Cincuenta y seis años después de la firma del tratado Elysée de 1963, la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Emmanuel Macron, se reunieron ayer en Aquisgrán para firmar otro tratado de amistad franco-alemana. A pesar de sus cansadas referencias a la amistad internacional y los derechos sociales, una lectura del tratado deja claro que es parte de una agenda agresiva, amplia e impopular para imponer regímenes de Estados-policial en toda Europa con el fin de rivalizar colectivamente contra EUA como una potencia militar.
Las comparaciones de los tratados de Aquisgrán y Elysée son fundamentalmente engañosas. Si bien el tratado de Elysée se firmó poco después de la sangrienta guerra neocolonial de Francia en Argelia y en medio de crecientes tensiones financieras con Washington por el dólar estadounidense, se firmó en medio del auge económico de la posguerra. El Gobierno alemán intervino para insertar disposiciones en el tratado Elysée especificando que estaría subordinado a la alianza de la OTAN con los Estados Unidos.
Ahora, después de casi tres décadas de guerra imperialista y la creciente crisis económica desde la disolución estalinista de la Unión Soviética en 1991, se está desarrollando una crisis mucho más profunda del capitalismo y de las relaciones interimperialistas. En medio de las amenazas estadounidenses de guerra comercial, las relaciones transatlánticas se están desintegrando y Alemania está tratando de remilitarizar su política exterior. Justo antes de las protestas masivas de “chalecos amarillos” contra la austeridad y la desigualdad en Francia el pasado noviembre, Macron dijo que Europa debería estar preparada para enfrentar a Rusia, China o Estados Unidos.
Hablando ayer en Aquisgrán, Merkel confirmó que este es el propósito central del nuevo tratado: “Nos comprometemos a desarrollar una cultura militar común, una industria de defensa común y una política común sobre exportaciones de armas. Así es como queremos hacer nuestra contribución al desarrollo de un ejército europeo”.
El tratado establece esto, comprometiendo a Berlín y París a “buscar una política exterior y de seguridad común que sea fuerte y eficaz, y que refuerce y profundice la unión económica y monetaria. ... Los dos estados profundizarán la cooperación política en materia de asuntos exteriores, defensa, seguridad exterior y seguridad interior, y desarrollo, mientras buscan reforzar la capacidad de acción independiente de Europa. Trabajarán para definir posiciones comunes en cualquier decisión importante que afecte sus intereses comunes”.
El tratado crea "un Consejo franco-alemán de Defensa y Seguridad como el órgano político para guiar estos compromisos comunes". Con las tropas alemanas luchando en la guerra de Francia en Mali, se compromete a "reforzar aún más la cooperación entre sus fuerzas armadas para crear una cultura común y un plan de despliegues conjuntos”. Establece un diálogo anual entre Berlín y París sobre la política de África, que incluye "el manejo de la paz y las situaciones posteriores al conflicto”.
En medio de pedidos para un ejército de la Unión Europea y después de la creación de un Fondo de Defensa Europeo de 13.000 millones de euros el año pasado para impulsar la financiación de los sistemas de armas europeos, incluidos tanques y aviones de combate, el tratado exige una estrecha integración de las industrias de armas de Alemania y Francia. Berlín y París, declara, “apoyan la cooperación más estrecha posible entre sus industrias de defensa, sobre la base de la confianza mutua. Los dos estados formularán un enfoque común sobre las exportaciones de armas producidas conjuntamente”.
Mientras que el tratado mantiene la pretensión de que Berlín y París trabajan dentro de la alianza de la OTAN, de hecho requiere una coordinación entre los funcionarios alemanes y franceses en la ONU, la OTAN y la UE para elaborar una política franco-alemana independiente. Añade que "la admisión de la República Federal de Alemania como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU es una prioridad de la diplomacia franco-alemana".
El tratado compromete a Alemania y Francia a coordinar la política económica, así como la política ambiental y la investigación sobre inteligencia artificial y "otras innovaciones de vanguardia". También exige la coordinación de las políticas de transporte e infraestructura en las regiones a lo largo de la frontera franco-alemana. Esto se logrará a través de reuniones conjuntas anuales de los gabinetes ministeriales completos alemanes y franceses, e intercambios entre ellos cada trimestre.
