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Perspectiva

El acto “Rabia contra la maquinaria de guerra” promueve una alianza entre la “izquierda” y la extrema derecha

El 24 de febrero marcará el primer año desde el comienzo de la guerra en Ucrania. En las semanas previas al aniversario, Estados Unidos y las potencias europeas han intensificado implacablemente el conflicto, incluyendo el envío de tanques y los planes de enviar aviones de combate a Ucrania para librar la que ya es claramente una guerra de la OTAN con Rusia. Entre bastidores, el Gobierno de Biden y los Gobiernos de Europa están discutiendo planes para el envío de tropas. El riesgo de que esta escalada desemboque en un conflicto nuclear es extremo.

La evolución de la guerra vuelve urgente la construcción de un movimiento contra la guerra. La esencia de tal movimiento y un movimiento contra todas las condiciones catastróficas engendradas por el capitalismo consiste en la educación política y la movilización independiente de la clase obrera internacional. Los socialistas fundamentan la lucha contra el imperialismo en la comprensión de que las mismas contradicciones que producen la guerra también impulsan la revolución.

En 2016, analizando las tendencias bien avanzadas hacia una tercera guerra mundial, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional, resumió en su declaración “Socialismo y la lucha contra la guerra” la base fundamental programática de un nuevo movimiento contra la guerra. Señaló:

  1. La lucha contra la guerra debe basarse en la clase trabajadora, la gran fuerza revolucionaria en la sociedad, uniendo tras ella todos los elementos progresistas en la población.
  2. El nuevo movimiento contra la guerra debe ser anticapitalista y socialista, ya que no puede haber una lucha seria contra la guerra fuera de una lucha por acabar con la dictadura del capital financiero y el sistema económico que constituye la causa fundamental del militarismo y la guerra.
  3. El nuevo movimiento contra la guerra, por ende, necesita ser completa e inequívocamente independiente de y hostil hacia todos los partidos políticos y las organizaciones de la clase capitalista.
  4. Ante todo, el nuevo movimiento contra la guerra debe ser internacional, movilizando el enorme poder de la clase trabajadora en una lucha global unificada contra el imperialismo.

La construcción de un movimiento de la clase trabajadora contra las guerras imperialistas no es un sueño utópico. Su realización la anuncia hoy día el crecimiento de la lucha de clases en todo el mundo, incluyendo las manifestaciones de millones de trabajadores en Francia contra los recortes a las pensiones, las huelgas de cientos de miles en Reino Unido contra la austeridad y las manifestaciones continuas de cientos de miles en Israel contra el primer ministro Benjamín Netanyahu y su coalición, que incluye fuerzas ultraderechistas y fascistizantes.

En Estados Unidos, está aumentando la oposición popular a la inflación y las alzas al coste de vida. Esta oposición se ha reflejado de forma limitada en el importante aumento de huelgas dados los esfuerzos concertados del aparato sindical de sofocar la lucha de clases. La sociedad estadounidense se encuentra en una profunda crisis social y política y una gran causa de la campaña militar es el intento de desviar estas tensiones hacia un enemigo exterior, previniendo así un movimiento revolucionario contra el capitalismo.

La oposición políticamente consciente a la guerra refleja de la forma más concentrada y avanzada la lucha global de la clase trabajadora estadounidense e internacional contra el capitalismo y el imperialismo.

Además, la lucha contra la desigualdad y la explotación es inseparable de la lucha contra el desvío masivo de recursos sociales hacia los preparativos de la clase gobernante para una Tercera Guerra Mundial.

Todas las afirmaciones y propuestas sobre oponerse a la guerra que oculten sus orígenes en el sistema capitalista son falsos e hipócritas.

La manifestación que se celebrará en Washington D.C. el 19 de febrero bajo el nombre “Rage Against the War Machine” [Rabia contra la maquinaria de guerra] se opone a una perspectiva socialista y auténticamente contra la guerra. Partiendo de los cálculos más miopes, pragmáticos y oportunistas, este evento promueve una alianza y colaboración con la derecha política e incluso con fuerzas abiertamente fascistizantes.

Los principales organizadores del mitin son el Partido Libertario, encabezado por Angela McArdle, y el “Partido del Pueblo” liderado por Nick Brana.

La plataforma del derechista Partido Libertario exige el derecho pleno e irrestricto de los capitalistas para explotar a la clase trabajadora. No solo se opone virulentamente al socialismo, sino a todas las reformas sociales. Uno de los principales oradores del acto será el excandidato presidencial del Partido Libertario, Ron Paul, quien ha abogado por eliminar los impuestos a la renta, las leyes del salario mínimo, los seguros por desempleo y el seguro social.

Angela McArdle pertenece a la bancada “Mises Caucus” del Partido Libertario. Con el nombre del economista fanáticamente antisocialista Ludwig von Mises, esta facción defiende virulentamente el derecho absoluto a la propiedad privada.

