El gobierno del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y Podemos ha anunciado que pondrá fin al estado de alarma el 9 de mayo. El estado de alarma es el mecanismo jurídico que utilizan los gobiernos de las comunidades autónomas para imponer las medidas obligatorias de distancia social, como los confinamientos, toques de queda, y restricciones a las reuniones y desplazamientos.
Aunque antes se lo presentaba como menos efectivo que los confinamientos nacionales pero más compatibles con mantener a los trabajadores en sus lugares de trabajo, el estado de alarma está siendo terminado como señal de que la clase gobernante busca levantar cualquier medida que limite la extracción de ganancias. Este final de la distancia social solo acelerará la difusión del virus, y provocará innumerables muertes innecesarias.
El presidente del gobierno Pedro Sánchez defendió esta política, afirmando cínicamente que España vacunaría a 33 millones de personas, el 70 por ciento de la población adulta, para finales de agosto, aunque no ha llegado a ninguno de sus objetivos de vacunación anteriores. Luego dijo de manera ridícula que "Estamos ante el principio del fin de la pandemia. ... España ya tiene un horizonte de salida.
"La vacunación es la política económica más eficiente", insistió, haciendo hincapié en los intereses capitalistas que subyacen a la política de la "inmunidad colectiva".
España está terminando con las políticas de distancia social mientras Europa va entrando en una nueva ola de la pandemia. El país registra de manera regular cerca de 10.000 contagios y varios cientos de muertos por día. Las noticias de los medios calculan que la nueva ola podría llevar a al menos varios cientos de miles de nuevos contagios, encima de los 3,3 millones registrados hasta la fecha. Esto significa que otras decenas de miles de personas podrían morir, más allá de las más de 100.000 muertes excesivas registradas por el Instituto Nacional de Estadística de España.
Ni un comentario significativo se ha publicado que cuestione por qué España está eliminando la distancia social mientras empieza una nueva ola. No se ha visto muerte a esta escala en le Península Ibérica desde la Guerra Civil española (1936-1939), que dejó cerca de 500.000 muertos. A pesar de ello, todos los medios progresistas o simpatizantes de Podemos, desde El País a el Diario.es, Público, La Marea, e Infolibre, han aceptado esta política como un hecho consumado. Una indiferencia pasmosa tal hacia la vida humana confirma la caracterización del British Medical Journal de la política hacia la pandemia de las élites gobernantes como "asesinato social".
La responsabilidad de este "asesinato social" la tiene sobre todo el partido "populista de izquierdas" Podemos. Habiendo prometido un cambio radical y el fin de la austeridad, se ha vuelto el principal coconspirador del PSOE en la política de la élite gobernante respecto a la pandemia. Podemos está reaccionando al fin de las medidas de distancia social no diciendo nada. Como siempre, el que calla otorga.
Esta es una advertencia sobre partidos y políticos similares de otros países, tales como la congresista Alexandria Ocasio-Cortez de los Socialistas Democráticos de América, Jean-Luc Mélenchon de Francia Insumisa, Janine Wissler del partido La Izquierda en Alemania y Syriza en Grecia. Extraídos de la clase media pudiente y basándose de manera semejante en las políticas identitarias de raza y género, estos partidos adoptan las mismas políticas asesinas que sus homólogos derechistas en el establishment político.
El único comentario de Podemos sobre la "cuarta ola" lo hizo su rama regional andaluza. Su portavoz, Susana Serrano, acusó al gobierno derechista de la comunidad del Partido Popular (PP) la semana pasada de "quietud total" ante la "cuarta ola". Exigió al PP que continuara con los "toques de queda nocturnos". Sin embargo, después del 9 de mayo, esta política —en sí ineficaz para garantizar la distancia social— pronto será imposible de implementar, dado que su propio partido habrá puesto fin al estado de alarma.
Como Sánchez, Serrano exigió acelerar las vacunaciones como la única solución posible. Demandó "pisar el acelerador respecto a la vacunación", que es "lo que va a parar la difusión del virus". Pero si no se cierra el trabajo no esencial y sin una política de cuarentena subvencionada, esto condena a morir a otros innumerables miles de personas mientras esperan la vacuna.
Serrano terminó su rueda de prensa afirmando que Podemos "elude la falsa dicotomía entre salud o economía". Esto es una mentira política. Podemos ha implementado la política oficial de hacer primar las ganancias capitalistas por encima de la vida humana todo a lo largo de la pandemia. A su dirigente, Pablo Iglesias, le han encomendado rutinariamente presentar falsamente la política hacia la pandemia de su gobierno como basada en la ciencia.
En mayo pasado, Iglesias dijo que aunque su gobierno había hecho "mal" algunas cosas, "también hicimos cosas buenas, como hacer caso a los especialistas y epidemiólogos".
Esto era parte de los discursos triunfales de mayo y junio pasados, que culminaron en la ya infame declaración del presidente del gobierno Pedro Sánchez: "Hemos derrotado al virus". En ese entonces, las muertes excesivas debidas a la pandemia ascendían a 48.000, muchas menos que la mitad del total actualmente.
