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Perspectiva

Israel “en discusiones” con Washington sobre atacar los campos petroleros de Irán mientras intensifica bombardeo en Líbano

Con el pleno respaldo del imperialismo estadounidense, Israel sigue aterrorizando a la población libanesa con bombardeos aéreos salvajes y operaciones terrestres cada vez mayores en el sur. El ataque inminente del régimen sionista contra Irán, que es presentado por la prensa y élite política occidentales como una “represalia” por los misiles lanzados por Irán contra instalaciones militares israelíes el martes, representará una intensificación de la guerra regional, que ya inició.

El presidente estadounidense Joe Biden les dijo a reporteros el jueves que Washington está “en discusiones” con Israel sobre atacar los yacimientos petroleros de Irán.

Un incendio causado por los bombardeos israelíes en Dahiye, Beirut, Líbano, 4 de octubre de 2024 [AP Photo/Hussein Malla]

Un ataque contra los campos petroleros iraníes amenazaría con sumir toda la región en un baño de sangre. No solo volvería inevitable una guerra de plena escala entre Irán e Israel, que contaría con el respaldo de EE.UU. También agravaría el peligro de que otras potencias como Rusia, que tiene tropas y buques de la Armada posicionados en el país vecino de Siria, y China, que es el mayor socio comercial de irán y depende fuertemente del suministro de petróleo iraní, se sientan obligados a intervenir en la guerra o tomar represalias contra EE.UU. y sus aliados en otras partes del mundo.

El hecho es que Israel no es un actor independiente en la intensificación del conflicto regional. Cada acción que toma, incluidos sus ataques terroristas y el bombardeo indiscriminado de Líbano, y los asesinatos de líderes políticos de Hezbolá, como Hasán Nasralá, se coordinan estrechamente con la Casa Blanca y el Pentágono. Washington quiere una guerra con Irán para garantizar el dominio imperialista estadounidense sobre esta región rica en recursos energéticos, de modo que pueda servir como escenario para operaciones militares contra China y Rusia. Este temerario reparto del mundo se considera necesario para compensar el precipitado declive económico del imperialismo estadounidense.

Una declaración de los países imperialistas del G7 el miércoles puso la realidad patas arriba al retratar a Irán como el principal agresor en toda la región. Casi un año después de que Israel lanzara su genocidio contra los palestinos, matando al menos a 186.000 personas, y después de dos semanas de ataques terroristas y bombardeos constantes que se han cobrado la vida de miles de libaneses, el G7 escribió:

Nosotros, los líderes del G7, expresamos nuestra profunda preocupación por el deterioro de la situación en Oriente Próximo y condenamos en los términos más enérgicos el ataque militar directo de Irán contra Israel, que constituye una grave amenaza para la estabilidad regional.

Reiteramos inequívocamente nuestro compromiso con la seguridad de Israel. Las acciones seriamente desestabilizadoras de Irán en todo Oriente Próximo a través de fuerzas terroristas y grupos armados que patrocina, incluidos los hutíes, Hezbolá y Hamás, así como las milicias alineadas con Irán en Irak, deben detenerse.

En otras palabras, las principales “democracias” del mundo, un grupo que incluye a Reino Unido, Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón y Estados Unidos, respaldan plenamente la “guerra en siete frentes” del régimen sionista de extrema derecha. El primer ministro Benjamín Netanyahu y su ministro de Defensa, Yoav Gallant, que enfrentan cargos por crímenes de guerra presentados por el fiscal jefe de la Corte Penal Internacional, dicen que los frentes de su guerra se extienden desde Gaza y Cisjordania hasta el Líbano, Siria, Irak, Yemen e Irán, al igual que el G7.

Si bien condenó a Irán por un ataque con misiles que no causó muertes directas (un palestino murió cuando los escombros de un misil le cayeron encima, probablemente tras ser interceptado por Israel y sus aliados), la declaración del G7 no pronunció ni una sola palabra sobre el asesinato ilegal de Nasralá en un ataque israelí que derribó varios edificios residenciales y se cobró al menos 300 vidas.

Tampoco mencionó a los miles de libaneses, incluidos niños, con manos y extremidades destrozadas, o que han perdido la vista, debido al ataque terrorista de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) que hizo explotar miles de bíperes y otros dispositivos en todo el país.

Estos ataques solo fueron posibles debido al apoyo logístico y político que Israel disfruta de Washington y las potencias europeas, incluido un suministro estadounidense prácticamente ilimitado de bombas para destruir búnkeres que las FDI han utilizado para convertir Gaza en un páramo y que está utilizando para devastar áreas densamente pobladas de Beirut. Este silencio solo puede entenderse como la aprobación de los métodos bárbaros de Israel.

