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Perspectiva

Gobierno prohíbe huelga en Canada Post: el camino a seguir en la lucha contra la austeridad y la guerra

Trabajadores de Canada Post en la línea de piquetes en Niagara-on-the-Lake, Ontario, el viernes 15 de noviembre.

Unos 55.000 trabajadores de correos regresaron a trabajar el martes después de que el Gobierno canadiense del Partido Liberal impusiera una draconiana prohibición de su huelga. La supresión estatal de los derechos laborales subraya el abrazo de la élite gobernante del autoritarismo para implementar su agenda de guerra de clases y guerra y demuestra que los trabajadores en Canadá y el mundo solo pueden defender sus empleos, prestaciones, el derecho a la huelga y los servicios públicos mediante una lucha política que defina cuál clase controlará los recursos de la sociedad y para qué fin. 

Los trabajadores comenzaron su huelga el 15 de noviembre para resistir el impulso de Canada Post, el correo canadiense, de implementar los estándares laborales de la empresa Amazon  normalizando el empleo a tiempo parcial y temporal. También se oponen al uso de la inteligencia artificial y otras tecnologías que destruyen las rutas del cartero, los patrones de trabajo regulares y afectan otras cuestiones laborales que enfrentan decenas de millones de trabajadores en todo el mundo.

La lucha de los trabajadores de Canada Post va mucho más allá de una lucha contractual. La élite gobernante pretende utilizar a los trabajadores postales como un caso de prueba para destruir lo que queda de los servicios públicos y los derechos sociales de los trabajadores. Para contrarrestar esto, los trabajadores deben formar comités de base, como el Comité de Base de los Trabajadores Postales establecido en Canada Post, para lanzar una movilización política industrial e independiente para detener la dictadura impuesta por el estado.

La criminalización de la huelga fue anunciada el viernes por el ministro liberal de Trabajo, Steve MacKinnon, quien ordenó a la Junta Canadiense de Relaciones Industriales (CIRB, por sus siglas en inglés), una entidad no elegida por voto popular, que declarara ilegal la huelga si las negociaciones entre la administración y el Sindicato Canadiense de Trabajadores Postales (CUPW, por sus siglas en inglés) llegaban a un “punto muerto”. Esto se basó en una reinterpretación fraudulenta de la Sección 107 del Código Laboral de Canadá, que permite al ministro de Trabajo hacer cumplir las demandas de la patronal por decreto ejecutivo. El domingo por la noche, la CIRB cumplió su función prohibiendo la huelga durante cinco meses, mientras que una “Comisión de Investigación Industrial” se reúne para trazar la reestructuración de Canada Post.

El éxito de la prohibición de huelga dependía de la complicidad de la burocracia sindical. Si bien existía un amplio apoyo entre las bases para desafiar la orden, el CUPW se negó a organizar cualquier acción colectiva por parte de los trabajadores postales, ni siquiera reuniones de las bases para discutir el camino a seguir. Después de cuatro semanas de aislar a los trabajadores de correos del resto de la clase trabajadora, el CUPW culminó su traición exigiendo que los trabajadores se rindieran a la orden de regreso al trabajo. 

El Congreso Laboral Canadiense (CLC), la federación sindical más grande de Canadá, permaneció en silencio durante tres días después del anuncio de MacKinnon. Cuando finalmente habló, simplemente pidió a sus aliados liberales evitar el “mal uso” del Código Laboral. En realidad, no hubo mal uso: el gobierno liberal ha invocado sistemáticamente la Sección 107 para finalizar cuatro huelgas en los últimos seis meses.

Si los trabajadores postales hubieran desafiado la prohibición de la huelga, habría galvanizado la oposición de la clase trabajadora a la austeridad y la guerra en todo Canadá, Estados Unidos y más allá, que es precisamente la razón por la que los sindicatos la hicieron cumplir. 

La situación está lista para una contraofensiva contra la clase dominante y su destrucción de empleos y servicios públicos para pagar su guerra imperialista y los rescates financieros de los ricos. La huelga de los trabajadores de correos se produjo en medio de una ola de huelgas en todos los sectores económicos y regiones de Canadá a lo largo de los últimos tres años. El año pasado, cientos de miles participaron en manifestaciones contra el genocidio respaldado por el imperialismo israelí en Gaza. 

El Gobierno liberal del primer ministro Justin Trudeau está llegando a su fin. Es ampliamente despreciado por presidir niveles de desigualdad extrema, un rearme militar masivo, la caza de brujas de manifestantes contra el genocidio y las guerras en todo el mundo. El lunes, horas después de la orden de regreso al trabajo de la CIRB, la ministra de Finanzas, Chrystia Freeland, renunció al Gobierno. Freeland criticó a Trudeau desde la derecha, acusándolo de malgastar dinero en medidas simbólicas para abordar la crisis del costo de vida.

