Transcurridos más de 80 días de la guerra genocida de Israel contra el pueblo de Gaza, la clase dominante está atacando duramente los derechos democráticos en los principales países capitalistas con el fin de reprimir y aislar las protestas masivas contra el genocidio.
Las marchas en las que han participado decenas de millones de personas en todo el mundo son tachadas implacable y cínicamente de 'antisemitas' por la prensa burguesa. En Alemania, las protestas contra la masacre están directamente prohibidas y criminalizadas. En los campus universitarios de Estados Unidos se prohíben las películas de jóvenes directores judíos que critican al Estado de Israel y se amenaza con la expulsión a quienes las proyectan. Los grupos de estudiantes que se oponen a la masacre que se está produciendo en Gaza, como Jewish Voice for Peace (JVP), están siendo prohibidos.
El Congreso de Estados Unidos ha iniciado una caza de brujas que tiene como objetivo a los administradores universitarios cuyas palabras y acciones no se dirigen suficientemente contra el derecho de los estudiantes a protestar. El interrogatorio del Congreso a las rectoras Liz Magill (Pennsylvania), Claudine Gay (Harvard) y Sally Kornbluth (MIT) a principios de este mes fue un acto macartista destinado a intimidar a otros responsables institucionales para que se unan a este asalto a los derechos democráticos. Los que no revocan o restringen adecuadamente los derechos básicos de los estudiantes y empleados a protestar se enfrentan a la expulsión de su puesto. Los medios de comunicación son totalmente cómplices: por eso el New York Times expulsa a los periodistas y al personal que se vuelven demasiado 'políticos' al caracterizar el ataque de Israel como genocidio en sus escritos no relacionados con el trabajo, incluidos los mensajes en las redes sociales.
Veintidós miembros demócratas de la Cámara de Representantes y prácticamente todos los republicanos votaron a favor de censurar a la representante estadounidense Rashida Tlaib (demócrata de Michigan) por pedir un alto el fuego. Mientras tanto, figuras como el senador republicano Lindsey Graham son vitoreadas cuando piden una 'guerra total' contra lo que él llama 'la población más extremista de la Tierra', es decir, los residentes de Gaza.
Como afirmaba los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social en su declaración del 12 de diciembre para oponerse a esta caza de brujas, 'los objetivos centrales... son dos: En primer lugar, la destrucción de la libertad de expresión en los campus y fuera de ellos, y, en segundo lugar, la completa subordinación de las escuelas y universidades a los intereses del Estado, el ejército y los objetivos de la política exterior estadounidense'.
La administración Biden ha desempeñado un papel destacado en la campaña para censurar la oposición a Israel en los campus universitarios. En octubre, la Casa Blanca inició una campaña para combatir el auge del sentimiento propalestino en los campus: envió equipos del Departamento de Educación a las principales universidades e institutos de todo el país.
El portavoz de la Casa Blanca, Andrew Bates, al informar sobre las protestas estudiantiles contra Israel, declaró: 'estos grotescos sentimientos y acciones sacuden la conciencia y revuelven el estómago. También recuerdan nuestro compromiso que no puede olvidarse: 'nunca más''. Sin embargo, cínicamente, es la Casa Blanca la que ha proporcionado casi todas las bombas que se han lanzado en Gaza y han matado a más de 20.000 civiles, principalmente mujeres y niños, la peor limpieza étnica del siglo XXI.
Los milmillonarios
Para comprender mejor la estrecha base social de la campaña para silenciar la oposición al genocidio de Israel, es útil entender quién la dirige. Esta campaña de censura e intimidación está dirigida por una alianza de milmillonarios, sionistas, la extrema derecha y altos dirigentes gubernamentales y políticos del imperialismo estadounidense.
El primer gran grupo implicado es un puñado de multimillonarios y poderosos agentes económicos cuyo dominio de la economía mundial les permite controlar la dirección política y cultural de las principales universidades y otras instituciones importantes.
Como señaló el World Socialist Web Site en un artículo escrito por un empleado anónimo de Harvard:
Al igual que la desigualdad en general es cada vez más incompatible con lo que queda de democracia, la subordinación de las universidades a los donantes ricos es incompatible con la libertad académica. La 'revuelta de los donantes', prosionista y de derechas, es un avance cualitativo en el intento de los grandes donantes universitarios de utilizar su poder e influencia para moldear el discurso universitario. Que estos donantes ejerzan tal influencia―y que muchos de ellos traten de hacerlo públicamente―es un indicio de lo profundamente comprometido que está ya el mundo académico.
