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Los directivos y la burocracia del UAW buscan contener la revuelta política de los trabajadores académicos de la Universidad de California

Un cartel desplegado en la protesta contra el genocidio dice: “Personal y profesorado de UCLA, APOYAMOS A NUESTROS ESTUDIANTES” 29 de abril de 2024.

Desde el domingo por la noche, se espera que 2.000 trabajadores académicos inicien una huelga el lunes en la Universidad de California, Santa Cruz, tras una votación a favor de autorizarla que se celebró la semana pasada en el Local 4811 del sindicato United Auto Workers (UAW), que agrupa a 48.000 asistentes de enseñanza, investigadores académicos, y estudiantes de posgrado y postdoctorales en todo el sistema de la UC.

El voto a favor de la huelga en todas las sedes de la UC, que fue aprobada por el 79 por ciento, refleja un poderoso movimiento que ha surgido entre los trabajadores académicos de base, cuya gran mayoría está a favor de usar su poder económico colectivo para prevenir que los administradores y la policía continúen su represión de las protestas universitarias contra el genocidio.

De forma inmediata, este movimiento emergente de huelga política ya se está enfrentando a la intransigencia tanto de las autoridades universitarias como de la burocracia del UAW, que forma parte del mismo aparato político dominado por el Partido Demócrata y que incluye a la Administración de Biden y a la Junta de Regentes de la UC.

A pesar del abrumador apoyo popular a una huelga masiva inmediata, la dirección del UAW está tratando de contener la huelga dentro de los canales más restringidos posibles utilizando el modelo de una “huelga en pie”, que se utilizó para romper y traicionar la lucha de los trabajadores automotores por mejores salarios y condiciones de trabajo el año pasado.

Al programar una huelga aislada de solo 2.000 miembros en una sola sede no urbana el lunes, la burocracia del UAW se niega a aplicar el pleno poder económico de la membresía, incluyendo en sedes como la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) y la Universidad de California en Irvine, donde la represión de las protestas contra el genocidio ha sido la más violenta.

Hay 17.000 estudiantes de pregrado en UC Santa Cruz, uno de los 10 campus del sistema de la Universidad de California, de un total de 233.000.

En contraste con los esfuerzos de la burocracia del UAW de limitar el movimiento de huelga de los trabajadores académicos, la Junta de Regentes de la UC ha adoptado las posiciones más agresivas en respuesta a la votación de la huelga. La Junta de Regentes está controlada por el Partido Demócrata de California, presidida por el gobernador demócrata de California, Gavin Newsom, y compuesta en su mayoría por figuras nombradas por demócratas.

A los pocos minutos de la votación de la huelga, la UC envió una carta amenazante, tomando la posición de que cualquier huelga sería categóricamente ilegal. Sobre esa base, la universidad amenazó con intervenir en lo que de otro modo sería un intento ilegal de romper la huelga, como represalia directa contra los huelguistas (que la UC llama “acción correctiva”).

“Esta huelga es ilegal”, dijo Melissa Matella, vicepresidenta adjunta de Relaciones Laborales del Sistema UC, en un comunicado emitido el jueves. “La decisión del UAW de hacer huelga sobre cuestiones no laborales viola la cláusula de no huelga de sus contratos con la UC y sienta un precedente peligroso y de gran alcance de que pueden apoyar una huelga laboral por cuestiones sociales, políticas y culturales, por muy válidas que sean, pero que no están relacionadas con el trabajo”.

El viernes, la UC presentó una demanda de “prácticas laborales injustas” ante la Junta de Relaciones Laborales Públicas (PERB) del estado, pidiendo a la junta que ordenara al sindicato y a todos sus miembros que “cesaran y desistieran” la actividad de huelga. 

Según el portal de búsqueda en línea de PERB, los documentos del expediente no son accesibles al público. Sin embargo, J. Felix De La Torre, abogado general de la junta, ha indicado que se podría emitir una decisión a principios de “la próxima semana”, según el Los Angeles Times.

Basándose en la información que ha sido publicada hasta ahora, como motivo de su acusación de prácticas laborales injustas, la UC está citando evidentemente una disposición a la que el UAW había accedido en su actual convenio colectivo de negociación. En esa disposición, el sindicato “acuerda que no habrá huelgas, incluyendo huelgas de solidaridad, paros o interrupciones de trabajo, u otras actividades concertadas que interfieran directa o indirectamente con las operaciones de la Universidad” durante la duración del acuerdo.

Aunque esto plantea preguntas sobre por qué la burocracia del UAW aceptó una cláusula de “no huelga” en primer lugar, bajo la ley laboral estadounidense, el lenguaje no haría, de hecho, que la huelga sea ilegal. Como Noah D. Zatz, profesor de Derecho y Estudios Laborales en UCLA, escribió en el periódico estudiantil Daily Bruin la semana pasada, tales cláusulas “no excluyen las huelgas sobre temas fuera del contrato en sí, incluyendo huelgas graves sobre prácticas laborales injustas y huelgas de solidaridad”. “Para llegar tan lejos”, añadió el Dr. Zatz, “se necesita un lenguaje de contrato más específico”.

Al mismo tiempo, el hecho de que esta cláusula se incluyera en absoluto en el contrato subraya la profundidad de la traición a la huelga de los trabajadores académicos de 2022 por parte de la burocracia del UAW. Después de una lucha de seis semanas que implicó considerables adversidades y sacrificio por parte de los trabajadores académicos en huelga, la burocracia del UAW presentó un acuerdo tentativo que traicionó todas las demandas más significativas de los estudiantes, y procedió a imponerlo a pesar de la considerable oposición.

