Español
Perspectiva

La victoria de Trump en los caucus de Iowa intensifica las crisis electoral de 2024

Los caucus de Iowa del lunes por la noche marcan la apertura oficial de las elecciones presidenciales estadounidenses, en la medida en que se limitan a la selección de los candidatos de los dos grandes partidos capitalistas. La contundente victoria de Donald Trump en Iowa supone un primer paso en la consolidación del expresidente como probable candidato republicano.

El expresidente Donald Trump habla en una fiesta de la noche de los caucus en Des Moines, Iowa, el lunes 15 de enero de 2024. [AP Photo/Andrew Harnik]

La victoria de Trump, con el 51 por ciento de los votos, no le da un mandato popular. Su total bruto de 56.250 votos fue solo ligeramente superior a los 45.429 que recibió en 2016, cuando quedó segundo tras Ted Cruz. La participación general en los caucus cayó de 186.932 en 2016 a 110.298, un descenso del 41 por ciento. Solo el 15 por ciento de los republicanos inscritos acudieron a las urnas, frente a más del 30 por ciento en 2016. La “avalancha” de Trump llegó al 2,7 por ciento de todos los votantes registrados.

El análisis de los patrones de voto por distrito electoral y según las encuestas de boca de urna mostraron que Trump no avanzó en comparación con 2016 entre los votantes republicanos más jóvenes y obtuvo significativamente menos de 50 por ciento en los suburbios de Des Moines y en los núcleos urbanos de las pequeñas ciudades de Iowa. Sus mayores victorias se produjeron en la sección noroeste del estado, que es fuertemente evangélica y que ganó Cruz en 2016. Iowa es predominantemente rural y los votantes evangélicos suelen representar más de la mitad del voto republicano, lo que hace que el primer estado en votar sea muy poco representativo de la población estadounidense.

No obstante, los resultados demuestran que Trump tiene una ventaja significativa sobre sus dos rivales restantes, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, y la exembajadora ante la ONU y gobernadora de Carolina del Sur, Nikki Haley.

La aproximación a un resultado detestado por el pueblo estadounidense, una segunda contienda Trump-Biden, demuestra el carácter completamente esclerótico del sistema político estadounidense. Resulta extremadamente degradante ver cómo los medios de comunicación corporativos pintan este espectáculo de reacción política con colores brillantes, con la típica panoplia de sondeos, debates, paneles de discusión y comentaristas propios de una carrera de caballos, así como el inevitable e ineludible diluvio de publicidad televisiva para quienes viven en los estados más decisivos de las primarias o en los llamados estados “disputados” en las elecciones generales.

En los medios de comunicación no hay un examen serio de las políticas de ninguno de los partidos ni de los candidatos rivales a la nominación republicana: Haley, DeSantis o incluso Trump. Cualquier análisis de este tipo exigiría reconocer que todo el espectro de la política capitalista se está moviendo hacia la derecha con botas de siete leguas.

En la contienda republicana, los dos rivales que le quedan a Trump están atacando al candidato fascistizante favorito desde la derecha. DeSantis despotrica contra Trump por su ineficacia en su primer mandato en la Casa Blanca, al no lograr objetivos como un muro fronterizo o la expulsión de 12 millones de inmigrantes indocumentados. Haley ataca a Trump sobre todo en política exterior, acusándolo de socavar grandes iniciativas del imperialismo estadounidense como la guerra por delegación contra Rusia en Ucrania.

El propio Trump está haciendo campaña en gran medida a base de interminables mentiras sobre las elecciones “robadas” de 2020, amenazas de represalias contra Biden y los demócratas e incitación a la violencia contra toda oposición de izquierda, en particular los socialistas. Esto se combina con amenazas de desatar la más terrible persecución de inmigrantes y musulmanes. Se asocia cada vez más con fascistas abiertos y neonazis para quienes serviría como Führer.

Al mismo tiempo, la victoria de Trump en Iowa y su ventaja en las encuestas a nivel nacional no significa que millones de personas en Estados Unidos apoyen el establecimiento de una dictadura. Por el contrario, la clase obrera se está desplazando hacia la izquierda, a medida que aumentan las huelgas y las protestas, mientras la oligarquía corporativa y sus agentes en el aparato militar y de inteligencia impulsa las fuerzas fascistas y de ultraderecha para utilizarlas como armas contra una revuelta popular.

