La masacre librada por el Gobierno israelí de Benjamín Netanyahu contra el levantamiento palestino en Gaza ha enfadado a los trabajadores y jóvenes de toda Europa e internacionalmente. En respuesta, los Gobiernos imperialistas están procediendo a criminalizar la oposición y abolir derechos democráticos básicos.
Cuando Israel bloquea el acceso a alimentos y agua y prepara una invasión terrestre que matará a decenas de miles, los Gobiernos europeos, así como el estadounidense, están prohibiendo protestas contra esta matanza masiva.
La policía alemana prohibió protestas en Berlín y Fráncfort, una acción defendida por la Policía de Berlín en X/Twitter alegando que las protestas podrían conducir a “arrebatos antisemitas, la glorificación de la violencia, así como violencia”. Las autoridades también prohibieron una protesta en Berlín contra la violencia en las escuelas que fue planificada después de que un docente atacó físicamente a un estudiante que llegó a la escuela con una bandera palestina. Alegaron que las protestas contra este ataque a un estudiante podrían conducir a “incitaciones” y declaraciones “antisemitas”.
El gobernante Partido Socialdemócrata Alemán (SPD, por sus siglas en alemán) reclama el derecho a prohibir protestas e ilegalizar organizaciones. Las prohibiciones de protestas, dijo el secretario general del SPD, Kevin Kühnert, “son exactamente las señales que se necesitan ahora, y precisamente con esta justificación, a saber, que el orden público en la ciudad está en peligro”. Kühnert también pidió la prohibición de la Red de Solidaridad con los Presos Palestinos Samidoun, afirmando que “si existe alguna posibilidad legal de prohibir también ahora este grupo, debería utilizarse lo antes posible”.
En Francia, el Ministerio del Interior ha prohibido las protestas en solidaridad con Gaza convocadas en París, Lyon y Marsella, alegando “los riesgos de alteración del orden público” que supuestamente plantean. Además, el Gobierno francés ha decretado que hacer declaraciones a favor del levantamiento en Gaza es un delito, lo que permite perseguir a los partidos políticos que las hagan.
El ministro de Justicia, Eric Dupont-Moretti, emitió un escrito de tres páginas en el que advertía de que la guerra entre Israel y Gaza podía dar lugar no solo a atentados terroristas contra judíos en Francia, sino también a “declaraciones que ensalzan los atentados, presentándolos como una resistencia legítima a Israel”. Tales declaraciones, afirmó, constituyen “delitos antisemitas” como “apología del terrorismo o provocación directa a actos terroristas”. Tales acciones deben enfrentarse, añadió, “a una persecución penal sistemática y firme, principalmente por la vía de juicios sumarios”.
Entre los partidos y asociaciones que podrían ser perseguidos, el ministro del Interior Gérald Darmanin confirmó ayer, se encuentra el Nuevo Partido Anticapitalista, un partido cuya candidatura presidencial ha recibido millones de votos en años pasados.
En todos los países imperialistas se lanzan amenazas similares. En Reino Unido, una protesta en Londres fue recibida por un despliegue policial fuertemente armado. La ministra del Interior, Suella Braverman, pidió a la policía que usara todo el peso de la ley contra las “muestras de apoyo a Hamás”. En Australia, el Gobierno laborista del estado de Nueva Gales del Sur prohibió una marcha de oposición a la agresión israelí este fin de semana en Sídney.
En Estados Unidos, los grupos estudiantiles de Harvard que emitieron una declaración denunciando los crímenes israelíes y llamando la atención sobre el trasfondo histórico del levantamiento en Gaza se han enfrentado a demandas de desafiliación. Tanto políticos demócratas como republicanos han pedido que se prohíban las protestas. El presidente del Colegio de Abogados de Estudiantes de la Universidad de Nueva York ha sido objeto de implacables denuncias en los medios de comunicación y se le ha revocado una oferta de trabajo por denunciar las atrocidades israelíes.
El World Socialist Web Site y el Comité Internacional de la Cuarta Internacional condenan inequívocamente estas prohibiciones de manifestaciones. Uno de los derechos democráticos más básicos, el derecho a la libertad de expresión está siendo atacado.
Según los Gobiernos imperialistas, la población debe limitarse a aceptar la línea oficial de los medios de comunicación. Puede que quienes participan en las protestas no apoyen las acciones de Hamás. Pero se oponen a las distorsiones e invenciones completamente deshonestas de los medios de comunicación y están consternados por la implacable propaganda atroz destinada a justificar un crimen de proporciones monumentales. Muchos de los que protestan señalan que las atrocidades del Gobierno israelí nunca son condenadas.