Las políticas de austeridad y militarismo de la UE son ampliamente despreciadas entre los trabajadores en Alemania, Francia y en todo el continente europeo. Y así, el impulso hacia el militarismo en el extranjero es inseparable del impulso a las medidas de Estado-policial y la coordinación de la policía y las operaciones de inteligencia domésticas en todo el continente. El tratado especifica que las operaciones conjuntas de la policía franco-alemana se llevarán a cabo no solo en suelo alemán o francés, sino también en países extranjeros.
Afirma: “En materia de seguridad interna, los gobiernos de los dos estados reforzarán aún más su cooperación bilateral contra el terrorismo y el crimen organizado, así como su cooperación en asuntos judiciales, de inteligencia y de policía. Establecerán medidas para la capacitación y el despliegue conjuntos y crearán una unidad común diseñada para operaciones de estabilización en otros países”.
Una indicación del carácter de las operaciones policiales franco-alemanas es la colaboración hace dos años de funcionarios alemanes y franceses para censurar y cerrar el sitio web alemán linksunten.indymedia.org alojado en Francia. Este fue un ataque flagrante a la libertad de expresión. Ahora, el tratado de Aquisgrán se está firmando en medio de temores ampliamente divulgados de que la policía francesa podría verse inundada por las protestas de "chalecos amarillos".
El tratado de Aquisgrán es una advertencia para los trabajadores de toda Europa y más allá. El militarismo, la austeridad y la represión policial-estatal de la oposición social no son accidentes o errores cometidos por jefes de estado individuales. Más bien, el giro acelerado hacia un gobierno militar-policial es un proceso internacional, enraizado en una descomposición del capitalismo mundial. Solo se puede combatir uniendo a la clase obrera internacionalmente en un programa socialista de lucha contra el capitalismo, la dictadura y la guerra.
La única oposición progresista a las maniobras del eje Merkel-Macron proviene de la clase obrera. Desde dentro del establecimiento político, las únicas críticas vinieron de políticos neofascistas o nacionalistas que buscaban promover sus intereses imperialistas a expensas del otro miembro del tándem franco-alemán.
Alice Weidel del partido de extrema derecha la Alternativa para Alemania (AfD) atacó el tratado como un intento de subordinar a Alemania a los intereses franceses: "Macron consigue lo que quiere. Alemania se comprometió en el primer artículo a 'fortalecer y profundizar' la unión económica y monetaria, es decir, a construir una unión que transfiera y redistribuya dinero... un mejor control, más rápido, de los fondos fiscales alemanes para la política inflacionaria francesa”. También dijo que los contratistas de defensa franceses podrían ser los "aprovechadores principales" de una política de defensa europea.
En Francia, los políticos neofascistas lideraron los ataques contra Macron por traicionar los intereses franceses a Alemania sin discusión pública. Marine Le Pen dijo: “Macron está vendiendo nuestro país, destruyendo su soberanía. ... En última instancia, puede pensar en compartir nuestra silla del Consejo de Seguridad de la ONU con Alemania, tal vez incluso compartir nuestro arsenal nuclear porque quiere acuerdos de la industria de armas a cualquier precio”. Ella dijo que el tema de la silla del Consejo de Seguridad de la ONU francés era “extremadamente serio”.
Pasando en silencio la cooperación policial alemana-francesa contra la población, Le Pen advirtió contra cualquier cooperación de la industria de defensa con Alemania, ya que perjudicará los intereses exportadores de armas francesas. Ella dijo: "Si construimos armas con los alemanes, los franceses tendremos que pedir permiso al Bundestag [parlamento alemán] antes de exportar armas".
Jean-Luc Mélenchon, de la Francia insumisa (LFI), afiliado al partido La Izquierda de Alemania y al Gobierno proausteridad de Syriza en Grecia, calificó el tratado como "un paso atrás para nuestra soberanía" y un "retroceso social y ecológico". Dijo que la colaboración alemán-francesa significaría “menos servicios públicos y menos inversión pública, recortes salariales, y ataques a los desempleados”.
De hecho, el récord de Syriza, que tomó el poder en 2015 prometiendo acabar con la austeridad, pero luego pisoteó la voluntad del electorado, imponiendo miles de millones en nuevos recortes sociales para llegar a un acuerdo con la UE y los bancos, es la indicación más clara de que no hay una perspectiva nacional para los trabajadores. La única forma de avanzar contra la austeridad y el movimiento hacia el gobierno militar-policial es la movilización de la creciente oposición en la clase obrera y su unificación en una lucha por los Estados Unidos Socialistas de Europa.
(Publicado originalmente en inglés el 23 de enero de 2019)