El miércoles y jueves, se celebró en línea la segunda “Cumbre Global para Terminar Pandemias” del World Health Network [Red Mundial de la Salud] con la participación de 20 científicos distinguidos que abogaron por la eliminación global del COVID-19. La cumbre ofreció más fundamentos a favor de la eliminación global, sumándose a los presentados por el webinario “Cómo poner fin a la pandemia” del 24 de octubre auspiciado por el World Socialist Web Site y la Alianza Internacional Obrera de Comités de Base (AIO-CB).
La cumbre del WHN tuvo 22 sesiones distintas a lo largo de 25 horas y cubrió los aspectos científicos más esenciales de la pandemia del COVID-19. El Dr. Michael Baker de la Universidad de Otago en Nueva Zelanda y la Dra. Malgorzata Gasperowicz de la Universidad de Calgary en Canadá dieron presentaciones similares a las que ofrecieron en el webinario del WSWS, resumiendo las medidas necesarias para detener la pandemia.
El Dr. Baker, quien asesoró con éxito al Gobierno neozelandés sobre cómo eliminar el COVID-19 al principio de la pandemia, dejó en claro que el giro reciente en la política de las autoridades se impuso pese a las objeciones de los científicos como él. Declaró, “En cierto momento, el Gobierno decidió que necesitábamos básicamente alinearnos con el resto del mundo y, consecuentemente, cambió a lo que llamamos ‘supresión ajustada’. Muchos científicos en Nueva Zelanda se opusieron a este cambio, pero el Gobierno sintió por varias razones que no tenía opción”.
Otros científicos ofrecieron reportes exhaustivos sobre la transmisión aérea, la importancia de las mascarillas de alta calidad, las desigualdades en la distribución global de las vacunas, los efectos del COVID largo, el desarrollo de nuevas variantes del SARS-CoV-2 y otros temas. También hubo reportes sobre la experiencia durante la pandemia de varios países y regiones específicas del mundo, incluyendo Noruega, Suecia, Alemania, Brasil, Canadá, EE.UU., Taiwán, Qatar, Australia, entre otros.
La cumbre fue realizada en un momento crítico. Los casos globales diarios de COVID-19 están volviendo a aumentar. Casi un millón de personas se contagió según cifras oficiales durante los dos días de la cumbre.
La semana pasada, la cifra oficial de muertes por COVID-19 superó cinco millones, mientras que las estimaciones de exceso de mortalidad indican que la cifra real es de aproximadamente 17 millones. El viernes, un estudio publicado en la revista médica BMJ descubrió que la esperanza de vida había caído drásticamente en los países que rechazaron la estrategia de eliminación. Los hombres estadounidenses perdieron 2,27 años en promedio en 2020, mientras que “más de 28 millones de años de vida se perdieron en 2020 en 31 países”. A pesar de la situación catastrófica a nivel global, los Gobiernos de todo el mundo están eliminando las exigencias de uso de mascarillas y todas las mitigaciones.
El Dr. Anthony Leonardi, inmunólogo experto en linfocitos de la Universidad de Johns Hopkins en EE.UU., habló sobre las últimas investigaciones sobre COVID largo, una condición en la que persisten síntomas por varias semanas o meses después de la infección. Citó varios estudios sobre COVID largo y subrayó el carácter único dañino del virus, indicando que el COVID largo involucra más de 50 síntomas reportados que “pueden abarcar sistemas fisiológicos enteros”. Las investigaciones más alarmantes muestran que el COVID-19 puede causar encefalitis, daño neurológico de largo plazo y el desarrollo de enfermedades autoinmunes.
El Dr. Leonardi se opuso a las reaperturas inseguras de escuelas y fue el autor de una carta ampliamente circulada que resumía los peligros neurológicos del COVID-19 para los niños. Cuando le preguntaron sobre las implicaciones de largo plazo de reabrir las escuelas de manera insegura, el Dr. Leonardi respondió: “Hay una publicación que incluye una vida productiva menor en los niños y es una reducción mayor en los niños que en los adultos. Así que es una mala idea. Estamos encaminando a los niños a que tengan enfermedades crónicas”.
Cuando le preguntaron sobre la necesidad de luchar por una estrategia global de eliminación, el Dr. Leonardi citó un estudio de monos Rhesus que mostraba que cada sujeto de prueba infectado con COVID-19 formó cuerpos de Lewy en el cerebro. Los cuerpos de Lewy están vinculados a la enfermedad de Parkinson y otras demencias.
Al exponer las implicaciones de este hallazgo, el Dr. Leonardi presentó un escenario espeluznante, preguntando: “Si esto ocurre en los humanos, si empezamos a tener neurodegeneración en el futuro, ¿quién va a cuidar de todas esas personas que se ven afectadas por ello? ¿Realmente queremos arriesgar a casi todo el mundo y tener una cantidad muy pequeña de personas capaces de cuidar de estas otras personas?
“Creo que existe el riesgo de que veamos un final de vida institucionalizado, en el que no se cuida a la gente, simplemente se le da un medicamento y fallece”. Y añadió: “Creo que corremos un gran riesgo de que ocurra algo así, una cantidad masiva de personas con neurodegeneración y problemas. Así que sería muy inteligente tener una estrategia de eliminación”.
En múltiples sesiones de la cumbre se destacó la ciencia de la transmisión aérea del SARS-CoV-2, y los ponentes hicieron hincapié en la necesidad de educar a la población acerca de esta ciencia, exigir el uso universal de mascarillas de alta calidad, mejorar la ventilación en todas las escuelas y lugares de trabajo, y aplicar otras medidas.