De hecho, las universidades dependen en gran medida de este flujo de dinero. Según el Council for Advancement and Support of Education, en 1980 las donaciones privadas a las universidades estadounidenses ascendían a $4.200 millones. Hoy han aumentado hasta $59.500 millones.
Estos son algunos de los principales milmillonarios cuya 'revuelta de donantes' está provocando el ataque a los derechos básicos de libertad de expresión y protesta en los campus de Estados Unidos.
Les Wexner - Uno de los capitalistas más importantes del comercio minorista, Wexner ha amasado $10.600 millones y es la 192ª persona más rica del mundo, según Bloomberg. Wexner fundó L Brands, que controla, o controlaba anteriormente, Bath & Body Works, Victoria's Secret, Abercrombie & Fitch, Express y varias otras marcas importantes. Aunque Wexner ya no controla L Brands, su fundación, la Wexner Foundation, donó decenas de millones de dólares a Harvard en las últimas décadas y ahora ha retirado millones de dólares de futuras ayudas. (También es el multimillonario que se convirtió en la plataforma de lanzamiento del traficante sexual convicto Jeffrey Epstein, que gestionó las participaciones personales de Wexner durante casi dos décadas).
Idan Ofer - Idan y su hermano Eyal son las personas 77 y 87 más ricas del mundo, con $42.000 millones, según Bloomberg. Juntos controlan Ofer Global, Zodiac Group, Quantum Pacific Group y Global Holdings, todas ellas grandes empresas de inversión industrial, energética e inmobiliaria. Poseen aproximadamente la mitad de Israeli Corp, el mayor holding israelí. En conjunto, sus empresas ingresan cientos de miles de millones de dólares al año por transporte marítimo, fertilizantes, productos químicos industriales, energía y bienes inmuebles. Miller Global Properties, una de las varias 'pequeñas' empresas en las que tienen una participación destacada, es notable por controlar varias propiedades emblemáticas, como el campo de golf de Pebble Beach, la estación de esquí de Aspen y el hotel Bevely Hills. Idan Ofer y su esposa Batia abandonaron el Consejo Ejecutivo de Decanos de la Harvard Kennedy School en un intento de presionar a la universidad para que reprimiera el clamor del sentimiento propalestino en el campus. Las empresas de Idan Ofer han estado en el centro de múltiples fugas químicas y escándalos medioambientales en Israel. Eyal fue oficial de inteligencia en las Fuerzas Aéreas israelíes; actualmente reside en Mónaco.
Bill Ackman - Ackman es un milimillonario estadounidense que dirige Pershing Square Capital, un fondo de cobertura con unos $20.000 millones bajo gestión. Ackman posee personalmente $4.000 millones. Pershing Square Capital posee importantes participaciones en grandes empresas estadounidenses, como el 10% de Target, el 1% de Procter & Gamble, el 10% de Chipotle, el 7% de Universal Music Group y más de mil millones de dólares en Netflix. Ackman lidera actualmente una feroz campaña para destituir a la presidenta de Harvard, Claudine Gay. Anteriormente, Ackman luchó para que Harvard diera a conocer todos los nombres de los estudiantes que firmaron una declaración propalestina y exigió que los empleadores se negaran a contratar a estos estudiantes.
Ken Griffin - Griffin es la 35ª persona más rica del mundo, con más de $37.000 millones en activos. Es el consejero delegado de Citadel, un enorme fondo de cobertura de $52.000 millones con sede en Miami. Citadel posee una participación significativa en algunas de las mayores empresas de tecnología y biociencia, como Microsoft, Activision, Boston Scientific, Nvidia, Humana, Apple, Comcast, Merck y Adobe. Griffin ha donado más de $500 millones a Harvard y está presionando a la universidad para que adopte una postura más firme a favor de Israel.
Cliff Asness - Asness es un multimillonario estadounidense fundador de AQR Capital Management, que gestiona más de $100.000 millone. Asness cortó todas sus donaciones a la Universidad de Pensilvania y ha iniciado públicamente una campaña para presionar a la universidad para que deje de 'apoyar el mal'. En una diatriba publicada en el Wall Street Journal, describió las protestas propalestinas como un reflejo de la 'podredumbre profunda y sistemática de los campus universitarios de élite.'
