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Perspectiva

Washington envía a Israel más bombas destructoras de ciudades para arrasar Rafah

El viernes, el Washington Post reportó que el Gobierno de Biden había aprobado otro envío de armas a Israel para su genocidio en Gaza, incluyendo más de 1.800 bombas masivas de 2.000 libras (907 kg).

Hombre sentado sore las ruinas mientras otros caminan entre los escombros de edificios bombardeados por Israel en el campamento de refugiados Jabalia al norte de la Franja de Gaza, 1 de noviembre de 2023 (AP Photo/Abed Khaled)

Tras una serie de reuniones de alto nivel para planificar la ofensiva israelí contra Rafah, Washington está enviando un claro mensaje de que da luz verde para que arrase la ciudad, donde hay más de 1,5 millones de personas hacinadas en condiciones inhumanas.

Estas bombas de 2.000 libras son equivalentes en tamaño a las llamadas bombas “blockbuster” que destruyeron manzanas enteras durante la Segunda Guerra Mundial. Al detonar, dejan cráteres de 12 metros de largo y matan y mutilan a personas a una distancia de hasta 366 metros o una superficie equivalente a 58 campos de fútbol.

Hasta la fecha, Israel ha arrojado cientos de bombas de 2.000 libras, que han contribuido en gran medida a la destrucción sistemática de la mayoría de los hogares, escuelas, empresas e instituciones civiles de Gaza. Entre los usos más notorios de esta arma se encuentra el ataque del 31 de octubre que destruyó el campo de refugiados de Yabalia, matando o hiriendo a más de 400 personas.

El uso de estas bombas masivas ha sido eliminado en gran medida por el ejército estadounidense, nominalmente debido a su enorme potencial de “daños colaterales”.

Pero la matanza de la población de Gaza y la destrucción de sus edificios no es una consecuencia involuntaria, sino un objetivo deliberado del genocidio estadounidense-israelí en Gaza.

En solo los dos primeros meses de la guerra, Israel lanzó más de 25.000 toneladas de bombas sobre Gaza, lo que equivale a casi el doble de la potencia de la bomba nuclear lanzada sobre Hiroshima en 1945.

El último envío de armas revela la realidad sobre lo que los medios de comunicación estadounidenses han denominado una “brecha” entre los Gobiernos de EE.UU. e Israel. En la medida en que la Casa Blanca critica públicamente al Gobierno de Netanyahu, es para encubrir su objetivo de matar o desplazar al mayor número posible de palestinos.

A principios de esta semana, Estados Unidos se negó a vetar una resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que pedía un alto el fuego en Gaza. Explicando por qué Estados Unidos permitió que se aprobara la resolución, el portavoz de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, dijo que Estados Unidos no la vetó porque no tendrá “ningún impacto”. Y añadió: “Es una resolución no vinculante”.

Esta es la mentalidad detrás de las recientes críticas públicas al Gobierno de Netanyahu por parte del presidente Joe Biden y del líder de la minoría en el Senado, Charles Schumer. El Gobierno de Biden espera que, al declarar que apoya un “alto el fuego” y pedir al Gobierno israelí que permita la entrada de más alimentos en Gaza, hará olvidar a la población mundial que el imperialismo estadounidense está proporcionando las armas que se utilizan para bombardear Gaza y bloquear sus fronteras.

A principios de esta semana, el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, famoso por describir a los palestinos como “animales humanos”, visitó Washington D.C. para reunirse con destacados funcionarios estadounidenses, entre ellos el secretario de Defensa, Lloyd Austin, con el fin de planificar el asalto israelí contra Rafah.

En el informe oficial de la reunión entre Gallant y Austin, se cita a un funcionario del Departamento de Defensa estadounidense que afirmaba que “derrotar a los batallones de Hamás que están en Rafah” es un objetivo del ejército estadounidense, con lo que prácticamente daba su visto bueno al asalto planeado por Israel contra la ciudad.

El miércoles, el Wall Street Journal publicó un artículo titulado “A puerta cerrada, Estados Unidos presiona para dar forma a la operación en Rafah, no para detenerla”. El artículo explicaba que “los debates sobre la operación militar prevista por Israel en el sur de Gaza no se centraron en cómo detenerla, sino en cómo proteger a los civiles durante su realización”.

Los funcionarios estadounidenses han dejado claro que cuando hablan de “proteger” a los civiles entienden primero desplazarlos de la ciudad antes de que Israel la pulverice. La doctrina estadounidense, en efecto, es que el genocidio es aceptable siempre que vaya acompañado de una limpieza étnica.

Hasta la fecha, el genocidio de Israel en Gaza ha matado a más de 32.000 personas, y miles más han quedado sepultadas bajo los escombros, lo que significa que el número real de víctimas mortales supera probablemente las 40.000 personas. Más de 1,9 millones de personas están desplazadas internamente.

Los que quedan vivos están siendo asesinados sistemáticamente de hambre debido al bloqueo israelí. La semana pasada, el organismo mundial oficial respaldado por la ONU que designa los casos de hambruna determinó que “una hambruna es inminente” en Gaza y que resultará en una “gran aceleración de las muertes y la desnutrición”.

Los expertos advierten que, en cuestión de meses, el número de muertos por inanición masiva eclipsará incluso el número de muertos por las bombas y balas israelíes.

La inanición de la población de Gaza continúa porque cuenta con el pleno apoyo de Estados Unidos, que considera que matar de hambre a los gazatíes es una manera para lograr los objetivos bélicos estadounidense-israelíes. Las exigencias de la Corte Internacional de Justicia, en virtud de fallos en enero y esta semana, de que Israel permita la entrada de alimentos en Gaza también se consideran “no vinculantes” para Estados Unidos, que no acepta la legitimidad de la Corte Internacional de Justicia.

En otras palabras, el Gobierno de Estados Unidos funciona como un régimen criminal que opera totalmente fuera del marco del derecho internacional. Mientras intensifica su guerra con Rusia y sus provocaciones militares contra China, el Gobierno de Biden pretende sentar un precedente en Gaza: ¿Se saldrá con la suya aniquilando o desplazando a toda una población de 2,2 millones de personas?

No se puede confiar en las instituciones capitalistas, como las Naciones Unidas o la Corte Internacional de Justicia, para detener el genocidio estadounidense-israelí. Cuando Estados Unidos declara que las resoluciones de la ONU son “no vinculantes”, está describiendo el estado real de las cosas. Estas instituciones han demostrado no ser capaces ni estar dispuestas a hacer nada para detener la destrucción sistemática de Gaza.

En los últimos cinco meses, millones se han manifestado en casi todos los países del mundo en oposición al genocidio. Pero estas protestas solo han generado como respuesta una intensificación de los asesinatos masivos en Gaza.

Hay que extraer la lección principal: la lucha contra el genocidio en Gaza es una lucha contra los Gobiernos imperialistas que lo están permitiendo, en primer lugar, el Gobierno de Estados Unidos. Detener el genocidio contra el pueblo palestino requiere la movilización política de masas de la clase obrera en todos los países sobre la base de una perspectiva socialista por el derrocamiento del sistema capitalista, que es la causa fundamental de la guerra y la barbarie imperialistas.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 29 de marzo de 2024)

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