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Perspectiva

¿Cómo pueden ganar sus demandas los trabajadores automotores en la lucha contractual de las “Tres Grandes” y el UAW?

Está surgiendo un ambiente explosivo de ira y militancia entre los trabajadores del sector automotor en Estados Unidos, cuando faltan solo cinco semanas para que el 14 de septiembre expiren los contratos entre 150.000 miembros del sindicato United Auto Workers (UAW) en General Motors, Ford y Stellantis (las “Tres Grandes”).

Trabajadores en huelga de General Motors en Bowling Green, Kentucky, cantan en las afueras de la planta (AP Photo/Bryan Woolston)

Los trabajadores están cada vez más decididos a luchar tanto contra los nuevos ataques como para revertir las concesiones impuestas anteriormente con el apoyo de la burocracia del UAW. En los dos últimos años se ha producido una serie prácticamente ininterrumpida de abrumadores votos negativos de los trabajadores en rechazo de los contratos favorables a las empresas y respaldados por el UAW. En el último caso, los trabajadores de autopartes de la planta de asientos Lear de Hammond, Indiana, votaron el domingo por un 95 por ciento en contra de un acuerdo entreguista respaldado por el UAW. En la reunión previa a la votación del contrato, los trabajadores se enfrentaron airadamente a los funcionarios del UAW y exigieron a gritos una huelga.

En estas condiciones, el presidente del UAW, Shawn Fain, anunció la semana pasada las supuestas propuestas del UAW para los nuevos contratos de las Tres Grandes, entre ellas la eliminación de los niveles salariales, el restablecimiento del ajusta al coste de vida o COLA, pensiones con prestaciones definidas, el fin de los abusos a los trabajadores temporales, el restablecimiento de la cobertura médica a los jubilados y un aumento de los ingresos de los jubilados. Según informes posteriores de los medios de comunicación, el UAW también habría propuesto un aumento salarial del 46 por ciento y “busca” una semana laboral de 32 horas con un salario de 40 horas.

Aunque diluidos en aspectos significativos, los puntos propuestos por Fain son en gran medida plagios de una declaración adoptada por la Red de Comités de Base de Trabajadores Automotores, “Lo que necesitan los trabajadores automotores para ganar la batalla contractual en las Tres Grandes de 2023”, y de las demandas que plantea, que fueron circuladas ampliamente entre los trabajadores en las redes sociales y en las plantas desde su publicación a principios de julio.

Las demandas de la Red de Comités de Base de Trabajadores Automotores en su declaración del 9 de julio

Pero lo que Fain y el aparato de la UAW han omitido por completo es lo que explica la declaración del comité de base: cómo pueden los trabajadores luchar realmente por estas reivindicaciones y ganarlas.

La burocracia del UAW, sintiendo su debilidad y aislamiento de las bases, claramente sintió que no tenía otra opción más que responder a la defensiva a las demandas de los trabajadores de base y presentarlas como propias, en un esfuerzo desesperado por evitar una rebelión inmanejable y apuntalar en lo posible su credibilidad. Pero con la espalda contra la pared, el aparato está jugando con fuego, creando expectativas que inevitablemente traicionará.

Lo que hace falta es que esta rebelión de las bases se profundice y que los trabajadores se vayan a la ofensiva.

No se puede confiar en la dirigencia bajo Fain para que luche por nada. Ya demostró en su traición a la huelga de los trabajadores de la empresa de baterías de autos Clarios que se dedica a hacer valer los intereses de las empresas. Sería un error fatal que los trabajadores adopten una actitud de “esperar y ver” qué hará la burocracia.

Se requiere una lucha enorme e implacable. Las empresas se resistirán amargamente a todo lo que necesiten los trabajadores, como ya lo evidencia la respuesta de Stellantis esta semana, exigiendo nuevas concesiones al por mayor. Como explicó la Red de Comités de Base de Trabajadores Automotores, “Los trabajadores automotrices ganarán esta pelea, no a través de apelaciones a los ejecutivos de las compañías o a los políticos afines a las grandes corporaciones, sino a través de una lucha de clases dura y contundente”.

Para que esta lucha de los trabajadores por sus demandas sea seria, son necesarias las siguientes medidas inmediatas:

  • Un aumento d el salario de huelga a 750 dólares semanales. El fondo de huelga de 825 millones de dólares de la UAW, creado con las cuotas de los trabajadores, debe utilizarse para mantener adecuadamente a los trabajadores en huelga. Deben ponerse a disposición recursos adicionales mediante la reducción inmediata de los salarios de seis cifras de cientos de burócratas de Solidarity House y la venta de los activos del UAW que no sirven para nada a los trabajadores de base.
  • Informes detallados sobre todas las negociaciones y supervisión de ellas por parte de las bases. Los trabajadores no pueden simplemente creer en lo que dicen Fain y los negociadores del UAW, dado el largo historial de mentiras y tácticas de engaño empleadas por el aparato sindical en colaboración con la patronal. Las bases tienen derecho a conocer en detalle cada palabra y cada documento intercambiado entre la patronal y los funcionarios sindicales.
  • Prepárense para una huelga general en toda la industria automotriz el 15 de septiembre. Los analistas veteranos de la industria automotriz han planteado la posibilidad de que Fain convoque a huelga solo a algunas plantas de motores aisladas, lo que podría afectar la producción pero prevendría que el UAW tenga que pagar el sueldo de huelga a todos sus miembros, una señal inequívoca de que se preparan para una traición. Para que esta lucha tenga éxito, deben participar todos los miembros del UAW de la industria automotriz, en las Tres Grandes y en el sector de autopartes, donde los trabajadores se enfrentan a algunas de las condiciones de explotación más miserables.

