Casi dos décadas desde que Estados Unidos lanzó la 'guerra contra el terrorismo', todo el mundo está siendo arrastrado hacia una vorágine cada vez más amplia de violencia imperialista. Millones de personas han sido asesinadas por las guerras del imperialismo estadounidense y sus aliados en Oriente Próximo y África, mientras decenas de millones más han quedado mutilados o convertidos en refugiados. Un siglo tras el final de la Primera Guerra Mundial, estos conflictos están volviendo a hacer metástasis en dirección de una catastrófica conflagración mundial.
El CICI está luchando por construir un nuevo movimiento internacional de la clase obrera contra las guerras. La lucha contra la guerra es una lucha contra su origen: el sistema de lucro capitalista.
La clase obrera, el grueso de la población mundial, es la fuerza revolucionaria en la sociedad capitalista moderna. Reprimida y desestimada por tanto tiempo, la clase obrera está comenzando a hacer valer sus propios intereses independientes en huelgas y manifestaciones, que han arrasado en todo el globo desde 2018.
El programa del CICI se basa en la unificación internacional de las luchas de los trabajadores de todos los países, nacionalidades, orígenes étnicos e idiomas. Combatimos todos los intentos de dividir a los trabajadores con base en su género, etnia, raza, orientación sexual u otras identidades.
Los problemas que enfrentan los trabajadores en cada país son fundamentalmente los mismos: las guerras, los ataques a los derechos democráticos, la explotación, el desempleo, la pobreza y la destrucción ambiental. Esto exige una solución global: el socialismo.
Estos son los discursos del Día Internacional de los Trabajadores de 2020, un evento celebrado por el CICI cada año para conmemorar el día de la solidaridad de la clase obrera internacional y para movilizar a la clase obrera detrás del programa del socialismo internacional.
Los niveles de desigualdad en la actualidad prácticamente no tienen precedentes históricos. Según Oxfam, unos 26 milmillonarios controlan colectivamente tanta riqueza como la mitad de la población global. En 2018, la riqueza de los milmillonarios en el mundo aumentó $900 mil millones o 12 por ciento, mientras 3,8 mil millones de personas vieron su riqueza caer 11 por ciento.
El aumento de la desigualdad social es el objetivo deliberado de los Gobiernos en todo el mundo, los cuales han perseguido resueltamente políticas para enriquecer a la élite corporativa a través del empobrecimiento de la clase obrera.
En todo el mundo, los Gobiernos capitalistas están buscando desviar el enojo popular ante la crisis social generada por el capitalismo en contra de los inmigrantes y refugiados, las capas más vulnerables de la clase obrera internacional.
Los niveles inauditos de desigualdad social, las guerras continuas y el impulso hacia conflictos entre grandes potencias son incompatibles con el mantenimiento de las formas democráticas de gobierno. En todo el mundo, los regímenes capitalistas están fortaleciendo el aparato estatal, el espionaje y la censura contra la población.
Desde EE.UU. hasta Alemania, la clase gobernante está promoviendo sistemáticamente a las fuerzas fascistas. Su promoción es parte de los preparativos para aplastar violentamente la oposición de las masas obreras a la desigualdad social y la guerra.
En casi todos los países, los Gobiernos pretenden reprimir el internet para prevenir la difusión de opiniones socialistas e izquierdistas y bloquear la capacidad de los trabajadores para comunicarse y organizarse en línea. Están colaborando con las gigantescas empresas de redes sociales y tecnológicas como Facebook, Google y Twitter para emplear la censura.
El Gobierno de Trump está intentando extraditar a Julian Assange, un galardonado periodista australiano, para procesarlo bajo cargos de espionaje que conllevan una cadena perpetua y una posible pena capital. Su único 'crimen' fue el de publicar documentos que exponen los crímenes de guerra y las intrigas diplomáticas del imperialismo estadounidense y sus aliados.