240. En junio de 1995, la Workers League inició el proceso de transformarse en el Partido Socialista por la Igualdad. Se anticipó desde un principio que esta transformación ocurriría durante un período de tiempo bastante considerable. Este proceso no era simplemente cuestión de cambiar de nombre. Más bien representaba un cambio en la práctica y en el desarrollo de la relación que el movimiento revolucionario socialista tenía con la clase trabajadora, no solamente en Estados Unidos sino a nivel internacional. La transición de Liga a Partido había comenzado y desarrollado por medio de la colaboración más íntima posible con las secciones del Comité Internacional de la Cuarta Internacional, las cuales empezaron a poner en marcha el mismo proceso de transición en los países en que laboraban. Fueron cambios fundamentales no solo en las condiciones objetivas inmediatas, sino también en el contexto histórico en el que el CICI conducía sus actividades, que determinaron la transición de liga a partido político. La decisión expresó el juicio de la Workers League y el CICI de que el desprestigio y el colapso de las antiguas organizaciones de las masas trabajadoras, arraigados en el desplomo del equilibrio luego de la Segunda Guerra Mundial, habían puesto en marcha un proceso de realineamiento político que la misma clase obrera había impulsado a nivel internacional:
“Es el desarrollo de las contradicciones del capitalismo mundial y la lucha de clases como proceso histórico objetivo que determinan las formas organizacionales dentro de cuyo marco nuestra actividad se desarrolla. Estas formas —y la relación con la clase obrera que expresan— tienen una relación específica a las condiciones históricas de las que surgieron e inicialmente evolucionaron. La formación de ligas —desde la Socialist Labour League en Inglaterra en 1959, hasta la Workers League en Estados Unidos en 1966, la Liga Revolucionaria Comunista en 1968, el Bund Sozialistischer Arbeiter en 1971 y la Socialist Labour League en Australia en 1972— estaba vinculada a condiciones históricas bien definidas y conceptos estratégicos acerca del desarrollo del movimiento revolucionario de la clase obrera.
Durante los primeros años de la evolución del CICI, el movimiento trotskista tuvo que hacerle frente al problema fundamental de su estrategia: los sectores más avanzados de la clase trabajadora activa y militantemente brindaban su alianza no solo a los partidos de masas estalinistas y socialdemócratas, sino también a los sindicatos.
La actividad política de nuestras secciones, por lo tanto, presumieron, a pesar de ciertas variaciones en cuanto a las tácticas, que el punto de partida para lograr una gran y nueva reorientación revolucionaria de la clase obrera procedería con la radicalización de los elementos más políticamente activos y de mayor conciencia de clase en las filas de estas organizaciones. De ese movimiento, en el que las secciones del Comité Internacional jugarían un papel catalítico como los adversarios más intransigentes del estalinismo y la socialdemocracia, surgirían verdaderas posibilidades para el establecimiento de un partido revolucionario de las masas.”. [147]
241. La fundación del PSI anticipó un cambio en la relación entre el movimiento marxista y la clase trabajadora:
“Tenemos que sacar las conclusiones debidas del colapso de la AFL-CIO y formular correctamente las nuevas tareas del partido. Si a la clase trabajadora hay que impartirle un liderazgo, es nuestro partido el que lo tiene que hacer. Si a las masas trabajadoras hay que abrirle un nuevo camino, es nuestro partido el que tiene que abrirla. El dilema del liderazgo no puede resolverse en base de tácticas astutas. No podemos resolver la crisis de dirigencia en la clase trabajadora ‘exigiendo’ que otra gente la ofrezca. Si ha de haber un nuevo partido, nosotros somos los que tenemos que establecerlo”. [148]