Bajo la dirección de McArdle y el Mises Caucus, los libertarios han adoptado una orientación más directa hacia la derecha fascista y los grupos antisemitas involucrados en la concentración “Unite the Right” de 2017 en Charlottesville, Virginia. A inicios de 2021, McArdle defendió la invitación de un provocador antisemita a la convención del Mises Caucus en California, señalando que “un buscador de la verdad” que “pregunta si los judíos dominan o no dominan Hollywood” no es un antisemita.

Por su parte, el “Partido del Pueblo” emergió del “Movimiento por un Partido del Pueblo” (MPP), que celebró su convención inaugural en agosto de 2020. Su propósito, como lo indica su nombre, es oponerse a la organización de la clase obrera como una fuerza política independiente. La identidad social específica y los intereses de la clase trabajadora se disuelven en la categoría amorfa del “pueblo”. El programa del “Partido del pueblo” es nacionalista y antisocialista. El WSWS entonces señaló la orientación del MPP hacia la ultraderecha, algo que salió a la superficie en los últimos dos años y medio.

Respondiendo a sus intereses respectivos, los libertarios y el Partido del Pueblo han reunido a varios oradores “izquierdistas” para que participen en el mitin. Incluyen al comediante Jimmy Dore y el editor en jefe de The Grayzone, Max Blumenthal. Tanto Dore como Blumenthal han promovido previamente una alianza con las fuerzas de extrema derecha que se opusieron a cualquier medida para detener la pandemia de COVID-19. Han minimizado la importancia del golpe de Estado del 6 de enero. La respuesta de Dore al golpe fue la promoción de una alianza con la milicia fascistizante Boogaloo Boys.

Si bien se orienta a la extrema derecha, el mitin toma prestadas muchas concepciones del Frente Popular estalinista y la subordinación de la oposición política al Partido Demócrata. Esto lo representan figuras como el excandidato presidencial demócrata Dennis Kucinich y las políticas Jill Stein y Cynthia McKinney del Partido Verde. También se pronunciará la excongresista demócrata Tulsi Gabbard, una teniente coronel activa del Ejército de EE.UU.

El elemento más pútrido del mitin es la participación directa de fascistas. Entre los oradores destacados está Jackson Hinkle, partidario de Trump y promotor del “comunismo MAGA”, que ha dicho que su objetivo es “terminar el trabajo de Donald Trump” por medio de la “eliminación del liberalismo de Estados Unidos y la expulsión de los globalistas del movimiento MAGA”. Otro participante es Jordan Page, un libertario que en 2015 escribió el himno fascista de la milicia “Oath Keeper”, titulado “Ármense”.

Dado el elemento de extrema derecha en la manifestación, varios grupos se negaron a participar, incluidos Veterans for Peace y Code Pink.

El columnista y autor pacifista Chris Hedges, quien también participará en la concentración, intentó legitimar y defender su propia participación en una declaración publicada en su Substack esta semana, llamada “ No hay aliados permanentes, solo poder permanente ”.

Hedges es conocido como un crítico radical del imperialismo estadounidense. Muy influido por Noam Chomsky y sustituyendo el análisis político científico por una moralina de clase media, Hedges rechaza el marxismo y es implacablemente hostil a los “Trotskyites” (trotskistas), un elemento de su política que se ha hecho cada vez más explícito. Sus escritos se caracterizan por un pesimismo desmoralizado, incluso obsesivo, y una oposición explícita a la organización de la clase obrera como fuerza política independiente. No se opone necesariamente a la participación de la clase obrera en un movimiento popular, pero solo en un papel político subordinado. Esto le ha llevado ahora a pedir y legitimar una alianza completamente sin principios y reaccionaria con la extrema derecha.

Según Hedges, “no derrocaremos solos al poder corporativo y a la maquinaria de guerra. Tiene que haber una coalición izquierda-derecha, que incluya a gente cuyas opiniones no sólo son desagradables sino incluso repugnantes, o seguiremos estando marginados y siendo ineficaces”. No solo considera políticamente permisible forjar una alianza con la extrema derecha, sino que lo ve como una necesidad, un “hecho de la vida política”.

Hedges sostiene que es posible construir un movimiento contra la guerra en alianza con la extrema derecha al margen de cualquier otra cuestión social o política.

“La manifestación del 19 de febrero no se trata de eliminar el seguro social y Medicare ni abolir el salario mínimo, como lo proponen muchos libertarios”, escribe. “No es una concentración para denunciar los derechos de la comunidad LGBTQ [lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, queer], que han sido atacados por al menos uno de los oradores. Es una concentración para poner fin a las guerras eternas. Si estos participantes de derecha se organizan en torno a otros temas, yo estaré al otro lado de las barricadas”.

