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Perspectiva

La embajadora alemana le aplaude a un criminal de guerra nazi en el Parlamento canadiense

La semana pasada, todos los miembros del Parlamento canadiense y el primer ministro Justin Trudeau ovacionaron de pie al criminal de guerra nazi Yaroslav Hunka, quien fue declarado un “héroe” por el presidente parlamentario.

El Parlamento canadiense aplaude a Yaroslav Hunka, exmiembro de las Waffen-SS. El jefe del Estado Mayor canadiense, el general Wayne Eyre, se encuentra al extremo izquierdo.

Desde entonces, ha salido a la luz que la embajadora alemana en Canadá, Sabine Sparwasser, fue una de las que aplaudió al nazi.

En una rueda de prensa el miércoles, el vocero de la Oficina de Relaciones Exteriores de Alemania confirmó que Sparwasser participó en la ovación al nazi, junto a diplomáticos de otras embajadas de los países del G7.

Setenta y ocho años tras la caída del Tercer Reich, una diplomática de alto rango del Gobierno alemán le aplaudió a un miembro de una organización criminal que desempeñó un papel clave en el Holocausto y en la guerra de exterminio de Hitler contra la Unión Soviética. Esta acción es el resultado de una campaña sistemática de muchos años para rehabilitar al nazismo como parte de la promoción del militarismo alemán en los niveles más altos del Estado.

Intentando minimizar la importancia del aplauso de Sparwasser a Hunka, el vocero de la Oficina de Relaciones Exteriores alemana afirmó que “los presentes no conocían la verdadera identidad de Hunka, que era miembro voluntario de las Waffen-SS, dado que su participación no se había anunciado”.

Este relato no es nada convincente. La aparición del presidente ucraniano Volodímir Zelenski en frente del Parlamento canadiense era un evento político importante que había preparado meticulosamente. Los invitados habrían sido completamente vetados por cuestiones de seguridad. Esto aplica especialmente para un “invitado de honor” como Hunka, quien fue celebrado oficialmente por nombre.

Incluso si la embajadora alemana no fue informada de antemano, debió saber quién era Hunka cuando fue introducido por el ahora expresidente del Parlamento canadiense, Anthony Rota.

“Tenemos en la cámara hoy a un veterano de guerra ucraniano de la Segunda Guerra Mundial que combatió por la independencia ucraniana contra los rusos y que sigue apoyando a las tropas hasta el día de hoy, a la edad de 98”, dijo Rota. “Su nombre es Yaroslav Hunka y estoy muy orgulloso de decir que viene de North Bay y de mi municipio de Nipissing-Timiskaming. Es un héroe ucraniano, un héroe canadiense, y le agradecemos todo su servicio”.

Sparwasser sabía exactamente a quien le estaba aplaudiendo. Es una diplomáticamente con mucho entrenamiento que ha estado trabajando en altos cargos para la Oficina Federal de Relaciones Exteriores por más de 35 años y está familiarizada con cuestiones políticas e históricas, especialmente en relación con la historia europea y alemana. Antes de su carrera diplomática, entre otras labores, era investigadora asistente de Integración Europea.

Para defender a Sparwasser, el vocero de la Oficina Federal de Relaciones Exteriores declaró que existía “una gran variedad de grupos” en la Segunda Guerra Mundial “que resistieron a la Wehrmacht y al Ejército Rojo”, citando el ejemplo del Ejército Patrio (Armia Krajowa) de Polonia.

Cualquier estudiante de la Segunda Guerra Mundial sabe que el Ejército Patrio polaco combatió la ocupación nazi y fue prácticamente aniquilado en Varsovia durante el aplastamiento brutal del Alzamiento de Varsovia. Solo después de la victoria del Ejército Rojo contra la Wehrmacht (Ejército alemán), hubo una resistencia armada de “soldados marginados” contra el nuevo Gobierno polaco y contaron con el apoyo de Moscú.

En el caso de Hunka, también quedó claro desde el principio que no era un combatiente del Ejército Patrio polaco ni de ninguna otra organización de la resistencia, sino un nazi ucraniano. Los ucranianos que lucharon “contra los rusos” en la Segunda Guerra Mundial (de hecho, contra el ejército soviético, que también incluía a la mayoría de ucranianos) eran fascistas que glorificaban el régimen nazi y siguen haciéndolo hasta hoy. La inmensa mayoría de los ucranianos que lucharon en la Segunda Guerra Mundial lo hicieron contra los nazis, ya fuera en el ejército soviético o como partisanos.

En 1943, cuando millones de ucranianos estaban en guerra contra los invasores alemanes, Hunka se unió a las decenas de miles de ucranianos, entre ellos muchos estudiantes, en la División de Voluntarios SS de Galicia de las Waffen SS. Hunka describió sus últimos años escolares durante la ocupación alemana como los más felices de su vida.

El WSWS ya ha explicado en artículos anteriores que la ovación de pie a un miembro de las Waffen-SS de Hitler no fue un accidente. Expone el carácter de la guerra que las potencias de la OTAN están librando en Ucrania contra Rusia y que siguen intensificando mediante las fuerzas políticas más reaccionarias. Alemania desempeña un papel destacado en esto.