Detrás de todas esas declaraciones cínicas había una estrategia clara de obligar a millones de personas a volver al trabajo y a las escuelas y levantar las medidas de confinamiento. Esto llevó a otros miles de muertes en una segunda ola. Para finales del año, murieron 22.000 personas más, lo que elevó la cifra de muertes excesivas a 70.000. Expuso la mentira de que la política del gobierno del PSOE y Podemos se basaba en la ciencia.
Antes de la tercera ola, Iglesias declaró a mediados de diciembre, mientras se empezaban a poner las primeras vacunas, "Gracias a los trabajadores de la ciencia y la sanidad. Estamos viendo el final del túnel. Muchas gracias a todos los que lo han dado todo por nuestros ciudadanos". Sánchez también declaró, "Con la llegada de la vacuna, insisto, se acerca el principio del fin".
Una vez más, el motivo subyacente era levantar las medidas de distancia social para impulsar las ganancias durante las Navidades. Una tercera ola se presentaba entonces como inevitable. El epidemiólogo del Estado, Fernando Simón, admitió públicamente a mediados de diciembre, "es muy probable que mantengamos una tendencia ascendente, si las previsiones son lo que estamos viendo, hasta mediados o finales de enero". Sin embargo, el gobierno levantó la distancia social para las vacaciones. Para finales de la tercera ola en febrero, España acumulaba una cifra de fallecidos de más de 100.000 muertes excesivas y 3,2 millones de contagiados.
Ahora, mientras España entra en su "cuarta ola", Iglesias calla. Lo mismo su colega Yolanda Díaz, la nueva vicepresidenta del gobierno y ministra de trabajo, a quien han preparado para ser la sucesora de Iglesias.
Díaz desempeñó un papel clave, trabajando con los sindicatos para implementar las políticas de la inmunidad colectiva. Con los sindicatos Comisiones Obreras (CCOO) y Unión General del Trabajo (UGT), Díaz obligó a millones de trabajadores a volver a trabajos no esenciales. Lo hicieron aunque los sindicatos reconocían que la mayoría de las empresas "no están en posición de garantizar estas condiciones sanitarias y de seguridad", como dijo el dirigente de CCOO Unai Sordo en abril de 2020. Esto llevó al desastre. Según estimaciones conservadoras, al menos el 25 por ciento de los brotes de COVID-19 en España se originaron en lugares de trabajo.
CCOO y UGT también han afirmado que las escuelas son entornos seguros, suprimiendo la ira de los docentes y los estudiantes contra la reapertura de las escuelas. Las escuelas ahora han llegado a ser la principal fuente de la difusión del virus, superando por primera vez a otros entornos, como reuniones sociales o familiares, residencias de ancianos, centros sanitarios o lugares de trabajo.
Esto quiere decir que decenas de miles de muertes y contagios provocadas por las órdenes de volver al trabajo y a las escuelas se pueden atribuir directamente a Podemos y a los sindicatos.
Es más, mientras España entra en la "cuarta ola", Comisiones Obreras y Unión General del Trabajo han dejado claro que no exigirán ninguna medida para limitar la extensión del virus. Comisiones Obreras publicó una declaración el 29 de marzo, titulada "Comisiones Obreras pide no repetir los errores del período navideño para evitar una 'cuarta ola'". Analizando los datos, decía que "los casos confirmados, los ingresos hospitalarios, ingresos en UCI y muertes a nivel nacional se duplicaron en el período que va del 2 de diciembre de 2020 al 24 de febrero de 2021". A pesar de ello, CCOO ni propuso ni exigió ninguna medida concreta.
De manera semejante, UGT ha exigido absurdamente evitar una "cuarta ola" la semana pasada, momento en el cual ya estaba claro que esa ola estaba ocurriendo. La principal preocupación de los sindicatos, sin embargo, no era la vida de los trabajadores sino la posibilidad de que nuevas restricciones afectaran la acumulación de ganancias.
La secretaria de Políticas Sociales, Trabajo y Seguridad Social de UGT, Mari Carmen Barrera, dijo, "Es esencial evitar una cuarta ola de contagios que produzca nuevos parones laborales y que ejerza más presión en la economía y el empleo. Esto es clave para asegurar la temporada veraniega [turística]. Por este motivo, hay que seguir las medidas restrictivas hasta que se logre la inmunidad colectiva, de la misma manera que hay que acelerar y fortalecer la campaña de vacunación porque junto con las medidas preventivas, son esenciales para recuperar la actividad [económica]".
Al otro día Sánchez anunciaba el final del estado de alarma. UGT no siguió con su llamamiento inicial simbólico para "medidas restrictivas" limitadas. En cambio, guardó silencio.
Los trabajadores y los jóvenes deben asimilar las duras lecciones del año pasado. No se puede presionar al gobierno del PSOE y Podemos y a los sindicatos para que apliquen una política más humana ante la pandemia. Su única preocupación es hacer que siga el flujo de ganancias hacia las arcas de la élite financiera, sin importar el coste en vidas humanas. Solo una lucha política internacional por parte de la clase trabajadora, organizada independientemente de los sindicatos capitalistas, y en base a un programa socialista opuesto a los partidos pseudoizquierdistas como Podemos, será capaz de imponer medidas efectivas para lograr controlar la pandemia de COVID-19.
(Publicado originalmente en inglés el 13 de abril de 2021)