¿Cómo empezar a desentrañar todo este sinsentido político?

La afirmación de Hedges de que legitimar la pretensión de estas fuerzas de extrema derecha de oponerse a la guerra no ayuda en nada a su agenda social y política antidemocrática y antiobrera es un absurdo político. Por supuesto que ayuda a la derecha política. La presencia de Hedges y de otros que dicen ser de izquierdas ayuda a los organizadores de derechas a desorientar y engañar a los trabajadores y a los jóvenes y proporciona una falsa cobertura “progresista” a su política reaccionaria. Sean cuales fueren sus intenciones privadas, el mensaje público de Hedges es que los libertarios de derechas y los fascistas en realidad no son tan malos, tienen su lado bueno y se puede encontrar un terreno común con ellos.

La afirmación de Hedges de que estaría “al otro lado de las barricadas” si sus colaboradores de extrema derecha “se organizaran en torno a otros temas” es demagogia teatral y puro sofisma. Cuando sus actuales amigos de derechas combinan sus críticas a Ucrania con el nacionalismo estadounidense, el antisemitismo, el rechazo incluso a las reformas sociales mínimas, la promoción de la locura antivacunas y otras políticas absolutamente reaccionarias, ¿qué están haciendo sino “organizarse en torno a otros temas”?

Además, Hedges contradice su afirmación anterior de que una “coalición izquierda-derecha” es un “hecho de la vida política” necesario, no solo para oponerse a la “máquina de guerra”, sino también para “derribar el poder corporativo”.

Por último, la afirmación de Hedges de que las fuerzas políticas con las que se está alineando se oponen a la “maquinaria de guerra” es un acto de subterfugio político. Sus diferencias con la política de guerra de la Administración de Biden son, en última instancia, de carácter totalmente táctico. En Estados Unidos existe una larga historia de posturas antibélicas por parte de los defensores de la ideología “America First” o “Estados Unidos ante todo” de la derecha política. El ejemplo más notorio de esta tendencia, antes de la Segunda Guerra Mundial, fue el movimiento político liderado por Charles Lindbergh, un acérrimo admirador de Adolf Hitler.

En última instancia, la pseudooposición de la derecha a la guerra representa una disputa en el seno de la clase dominante sobre determinados aspectos de la política exterior. Uno puede encontrar en Internet numerosos exmilitares, totalmente fascistizantes en su punto de vista, que creen que la actual guerra en Ucrania es una distracción de otros problemas acuciantes a los que se enfrenta la clase dominante estadounidense, como la expulsión sin piedad de los inmigrantes indocumentados de los Estados Unidos y los preparativos para una guerra futura con China.

El papel que cumple el acto “Rabia contra la maquinaria de guerra” no es desarrollar un movimiento contra la guerra imperialista, sino confundir y desorientar a los jóvenes. El apoyo abierto a la guerra de EE.UU. y la OTAN contra Rusia por parte de los Socialistas Democráticos de EE.UU. (DSA, por sus siglas en inglés) y otros grupos pseudoizquierdistas ha facilitado la capacidad de la derecha a presentarse fraudulentamente como oponentes de la guerra, con la ayuda de Hedges y compañía.

Y más allá de su servilismo a la extrema derecha y su llamado demagógico a sentir “rabia contra la maquinaria de guerra”, los organizadores del mitin del 19 de febrero acaban adoptando una perspectiva totalmente derrotada. El mitin finalizará con una marcha a la Casa Blanca para entregar sus demandas al propio presidente Joe Biden, quien encabeza la guerra contra Rusia.

No es posible avanzar de esta manera. La tarea que enfrentan los trabajadores y jóvenes no se trata de sentir “rabia contra la guerra” junto a los fascistas, sino construir un movimiento internacional de masas contra la guerra a partir de un programa socialista. Esto fue propuesto en el mitin del 10 de diciembre de los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por al Igualdad Social (IYSSE, por sus siglas en inglés), que inició una campaña por un movimiento global orientado a la clase trabajadora y basado en un programa socialista y revolucionario.

En su convocatoria para el mitin, el IYSSE escribió: “Así como fue la Revolución rusa, la mayor intervención de la clase obrera en la historia mundial, la que puso fin a la primera carnicería global de la Primera Guerra Mundial, será la intervención de la clase obrera internacional la que hoy detenga la escalada militar hacia la Tercera Guerra Mundial”.

Esta es la única fuerza social masiva, y ya está comenzando a luchar, que puede barrer con los belicistas de Washington y las capitales de los países de la OTAN, oponerse a la guerra imperialista con base en la unidad internacional de la clase trabajadora y poner fin al sistema de lucro capitalista, que es la causa raíz de la guerra.

(Publicado originalmente en inglés el 15 de febrero de 2023)

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