El Consejo Editorial Internacional del World Socialist Web Site condena los crímenes de guerra perpetrados durante la ofensiva homicida del régimen israelí en Gaza, que está llevando a cabo con el apoyo pleno de Estados Unidos y todas las potencias imperialistas. Llamamos a los trabajadores y jóvenes en todo el mundo que se movilicen en las protestas para exigir que estos crímenes de guerra se detengan.
El objetivo de la masacre israelí es asesinar a la mayor cantidad de palestinos posible y dejar Gaza disfuncional e inhabitable. El régimen de Netanyahu busca borrar a Gaza de la faz de la Tierra, un hecho confirmado el jueves por el anuncio de que Israel está exigiendo que 1,1 millones de personas que viven en el norte de Gaza sean evacuadas en las próximas 24 horas. En efecto, están enviando a los gazatíes a una marcha de la muerte.
Esta es una empresa genocida. Hay 2,2 millones de personas en Gaza, que tiene una de las mayores densidades de habitantes en el mundo. La mitad de la población, aproximadamente un millón de personas, son menores de 18 años. Atrapados por el cierre de los cruces fronterizos con Israel y Egipto, se enfrentan a una hambruna, bombardeos constantes y el temor a una invasión inminente.
Desde que iniciaron su salvaje ofensiva contra Gaza el sábado, las Fuerzas de Defensa de Israel han arrojado 6.000 bombas de unas 4.000 toneladas sobre el enclave. Según las autoridades de salud palestinas, 1.417 personas han sido asesinadas, la mitad de ellas mujeres y niños, pero la cifra de muertos sin duda es mucho mayor. La agencia de noticias AP publicó un video del campo de refugiados de Jabalia al norte de Gaza, con una población de 116.000 personas hacinadas en 1,4 km2. Señala que el campamento ha sido “completamente aplanado” por los bombardeos israelíes.
El régimen de Netanyahu ha cortado todo el suministro de electricidad, agua y combustible a Gaza, un acto de castigo colectivo que representa en sí en un crimen de guerra. El Comité Internacional de la Cruz Roja advirtió el jueves que “los hospitales están en riesgo de convertirse en morgues” cuando sus generadores se queden sin combustible y que Israel se rehúsa a facilitar corredores humanitarios para evacuar a los pacientes más graves o heridos. Las incubadoras y otras máquinas de soporte vital para bebés y adultos mayores fueron apagadas.
Los escalofriantes comentarios de toda la élite política israelí dejan claro que estos horrendos actos son solo el principio de lo que puede describirse más apropiadamente como la “Operación Asesinato en Masa”.
El miércoles tras la confirmación de un Gobierno de emergencia con el líder de la oposición, Benny Gantz, Netanyahu declaró que “todo hombre de Hamás es un hombre muerto”. El grupo nacionalista militante que dirigió el ataque del sábado contra Israel obtuvo el apoyo de más de 400.000 gazatíes en las elecciones de 2006, lo que subraya que Netanyahu tendría que ordenar la matanza de cientos de miles de personas para cumplir su amenaza. Gantz no fue menos sanguinario, declarando que era “la hora de la guerra” y que Israel pretende “borrar a Hamás de la faz de la tierra”.
Son declaraciones que se hacen eco de las del régimen nazi en Alemania, cuyos líderes fueron ahorcados en Nuremberg. Cuando los judíos del gueto de Varsovia se sublevaron a principios de 1943 contra la ocupación nazi, seguidos un año después por la resistencia polaca, el régimen de Hitler arrasó la ciudad de una manera comparable a la destrucción de Gaza que ahora está en sus primeras fases.
El Gobierno de Biden y los medios de comunicación, para justificar la matanza, intentan presentar el ataque de Hamás contra civiles israelíes como un ultraje inexplicable, que no expresa otra cosa que “pura maldad”. Pero el hecho es que la rebelión fue provocada por décadas de implacable opresión del Gobierno israelí contra los palestinos.
Hace solo dos meses, casi tres mil intelectuales públicos, predominantemente judíos, de todo el mundo firmaron una carta bajo el título “El elefante en la habitación”, que describía las condiciones que precedieron al ataque de Hamás. Se referían a “la relación directa entre el reciente ataque de Israel contra el poder judicial y su ocupación ilegal de territorios palestinos. Los palestinos carecen de casi todos los derechos básicos, incluido el derecho a votar y a protestar. Se enfrentan a una violencia constante: solo este año, las fuerzas israelíes han matado a más de 190 palestinos en Cisjordania y Gaza y demolido más de 590 estructuras. Los grupos de colonos parapoliciales queman, saquean y matan con impunidad”.
La carta continuaba: “No puede haber democracia para los judíos en Israel mientras los palestinos vivan bajo un régimen de apartheid, como lo han descrito expertos jurídicos israelíes. De hecho, el objetivo último de la reforma judicial es endurecer las restricciones sobre Gaza, privar a los palestinos de la igualdad de derechos tanto más allá de la Línea Verde como dentro de ella, anexionarse más tierras y limpiar étnicamente todos los territorios bajo dominio israelí de su población palestina”.
