; 2) la lógica política e histórica de su resistencia a la explotación y opresión capitalista conduce a la abolición de los medios de producción privados, al reemplazamiento del afán por las ganancias con la satisfacción de las necesidades sociales como principio motivador de la economía, y al establecimiento de una igualdad social verdadera de todos los pueblos; y 3) es una clase internacional cuya victoria derribará las barreras de los naciones-estado y unirá a la humanidad en una comunidad verdaderamente global consagrada a la protección y el desarrollo de su hogar común, el planeta Tierra.
34. Nunca antes en la historia la clase trabajadora había tenido una proporción tan grande en la población mundial. En países en que la industria moderna casi no existía hace 50 años—sobre todo en Asia—el enorme ingreso del capital ha financiado un inmenso crecimiento de la infraestructura industrial y de la clase trabajadora. En los históricamente avanzados centros del capitalismo de Europa y América del Norte, la clase trabajadora constituye la mayoría preponderante de la población. Los adelantos tecnológicos, los cambios en la repartición internacional de la mano de obra, y el declive de la posición mundial de los productos manufacturados en EE.UU. han alterado la composición de la clase trabajadora. Pero las transformaciones socioeconómicas en EE.UU. han, o creado nuevas categorías de trabajadores, o las han expandido. En 1960, cuando John F. Kennedy fue elegido presidente, las mujeres todavía constituían un porcentaje relativamente pequeño de la fuerza laboral. La "industria de los servicios" estaba en su infancia. La "programación" de computadoras todavía era la profesión de un pequeño número de especialistas. En ese entonces nadie hablaba de trabajadores especializados en la informática.
35. El tamaño de la clase media tradicional—pequeños empresarios "independientes" y agricultores—ha disminuido drásticamente. De mayor significado es que su importancia económica colectiva no es más que una pequeña fracción de lo que era hace 50 años, y ni hablar de hace 80. La sociedad estadounidense ha sido "proletarizada" en grado extremo. La vasta mayoría del pueblo—trabajen en fábricas o en la construcción, en oficinas, centros médicos, centros comerciales, escuelas primarias y secundarias, recintos universitarios o laboratorios científicos; o manejen camiones, autobuses y trenes; o vuelen aviones comerciales—viven de quincena en quincena. Estos trabajadores comparten los mismos problemas y tienen el mismo enemigo: las enormes instituciones bancarias y empresariales que los emplean, los despiden de sus empleos y los explotan en nombre de las ganancias.
36. Existe una contradicción sorprendente entre el peso socioeconómico de la clase trabajadora y la insignificante influencia que tiene sobre la dirección política de la sociedad. La concentración de la riqueza inevitablemente termina en la concentración del poder político. En EE.UU., la oligarquía bancaria y empresarial ha monopolizado el poder político hasta tal grado que ya no tiene igual in ningún otro país capitalista avanzado. La clase trabajadora de EE.UU. nunca ha tenido éxito en establecer su propio partido político de masas. La crisis de hoy día ha sacado a la luz el enorme precio que la clase trabajadora está pagando por su subordinación al Partido Demócrata.
37. Durante el curso de las grandes huelgas industriales de los años 1930, que incluyeron la toma de fábricas y batallas campales con la policía en las principales ciudades del país, los trabajadores estadounidenses establecieron una poderosa organización sindicalista: la CIO [Congreso de Sindicatos Industriales; Congress of Industrial Unions]. En 1955, luego de amalgamarse con los antiguos sindicatos basados en la mano de obra especializada, casi un tercio de los trabajadores en empresas privadas pertenecían a la AFL-CIO. Aun así, incluso durante su apogeo después de la Segunda Guerra Mundial, que coincidió con la hegemonía económica internacional de EE.UU., la AFL-CIO quedó paralizada por su política reaccionaria. Esta organización aceptó con entusiasmo y sin reservas la legitimidad del sistema de ganancias capitalista, fue ferozmente hostil al socialismo y trató de purgar los sindicatos, a menudo por medio de la violencia, de influencias izquierdistas y anti capitalistas. En línea con su lealtad al capitalismo, la AFL-CIO se alineó con el Partido Demócrata, oponiéndose ferozmente a todo esfuerzo para librar a los sindicatos del control político de las grandes empresas. Finalmente, los sindicatos se transformaron en instituciones nacionalistas feroces que identifican a los intereses de la clase trabajadora completamente con la política imperialista de la clase gobernante.
