El conflicto militar provocado por Israel con Irán está arrastrando cada vez más a América Latina a la espiral de una guerra mundial en ciernes.
El sábado, Irán lanzó más de 300 drones y misiles contra Israel en respuesta al bombardeo de su Embajada en Damasco en el que murieron siete altos cargos militares iraníes. Las fuerzas estadounidenses, británicas, francesas, libanesas y saudíes repelieron la mayor parte del ataque iraní, pero las autoridades israelíes han decidido intensificar el conflicto. El viernes, Israel atacó una base militar iraní con drones.
La respuesta más llamativa en América Latina provino del presidente fascistizante argentino Javier Milei, quien creó un Comité de Crisis compuesto por miembros del gabinete y el embajador israelí en Buenos Aires, Eyal Sela.
Milei interrumpió un viaje a Dinamarca, donde su Gobierno compró aviones de combate F-16, y regresó a Buenos Aires, “para ponerse al frente de la situación y coordinar acciones con los presidentes del mundo occidental”, según su portavoz.
El Gobierno de Milei se comprometió recientemente a una “alianza estratégica” con el Pentágono y solicitó formalmente el jueves convertirse en “socio global” de la OTAN, una asociación que solo tiene Colombia en la región. Después de que Milei visitara Israel para respaldar su genocidio en Gaza, el director de la CIA, William Burns, y la jefa del Comando Sur de EE.UU., Laura Richardson, realizaron visitas a Argentina.
Ahora, Milei está utilizando la agresión israelí contra Irán para consolidar el papel de su régimen como cabina de mando de las conspiraciones imperialistas estadounidenses en la región, aspirando claramente al papel desempeñado por Israel en Oriente Próximo.
Para dar una idea de lo que trama el “Comité de Crisis”, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, alegó en televisión nacional, sin presentar ninguna prueba, que hay 700 miembros de la Fuerza Quds de Irán en Bolivia, insinuando además que se les están dando pasaportes bolivianos.
Argentina y Ecuador fueron los dos únicos países latinoamericanos que firmaron una declaración encabezada por Estados Unidos, que se publicó el miércoles, donde denuncian “inequívocamente” el ataque de Irán contra Israel. Este tipo de condenas son una muestra de total sumisión al imperialismo estadounidense y de su hipocresía, ya que Washington por mucho tiempo ha reclamado el derecho a masacrar a quien considere un obstáculo para sus intereses.
El presidente ecuatoriano Daniel Noboa declaró por separado: “Todo el respaldo del Ecuador para el pueblo de Israel en estos difíciles momentos”. Su vicepresidenta, Verónica Abad, se encuentra actualmente en Israel como parte de una llamada “Misión de Paz”.
El presidente pseudoizquierdista de Chile, Gabriel Boric, quien también apoya la guerra de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia en Ucrania, emitió una declaración separada pero igualmente servil que afirma: “condenamos los ataques a través de misiles y drones por parte de Irán a Israel”.
En Venezuela, medios de comunicación de derecha han afirmado sin fundamento que el Gobierno de Nicolás Maduro fue cómplice directo del ataque iraní. Mientras tanto, la oposición patrocinada por Estados Unidos ha utilizado el ataque iraní para promover un cambio de régimen.
La dirigente opositora María Corina Machado declaró: “Esta acción sin precedentes e inaceptable, eleva una vez más nuestra denuncia sobre el riesgo que representa la alianza de Irán con el régimen venezolano… El retorno de Venezuela a la democracia y su reinserción al mundo libre, contribuirá a mitigar este riesgo”.
Maduro atribuyó el conflicto entre Irán e Israel al primer ministro israelí Benjamín Netanyahu y al “apoyo de Estados Unidos” a este. Advirtió: “Una escalada del conflicto, producto de la locura nazi de Netanyahu, podría llevarnos a una tercera guerra de carácter mundial, y Venezuela aboga por la paz, por la racionalidad, por la diplomacia y por la verdad”.
Esto siguió a la decisión de funcionarios de la Casa Blanca de reimponer las sanciones a las exportaciones de petróleo venezolano, después de fracasar en su intento de obligar al régimen de Maduro a permitir que la candidata preferida de Washington, Corina Machado, se presentara a las elecciones presidenciales previstas para julio. Al mismo tiempo, EE.UU. ha seguido concediendo licencias separadas a empresas petroleras con sede en EE.UU. “un caso a la vez”, efectivamente ahorcando a su gusto la principal fuente de ingresos de Venezuela.
