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Perspectiva

La protesta masiva en Londres y la lucha global contra el genocidio israelí en Gaza

Una sección de los 800.000 manifestantes de Londres que marcharon contra el genocidio israelí en Gaza el 11 de noviembre de 2023

Millones protestaron el genocidio israelí contra los palestinos este fin de semana, como parte de una ola cada vez mayor de oposición en todo el mundo. Este enfado global ha enfrentado a los trabajadores en todas partes contra sus propios gobernantes que respaldan el genocidio.

La manifestación más extraordinaria se celebró en Londres. Entre tres cuartos de un millón y un millón de personas tomaron las calles de la capital del imperialismo británico, que respalda sangrientamente a Israel como Estados Unidos y Alemania. La marcha incluyó una gran sección de la población musulmana y jóvenes de todos los orígenes étnicos.

En Reino Unido es donde se manifiesta más plenamente la brecha entre la élite gobernante y sus partidos y las masas obreras, lo que anuncia conflictos explosivos en ciernes en todos los países.

Gaza es un evento catalizador que actúa como foco del odio tanto hacia el Gobierno conservador como a toda la clase gobernante y sus partidos, incluyendo el Partido Laborista. El respaldo de sir Keir Starmer a Israel lo ha vuelto el líder laborista más odiado desde que Tony Blair llevó al país a la guerra de Irak en 2003 con base en mentiras. Esto ha conducido a renuncias masivas y un colapso del apoyo en las zonas urbanas. Muchos manifestantes llevaban pancartas hechas a mano condenando a Starmer como cómplice de crímenes de guerra.

La protesta fue un acto de desafío masivo contra la inmunda campaña emprendida por el Gobierno conservador y la prensa para calumniar a los manifestantes contra la guerra como antisemitas que apoyan el terrorismo. En la semana previa a la protesta, la racista y ultraderechista ministra del Interior, Suella Braverman, insistió en que la “marcha del odio” debía ser prohibida por la Policía Metropolitana. La apoyó el primer ministro Rishi Sunak. La Policía Metropolitana se negó a acatar la orden solo porque sabía que ello provocaría una mayor resistencia a los dictados del Gobierno y a su apoyo a Israel.

Los Gobiernos de todo el mundo difunden la mentira de que la oposición al genocidio es antisemita. De hecho, es la punta de lanza de una erupción mundial de antifascismo, antiimperialismo y anticapitalismo.

Las acusaciones de antisemitismo contra las protestas que han movilizado a un gran número de judíos no han hecho más que confirmar que el Gobierno, los laboristas y los medios de comunicación no se detendrán ante nada para justificar sus propios crímenes. Esto fue confirmado por la respuesta de Braverman a la protesta del sábado, publicando en X/Twitter: “Esto no puede continuar. Semana tras semana, las calles de Londres se ven contaminadas por el odio, la violencia y el antisemitismo. Se acosa e intimida a los ciudadanos. Los judíos, en particular, se sienten amenazados. Es necesario tomar más medidas”.

Escribió esta vil diatriba el día en que Israel asediaba el Hospital Al-Shifa y mataba bebés. Si Braverman quiere “nuevas medidas” para poner fin a las protestas contra la barbarie israelí, entonces esto solo puede significar una represión policial masiva y la movilización de la escoria fascista que intentó atacar a sectores de la protesta el sábado. Lidiaría con la oposición en Reino Unido así como Netanyahu está respondiendo en Gaza.

Las élites gobernantes de todos los países imperialistas están utilizando el lenguaje de la guerra civil y el exterminio. El martes pasado, la presentación de un proyecto de ley en la asamblea legislativa estatal de Florida pidiendo una “inmediata desescalada y alto al fuego” y para “apoyar la protección de los derechos constitucionales de los floridanos” fue rechazada por 104-2. Los demócratas se unieron a los republicanos para darle la espalda a la patrocinadora del proyecto de ley, la diputada estatal Angie Nixon.

Cuando Nixon señaló la muerte de 10.000 palestinos en Gaza y dijo, “Ya van 10.000 palestinos muertos. ¿Cuántos serán suficientes?”, la diputada Michelle Salzman gritó desde el pleno: “¡Todos!”.

Este abierto respaldo al genocidio no hace sino poner de relieve la política de la Administración de Biden y de toda la élite política. En Florida, el gobernador fascistizante del estado, Ron DeSantis, ha disuelto los grupos de estudiantes opuestos al genocidio de Israel.