Marc Rowan - Rowan es copropietario de Apollo Asset Management, una de las mayores empresas de capital riesgo. Su fortuna personal supera los $6.000 millones. Interrumpió sus donaciones a la Universidad de Pensilvania y utilizó 'tácticas de Wall Street para 'obligar'' a la universidad, en palabras de Business Insider. Apollo tiene numerosas inversiones en el sector inmobiliario, compañías de cruceros (Norwegian, Regent), hoteles (Harrah's Entertainment), educación (McGraw Hill), entretenimiento (Chuck E. Cheese), seguridad privada (ADT) y venta al por menor (Smart and Final). Leon Black, cofundador de Apollo, fue consejero delegado de la empresa antes de que salieran a la luz las revelaciones de que había pagado a Jeffrey Epstein más de $100 millones por servicios de planificación fiscal y consultoría.
Sionistas, antisemitas, y etnonacionalistas
Hay una serie de etnonacionalistas, tanto sionistas como MAGA Trumpers, que complementan a este grupo de multimillonarios, que están coordinando más estrechamente el esfuerzo por censurar la indignación contra el genocidio de Israel.
Una película reciente de 2023, Israelism [Israelismo], realizada por dos cineastas judíos, ofrece una ventana a los mecanismos utilizados para promover el sionismo en la cultura estadounidense y equipararlo con el judaísmo. Una figura central de la película es Abe Foxman, abogado y multimillonario estadounidense que fue director nacional de la Liga Antidifamación (ADL) de 1987 a 2015. Foxman y la ADL son importantes miembros del lobby sionista estadounidense y promueven organizaciones como Birthright.
La ADL caracteriza a todas las organizaciones judías que se oponen a las políticas del Estado de Israel como 'grupos de odio'. Jonathan Greenblatt, el actual jefe de la ADL, describió en Twitter a organizaciones como JVP como la 'foto inversa de los supremacistas blancos'. 'Llevamos mucho tiempo diciendo que son grupos de odio', declaró.
La comparación de los activistas judíos de izquierdas que se oponen a un Estado etnonacionalista de apartheid con los supremacistas blancos es tan calumniosa como ignorantemente absurda. Son precisamente este tipo de comparaciones las que se están utilizando como munición en el esfuerzo por prohibir la entrada en los campus a grupos antisionistas como JVP y Students for Justice in Palestine.
Foxman anteriormente dio cobertura política al ascenso de Donald Trump: declaró en una entrevista: 'No creo que sea racista, no creo que sea antisemita.'
Hay que subrayar el matrimonio entre el lobby sionista ―muchos de los cuales son demócratas, como Foxman y Ackman― y la derecha fascista.
Henry Schwartz, miembro del comité ejecutivo de uno de los principales lobbies sionistas estadounidenses, la Organización Sionista de América, declaró que los judíos habían sido 'bendecidos por el cielo con la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos.'
Para estas capas acomodadas, indiferentes a la crisis social, que no se solidarizan con la difícil situación de millones de judíos de clase trabajadora sino con la élite capitalista, el etnonacionalismo abiertamente fascista de Trump se recibe de forma acogedora. Cuando, en 2017, fascistas, neonazis y supremacistas blancos tomaron antorchas y marcharon por Charlottesville, Virginia, mientras coreaban 'Los judíos no nos reemplazarán', Trump comentó que eran 'gente muy fina.' Pero esto no era problema para estos donantes, que por antisemitismo entienden simplemente la oposición al gobierno de Israel.
La 'fiscal' principal en la audiencia macartista del 6 de diciembre para los presidentes de Harvard, MIT y Penn fue la representante republicana Elise Stefanik (Nueva York). Stefanik es una estrecha aliada de Donald Trump, quien ha expresado su apoyo a la llamada 'Teoría del Gran Reemplazo', una teoría abiertamente fascista y antisemita, que sostiene que una conspiración de liberales judíos de élite está tratando de 'envenenar la sangre' ―en palabras de Trump―de las naciones cristianas occidentales blancas a través de la inmigración masiva. Apoyó el intento de Trump de anular las elecciones presidenciales mediante el golpe de Estado del 6 de enero de 2021.
