El domingo, el New York Times publicó un artículo escrito por David Sanger bajo el título “El momento Armagedón de Biden: cuando parecía posible una detonación nuclear en Ucrania”. El artículo documenta las discusiones extensas y de gran alcance que ocurrieron a fines de 2022 en el seno del Gobierno de Biden, lidiando con la posibilidad de que una guerra con Rusia se convirtiera en un conflicto nuclear.
Sanger reportó que la Agencia Central de Inteligencia le dijo a Biden que, “en el caso singular de que las fuerzas ucranianas destruyeran las líneas defensivas rusas y parecieran a punto de intentar retomar Crimea —una posibilidad que parecía imaginable ese otoño— la probabilidad de un uso de armas nucleares podría aumentar al 50 por ciento o más”.
Indicó que el Gobierno de Biden estaba haciendo “preparativos urgentes… para una reacción estadounidense” a una detonación nuclear rusa.
Los artículos escritos por Sanger, portavoz durante mucho tiempo de las agencias militares y de inteligencia estadounidenses, son menos un reportaje periodístico que una divulgación controlada de información por parte de las agencias de inteligencia estadounidenses.
El propósito de este artículo es aclimatar al público a la posibilidad de que esta guerra se convierta en un conflicto nuclear. También es un intento de hacer recaer la responsabilidad sobre Rusia, cuando en realidad son las potencias estadounidenses y de la OTAN las que están inmersas en una escalada masiva de la guerra, que implica el posible despliegue directo de tropas de la OTAN en Ucrania.
En las últimas dos semanas, cuatro países de la OTAN –Francia, Canadá, Lituania y los Países Bajos— han declarado su disposición a enviar tropas de la OTAN para luchar contra Rusia en Ucrania. El sábado se les unió Polonia, cuyo canciller Radek Sikorski declaró que el envío de tropas a Ucrania “no era impensable”.
Estas declaraciones fueron acompañadas de la publicación de una grabación de un debate de miembros del ejército alemán sobre la posibilidad de utilizar armas alemanas de largo alcance para llevar a cabo ataques en territorio ruso.
El contexto inmediato de estas acciones es una serie de desastrosos reveses militares para Ucrania, que presentan la posibilidad de un colapso total del ejército ucraniano sin una intervención directa de la OTAN.
Como advierte un reciente artículo de Foreign Affairs, “sin un aumento de la ayuda militar occidental y cambios importantes en la estrategia de Kiev, la posición de Ucrania en el campo de batalla seguirá empeorando hasta alcanzar un punto de inflexión, posiblemente este verano”. En otras palabras, la OTAN dispone de unos pocos meses para evitar un colapso precipitado del ejército ucraniano.
El artículo de Sanger admite que, en 2022, en condiciones en las que el ejército ruso se enfrentaba a una serie de reveses, Estados Unidos evaluó que era totalmente posible que Rusia utilizara armas nucleares para mejorar su posición militar.
Pero son la OTAN y Estados Unidos los que ahora se encuentran en la cuerda floja, sufriendo graves derrotas. Si la Administración de Biden creía que Rusia utilizaría armas nucleares para evitar una derrota militar, ¿es eso menos cierto para Estados Unidos y la OTAN?
En un pasaje crítico, Sanger escribe: “Los simulacros de guerra en el Pentágono y en los centros de pensamiento de Washington imaginaban que el uso de un arma táctica por parte de Putin... implicaba una exigencia de Moscú de que Occidente detuviera todo apoyo militar a los ucranianos: no más tanques, no más misiles, no más munición”.
Pero esta es precisamente la posición que la OTAN está obligando que adopte Rusia al planear el despliegue de tropas de la OTAN en Ucrania. Cada escalada de la OTAN aumenta la presión para que el Gobierno ruso establezca una “línea roja” explícita, que se cumplirá con la amenaza de atacar territorio de la OTAN o utilizar armas nucleares.
Las potencias de la OTAN reconocen el peligro muy real de que el conflicto en Ucrania se convierta en una guerra nuclear, pero no están tomando ninguna medida para evitar tal escalada. En lugar de debatir negociaciones que puedan detener esta catástrofe, siguen aplicando una política que bien podría desembocar en un conflicto nuclear con Rusia.
Tras haber temido un “apocalipsis” nuclear en 2022, la Administración de Biden y sus aliados de la OTAN están ahora intensificando la guerra hasta el punto de que ese escenario se hace más probable que nunca.
Es urgentemente necesario que la clase obrera intervenga y detenga la implacable escalada de la guerra de Ucrania. El creciente movimiento huelguístico global de los trabajadores de todo el mundo debe fusionarse con el movimiento contra la guerra y armarse con una perspectiva socialista. Este movimiento debe exigir el fin inmediato de la guerra y la retirada de todas las fuerzas de la OTAN de Ucrania.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 10 de marzo de 2024)