Los trabajadores de Tailandia forman parte del baño de sangre internacional que se está produciendo en la industria automotriz en medio de la transición a los vehículos eléctricos (VE) y la desaceleración económica mundial. Como el mayor productor de vehículos del sudeste asiático, decenas, si no cientos de miles de puestos de trabajo están potencialmente en peligro de ser eliminados.
El último asalto a los puestos de trabajo se produjo el 22 de noviembre. Dos fuentes industriales anónimas dijeron a Reuters que Nissan Motor Tailandia está planeando recortar hasta 1.000 puestos de trabajo mientras cierra parcialmente la producción en su Planta Número 1 y consolida la producción en su Planta Número 2 para septiembre del próximo año. Ambas plantas están ubicadas en la provincia de Samut Prakan, al sur de Bangkok.
Estos recortes de empleo proyectados son parte del plan de reducción de la fuerza laboral global de Nissan, que está vinculado con la transferencia a la fabricación de vehículos eléctricos e híbridos. Según el plan anunciado a principios de noviembre, el tercer mayor fabricante de automóviles de Japón reducirá su capacidad de producción en un 20 por ciento y eliminará 9.000 puestos de trabajo, es decir, el 7 por ciento de su plantilla total. Esto incluye a 1.000 trabajadores en Estados Unidos que ya han aceptado planes de jubilación anticipada antes de fin de año.
Apodada la “transición justa” hacia los vehículos eléctricos, en realidad se trata de una carrera encarnizada hacia el abismo en la que las empresas buscan aumentar sus beneficios y los precios de las acciones mediante la reducción de puestos de trabajo. Los vehículos eléctricos requieren menos piezas y, por tanto, menos mano de obra para su producción. Las empresas automovilísticas japonesas también han citado la caída de las ventas para justificar los despidos masivos, obligando a los trabajadores a pagar por la creciente crisis del capitalismo global.
Además de Nissan, varias otras marcas de automóviles japonesas ya han anunciado el cierre de plantas en los últimos meses. Subaru tiene la intención de cerrar su última planta de montaje fuera de Japón en el polígono industrial Lad Krabang, en Bangkok, el 3 de diciembre, despidiendo a 200 trabajadores. Suzuki planea cerrar su planta de Rayong a finales de 2025, lo que afectará a 800 trabajadores.
Honda, que emplea a más de 5.000 trabajadores en Tailandia, cerrará su planta de Ayutthaya en algún momento del año que viene y consolidará la producción con la planta que le queda en la provincia de Prachinburi. Alegando la necesidad de mejorar la “eficiencia” y abordar la “sobreproducción”, está reduciendo su capacidad de producción anual en un 50 por ciento.
Dado que alrededor del 80 por ciento de la producción nacional de automóviles depende de las piezas de automóviles tailandesas, el cierre de las plantas de montaje está teniendo un efecto dominó en todo el sector. Según el grupo bancario tailandés Kasikornbank en septiembre, las ventas de piezas de automóviles cayeron un 12 por ciento en lo que va de año. El Club de la Industria Automotriz de la Federación de Industrias Tailandesas (FTI, todas las siglas en inglés) también ha informado de que más de 360 fábricas del sector manufacturero han cerrado en la primera mitad del año.
Los informes mensuales de FTI Auto Club de este año también apuntan a una nueva desaceleración de las ventas, con 438.000 vehículos vendidos entre enero y septiembre, un 25 por ciento menos que en el mismo período del año pasado. Las ventas de septiembre en particular ascendieron a aproximadamente 39.000 unidades, aproximadamente igual al volumen de ventas durante el inicio de la pandemia de COVID-19 en 2020.
Sompol Tanadumrongsak, presidente de la Asociación de Fabricantes de Autopartes de Tailandia, dijo en una entrevista con Reuters en septiembre que las pequeñas y medianas empresas (PYME), que en gran medida comprenden la industria de autopartes, se enfrentan a una situación peor que la crisis financiera de 1997 y la pandemia. 'Si las PYME de autopartes cierran hoy, no volverán', afirmó.
Las empresas japonesas han dominado la industria automotriz en Tailandia desde los años 70, siendo responsables de entre el 75 y el 90 por ciento de las ventas de automóviles. Nissan fue la primera empresa automotriz japonesa que inició su producción en Tailandia en 1962, sumándose a fabricantes de otros países que se mudaron al país en ese momento, incluidos Ford y Fiat.
La confluencia de capital japonés y tailandés estimuló el desarrollo de la burguesía tailandesa, con cerca de mil empresas familiares que se desarrollaron en la industria automotriz en los años 80 y 90, cuando la propiedad extranjera estaba limitada al 49 por ciento.
Después de la crisis financiera asiática de 1997-98, cientos de miles de trabajadores tailandeses e inmigrantes perdieron sus empleos. En 1998, casi el 9 por ciento de todos los trabajadores tailandeses estaban desempleados, aunque es probable que se trate de una estimación conservadora. En 1996 se produjeron medio millón de vehículos en la industria automotriz, cifra que se redujo en un 75% en 1998.
