Miles de trabajadores de Nissan, sus familias y simpatizantes están en huelga, protestando y cortando rutas para protestar contra la decisión del fabricante japonés de automóviles de cerrar su planta de Barcelona para diciembre. Veinticinco mil trabajadores van a ser afectados directa o indirectamente por el cierre de la planta más grande de Nissan en España.
Desde el 4 de mayo, en medio de la reanudación de la producción en sus plantas después de que el Gobierno del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y Podemos impusiera la política reaccionaria de regreso al trabajo, los sindicatos han convocado a la huelga a los trabajadores de Nissan. El cinismo de la empresa anteriormente dirigida por el fugitivo director ejecutivo Carlos Ghosn no puede ser más claro. Les ordenaron a los trabajadores que volvieran al trabajo el 4 de mayo, en medio de la pandemia, para terminar 1.300 furgonetas Mercedes inacabadas y cerrar la fábrica.
La semana pasada, Nissan reportó pérdidas por US$6,2 mil millones para el año fiscal que acaba en marzo, su primera pérdida anual en 11 años. El cierre de la planta es parte de un plan por restructurar la Alianza, recortar costes y elevar las ganancias. Bajo el plan, la compañía se propone reducir su capacidad productiva mundial en un 20 por ciento, a cerca de 5,4 millones de unidades, y recortar sus costes el 15 por ciento. Otra fábrica de Nissan será cerrada también, en Indonesia.
Su objetivo es intensificar la explotación de los trabajadores juntando las instalaciones de producción en otra parte de Europa, así como en Sudamérica, Sudáfrica y el Sureste asiático.
La semana pasada, poco después del anuncio, los trabajadores bloquearon calles y quemaron neumáticos fuera de la planta, localizada en el área industrial Zona Franca.
Cristina Montero, de 43 años, madre soltera con una hipoteca, y que lleva 15 años trabajando en la planta de Nissan, le dijo a El País, "Es una muy mala noticia. Lo sabíamos, imaginamos que podría pasar, pero piensas que eso nunca se va a hacer realidad. Hay tantas familias que podrían quedarse en la calle, y sentimos impotencia y mucha rabia".
Otro trabajador de Nissan con 21 años de antigüedad, José Antonio Pina, dijo, "Nos va mal desde hace muchos años, y ahora ha sido el colapso total".
Fuera, cientos de trabajadores se congregaban para oír al jefe del Comité de Empresa, el delegado sindical Juan Carlos Vicente, después de una reunión con ejecutivos de la empresa.
En un anuncio a los medios orquestado, Vicente se quejó, "Nos están dejando morir", y afirmó que los trabajadores "no se lo pondrán fácil" al cierre por parte de Nissan: "Ahora tenemos seis meses por delante para intentar hacer que cambien sus planes. ... Este es un proceso largo, tenemos que presionar tanto a los políticos como a la compañía para que entiendan que Nissan tiene que quedarse, porque corren peligro unas 20.000 familias, y está en juego el tejido industrial de Cataluña y de España".
La lucha de los trabajadores de Nissan contra el cierre está generando muchísima simpatía y solidaridad. Al otro día, miles de trabajadores automotores se congregaron a las puertas de los cuatro principales concesionarios de Nissan, gritando con el puño levantado, "¡Guerra, guerra, guerra, Nissan no se cierra!". Mientras los obreros que protestaban marchaban y cortaban caminos, muchos coches les tocaban la bocina en señal de apoyo, y los vecinos aplaudían o levantaban el puño.
Ayer, los trabajadores de Nissan organizaron una marcha lenta de cientos de vehículos en el centro de Barcelona. Los trabajadores automotores, muchos acompañados por sus familias, también recibieron apoyo de los taxistas, que llevan más de un año librando una lucha despiadada contra Uber.
En medio de esta masacre de empleos, los trabajadores ahora se enfrentan a un ataque concertado por parte del Gobierno del PSOE y Podemos, el gobierno regional dirigido por los nacionalistas catalanes, y los sindicatos para aislar, desgastar y finalmente suprimir la huelga.
Los sindicatos y el Gobierno del PSOE y Podemos están sembrando ilusiones en que las negociaciones con Nissan permanecen abiertas, y de que existe todavía alguna posibilidad de que la planta siga abierta. El Comité de Empresa, dirigido por los sindicatos Comisiones Obreras (CCOO), vinculado a Podemos, y el pro-PSOE Unión General del Trabajo (UGT), ha argumentado a favor del retraso en cualquier escalada de las huelgas y protestas hasta la reunión de la patronal de los ejecutivos de Nissan del 6 de junio, insistiendo en que Nissan podría revertir su decisión.