Solo dos días antes del aplauso de Sparwasser a Hunka, el canciller alemán Olaf Scholz pronunció una diatriba antirrusa en las Naciones Unidas de la que Hitler se habría sentido orgulloso. El canciller subrayó agresivamente que Berlín rechaza las negociaciones de paz y persigue el objetivo de derrotar militarmente a Rusia en Ucrania. De esta manera, la clase dominante alemana sigue directamente los mismos objetivos bélicos y de gran potencia que en ambas guerras mundiales, cuando también intentó subyugar militarmente y fragmentar Rusia, que es rica en recursos naturales y tiene una gran importancia geoestratégica.

Ideológicamente, la realización de estos objetivos revanchistas requiere la rehabilitación del nazismo. En Ucrania, las potencias imperialistas se apoyan en las mismas fuerzas fascistas con las que la Alemania de Hitler pactó durante la invasión de la Unión Soviética. Ya a principios de 2014, Washington y Berlín orquestaron un golpe antirruso en Kiev, en el que fuerzas fascistas como el Partido Svoboda y el Sector Derecho desempeñaron el papel decisivo. Desde entonces, apoyan y arman hasta los dientes a un régimen que venera a colaboracionistas nazis como Stepan Bandera y Roman Zhukhovich y moviliza a unidades del ejército como el Batallón Azov que alardean abiertamente de sus ideas fascistas.

La División Galitzia de las Waffen-SS, a la que pertenecía Hunka, también es celebrada públicamente. En Leópolis, que fue la capital del fascismo ucraniano durante la ocupación nazi en la Segunda Guerra Mundial, se celebra anualmente un desfile en honor de la División de las SS el 28 de abril desde 2010. En varias ciudades ucranianas se han bautizado carreteras con el nombre de la División Galitzia. El 23 de septiembre de 2020, el Tribunal Supremo de Ucrania dictaminó que los símbolos de la División Galitzia de las SS no están asociados con el nazismo y, por lo tanto, no deben prohibirse.

Además de Kiev, también Berlín ha sido un epicentro de esta rehabilitación del fascismo. El Parlamento federal alemán ya tuvo su “momento Hunka” el 27 de febrero de 2022. Cuando Scholz anunció un fondo especial de 100.000 millones de euros para el ejército alemán y las primeras entregas de armas pesadas para Kiev, tres días después de la invasión rusa de Ucrania provocada por la OTAN, el entonces embajador ucraniano Andrij Melnyk fue invitado de honor en el Bundestag, el Parlamento alemán. Y, a pesar de que Melnyk es un simpatizante ferviente de Bandera y le rinde homenajes públicos y defiende su legado sangriento, todo el Bundestag lo ovacionó.

La actitud oficial del Gobierno alemán hacia los colaboradores nazis ucranianos no difiere de la del Tribunal Supremo de Ucrania. En respuesta a una pregunta parlamentaria del partido La Izquierda sobre las “manifestaciones ultraderechistas de la política histórica ucraniana”, el Gobierno alemán declaró recientemente que “no adopta expresamente la clasificación general de determinados grupos (históricos) o personas como de extrema derecha, antisemitas, antigitanos o racistas”.

Los “grupos” y “personas” mencionados en la respuesta a la pregunta parlamentaria incluyen a Bandera, Shuchkevytsch, la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN) y el Ejército Insurgente Ucraniano (UPA) bajo su mando, entre otros. Ambos estuvieron implicados de forma demostrable en el Holocausto y en masacres de rusos, polacos y húngaros. El OUN-M también proporcionó los voluntarios para la División Galitzia de las Waffen-SS, de la que Hunka era miembro.

Este despreciable encubrimiento de las organizaciones nazis y sus horribles crímenes se ha preparado durante años. En 2014, el profesor de extrema derecha de la Universidad Humboldt, Jörg Baberowski, dijo en Der Spiegel que Hitler “no era cruel” y afirmó: “No quería que en su mesa se hablara del exterminio de los judíos”. En la misma entrevista, expresó su solidaridad con el ya fallecido apologista nazi Ernst Nolte, que en la década de 1980 defendió públicamente que la guerra de exterminio de Hitler fue una reacción justificada contra la Unión Soviética.

El Sozialistische Gleichheitspartei (Partido Socialista por la Igualdad, SGP) y los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social (JEIIS o IYSSE en inglés) condenaron públicamente este intento deliberado de defender el nacionalsocialismo y advirtieron que la relativización de los crímenes de guerra nazis tenía como objetivo preparar nuevas guerras y nuevos crímenes.

Estas advertencias se han confirmado dramáticamente. La clase dominante celebra ahora abiertamente a las fuerzas fascistas, señalando que no se detendrá ante nada para asegurar la derrota y la subyugación de Rusia. Hay que impedir otra guerra mundial y la barbarie. Esto requiere la construcción de un movimiento de la clase obrera internacional contra la guerra, basado en un programa socialista.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 29 de septiembre de 2023)

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