Los trabajadores del complejo de ensamble de General Motors en Silao, México, reportaron al Boletín de los Trabajadores Automotores del WSWS que Jose Manuel Montes Torres, un trabajador del área de pintura, falleció el 22 de agosto tras contraer COVID-19.
El grupo de base Generando Movimiento, que ha estado recopilando reportes de las muertes, contagios y condiciones inseguras durante la pandemia, le comentó al Boletín de los Trabajadores Automotores que Montes siguió trabajando en la planta hasta el domingo 16 de agosto, “que tuvieron tiempo extra forzoso”.
Generando Movimiento publicó una declaración la semana pasada señalando: “Nos deja en claro que el protocolo de seguridad para un regreso seguro ante el virus COVID-19 que hay dentro de la empresa no está funcionando. Ya son 8 los fallecidos”.
El grupo ha registrado 30 casos de COVID-19 en la planta pero indica que es una estimación dado que han dependido de los reportes de los compañeros de trabajo y familiares, en medio de un ambiente de amenazas e intimidación por parte de la empresa.
General Motors, la mayor productora de autos en México, y el sindicato patronal local de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) se han rehusado a proveerles a los trabajadores información alguna sobre casos de COVID-19 en la fábrica.
Esta ha sido la norma en las fábricas de autos y autopartes internacionalmente. En todo Estados Unidos, los casos de COVID-19 están siendo encubiertos por las empresas y el sindicato United Auto Workers (UAW), y les han ordenado a los trabajadores no compartir información, incluso cuando se trata de su propia enfermedad. Los trabajadores en varias plantas han respondido formando comités de seguridad de base, independientes de los sindicatos.
En Silao, los compañeros de trabajo que tuvieron contacto con Montes escribieron que la corporación se ha rehusado a detener la producción, ponerlos en cuarentena ni hacerles pruebas. El 27 de agosto, un trabajador afirmó: “El día de hoy nos llamaron al servicio médico, por el fallecimiento de nuestro compañero de equipo de trabajo por haber sido un caso positivo de COVID. Solo checaron temperatura y llenaron una hoja. ¿Qué preguntas? No sé, pero a todo le pusieron que ‘no’. A mí solo me preguntaron nombre y número de nómina”.
Para empeorar la situación, la gerencia anunció posteriormente que “solo habrá agua en los lavamanos en horarios de snack”. Un trabajador comentó: “Cuando a la vez piden que nos cuidemos y ellos hacen esto para ahorrar gastos, esto justamente en el área de pintura”.
Los trabajadores en la planta también le han comentado frustradamente al WSWS que las fuentes de agua no han estado disponibles durante la pandemia y que solo tienen dos breves descansos para refrescarse en turnos de doce horas.
El viernes, un trabajador de Silao con hipertensión le reportó al Boletín de los Trabajadores Automotores que GM lo despidió por faltar al trabajo. Generando Movimiento explicó que han registrado al menos despidos de trabajadores vulnerables. La planta llamó a los trabajadores vulnerables a volver al trabajo el 10 de agosto, cuando ya había numerosos reportes de contagios de COVID-19 en la planta.
Durante el fin de semana, la esposa de un trabajar del área de motores que salió positivo al COVID-19 también le reportó a Generando Movimiento que su marido había contraído el virus en la planta y que el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) le dio de alta en muy mala condición, obligando a la familia a darle cuidados.
Cuatro días tras la muerte de Montes, Francisco Garza, el presidente y CEO de GM México, le dijo a Visión Automotriz, “Incorporamos los protocolos de salud y seguridad en nuestras plantas con los más estrictos protocolos de la Organización Mundial de la Salud y del IMSS, desde la transportación de la gente, su ingreso a las plantas a sus puestos de trabajo, comedores, intercambio de turnos… Fuimos bien evaluados por el IMSS y nos seleccionó como piloto”.
La presunta preocupación de GM por la seguridad ha sido desmentida por los numerosos reportes de los empleados. Los trabajadores han descrito cómo viajan en busetas “como sardinas”, han compartido videos mostrando que no se hace valer el distanciamiento social ni en los cambios de turno ni dentro de la planta, y han declarado que es “imposible” mantener una distancia segura en la línea.
Además, las visitas de las autoridades sanitarias y laborales son precedidas por “instrucciones” de los supervisores y delegados sindicales, sin duda bajo la amenaza de represalias. Por ejemplo, el 6 de agosto, los trabajadores le escribieron al Boletín de los Trabajadores Automotores: “Como tú sabes, desde ayer hubo visitas de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social en la empresa. Para esto, a los trabajadores los metieron a una sala donde se presentaron delegados del sindicato Miguel Trujillo López para comentarle a los trabajadores qué es lo que tenían que contestar en las encuestas. Algunos de los auditores venían de la Ciudad de México”.
General Motors detuvo la producción en México el 23 de marzo, no para proteger a los trabajadores, sino para prevenir que una ola de huelgas salvajes en las plantas automotrices que se expandía por Europa, Estados Unidos y Canadá, alcanzara a los trabajadores en el país. Después de hambrear a los trabajadores con el 55 por ciento de salario, General Motors reabrió gradualmente sus plantas en México a fines de mayo después de que el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador declarara el sector automotor como “esencial”.
“Trabajamos muy de cerca con instituciones como la Secretaría de Economía con el fin de que la industria automotriz fuera considerada como esencial”, explicó Garza, titular de GM México.
La producción automotriz en México aumentó 0,7 por ciento en julio comparado al año pasado, y Expansión escribió recientemente: “El desempeño que ha tenido la industria automotriz tras tocar fondo en abril ha sorprendido a analistas, distribuidores y directivos de las automotrices”. El sector automotor en México incluye directamente a 980.000 trabajadores y 3,6 millones indirectamente.
Si bien las empresas y el Gobierno encubren la escala real de los brotes y las muertes, las revelaciones de los trabajadores apuntan a que el costo de esta homicida reapertura, realizada a instancias de un diminuto grupo de empresas transnacionales y sus financistas, es masivo. México actualmente tiene la cuarta mayor cifra de muertos por COVID-19 en el mundo, con casi 65.000 muertes confirmadas, apenas detrás de India, cuya población es 10 veces mayor.
La respuesta de la clase gobernante y el Gobierno a los brotes mortales y las denuncias de los obreros y sus familias ha sido continuar mintiendo sobre la grave situación a fin de prevenir cualquier interrupción al proceso de generar ganancias para los capitalistas.
La pandemia ha expuesto la demagogia populista del Gobierno de López Obrador, los sindicatos —sea la corrupta CTM o los llamados sindicatos “independientes— y sus apologistas. Todas estas fuerzas han demostrado un compromiso inflexible con defender el capitalismo por encima de las vidas de los trabajadores y sus familias.
Para oponerse efectivamente a la marcha global de las élites gobernantes capitalistas a obligarlos a trabajar en condiciones mortales, los trabajadores en México deben responder al llamado del WSWS a formar comités de seguridad de base, independientemente de los sindicatos y toda otra organización nacionalista y procapitalista. Estos comités, que son organizaciones auténticamente obreras y democráticas, necesitan desarrollarse como parte de una contraofensiva poderosa y globalmente coordinada de la clase obrera por tomar en sus propias manos las riendas de la defensa de sus vidas y condiciones en oposición al capital financiero globalizado.
(Publicado originalmente en inglés el 31 de agosto de 2020)