44. Mientras Trotsky y la Oposición de Izquierda luchaban por poner en práctica una política económica correcta en la Unión Soviética, insistían en que el destino del régimen revolucionario dependía de la extensión de la revolución más allá de las fronteras de la URSS. Sin la victoria de la clase trabajadora en los países capitalistas desarrollados de Europa y Norteamérica, el estado soviético no podía sobrevivir. Esta fue la cuestión central del conflicto entre la Oposición de Izquierda y la burocracia estalinista. En 1924, Stalin, con el apoyo de Bukharin, propuso que el socialismo se podía establecer y desarrollar en un marco nacionalista dentro de la URSS. La promulgación de la teoría del socialismo en un solo país representaba un repudio fundamental a uno de los principios esenciales de la teoría marxista y a la perspectiva revolucionaria mundial sobre la cual se había basado la Revolución de Octubre. Ello marcó un punto decisivo en la historia de la URSS: la burocracia separó la política de la Unión Soviética del destino de la revolución socialista mundial. Los intereses materiales de la burocracia que habían encontrado su expresión en el programa del “socialismo nacional” eran los mismos de la burocracia misma. Hasta el punto en que la propiedad estatal era la fuente de los ingresos y privilegios de la burocracia, una política nacionalista de carácter esencialmente defensivo servía los intereses del régimen estalinista. En la esfera de la política exterior, cálculos oportunistas de “interés nacional” reemplazaron las consideraciones internacionalistas y revolucionarias basadas en principios. El régimen estalinista convirtió a la Internacional Comunista en un instrumento de política exterior soviética nacionalista, y usó a los partidos comunistas locales para ejercer presión en gobiernos burgueses. He ahí los orígenes políticos de la política colaboracionista que con el tiempo transformó los partidos estalinistas en instrumentos de contrarrevolución política.
45. Las consecuencias internacionales del cambio de la política soviética se demostró en la derrota de la huelga general de Gran Bretaña en mayo de 1926. Stalin, buscando congraciarse con la dirigencia nacional de los sindicatos británicos, instruyó al Partido Comunista de Inglaterra a brindarle apoyo ciego al Consejo General del Congreso de Sindicatos (TUC), controlado por la burocracia durante el periodo de desarrollo, y la ejecución, de la huelga general. Esto dejó a la clase trabajadora desprevenida cuando el TUC traicionó la huelga.
46. Desastres todavía mayores siguieron. La burocracia soviética atacó la Teoría de la Revolución Permanente y resucitó la teoría menchevique de la revolución en dos etapas en países con un desarrollo capitalista tardío. En China entre 1925-1927 Stalin, basándose en la teoría del “Bloque de cuatro clases”, le ordenó al Partido Comunista que apoyara el movimiento nacionalista burgués del Kuomintang Contra el imperialismo. Trotsky se opuso vehemente a esa política colaboracionista entre clases y advirtió acerca de las consecuencias devastadoras para la revolución socialista en China. El hecho de que el imperialismo oprimía a China no disminuía el conflicto entre la burguesía china y la clase trabajadora. De hecho, el caso era todo lo contrario. Como Trotsky escribió:
“El capital extranjero jugó un papel muy impactante en la vida cotidiana de China. Ello causó que fuertes sectores de la burguesía china, la burocracia y los militares unieran su al imperialismo. Sin este vínculo, el enorme papel de los llamados militaristas en la vida de la China moderna sería inconcebible.
“Sería mucho más ingenuo creer que existe un abismo entre la llamada burguesía compradora, o sea, la agencia político económica del capital extranjero en China, y la llamada burguesía nacional. No; los vínculos entre estos dos sectores son incomparablemente más estrechos que los vínculos entre la burguesía y las masas trabajadoras y campesinas...
“Es un burdo error pensar que el imperialismo mecánicamente une a todas las clases de China desde el exterior... La lucha revolucionaria contra el imperialismo no debilita sino que fortalece la diferenciación política de las clases”. [30]
47. Las advertencias de Trotsky fueron confirmadas. En abril de 1927 las fuerzas militares del Kuomintang, bajo la dirección de Chiang Kai-shek, llevaron a cabo una sangrienta masacre de la clase trabajadora en Shanghái. Un amplio sector de la dirigencia del Partido Comunista Chino fue asesinado por las fuerzas nacionalistas burguesas. Después de abril de 1927, al partido se le ordenó ingresar al Kuomintang “izquierdista” dirigido por Wan Ching-wei. El “izquierdista” Wang Ching-wei aplastó al movimiento obrero y campesino tan brutalmente como Chiang Kai-shek. Luego, en agosto de 1927, después de la desmoralización casi total del Partido Comunista, la dirección de la Comintern exigió una transición inmediata a la insurrección armada. El intento de poner en práctica esa política en Cantón fue ahogado en un baño de sangre en solamente tres días. Estas derrotas catastróficas, que tendrían un impacto a largo plazo en la historia del siglo XX, efectivamente acabaron con el Partido Comunista Chino como partido de las masas trabajadoras del país. Tras fugarse al campo para escapar las consecuencias del desastre causado por la política de Stalin, los sobrevivientes del PCC, incluyendo a Mao Zedong, restablecieron el Partido Comunista como organización campesina. Es imposible comprender la historia de China de allí en adelante —incluyendo su actual afloramiento como baluarte de las formas más rapaces de la explotación capitalista— sin tomar en cuenta el contexto de la crítica que le hizo Trotsky al “Bloque de cuatro clases” de Stalin y a la tragedia de 1927.
“The Chinese Revolution and the Theses of Comrade Stalin,” in: Leon Trotsky on China (New York: Pathfinder, 1976), pp. 176-77.