Los trabajadores pueden esperar que la burocracia del UAW se resistirá a estas y otras medidas necesarias en cada paso. Por lo tanto, todo depende de la movilización y la iniciativa de los trabajadores de base, independientemente de la burocracia del UAW.

Deben crearse comités de base en cada fábrica y lugar de trabajo, en cada turno y en cada departamento. Estos comités proporcionarán un medio para que los trabajadores compartan información entre plantas y empresas, coordinen acciones colectivas y liberen el tremendo poder social de la clase obrera.

Por último, junto con las nuevas estructuras organizativas, se necesita una nueva estrategia política.

  1. La lucha que están llevando a cabo los trabajadores requiere su total independencia respecto al Partido Demócrata y el Partido Republicano, que son los representantes políticos de Wall Street y las grandes empresas.

    Fain ha promovido falsamente a los senadores y congresistas demócratas como “defensores de nuestros [trabajadores]”, sabiendo muy bien que estos mismos políticos votaron a favor de prohibir una huelga ferroviaria el año pasado e imponer un contrato al que se oponían los trabajadores.

    El presidente del UAW también ha mantenido repetidas reuniones privadas con Biden y altos funcionarios de su Gobierno, en lo que solo puede entenderse como una conspiración contra los trabajadores, cuyo principal objetivo es contener y suprimir la oposición mientras la Casa Blanca intensifica la guerra con Rusia y se prepara para la guerra con China.
  2. Para luchar contra las gigantescas empresas transnacionales como GM, Ford y Stellantis, los trabajadores deben adoptar una estrategia internacional.

    Los trabajadores de toda la industria automotriz están objetivamente conectados en una vasta red mundial de producción y división del trabajo. En Canadá, 20.000 trabajadores de las Tres Grandes verán expirar sus contratos el 18 de septiembre y se enfrentarán igualmente a la connivencia entre la burocracia sindical de Unifor y la patronal.

    La lógica de la lucha que libran los trabajadores planteará la necesidad de que cualquier paro se extienda internacionalmente, en toda Norteamérica y más allá, para derrotar los intentos de las empresas de aumentar la producción en sus plantas de otros países y romper así la huelga.

    Los verdaderos aliados de los trabajadores automotores en Estados Unidos no son Biden, Bernie Sanders ni otros políticos demócratas y republicanos, sino los innumerables trabajadores de todo el país y el mundo que están irrumpiendo en la lucha.

    En Estados Unidos, 76.000 actores y guionistas llevan meses librando una huelga decidida; en Alemania, decenas de miles de trabajadores de Volkswagen se enfrentan a la amenaza de despidos masivos y recortes de costes respaldados por la patronal y el sindicato IG Metall; y en Turquía, 150.000 trabajadores automotores y metalúrgicos están intentando anular las concesiones en sus convenios colectivos este otoño. Estas luchas y todas las demás deben ser unidas y deben convertirse en el punto de partida para una contraofensiva de la clase trabajadora para que garantice sus propios intereses.

Los trabajadores se verán sometidos a la implacable propaganda de las empresas y los medios de comunicación de que sus demandas son “poco razonables” o “poco realistas” e impedirían que las empresas sean “competitivas”.

Pero lo último que debería preocupar a los trabajadores es la defensa de las ganancias empresariales. La tremenda riqueza que han acumulado los accionistas más ricos de las empresas fue producida por los trabajadores y les pertenece.

La clase dominante y todos sus apéndices, desde los medios de comunicación hasta el aparato del UAW, están sobre todo aterrorizados por el creciente apoyo a los comités de base, que son estructuras organizativas fuera del control de la burocracia.

A pesar de todos los esfuerzos del aparato del UAW por suprimir el voto y excluir la participación de los trabajadores en sus elecciones nacionales del año pasado, casi 5.000 trabajadores votaron por Will Lehman, un socialista y trabajador de base de Mack Trucks. Lehman consiguió un importante apoyo a su programa de abolir la burocracia del UAW, transferir el poder a los trabajadores de base y construir un movimiento de masas de los trabajadores a escala mundial como parte de la Alianza Internacional Obrera de los Comités de Base (AIO-CB).

La lucha por el poder de las bases cobra cada vez mayor relevancia y urgencia. A cinco semanas del vencimiento de los contratos del UAW y las Tres Grandes, no hay tiempo que perder. Hay que aprovechar cada día para que los trabajadores se preparen y organicen, desarrollen su iniciativa independiente, no se dejen coger por sorpresa cuando la burocracia del UAW traicione inevitablemente la lucha y, cuando eso suceda, que los trabajadores movilicen toda la fuerza de la clase obrera para conseguir lo que necesitan.

(Publicado originalmente en inglés el 9 de agosto de 2023)

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