Pero después de denunciar a Washington por apoyar el fascismo y provocar una Tercera Guerra Mundial, Maduro también dijo el lunes que “nunca cerrará la puerta al diálogo”.
“Les dije a los negociadores que transmitieran al presidente Biden el siguiente mensaje: 'Si tú quieres, yo quiero. Si usted no quiere, yo no quiero'“, dijo en un inglés entrecortado.
En una rueda de prensa, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, dijo que el ataque de Irán era una respuesta al bombardeo israelí de la Embajada iraní y pidió a Israel que no tomara represalias. “Va a ser escalar el conflicto a una situación muy riesgosa”, dijo.
Su Gobierno se ha negado a condenar a ningún bando, ni siquiera a Israel por su genocidio en Gaza y su provocadora agresión contra Irán. En cambio, ha propuesto “más actividad de Naciones Unidas” por la “paz” y la “fraternidad universal”.
En Brasil, el presidente Lula da Silva, declarado persona non grata por Israel tras comparar la matanza de Gaza con el Holocausto, se limitó a pedir a todas las partes que evitaran una escalada. Según O Globo, su Gobierno está utilizando los canales diplomáticos para abogar contra una represalia israelí.
Lula también ha pedido un alto el fuego en Gaza pero, al igual que López Obrador, ha defendido el supuesto “derecho a la autodefensa” de Israel y ha promovido la moribunda “solución de los dos Estados”, que históricamente ha servido de tapadera para la continua expansión de los asentamientos israelíes y la limpieza étnica de los palestinos.
El Gobierno boliviano del presidente Luis Arce, que había roto relaciones diplomáticas con Israel por su genocidio en Gaza, respondió al ataque iraní pidiendo la intervención de la ONU y advirtiendo que “la escalada de violencia a nivel mundial pone a la humanidad en riesgo de desaparecer”.
El presidente pseudoizquierdista colombiano Gustavo Petro, también advirtió: “Era previsible; ahora estamos en la antesala de la III guerra mundial… El apoyo de los EEUU, en la práctica, a un genocidio, ha encendido el mundo”. No obstante, Petro ha prometido “consolidar” el estatus de su Gobierno como “socio global de la OTAN” y no ha tenido mejor propuesta que pedir a la ONU “apostar de inmediato a la Paz”.
La crisis de Oriente Próximo ha puesto de manifiesto una vez más que Naciones Unidas es una “cocina de ladrones” al servicio del imperialismo y una “mentira de principio a fin”, como Lenin describió a su predecesora, la Sociedad de Naciones. No solo no ha logrado detener ninguna de las guerras de agresión dirigidas por Estados Unidos en todo el mundo desde su creación, sino que ha proporcionado activamente una justificación pseudolegal a muchas de ellas.
Mientras los regímenes de extrema derecha de América Latina actúan como provocadores en coordinación directa con la CIA, las supuestas políticas “antiimperialistas” y “pacifistas” de los Gobiernos de la “marea rosa” son un callejón sin salida, ya que se reducen a un intento en vano de presionar a las potencias imperialistas para que sean menos depredadoras.
Lula, AMLO, Maduro y compañía representan los intereses de sectores de la burguesía que están tratando de apalancar los lazos comerciales y diplomáticos con China, Rusia y, en menor medida, Irán. Su alarma sobre una posible guerra mundial nuclear es aún más significativa dada su defensa incondicional del capitalismo y su subordinación, en última instancia, al imperialismo.
La globalización económica y la debilitada hegemonía del imperialismo estadounidense han convertido a América Latina en un campo de batalla clave en el nuevo reparto del planeta. Para Washington, es necesario asegurar su control sobre los recursos naturales estratégicos de la región y las cadenas de suministro para las industrias estadounidenses clave, incluyendo la militar, manteniéndolos fuera de las manos de sus rivales chinos e incluso europeos. Además, considera necesario integrar activamente en su bando de guerra a los ejércitos más significativos (Brasil, México, Argentina, Colombia y Chile), cuyas fuerzas e influencia ha cultivado durante mucho tiempo.
En su anuncio reciente del despliegue de la 4ª Flota estadounidense con el portaaviones USS George Washington para llevar a cabo ejercicios y operaciones conjuntas en Sudamérica, el Pentágono se jactó de que sus marinos “están preparados para controlar el mar, realizar ataques y maniobrar en todo el espectro electromagnético y el ciberespacio”.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 19 de abril de 2024)
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