En los Estados Unidos, la Administración de Biden intervino directamente en una serie de luchas en los últimos dos años por parte de los trabajadores ferroviarios, los trabajadores automotrices y los trabajadores portuarios para imponer acuerdos proempresariales. Biden ha dependido de la burocracia sindical, que ha descrito como su “OTAN nacional”, para aislar las huelgas y mantener a los trabajadores encadenados al Partido Demócrata, un partido de la guerra y Wall Street no menos que Trump y sus republicanos. 

Biden presionó y colaboró con los liberales de Trudeau para bloquear huelgas transfronterizas en los ferrocarriles y puertos, confiando en las burocracias sindicales chauvinistas para dividir a los trabajadores canadienses y estadounidenses, quienes negociaban contratos simultáneamente y a menudo con los mismos empleadores.

En Francia, el “presidente de los ricos” Emmanuel Macron impuso ataques radicales a las pensiones en 2023, frente a las manifestaciones de millones, recurriendo a las disposiciones antidemocráticas de la Constitución francesa para aprobar una legislación sin votación en el Parlamento. En Alemania, el Gobierno dirigido por los socialdemócratas y los sindicatos están conspirando en una reestructuración de la industria que pondrá fin a los derechos sociales conquistados por los trabajadores en el período de posguerra a través de amargas luchas de clases, incluida la eliminación de la garantía de empleos de décadas en la automotriz Volkswagen.

El alcance de la reestructuración de las relaciones sociales que exigen las clases dominantes en Canadá y todas las grandes potencias imperialistas es incompatible con las formas democráticas de gobierno. Por eso todos los Gobiernos que están destruyendo los derechos laborales para librar la guerra en el extranjero están recurriendo a formas dictatoriales de gobierno. 

Como señaló León Trotsky en 1929 durante las etapas iniciales de la Gran Depresión: “La tensión excesivamente alta de la lucha internacional y de la lucha de clases produce el cortocircuito de la dictadura, fundiendo uno tras otro de los interruptores de la democracia”.

Fuera de la intervención política de la clase trabajadora, sobre la base de un programa socialista e internacionalista, la clase dominante ganará ventaja en su impulso hacia la guerra y la dictadura. 

La supresión de la lucha de clases por parte de los sindicatos y el Nuevo Partido Democrático en Canadá amenaza con provocar la llegada al poder de un Gobierno de extrema derecha dirigido por Pierre Poilievre, cuya política se inspira en Trump. Poilievre apostó por el liderazgo conservador defendiendo el “Convoy de la Libertad” instigado por fascistas que ocuparon amenazadoramente el centro de Ottawa a principios de 2022 para exigir la eliminación de todas las medidas de salud pública restantes contra el COVID-19.

Este proceso está más avanzado en los Estados Unidos, donde los esfuerzos combinados de los sindicatos y los demócratas para sofocar la oposición de los trabajadores allanaron el camino para la elección de Donald Trump. El presidente electo ha declarado abiertamente su intención de tomar pasos hacia el establecimiento de una dictadura. Trump representa los intereses sociales de la oligarquía financiera, que quiere un régimen político en el poder que corresponda a su dominio sobre todos los aspectos de la vida social y económica.

La clase obrera debe responder a este peligro promoviendo de forma al menos tan implacable sus intereses independientes en oposición directa a los de las élites dominantes imperialistas. Esto significa una ruptura política y organizativa decisiva con las burocracias sindicales nacionalistas y procapitalistas y los partidos socialdemócratas que han sido fundamentales para sofocar la lucha de clases durante cuatro décadas. En Canadá, esto implica el repudio de la alianza sindical-NDP-Liberal y un giro de los trabajadores hacia la unificación de sus luchas con las de sus hermanos y hermanas de clase en Estados Unidos, México e internacionalmente.

La lucha de los trabajadores postales demostró cómo se puede hacer esto. Al formar el Comité de Base de los Trabajadores de Correos (PWRFC, por sus siglas en inglés) en junio, los trabajadores intentaron tomar el control de su lucha contractual de manos de la burocracia del CUPW. La decisión del PWRFC de afiliarse a la Alianza Internacional Obrera de Comités de Base (AIO-CB, o IWA-RFC por sus siglas en inglés) permitió la organización de dos reuniones públicas y numerosas discusiones que involucraron a trabajadores postales y otros trabajadores de Canadá, Estados Unidos y Reino Unido. Una resolución adoptada en la primera reunión esbozó el camino a seguir: transformar la huelga de coreros en la punta de lanza de una movilización industrial y política contra la austeridad y la guerra.

Debe aprenderse de las experiencias del pasado. La construcción de comités de base debe llevarse a cabo en todos los lugares de trabajo con una urgencia aún mayor. Esto debe combinarse con una lucha por armar a los trabajadores más avanzados con una comprensión del carácter político de la lucha que se ven obligados a librar, una tarea posible solo a través de la construcción de una dirección socialista.

Para llevar adelante esta lucha, todos los que estén de acuerdo deben tomar la decisión de unirse y construir el Partido Socialista por la Igualdad, la sección canadiense del Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI).

(Artículo publicado originalmente en inglés el 17 de diciembre de 2024)

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