Todo esto se está ocultando deliberadamente. Se está urdiendo una narrativa totalmente falsa y mentirosa, según la cual Israel es víctima de ataques propios del nazismo por parte de los palestinos, que en realidad han sido oprimidos y sometidos a repetidos bombardeos y masacres durante décadas. El Gobierno israelí y sus partidarios pretenden instrumentalizar el Holocausto para justificar sus propios crímenes genocidas.
La masacre israelí cuenta con el pleno apoyo y aliento de las potencias imperialistas de Europa y Estados Unidos. El secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, se reunió con Netanyahu el jueves, mientras se planificaba la invasión, para declarar su pleno apoyo a Israel. Cuando NBC News le preguntó si Israel podría traspasar algún tipo de límite, Blinken respondió que “no iba a entrar en ninguno de los detalles operativos y, de nuevo, estamos decididos a apoyarlos”.
En otras palabras, Israel tiene un cheque en blanco para todo lo que haga. En una rueda de prensa conjunta con Netanyahu en Jerusalén, Blinken declaró: “Me presento ante ustedes no solo como secretario de Estado de Estados Unidos, sino también como judío”. La asociación explícita por parte de Blinken de su religión personal con su papel oficial como representante del Gobierno de Estados Unidos pone de manifiesto su indiferencia e ignorancia de la separación constitucional entre Iglesia y Estado. Su declaración da leña al fuego de la propaganda antisemita, ya que asocia falsamente a todos los judíos con los crímenes del régimen de Netanyahu.
Si hablara con sinceridad, Blinken habría dicho: “Vengo a Israel no solo como secretario de Estado de EE.UU., sino también como cómplice de la destrucción de Gaza y del asesinato masivo de palestinos”.
El viaje de Blinken se produjo tras el discurso pronunciado el martes por el mandatario estadounidense Joe Biden, en el que denunció el levantamiento palestino como la expresión de “pura maldad”. El jueves, al margen de la Cumbre de Ministros de Defensa de la OTAN en Bruselas, el secretario de Defensa de EE.UU., Lloyd Austin, confirmó que “no se pondrían condiciones” al uso de las armas suministradas a Israel por EE.UU.
A medida que las potencias imperialistas libran cada vez más abiertamente una guerra contra el mundo, se prescinde incluso de los residuos de la democracia burguesa. Las protestas en apoyo de los palestinos fueron prohibidas esta semana en toda Europa y América del Norte, demonizando a los participantes como partidarios del “terrorismo”.
En los campus universitarios, los sionistas de derechas intentan crear una atmósfera de terror y amenazas. Grupos de estudiantes y personas que se han manifestado en contra de los crímenes israelíes han visto sus nombres e información personal divulgados y publicados. En una concentración celebrada ayer en el Brooklyn College, una concejal del Ayuntamiento de Nueva York, Inna Vernikov, se presentó blandiendo un arma de fuego para intimidar a los estudiantes.
A quienes acusan de antisemitas a quienes se oponen a los crímenes israelíes, les decimos que el Gobierno israelí está formado por una pandilla de fascistas. Esto incluye al ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, quien ordenó que el Ministerio compre 10.000 rifles de asalto para armar a milicias se colonos derechistas. Ben-Gvir fue previamente sentenciado por incitaciones racistas al cantar “muerte a los árabes” y por apoyar a un grupo terrorista.
En cuanto a Estados Unidos y las potencias europeas, están alineados con los fascistas en Ucrania, como lo demuestra la ovación que el Parlamento canadiense, junto con representantes de todos los países del G7, dedicó el mes pasado a Yaroslav Hunka, veterano de las Waffen-SS ucranianas, responsables de la masacre de judíos bajo la dirección de la Alemania nazi.
La embestida israelí contra Gaza debe verse en el contexto de la escalada de la guerra de EE.UU. y la OTAN contra Rusia, la etapa inicial de una guerra mundial. El reparto imperialista del mundo asumirá la forma no solo de conflictos entre países, sino de una guerra cada vez más directa y violenta contra las masas populares. Además, las élites dirigentes de todos los países capitalistas se enfrentan a una serie de crisis económicas, sociales y políticas que se entrecruzan y que intentan desviar mediante una explosión de violencia militar.
La clase dominante cree que los medios de comunicación representan a la opinión pública, pero el apoyo a los palestinos es generalizado en la población de todo el mundo, cuando las huelgas y protestas de los trabajadores van en aumento en todos los países. Dentro de Israel, el régimen de Netanyahu se ha enfrentado durante el último año a una oposición sostenida de la clase obrera a su empeño por eviscerar los derechos democráticos y establecer un régimen autoritario.
La clase obrera debe intervenir para detener la masacre exigiendo el cese inmediato del suministro de armas a Israel. Deben organizarse protestas y manifestaciones masivas en todas las ciudades y campus universitarios para exigir un fin a esta ofensiva asesina.
Estas demandas son inseparables de la lucha más amplia para acabar con las condiciones intolerables que enfrentan los palestinos y todas las formas de opresión en todo el mundo, que a su vez exige el desarrollo de un movimiento masivo de la clase obrera internacional por el socialismo.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 12 de octubre de 2023)