El hecho de que Trump, que hace apenas tres años organizó un golpe de Estado para anular los resultados de las elecciones presidenciales, siga siendo una fuerza dominante en el Partido Republicano es sobre todo una condena al Partido Demócrata.

La “estrategia” anti-Trump de Biden y los demócratas se ha derrumbado. Apenas se calmaron las aguas tras el fallido ataque de Trump al Capitolio el 6 de enero de 2021, Biden proclamaba como objetivo político principal el renacimiento de un “Partido Republicano fuerte”, con lo que se refería a la consolidación de un ala anti-Trump del Partido Republicano, para que sirviera de aliado en la guerra por delegación contra Rusia en Ucrania.

Esta política obligaba a frenar cualquier investigación sobre el 6 de enero porque habría sacado a la luz el papel de poderosos sectores del Partido Republicano, incluyendo a la mayoría de los republicanos de la Cámara de Representantes, que promovieron la campaña “ stop the steal “ o “paren el robo”, hasta el punto de votar en contra de certificar la victoria de Biden en las elecciones de 2020.

El intento de apartar a Trump de la escena mediante maniobras judiciales también se está derrumbando. Se ha vuelto cada vez más problemático a medida que Trump ha utilizado estos ataques para seguir siendo el candidato dominante en las primarias del Partido Republicano.

Trump aprovecha estos ataques para hacerse pasar por una especie de rebelde, a pesar de sus antecedentes como estafador inmobiliario y jefe de casinos convertido en celebridad televisiva, al tiempo que invoca diversos agravios mal fundados.

Incapaces de hacer un llamamiento genuino a los intereses de los trabajadores, los representantes del Partido Demócrata, como el New York Times, siguen poniendo su principal esperanza de estabilizar el sistema político estadounidense en crisis –para proseguir la guerra en el extranjero y ahuyentar el descontento social en casa— en el fortalecimiento del Partido Republicano. En su editorial del fin de semana, el Times escribió:

Trump se distingue ahora del resto de los candidatos republicanos principalmente por su desprecio por el Estado de derecho. Cuanto antes sea rechazado, antes podrá el Partido Republicano volver a la difícil pero necesaria tarea de trabajar dentro del sistema para lograr sus objetivos.

En realidad, prácticamente todos los funcionarios republicanos han rechazado los cargos penales contra Trump por considerarlos un “arma” del Departamento de Justicia y del FBI, y muchos se han sumado a Trump para aclamar a los fascistas que han sido procesados y encarcelados por el ataque al Capitolio, llamándolos “rehenes” y respaldando la promesa de Trump de indultarlos si es elegido.

En cuanto a Biden, ahora trata ridículamente de presentar su campaña como una cruzada por la “democracia” para prevenir que Trump vuelva al poder, incluso mientras alía a EE.UU. con fuerzas fascistas en Ucrania e Israel. Los demócratas están demostrando su “compromiso con el Estado de derecho” persiguiendo a aquellos, en particular a jóvenes y estudiantes, que han inundado las calles en oposición al genocidio israelí en Gaza.

Y mientras los gobernadores republicanos desafían abiertamente la autoridad federal como parte de su ataque fascistizante contra los inmigrantes, la Casa Blanca continúa sus esfuerzos para llegar a un acuerdo con estas mismas fuerzas de modo que puedan seguir derrochando dinero en la guerra contra Rusia.

Al evaluar la degeneración de la política en Estados Unidos, no se puede dejar de lado a los representantes de la clase media privilegiada, los parásitos y promotores del Partido Demócrata. La revista Jacobin, la principal publicación asociada a los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA, por sus siglas en inglés) respondió a los caucus de Iowa aconsejando que deberían ser una “llamada de atención para Biden”.

Los demócratas, según Jacobin, “quizás quieran preguntarse por fin si necesitan una estrategia para la derrota política del expresidente, en lugar de buscar más trucos para evitarla”.

Para las masas de trabajadores y jóvenes, no se trata de esperar a que los demócratas “despierten”, ni de apoyarse en alguna otra facción del establishment, que está totalmente controlado por la élite financiera y empresarial. Más bien, la lucha contra el fascismo y la dictadura, la guerra y el genocidio, la desigualdad y la explotación debe librarse mediante una lucha política en oposición al capitalismo, como parte de un movimiento mundial y revolucionario por el socialismo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 17 de enero de 2024)

Loading