Alemania está abriendo camino en el programa de rearme de Europa. El gasto previsto para este fin, de aproximadamente un billón de euros, es diez veces mayor que el fondo especial que el gobierno de Olaf Scholz aprobó hace tres años y que en su momento calificó de “nueva era”.
El presidente Donald Trump y vicepresidente JD Vance llevaron a cabo una batalla de gritos televisada al público con el presidente ucraniano Volodímir Zelenski durante su visita a la Casa Blanca el viernes, exponiendo la crisis provocada por el fracaso de la guerra de EE.UU. y la OTAN con Rusia en Ucrania y el enfrentamiento creciente entre Estados Unidos y las potencias imperialistas europeas.
Tres años después del inicio de la guerra ucraniana, la narrativa utilizada por las potencias imperialistas para justificar su provocación y escalada de la guerra está siendo expuesta como una sarta de mentiras.
El anuncio del presidente Donald Trump de que Estados Unidos iniciará “inmediatamente” negociaciones con Rusia para poner fin a la guerra en Ucrania ha hundido la política europea en una profunda crisis.
La deseada alianza entre Estados Unidos y el Reino Unido por parte del Partido Laborista se lleva a cabo en condiciones en las que el fascista en la Casa Blanca ha declarado la guerra al mundo.
Cualesquiera que sean las esperanzas de “paz” con Trump por parte de los oligarcas rusos, pocas semanas después de las elecciones se hizo evidente que las declaraciones previas a las elecciones de Trump sobre una “política pacífica” eran promesas demagógicas vacías.
El atentado es el último de una serie de asesinatos de figuras militares y políticas rusas de alto rango llevados a cabo por fuerzas ucranianas y marca el asesinato de una figura militar rusa de más alto rango.
El asesinato es el último en una serie de medidas extremadamente provocadoras tomadas por Estados Unidos y la OTAN con la intensión de intensificar la guerra en Ucrania en las semanas previas a la inauguración del presidente entrante Donald Trump el 20 de enero.
Lagarde dijo que la estrategia de la Unión Europea ante la amenaza arancelaria de Trump debería ser la negociación y no la represalia, pero si eso es posible es otra cuestión.
La principal preocupación de los demócratas no son los designios autoritarios de Trump, sino la continuidad del máximo objetivo imperialista del Gobierno de Trump: la guerra contra Rusia en Ucrania.
Después de los bombardeos de EE.UU. y Reino Unido contra Rusia, debe sonarse la alarma: sea declarada la guerra o no, efectivamente ya existe un estado de guerra entre las mayores potencias nucleares.
Con menos de dos meses restantes en su mandato, el presidente estadounidense Joe Biden autorizó que Ucrania utilice misiles de largo alcance ATACMS para atacar suelo ruso, cruzando una “línea roja” que el presidente ruso Vladímir Putin había dicho que llevaría a una guerra directa entre Rusia y la OTAN.
La cumbre de Kazán reveló la crisis económica y geopolítica subyacente del capitalismo mundial, que se está hundiendo rápidamente en una guerra global.
En medio de un silencio ensordecedor sobre el contenido de la cumbre de Berlín, los principales gobiernos de la OTAN están encubriendo el desastre que han causado en Ucrania, así como sus planes de escalada.
A finales de septiembre, el Gobierno ruso presentó a la Duma Estatal (la cámara baja del Parlamento ruso) un proyecto de presupuesto federal para 2024-2026, que prevé una escala de gasto en defensa sin precedentes en la historia de la Rusia moderna.
El viernes, el presidente estadounidense Joe Biden y el primer ministro británico, Keir Starmer, se reunieron para discutir la decisión de comenzar a atacar importantes sectores del territorio ruso con misiles de la OTAN lanzados desde Ucrania.
Detenido en París el multimillonario franco-ruso Pavel Durov, fundador de la aplicación Telegram. “La detención de Durov se produce mientras Francia y las principales potencias de la OTAN intensifican la guerra con Rusia y los ataques a los derechos democráticos básicos, en medio de una creciente oposición a la guerra en Ucrania”.
Cualesquiera que sean los cálculos militares y políticos inmediatos detrás de la incursión, su estrategia y objetivos subyacentes revelan el carácter imperialista de la guerra librada por los EE.UU. y la OTAN contra Rusia.
La ofensiva de Kursk tiene una utilidad militar limitada, pero su importancia política es sustancial. Es una humillación política inmensa para el régimen de Putin y una muestra de que la OTAN no tiene “líneas rojas” en su escalada contra Rusia.