En una sesión sobre aerosoles, la Dra. Chia Wang, de la Universidad Nacional Sun Yat-sen de Taiwán, comentó: “Realmente es hora de que actualicemos el paradigma actual de control de enfermedades incluyendo precauciones contra los aerosoles, y debemos prestar más atención al aire que respiramos”.
En otra sesión, Julia Raifman, ScD, SM de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Boston, habló sobre el impacto del cambio del 13 de mayo de 2021 en las directrices de mascarillas de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos. Se refirió a la decisión de los CDC como “un error político histórico que probablemente tendrá ramificaciones potencialmente durante décadas”.
Señaló que en 2020 había 43 estados con políticas de mascarillas, pero que solo Hawái las mantuvo después de mayo de 2021, mientras que solo siete estados y el Distrito de Columbia han restablecido desde entonces las políticas de uso de mascarillas durante el actual aumento de contagios de la variante delta.
En la misma sesión, el científico Nicolas Smit señaló que el cambio de los CDC en las recomendaciones de mascarillas “se produjo seis días después de que los CDC finalmente admitieran que la transmisión por aire estaba ocurriendo”.
En una sesión titulada “Las grandes farmacéuticas y el 'apartheid de las vacunas'“, el Dr. Anthony Staines, de la Universidad de la Ciudad de Dublín (Irlanda), denunció los monopolios farmacéuticos con ánimo de lucro por crear desigualdades en materia de vacunas a nivel mundial. Comentó: “Hemos acabado con una forma monstruosamente ineficaz, una manera muy cara e injusta de distribuir los recursos en todo el mundo, y una forma que nos pone en un riesgo incalculable. Nadie sabe si habrá otra nueva variante, y nadie sabe si esa nueva variante podría ser peor que las que tenemos actualmente”.
Los informes presentados en la cumbre permiten comprender claramente el COVID-19, el carácter nefasto de la situación actual y las medidas que deben adoptarse para eliminar el virus en todo el mundo. El evento debería haber contado con una amplia asistencia y haber sido visto por millones de personas. Sin embargo, los principales medios de comunicación lo han ocultado y lo han ignorado, sin que el New York Times, el Wall Street Journal o cualquier otro medio de comunicación corporativo lo reportara. Esto pone de manifiesto una vez más su papel en la continuación de la pandemia.
Aparte de este artículo del WSWS, no se ha informado en absoluto sobre el evento.
Al escuchar la cumbre, uno no podía dejar de sorprenderse por el inquietante abismo existente entre la enorme importancia de los contenidos presentados y la total ausencia de publicidad en los medios de comunicación, que provocó una escasa asistencia a cada sesión. En su punto más alto, solo 80 personas asistieron a la sesión de apertura, y cada sesión solo tuvo aproximadamente 10-30 asistentes.
Desde un punto de vista puramente científico, hay que felicitar a los participantes y su trabajo merece un amplio reconocimiento. Es evidente que estaban motivados por el deseo de actuar y que dedicaron mucho tiempo a preparar sus informes.
Sin embargo, hubo un claro contraste entre la ciencia y la perspectiva política presentada en la cumbre. Privados de una audiencia masiva por los medios de comunicación, que alimentan al público con patrañas y mentiras sobre la pandemia, los propios científicos enmarcaron gran parte de sus conclusiones como llamamientos a los poderes establecidos para que escuchen y cambien la política gubernamental.
Se argumentó que se puede convencer a los Gobiernos de que eliminen el COVID-19 porque les ahorraría dinero. Desde un punto de vista humanitario, esto debería ser irrelevante, y hay algo profundamente erróneo en una sociedad en la que hay que demostrar que salvar vidas humanas es rentable.
Pero este argumento carece en sí mismo de sentido para las despiadadas élites financieras que han amasado billones de dólares durante la pandemia mediante la canalización de fondos estatales en el mercado de valores. Solo en Estados Unidos, los milmillonarios aumentaron su riqueza en 1,8 billones de dólares o 62%, en solo los primeros 18 meses de la pandemia. Mientras la clase trabajadora internacional ha sufrido pérdidas insondables, los mercados bursátiles siguen alcanzando máximos históricos a nivel mundial.
Los científicos no son estrategas políticos. Al no saber cómo llegar a amplias masas de personas y aislados por los medios de comunicación, siguen siendo una especie de comunidad cerrada. En este contexto, el seminario web del WSWS del 24 de octubre adquiere aún más importancia. Ese evento, que ha sido visto por más de 10.000 personas de más de 100 países, estableció un vínculo vivo entre la ciencia y la clase trabajadora. Presentó tres horas y media de informes científicos, así como una clara perspectiva política, subrayando que la clase trabajadora es la única fuerza social capaz de acabar con la pandemia.
Una de las principales lecciones del seminario web del 24 de octubre fue que la lucha para acabar con la pandemia requiere una estrecha colaboración entre la clase trabajadora internacional y la comunidad científica. Muchos de los trabajadores que asistieron al seminario web han manifestado al WSWS que los científicos los instruyeron profundamente, afirmando que ahora tienen una idea clara de las medidas que deben tomarse para salvar vidas.
En conjunto, los informes de la cumbre del World Health Network proporcionan una prueba abrumadora de que la única política pandémica correcta es la dirigida a la eliminación mundial del SARS-CoV-2. Para que esto se lleve a cabo es necesario el desarrollo de un movimiento de masas de la clase obrera internacional armado con un conocimiento científico de la pandemia. Como bien dijo Karl Marx, “la teoría se convierte en una fuerza material tan pronto como se ha apoderado de las masas”.
El WSWS continuará la lucha por forjar una alianza de lucha entre los científicos y la clase obrera y ayudará a coordinar la lucha global necesaria para poner fin a la pandemia y salvar millones de vidas en todo el mundo.
(Publicado originalmente en inglés el 5 de noviembre de 2021)