En una declaración conjunta con el gobierno regional catalán, la asociación patronal Foment del Treball, y grupos de pequeñas empresas, CCOO y UGT, instaron a "Nissan a reconsiderar la decisión obligada por su responsabilidad hacia sus trabajadores". Añadieron que "seguirían trabajando para mantener la cadena de suministro de Nissan en Cataluña y valorando la unidad de acción de las diferentes administraciones, empleadores y sindicatos para evitar confirmar el cierre definitivo de las plantas en Cataluña".
De manera similar, la ministra de Asuntos Económicos Nadia Calviño afirmó que tenía la voluntad de buscar "una solución alternativa", añadiendo, "Hemos propuesto que la empresa implemente un proceso de discusión y negociación para ver cómo se puede canalizar este proceso", ya que "es una planta que tuvo un sentido estratégico para la empresa, y es la única en Europa".
Sin embargo, Gianluca De Ficchy, presidente de Nissan Europa, reapareció para decir que la decisión de cerrar la planta de Barcelona ha sido tomada y es irreversible.
La semana pasada, Nissan aludió indirectamente a por qué quería que sus plantas en Barcelona permanecieran abiertas hasta diciembre. Ashwani Gupta, el jefe de operaciones globales de la empresa japonesa, dijo que cerraría su planta manufacturera en Sunderland en el Reino Unido si Londres salía de la UE sin acuerdo. Dijo que dado que la UE es el mayor cliente de la fábrica de Sunderland, los aranceles que resultarían de un Brexit sin acuerdo significarían que la fabricación en Gran Bretaña no sería viable.
Ya sea en España, Reino Unido o Francia, todos los sindicatos están usando el mismo "frente común" para adormecer a los trabajadores mientras trabajan por aumentar la explotación de los trabajadores u obligan a los trabajadores a aceptar los cierres de planta.
En la planta de Nissan de España, el último "frente común" de sindicatos, grandes negocios y gobiernos regionales y nacionales sucedió en junio de 2019, cuando USOC, CCOO y UGT aceptaron un plan de despidos, respaldado por el gobierno regional catalán, que afectó a 620 trabajadores a través de la jubilación anticipada y otros recortes. A cambio, Nissan de manera fraudulenta se comprometió a hacer nuevas inversiones en las plantas de Barcelona.
Los sindicatos españoles se han negado a movilizar a los trabajadores en las otras plantas de Nissan no afectadas por los cierres, por no hablar de los de otras factorías automotrices, de Seat, Mercedes, Volkswagen y PSA. El mismo día que Nissan hacía su anuncio, en Ford UGT y CCOO firmaban un plan de despidos que afecta a 350 trabajadores de la planta valenciana, para hacer más competitiva la planta.
Esta misma táctica está siendo implementada ahora en el Reino Unido, donde Nissan anunció planes de terminar un plan de pensiones de prestaciones definidas para cientos de trabajadores como parte de sus medidas de ahorrar costes.
El sindicato británico Unite reaccionó anunciando que "está más que dispuesto a ayudar a Nissan a recalibrarse en un mundo cambiante pero eso no debe ser a costa del empleo, los términos y las condiciones u otras prestaciones de nuestros miembros. En los días venideros estaremos buscando los puntos de vista de nuestros miembros y nos sentaremos con la empresa para buscar una salida positiva para todos".
En la vecina Francia, Renault ha anunciado planes para una oleada internacional de cierres de plantas y despidos, incluyendo 15.000 empleos a nivel mundial, 4.600 en Francia. Los sindicatos franceses no están organizando ni siquiera protestas simbólicas. Philippe Martinez, el jefe del sindicato estalinista Confederación General del Trabajo (CGT), respondió con una retórica impotente y nacionalista. "Estamos muy enfadados", dijo. "Lo que Renault necesita es fabricar coches Renault en Francia y dedicarse a crear empleos en Francia".
Ya sea en España, Reino Unido, Francia u otros países, los trabajadores se enfrentan a las mismas tácticas sindicales reaccionarias para dividir a los trabajadores por criterios nacionales, intentando vender a las multinacionales la fuerza de trabajo de sus trabajadores a un precio de mercado más bajo que en otros países.
Una lucha contra esto requiere la construcción de un movimiento internacional entre los trabajadores. La oposición de los trabajadores automotores, incluyendo las huelgas y otras luchas, solo puede ser efectiva si se la moviliza a lo largo de las fronteras nacionales contra las empresas transnacionales, que mudan la producción de un país a otro para aumentar sus ganancias. Esto requiere la construcción de comités de base de acción independientes de los sindicatos nacionalistas y procapitalistas.
(Publicado originalmente en inglés el 6 de junio de 2020)