128. Esos desarrollos intensificaron el conflicto político dentro del Comité Internacional. En una carta fechada 2 de enero de 1961, la Socialist Labour League (SLL), sección británica del CICI, escribió a los dirigentes del SWP:
“El mayor peligro al cual se enfrenta el movimiento revolucionario es el liquidacionismo, el cual proviene de la capitulación al imperialismo o a la burocracia sindicalista del movimiento obrero o a ambos. El pablismo representa, aún más claramente hoy que en 1953, esta tendencia liquidacionista en el movimiento marxista internacional...
“Todo intento de escapar la estrategia de la independencia política de la clase trabajadora y el establecimiento de partidos revolucionarios sería una tremenda metida de pata por parte del movimiento trotskista con insinuaciones históricas y mundiales...
“Es debido a la magnitud de las oportunidades que ahora se presentan al trotskismo —y por lo tanto la necesidad de una claridad política y teórica—, que instamos con toda urgencia trazar la línea límite contra el revisionismo en todas sus formas. Es hora de cerrar las puertas al período en que al revisionismo pablista se le consideraba una tendencia dentro del trotskismo. A menos que hagamos eso, no podemos prepararnos para las luchas revolucionarias que ahora comienzan ahora”. [80]
129. En mayo de 1961, la SLL extendió su crítica al SWP y a su abandono del trotskismo. También criticó su adaptación, cada vez más pronunciada, a una multitud de tendencias nacionalistas burguesas y pequeño burguesas que dominaban a los movimientos contemporáneos anticoloniales y antiimperialistas. La línea política del SWP, según estableció el documento de la SLL, representaba un repudio a los conceptos que Trotsky había elaborado en su Teoría de la revolución permanente:
“Un elemento esencial del marxismo revolucionario de esta época es la teoría de que la burguesía nacional en los países en desarrollo es incapaz de derrotar al imperialismo y establecer un estado nacional independiente. Esta clase social está vinculada al imperialismo y, claro, es incapaz de poner en marcha un desarrollo capitalista independiente, pues forma parte del mercado mundial capitalista y no puede competir con los productos de los países capitalistas más avanzados...
“Aunque es verdad que la etapa de ‘independencia’ lograda por ciertos países, tales como Ghana, y los movimientos de independencia nacionales dirigidos por hombres tales como Mboya en Kenia funcionan como estimulantes para los movimientos de liberación nacional de otros países, el hecho es que Nkrumah, Mboya, Nasser, Kassem, Nehru, Sukarno y otros tales todavía representan a la burguesía nacional de sus propios países. Los que predominantemente fabricantes de la política imperialista que predominan en Estados Unidos y en Inglaterra bien reconocen que sólo entregando la ‘independencia’ política a los dirigentes de esa índole, o aceptando la victoria de éstos sobre elementos feudales tales como Faruk y Nuries Said, pueden protegerse los intereses del capital internacional y las alianzas estratégicas en Asia, África y Latinoamérica...
“No es la labor de los trotskistas estimular el papel de semejantes dirigentes nacionalistas. Ellos pueden contar con el apoyo de las masas sólo por las traiciones de los dirigentes de la socialdemocracia y sobre todo del estalinismo, y de ese modo se convierten en intermediarios entre el imperialismo y las masas trabajadoras y campesinas. La posibilidad de ayuda económica por parte de la Unión Soviética a menudo les permite negociar de manera más exigente con los imperialistas, y hasta le permite a los elementos más radicales entre los dirigentes burgueses y pequeñoburgueses atacar las propiedades imperialistas y así obtener mayor apoyo de las masas. Pero para nosotros la cuestión vital en todo caso es que la clase trabajadora de estos países obtenga su independencia política por medio de un partido marxista que dirija a los campesinos a establecer consejos revolucionarios (soviets) y a reconocer los vínculos necesarios con la revolución internacional socialista. Somos de la opinión que en ningún momento deberían los trotskistas sustituir ese proceso con la esperanza de que los dirigentes nacionalistas deberían convertirse en socialistas. La emancipación de la clase trabajadora es la misión de los trabajadores mismos” [81].
130. En cuanto al problema de Cuba, la SLL añadió:
“Parece que gran parte de los debates actuales sobre Cuba proceden de la manera siguiente: Las masas cubanas apoyan a Castro, Castro comenzó como un pequeño burgués pero se ha convertido en socialista, la obvia presión de la agresión imperialista y de la lucha popular pueden convertirlo en marxista, y a las tareas que confronta al defender los éxitos de la revolución le han llevado ‘naturalmente’ a adoptar posturas indistinguibles del trotskismo. Este enfoque pisotea los fundamentales del marxismo. Tenemos que valorar las tendencias políticas en base de un análisis clasista, en términos de la manera en que se desarrollan en la lucha relacionada con el movimiento de las clases sociales durante largos períodos. Un partido proletario, para no mencionar la revolución proletaria, no puede suceder en los países en desarrollo por medio de la conversión [al marxismo] de nacionalistas pequeñoburgueses que se tropiezan ‘natural’ y ‘casualmente’ con la importancia de los trabajadores y campesinos”. [82]