El mes pasado, el Senado estadounidense aprobó por unanimidad una moción que tachaba de antisemitas a los estudiantes que se oponían a la acción de Israel, y ha habido universidades de todo el país –incluidas las universidades de Columbia, Brown y Brandeis— que han suspendido los grupos Estudiantes por la Justicia en Palestina y Voz Judía por la Paz o han arrestado a estudiantes que participaban en acciones de protesta.

Las protestas sobre Gaza en Reino Unido han proporcionado un medio para que millones de personas expresen su odio a un Gobierno responsable de más de 200.000 muertes durante la pandemia y de un salvaje asalto a los niveles de vida de los trabajadores que han sido sistemáticamente suprimidos.

Los conservadores están en crisis desde la dimisión forzada de Boris Johnson como primer ministro en julio del año pasado. Esto se produjo en medio de un resurgimiento de la lucha de clases a nivel internacional, que en Reino Unido vio una ola de huelgas que en seis meses abarcó a dos millones de trabajadores. Su reemplazo, la notoria belicista Liz Truss, duró solo 45 días en el cargo, antes de ser destituida a instancias de los mercados financieros por no imponer inmediatamente las medidas de austeridad que esperaban.

Una perspectiva del WSWS del 20 de octubre, “La política británica tiene todas las características de una situación revolucionaria”, llamaba la atención sobre el hecho de que se daban las condiciones para una huelga general y para tumbar el gobierno. Pero el Partido Laborista y la burocracia sindical dieron a los conservadores un aplazamiento de la ejecución. Starmer denunció las huelgas y proclamó un apoyo inquebrantable a la guerra en Ucrania, mientras la burocracia sindical aislaba y traicionaba las huelgas de los trabajadores ferroviarios, postales, de la función pública, educadores y sanitarios.

Este breve interludio ha terminado, confirmando la declaración de Trotsky en el Programa de Transición: “La orientación de las masas está determinada, en primer lugar, por las condiciones objetivas del capitalismo en decadencia y, en segundo lugar, por la política traicionera de las viejas organizaciones obreras. De estos factores, el primero, por supuesto, es el decisivo: las leyes de la historia son más fuertes que el aparato burocrático”.

Esta situación de agudos antagonismos de clases existe en todos los países. El movimiento de masas en defensa de los palestinos es la prueba de que el estancamiento político reaccionario de las últimas décadas ha llegado a su fin. Gaza es la chispa que ha encendido la ira popular que se ha ido acumulando bajo la superficie de la vida política oficial; una ira que los políticos capitalistas y los medios de comunicación han ignorado.

Basándose en una evaluación marxista de la crisis del imperialismo mundial, el World Socialist Web Site anticipó este desenlace en su declaración de Año Nuevo para 2020, “La década de la revolución socialista inicia”.

La declaración explicaba que “el aspecto dominante y más revolucionario de la lucha de clases es su carácter internacional, el cual está arraigado en el carácter global del capitalismo moderno. Más allá, el movimiento de la clase obrera es un movimiento de la generación joven y, consecuentemente, un movimiento que definirá el futuro”.

Y continuaba:

El crecimiento de la clase obrera y el surgimiento de la lucha de clases a escala internacional conforman la base objetiva para la revolución. Sin embargo, las luchas espontáneas de los trabajadores y su búsqueda instintiva del socialismo son inadecuados por sí solos. La transformación de la lucha de clases en un movimiento consciente por el socialismo es una cuestión de conducción política.

Una defensa exitosa de Gaza y la lucha contra la guerra deben enraizarse ahora mismo en la clase obrera y dirigirse contra todos los Gobiernos y partidos capitalistas de la clase gobernante. Solo la clase trabajadora puede derrotar y detener esta ofensiva volviendo imposible su ejecución. Las acciones obreras como las huelgas y los boicots a las empresas de armas, los puertos y aeropuertos pueden detener el envío de cualquier material militar a Israel. Pueden paralizar la economía y derrocar Gobiernos.

El enorme poder social de la clase obrera internacional debe movilizarse mediante una huelga general política contra la guerra. Esto puede convertirse en un foco de la ira explosiva contra la austeridad salvaje a la que se enfrentan los trabajadores. Esta lucha debe librarse también contra la burocracia sindical, que no ha hecho nada para movilizarse en defensa de los palestinos y actúa como un peso muerto que impide cualquier acción que amenace los intereses de la clase dominante.

A través de su masacre de los palestinos, la clase dominante quiere demostrar que toda resistencia a su dominación mundial será aplastada. Corresponde a los miles de millones de trabajadores que ya han comenzado a librar una contraofensiva en forma de huelgas y protestas cada vez mayores en un país tras otro desarrollar esta lucha como una lucha consciente contra el imperialismo y el sistema de lucro capitalista.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 12 de noviembre de 2023)

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