Al mismo tiempo, se trata de algo más que de prohibir las protestas contra los crímenes israelíes. Las élites gobernantes de todos los principales países capitalistas son conscientes de que se enfrentan a una creciente oposición interna a sus políticas de guerra y a un movimiento en desarrollo en la clase trabajadora contra la desigualdad y la explotación. Se están creando las condiciones para suprimir toda oposición social y política depositando poderes dictatoriales en manos del Estado.
Los argumentos utilizados para justificar estas medidas dictatoriales son una sarta de mentiras políticas e históricas.
Mientras la élite gobernante afirma falsamente que quienes protestan contra las acciones de Israel apoyan el “terrorismo”, el Gobierno israelí está preparando un acto de terror a gran escala patrocinado por el Estado.
El lunes, el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, ordenó el cierre total de Gaza: “No habrá electricidad, ni alimentos, ni combustible. Estamos combatiendo animales humanos y actuaremos en consecuencia”. Desde entonces, esta política se ha puesto en práctica. La aviación israelí bombardea continuamente la densamente poblada Franja de Gaza, lo que ya ha costado la vida a más de 1.000 civiles, entre ellos muchas mujeres y niños. Una inminente ofensiva terrestre del ejército israelí amenaza decenas de miles de vidas.
Esto recuerda la retórica y los métodos de los nazis en la Segunda Guerra Mundial, que respondían a la resistencia con brutales castigos colectivos. En la Polonia ocupada, las fuerzas de ocupación nazis aplastaron el levantamiento judío del gueto de Varsovia y el levantamiento en toda Varsovia, ambos en 1943, arrasando barrios enteros y matando a decenas de miles. En República Checa, después del asesinato del jefe de la Oficina Central de Seguridad del Reich, Reinhard Heydrich, los nazis masacraron a la población del pueblo de Lidice.
En cuanto al antisemitismo, no son los palestinos oprimidos y las decenas de millones de personas de todo el mundo que se solidarizan con ellos quienes promueven el antisemitismo, sino los Gobiernos imperialistas, al intentar asociar colectivamente al pueblo judío con las políticas criminales del régimen de Netanyahu.
Los Gobiernos imperialistas europeos, al calumniar de antisemita la solidaridad con Gaza, se apoyan abiertamente en las fuerzas de extrema derecha. Darmanin es un estrecho partidario de Action Française, notorio por sus ataques públicos a la comida kosher y halal. Italia está gobernada por Giorgia Meloni, política fascista y admiradora de Mussolini. Y la clase dominante en Alemania está erigiendo de nuevo un partido fascista, Alternativa para Alemania (AfD, por sus siglas en alemán), y defendiendo a académicos como el profesor Jörg Baberowski, que trivializan públicamente los crímenes de Hitler y los nazis.
Mientras hacen la guerra a Rusia en Ucrania, las principales potencias de la OTAN apoyan y arman a un régimen ucraniano que celebra a colaboracionistas nazis como Stepan Bandera y moviliza a milicias neonazis como el Batallón Azov. A finales de septiembre, todo el Parlamento canadiense, en presencia de los embajadores de todos los países del G7, se puso en pie para ovacionar al veterano de las Waffen SS y criminal de guerra nazi, Yaroslav Hunka.
Todos estos Gobiernos saben que son ampliamente odiados por sus profundos ataques a los niveles de vida, salarios reales y derechos sociales, mediante los cuales desvían cientos de miles de millones de euros a la guerra en Ucrania, el rearme militar y a recortes de impuestos para los ricos. Están aterrados de que el crecimiento de la lucha de clases menoscabe sus políticas reaccionarias.
A principios de este año, hubo huelgas masivas contra la inflación en Alemania, Reino Unido y en toda Europa, mientras que en Francia millones de trabajadores y jóvenes protestaron contra los recortes de pensiones masivamente impopulares que el presidente Emmanuel Macron impuso en abierto desafío a la voluntad del pueblo francés. La clase dominante estadounidense se enfrenta a una ola de huelgas no vista en décadas, que el aparato sindical busca desesperadamente controlar.
El intento de los imperialistas de prohibir las protestas debe ser tomado como una advertencia por los trabajadores y la juventud. A medida que impulsan políticas cada vez más temerarias y reaccionarias, avanzan hacia la eliminación de los derechos democráticos y la imposición de un régimen dictatorial. Al igual que los palestinos necesitan el apoyo de los trabajadores en Israel, Europa e internacionalmente para detener la invasión israelí y poner fin a la ocupación, la clase obrera debe movilizarse internacionalmente en una defensa socialista de los palestinos para detener la espiral descendente del imperialismo hacia la dictadura y la guerra.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 11 de octubre de 2023)