Israel entendió el mensaje. En las primeras horas del viernes, se llevó a cabo uno de los ataques aéreos más intensos en los suburbios del sur de Beirut, y los corresponsales locales informaron de al menos 11 fuertes explosiones. Decenas de personas fueron asesinadas. El cruce fronterizo de Masnaa también se vio afectado, cortando la carretera principal entre el Líbano y Siria. Unas 300.000 personas han huido a Siria en las últimas semanas para escapar del bombardeo. Más de un millón de personas han sido desplazadas de sus hogares.

Los ataques aéreos de Israel contra el Líbano ya han obligado a cerrar 40 instalaciones médicas. “Estamos viendo casi literalmente una repetición de lo que estaba sucediendo en Gaza con las violaciones del derecho internacional humanitario por parte de los israelíes”, dijo a Al Jazeera Laila Baker, directora regional del Fondo de Población de la ONU.

En su primera aparición pública desde los ataques con misiles de Irán contra bases militares israelíes el martes, el ayatolá Alí Jamenei se dirigió a una multitud en Teherán después de dirigir las oraciones del viernes por primera vez en cinco años. Jamenei declaró que Irán no “postergará ni se apresurará a cumplir con su deber” al enfrentarse a Israel. Él continuó,

El pueblo palestino tiene el derecho legal de defenderse. Para hacer frente a esos criminales: las fuerzas de ocupación. No hay un solo tribunal u organización internacional que pueda culpar al pueblo palestino por simplemente defender su patria.

Afirmando que el levantamiento de Hamás del 7 de octubre fue “legítimo y lógico”, y que todas las naciones musulmanas se enfrentan a un “enemigo común”, continuó,

La política adoptada por nuestro enemigo es sembrar las semillas de la división y la sedición, para abrir una brecha entre todos los musulmanes. Son los mismos enemigos de los palestinos, libaneses, egipcios e iraquíes. Son el enemigo del pueblo yemení y sirio.

En condiciones en las que las potencias imperialistas afirman sin tregua que solo Israel tiene el “derecho” de “defenderse” mientras suministran armamento de alta potencia al régimen sionista para exterminar a poblaciones enteras, puede que los comentarios de Jamenei denunciando la criminalidad de Israel y sus aliados, y defendiendo a los palestinos ganen una audiencia entre trabajadores y jóvenes políticamente inexpertos en la región y más allá.

Pero están hechas por el jefe de un régimen burgués-clerical en bancarrota que no ofrece otra alternativa que el rápido descenso a un baño de sangre en toda la región. Lejos de “unir” a todos los musulmanes, Jamenei encabeza un régimen que a su vez está amargamente dividido entre una facción que quiere conciliar con las potencias imperialistas para asegurar un mejor acceso a la economía mundial, y otra que pide una postura más dura, incluido el uso de la fuerza militar, y lazos más estrechos con los regímenes capitalistas en China y Rusia.

Más fundamentalmente, la descripción de Jamenei del conflicto en Oriente Próximo como una guerra religiosa entre los “musulmanes” y el “enemigo común” es completamente reaccionaria. La causa de la guerra entre Israel, el perro de ataque de Washington, e Irán, es el impulso de los imperialistas para reimponer las cadenas coloniales en esta región rica en recursos energéticos, como parte de un sangriento reparto del mundo. Oriente Próximo constituye un frente en una tercera guerra mundial que se desarrolla rápidamente, abarcando la guerra entre Estados Unidos y la OTAN contra Rusia en Ucrania y los preparativos avanzados para una guerra con China en la región de Asia-Pacífico.

La tarea que enfrentan los trabajadores y las masas oprimidas en todo Oriente Próximo no es “unir a todos los musulmanes”, lo que incluiría al despótico régimen saudí, un aliado cercano de Washington e Israel, y los gobernantes burgueses-clericales de Irán, entre otros. Más bien, la tarea urgente es forjar la unidad de la clase trabajadora a través de todas las divisiones nacionales, religiosas y étnicas artificiales en una lucha unificada para poner fin a la guerra imperialista y al sistema capitalista de ganancias que la genera. Unir a los trabajadores árabes, persas, turcos y judíos en tal lucha solo es posible sobre la base de la perspectiva de la revolución permanente.

La única forma en que la clase trabajadora de la región puede poner fin a la opresión imperialista en Oriente Próximo y garantizar los derechos sociales y democráticos de su sufrida población es conectando sus luchas con las de sus hermanos y hermanas de clase en los centros imperialistas de América del Norte y Europa en la lucha por el programa de la revolución socialista mundial.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 4 de octubre de 2024)

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