Sin embargo, más allá de la “cláusula de no huelga”, la demanda de la UC del viernes insiste en general sobre la ilegalidad de las huelgas “políticas”. “Particularmente en el clima de hoy, si el UAW puede ignorar las cláusulas de no huelga, la Universidad –y toda otra agencia pública en California— se enfrentaría a huelgas constantes que promueven puntos de vista políticos y/o sociales”, según el documento de la UC citado en el Los Angeles Times.

Este sentimiento fue reflejado en comentarios al Los Angeles Times por parte de Heather Hansen, una portavoz de la oficina del presidente de la UC, quien dijo que una huelga establecería un “precedente peligroso que introduciría cuestiones no laborales en los acuerdos laborales”. Caracterizando la posición de la universidad, el Los Angeles Times escribió que el cuerpo estudiantil está “haciendo un uso inapropiado de su músculo en un tema político”.

Por el contrario, que la clase obrera “haga uso de su músculo en un tema político” al ejercer su poder económico en esta lucha es precisamente lo que hace tan importante –y peligrosa desde el punto de vista de la élite política y todas sus agencias— la votación de esta huelga. De hecho, si la clase trabajadora a nivel internacional comenzara a “usar su músculo” en cuestiones políticas, rápidamente descubriría que tiene el poder de transformar radicalmente toda la situación mundial en una dirección positiva.

Al mismo tiempo, la caracterización de las circunstancias que provocaron la votación de la huelga como “cuestiones no laborales” es extremadamente sesgada, como si las salvajes campañas policiales militarizadas, las campañas de difamación y las cacerías de brujas discriminatorias no hubieran tenido ningún efecto en las condiciones de trabajo de los estudiantes de posgrado.

La invocación de “prácticas injustas” contra los trabajadores académicos que votaron a favor de la huelga ponen la realidad de cabeza. Si las “prácticas” de alguien han sido “injustas”, han sido las de las autoridades universitarias, que han traído a la policía para atar con bridas a los manifestantes pacíficos y dispararles con balas de goma, suspendieron a los estudiantes en masa sin debido proceso, los dejaron sin hogar, los privaron de atención médica, los difamaron, pusieron en riesgo sus visas de estudiante, violaron su privacidad, amenazaron sus carreras, se quedaron de brazos cruzados mientras eran atacados físicamente por matones de extrema derecha, y los amenazaron con otras formas de represalia.

Los trabajadores académicos de la Universidad de California tienen todo el derecho moral, legal y social de hacer huelga y más, como una medida básica de autodefensa de clase contra una administración tiránica que hace caso omiso a la ley y que está pisoteando sus derechos fundamentales en un esfuerzo por reprimir la oposición a un genocidio en curso. No hay ninguna razón aceptable por la cual, luego de la votación de huelga por una mayoría de cuatro a favor por cada uno en contra la semana pasada, no se convocó de inmediato a todos los 48.000 miembros para que se unieran.

Una huelga total de 48.000 estudiantes de posgrado contra la campaña bipartidista de represión de la oposición al genocidio de Gaza tendría un impacto tremendo, como reconoce la asustada Junta de Regentes. Tal huelga ganaría aliados naturales entre los trabajadores en todo el país y el mundo.

Esta lucha para liberar y desatar el poder de los trabajadores académicos como parte de la clase trabajadora enfrenta a los trabajadores académicos de base contra la traicionera y expuesta burocracia del UAW, que representa una fuerza no menos hostil a su lucha que la Junta de Regentes. Todos los trabajadores académicos involucrados en esta lucha deben estar alerta ante los esfuerzos de la burocracia del UAW para finalizar la huelga, incluso a partir de mañana.

Al frente de la burocracia del UAW se encuentra Shawn Fain, quien ha respaldado y aparecido junto a Joe “El Genocida” Biden, hace viajes frecuentes a la Casa Blanca y abraza el militarismo imperialista con el lema “los trabajadores son el arsenal de la democracia”.

El presidente Joe Biden con Shawn Fain, presidente del United Auto Workers, en la convención política del United Auto Workers, miércoles, 24 de enero de 2024, en Washington. [AP Photo/Alex Brandon]

El historial de la burocracia del UAW en lo que respecta a los estudiantes de posgrado también incluye el desmantelamiento de la huelga salvaje de cuatro meses de los trabajadores académicos en 2020, que se concentró en la UC Santa Cruz, así como la traición cometida en el contrato de 2022. Incluso la decisión de la burocracia del UAW de llevar a cabo la votación de huelga de la semana pasada se tomó de mala gana y después de un importante retraso.

A nivel nacional, la reputación de la burocracia de UAW nunca se ha recuperado de un escándalo de corrupción que implicó a toda la cúpula nacional, que vio a 12 funcionarios condenados y enviados a prisión, incluyendo dos expresidentes. Las primeras elecciones sindicales internas en 2022 estuvieron marcadas por una privación masiva del derecho de los miembros a votar, aunque aun así muchos votaron por el trabajador automotor socialista de base Will Lehman y su campaña para “abolir la burocracia”, incluyendo dentro del Local 4811.

Como concluyó la perspectiva del World Socialist Web Site el viernes:

Los trabajadores académicos ahora deben imponer su voluntad democrática a través de la formación de comités de huelga de base para movilizarse por paros laborales inmediatos en todo el sistema. Contra los intentos de la burocracia de limitar su lucha, deben acudir a los trabajadores automotores y a toda la clase trabajadora en busca de apoyo, estableciendo líneas de comunicación para prepararse para acciones conjuntas.

La clase obrera en su conjunto debe intervenir en defensa de los estudiantes. Los trabajadores deben tomar medidas para defender los derechos democráticos y organizar acciones industriales para detener el genocidio y la espiral de guerras imperialistas en todo el mundo, cuya causa es el sistema capitalista en bancarrota.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 20 de mayo de 2024)

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