38. Sobre estas bases podridas, los sindicatos han demostrado ser incapaces de defender hasta los intereses más mínimos de la clase trabajadora, y mucho menos han podido mejorar los niveles de vida de ésta. Durante los últimos 30 años, la política de los sindicatos no ha causado más que derrotas para sus miembros. ¡El porcentaje de trabajadores en el sector privado que pertenece a sindicatos ha llegado a su nivel más bajo desde los tempranos años 1900! Pero los ingresos de la burocracia sindicalista, la cual consiste de funcionarios clase media, están garantizados por los servicios que prestan a las empresas. En términos de política y objetivos, no existe diferencia significativa entre las empresas y los sindicatos.
39. Esperar que estas organizaciones corruptas y bajo el control de las empresas puedan, tras décadas de traiciones, transformarse en instrumentos de lucha social es una ilusión inútil. A fin de cuentas, el fracaso de la AFL-CIO revela el fracaso total de su programa nacionalista, capitalista y de colaboración entre las clases. Un renacimiento de las luchas obreras sólo se puede basar en un programa que reconoce que el sistema capitalista ha fracasado. Esta crisis no se resolverá con súplicas a las empresas y a los políticos que éstas controlan para que reformen al capitalismo. Más bien, el Partido Socialista por la Igualdad insiste en la lucha por el poder obrero y la reorganización socialista de la sociedad, tanto en EE.UU. como a nivel internacional.
El socialismo es el único paso hacia adelante
40. El capitalismo le ha fallado a la clase trabajadora de EE.UU. y del mundo entero. Ha llegado la hora de que la clase trabajadora luche por una nueva perspectiva en la organización económica de la sociedad. La única alternativa viable al capitalismo es el socialismo: la reorganización de toda la economía bajo el control democrático de la clase trabajadora con el propósito de satisfacer las necesidades sociales, no las ganancias privadas.
41. Pero el socialismo sólo se podrá lograr mediante el establecimiento del poder de los trabajadores. Esto requerirá una dura lucha ya que el "objetivo final" del socialismo—la eliminación de la explotación económica, de todas las formas de desigualdad, de la opresión de un grupo de seres humanos por otro, y, como consecuencia, la eliminación de todas las restricciones a la creatividad del individuo y el florecimiento de la cultura humana—no va a ser el resultado de ninguna hazaña mítica. La revolución que echará las bases políticas para el socialismo se preparará en el curso de incontables luchas de la clase trabajadora, tanto en EE.UU. como a nivel internacional, para defender sus intereses y oponerse a los esfuerzos de la aristocracia bancaria y empresarial para imponerle a las masas el peso de la crisis. El socialismo no es un regalo que se le ofrece a la clase trabajadora. Este debe ser peleado y ganado por la clase trabajadora misma.
42. El programa del Partido Socialista por la Igualdad parte de las necesidades urgentes de la clase trabajadora. Las demandas y la política del PSI no comienzan con lo que el capitalismo nos "permita", sino con lo que exigen la clase trabajadora y nuestra compleja sociedad internacional de masas. El PSI tampoco adapta su programa a lo que los oportunistas y pragmáticos de visión limitada consideran inmediatamente "lograble". Lo que puede lograrse o no, bajo cualquier circunstancia, se determina en la lucha. Los que no están preparados para luchar nunca ganarán nada. Las exigencias del PSI juegan un papel primordial en agudizar la consciencia social y política de la clase trabajadora y, como resultado, el fortalecimiento de su capacidad de lucha.
43. Las exigencias del PSI no difieren del objetivo de la revolución socialista. Más bien, cada exigencia por su propia naturaleza impone un desafío a los intereses materiales de los aristócratas corporativos. A medida que encuentre la resistencia de las empresas y el estado capitalista contra sus exigencias legítimas, los trabajadores verán de manera cada vez más clara la necesidad de una transformación revolucionaria de la sociedad. La lucha por estas exigencias fortalece a la clase trabajadora, unifica a sus diferentes luchas, y en cada caso plantea la necesidad de tomar el poder político y de establecer el socialismo en EE.UU. como parte de la reorganización socialista de la economía mundial.
[1] Revista The Nation, 15 de Julio, 1931, pág. 61.
[2] Obras escogidas de Marx-Engels, Vol. 29 (New York: International Publishers, 1987), pág. 263.