Estas fuerzas están estrechamente relacionadas con el movimiento evangélico de derechas, con sus pastores milmillonarios y multimillonarios, que apoyan con entusiasmo el baño de sangre de Israel. Figuras como John Hagee, el influyente evangelista tejano, predican que la guerra en Israel y Palestina es un anuncio del 'fin de los tiempos', durante el cual vendrán contra Israel ejércitos de China, Rusia, Irán y varios países árabes. 'Dios los aniquilará', declaró en octubre. Hagee se une a un grupo más amplio de sionistas cristianos, muchos de los cuales orbitan en torno a la Trinity Broadcasting Network, una de las mayores empresas de medios de comunicación evangélicos cristianos, con una influencia y conexión significativas con el partido republicano.
Más allá de los evangélicos, las estrechas conexiones entre el lobby sionista y la extrema derecha están bien documentadas.
Uno de los mayores donantes de Trump fue el fallecido Sheldon Adelson, que en 2015 había amasado $28.000 millones gracias a la adictiva y explotadora industria de los casinos. Según Forbes era la 18ª persona más rica del mundo pocos años antes de su muerte en 2021. Adelson era una figura importante en el Consejo Americano Israelí: actuaba tanto en su junta ejecutiva como donante principal.
Adelson fue presentado a Trump a través de Michael Steinhardt, gestor de fondos de cobertura y multimillonario estadounidense, cofundador del programa Birthright Israel. Steinhardt también fue un importante donante de Trump, así como de la Universidad de Nueva York, de cuyo consejo de administración fue miembro antes de dimitir acusado de tráfico ilegal de antigüedades.
Llama la atención que uno de los fundadores de Birthright sea uno de los principales partidarios de Trump.
Birthright (que significa derecho de nacimiento) es una institución fundamental tanto para conseguir apoyo político para Israel en Estados Unidos como para facilitar la emigración a Israel, especialmente a sus asentamientos ilegales en Cisjordania. Aproximadamente uno de cada seis colonos israelíes en Cisjordania son ciudadanos estadounidenses. Unos 800.000 jóvenes han realizado viajes gratuitos a Israel patrocinados por la Fundación Birthright Israel, descrita por el New York Times como un 'rito de iniciación' para muchos jóvenes judíos estadounidenses. El rabino Bennet Miller, presidente nacional de la Asociación de Sionistas Reformistas de América, es entrevistado en la película Israelismo: insiste: 'Cada uno de nuestros hijos debería ir, no diez días, sino un semestre o un año'. En los últimos años, miles de jóvenes han protestado en los viajes y las han abandonado a la mitad para visitar asentamientos palestinos en oposición a la visita guiada del programa.
Este entrelazamiento de la derecha fascista, el imperialismo estadounidense y las fuerzas sionistas también se puede ver en las demandas que se están llevando a cabo en Estados Unidos en estos momentos, en las que se alega un antisemitismo desenfrenado en los campus universitarios estadounidenses. Una investigación de Grayzone señala que todas las demandas están siendo presentadas por un bufete, Kasowitz Benson Torres. David Friedman también fue uno de los principales abogados de la firma hasta 2017, cuando se convirtió en embajador de Estados Unidos en Israel bajo Trump. Friedman está actualmente haciendo campaña para que la Universidad de Nueva York inicie una represión contra las protestas propalestinas.
El bufete ha sido descrito por Eric Garland, analista geopolítico y persona influyente, como 'los hombres de Netanyahu en la Casa Blanca de Trump'. El bufete fue fundado por un abogado de las grandes tabacaleras, Marc Kasowitz, donante desde hace tiempo de los partidos Republicano y Demócrata, incluidos Trump, Biden y Obama. El bufete estuvo registrado anteriormente como agente extranjero, en representación de Israel, ante el Departamento de Justicia de Estados Unidos. Otro de sus clientes era el multimillonario ucraniano-israelí Ikor Kolomoisky, uno de los principales donantes iniciales del batallón fascista Azov, que ahora está en prisión por fraude.