Se eliminó el límite a la propiedad extranjera para permitir que el capital global resucitara el sector moribundo y la producción se reorientó hacia el mercado mundial. Si bien en 1996 solo se exportó el 3% de los vehículos, en 2006 esa cifra se disparó al 44%. El año pasado, se exportaron el 57,2% de las unidades de Tailandia.
El desarrollo de la industria automotriz de Tailandia la convirtió en la décima más grande del mundo. En 2019, antes de la pandemia de COVID-19, la FTI estimó que comprendía 890.000 trabajadores, incluidos 100.000 involucrados en el ensamblaje, 200.000 en las ventas y 590.000 en la fabricación de piezas de automóviles.
El número de empresas familiares tailandesas también se ha reducido significativamente desde 1997 a un puñado. Una de las empresas más destacadas es Thai Summit Group, fundada en 1977 por Pattana Juangroongruangkit en asociación con la marca japonesa Toyota. Su hermano Suriya ha formado parte de numerosos gabinetes gubernamentales, incluidos los de Thaksin Shinawatra y Prayut Chan-o-cha. Actualmente es viceprimer ministro en la administración de Paetongtarn Shinawatra.
Tras la muerte de Pattana en 2002, su hijo Thanathorn asumió un papel de liderazgo en la empresa, pero recién en 2018 renunció para dedicarse a la política. Thanathorn utilizó la riqueza que obtuvo de la clase trabajadora para ayudar a fundar el Partido del Futuro Adelante (FFP) en 2018. En un momento dado, fue el miembro más rico del parlamento, aunque los militares lo destituyeron del cargo.
El FFP, ahora conocido como el Partido del Pueblo, explota cínicamente las preocupaciones democráticas y sociales de la juventud y los trabajadores para afirmar los intereses económicos y sociales de un sector más débil de la burguesía tailandesa, insatisfecha con el dominio de las élites tradicionales centradas en el ejército y la monarquía y el impacto que esto tiene en sus ganancias.
A pesar de todo este crecimiento durante el período anterior, la industria automotriz tailandesa está entrando ahora en una nueva etapa convulsa, desencadenada por una crisis de la economía mundial y la transición a la producción de vehículos eléctricos. Si bien la transformación a formas más limpias de transporte y energía es ambientalmente necesaria, bajo el capitalismo, se ve paralizada por las demandas de ganancias corporativas y se lleva a cabo a expensas de los trabajadores.
Al mismo tiempo, mientras Estados Unidos intensifica sus preparativos para la guerra contra China, busca poner fin a su dependencia de la industria manufacturera china y alienta a sus aliados a hacer lo mismo. Está tratando de establecer líneas de suministro alternativas para bienes que actualmente domina China, como minerales críticos necesarios para los vehículos eléctricos y también armamento. También calcula que el cambio a los vehículos eléctricos liberará los suministros de petróleo y gas en caso de guerra.
Actualmente, el gobierno tailandés tiene planes para que los vehículos eléctricos representen el 30 por ciento de la fabricación total de vehículos del país para 2030, lo que implica la producción de 725.000 coches eléctricos, 675.000 motocicletas eléctricas y 34.000 autobuses y camiones eléctricos. Se estima que la transición a los vehículos eléctricos afectará directamente al 37 por ciento de los fabricantes de automóviles, que emplean a 326.400 trabajadores, así como a innumerables más en industrias relacionadas. La mayoría de estos trabajadores tienen menos de 39 años y el 70 por ciento gana aproximadamente 15.000 baht o menos por mes, o 430 dólares estadounidenses.
Estos trabajadores se enfrentan a niveles de deuda familiar promedio que han aumentado un 8,4 por ciento este año hasta los 606.378 baht (17.908 dólares estadounidenses), según una encuesta de septiembre de la Universidad de la Cámara de Comercio de Tailandia. Este es el nivel de deuda promedio más alto desde que comenzó la encuesta en 2009 y un factor significativo en la caída de las ventas de automóviles en el país.
La elección de Trump en los EE.UU. también desestabilizará aún más la industria automotriz de Tailandia. La primera administración de Trump señaló a Tailandia como un posible 'manipulador de divisas'. Los analistas financieros ahora esperan que Tailandia sea el blanco de un arancel generalizado para muchos países asiáticos del 10 al 20 por ciento, lo que reducirá aún más su producción de exportación.
El ataque a los trabajadores automotrices tailandeses es parte de un proceso global llevado a cabo por corporaciones transnacionales. Para oponerse a él, los trabajadores deben unirse con sus hermanos y hermanas de clase a nivel internacional.
La Alianza Internacional Obrera de Comités de Base (AIO-CB) es una organización de base que lidera una campaña mundial contra los recortes de empleo en la industria automotriz y en otras industrias. Los trabajadores del sector automotriz en Tailandia que quieran luchar contra los recortes de empleo deben comunicarse con el WSWS utilizando el formulario que aparece a continuación.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 02 de diciembres de 2024)
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