La presencia de esta empresa, y del lobby sionista en general, en el impulso del ataque a los derechos democráticos atestigua la implicación directa del Estado de Israel. Los 'hombres de la Casa Blanca' de Netanyahu dirigen las demandas en las que se basaron parcialmente las audiencias del Congreso. No es ningún secreto que el American Israel Public Affairs Committee (Comité Estadounidense Israelí de Asuntos Públicos; AIPAC por sus siglas en inglés) opera como un brazo directo de Tel Aviv en la política estadounidense, una especie de nexo para el apoyo bipartidista del imperialismo estadounidense a Israel. La organización fundada por Isaiah Kenen, antiguo miembro del Ministerio de Asuntos Exteriores israelí, ha gastado cientos de millones de dólares en candidatos a cargos públicos en Estados Unidos. Más recientemente, el AIPAC ha gastado la friolera de $100 millones como parte de una campaña para presionar a los demócratas 'progresistas' para que apoyen a Israel o se enfrenten a un oponente bien financiado en las elecciones primarias o generales.
El informe de Grayzone también señala que los 'testigos' que han presentado demandas a través de este bufete han estado todos semiempleados, a pesar de ser estudiantes, por organizaciones israelíes de presión, en particular la Alliance for Israel, Israel Alliance y Students Supporting Israel. Aunque estos empleados a sueldo de estos grupos han denunciado casos de odio, como que les dijeran: 'Eres un sucio judío y mereces morir', sus demandas no aportan ejemplos concretos ni referencias a tales momentos de antisemitismo, sólo enfrentamientos con activistas propalestinos, enfrentamientos a gritos y el uso del lema supuestamente antisemita 'del río al mar'.
La defensa de Palestina es una cuestión de clase
Este matrimonio de sionistas, multimillonarios y antisemitas fascistas declarados demuestra que la campaña en curso para atacar los derechos democráticos básicos, incluida la libertad de expresión, no tiene nada que ver con las reivindicaciones populares de los estudiantes ni, para el caso, con una campaña contra el auténtico antisemitismo.
En una crítica conferencia pronunciada el 14 de diciembre en la Universidad Humboldt de Berlín, el presidente del Consejo Editorial del World Socialist Web Site, David North, describió la ideología fascista que sustenta el régimen de Netanyahu en Israel:
En medio de los crímenes que está cometiendo el régimen israelí, no hay mentira mayor y más insidiosa que la afirmación de que la oposición al sionismo es, y debe ser, antisemita. Se trata de una mentira refutada por la larga historia de oposición al sionismo anterior a 1948 entre incontables miles de trabajadores e intelectuales judíos, a lo largo de varias generaciones, que rechazaron el llamamiento basado en el mito del retorno a Palestina.
El movimiento obrero y socialista desempeñó un papel clave en la oposición al sionismo, explicó North:
Los [socialistas] identificaron y denunciaron el carácter políticamente reaccionario de la perspectiva de establecer un Estado judío en Palestina. Se entendía que este proyecto era una empresa colonialista, que sólo podía lograrse en alianza con el imperialismo y a expensas de la población árabe palestina que había vivido en el territorio durante 2.000 años.
El genocidio de Gaza no tiene nada que ver con la defensa del pueblo judío. De hecho, insistir en que la horrible muerte de más de 20.000 personas sirve a los judíos o al judaísmo, es en sí mismo una noción profundamente perversa, fundamentalmente antisemita: afirmar que los judíos o el judaísmo requieren esta masacre.
Los que censuran el levantamiento masivo y el despertar de la ira en los jóvenes y los trabajadores de todo el mundo no reflejan un movimiento popular genuino, y mucho menos un movimiento popular genuino del pueblo judío. Más bien, esta campaña es el producto de una alianza de multimillonarios, antisemitas amantes de Trump y estrategas y animadores imperialistas estadounidenses dedicados a Israel como una necesidad geopolítica. Salvaguardada y promovida por los medios de comunicación, esta alianza de la reacción representa los intereses de una ínfima minoría.
Los trabajadores y los jóvenes deben hacer todo lo posible para exponer y resistir este asalto en curso contra los derechos democráticos. Luchar no sólo contra el genocidio de Israel contra Palestina, sino también contra los preparativos más amplios para la guerra dirigida por EE.UU. contra Irán y China, requiere una oposición militante contra todo esfuerzo por despojar a la población del derecho básico incluso a cuestionar las acciones emprendidas por el gobierno con el pretexto de la 'seguridad nacional'.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 27 de diciembre de 2023)