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De los archivos del CICI

Sobre la fundación de la oposición de izquierda

Para iniciar su conmemoración del centenario de la fundación de la Oposición de Izquierda el 15 de octubre de 1923, el WSWS vuelve a publicar un editorial de David North con el que introdujo la primera publicación en inglés de documentos clave relacionados con la fundación de la Oposición en las páginas del International Workers Bulletin en 1993.

El Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) conmemoraba el 70º aniversario de la fundación de la Oposición de Izquierda, en condiciones de triunfalismo capitalista y en las primeras etapas de lo que se convertiría en un período de treinta años de guerras ininterrumpidas por parte del imperialismo estadounidense. En diciembre de 1991, apenas dos años antes, la burocracia estalinista había disuelto la Unión Soviética, culminando su traición por décadas del programa internacionalista de la Revolución de Octubre, que incluyó la masacre de generaciones de socialistas en el genocidio político de la década de 1930 y el asesinato de León Trotsky en agosto de 1940 en México. Un componente central de la reacción estalinista contra Octubre fue la falsificación sistemática de la historia. León Trotsky y los líderes de la Oposición de Izquierda no solo fueron asesinados, sino también borrados de los libros de historia. Muchos de los documentos más importantes de la oposición marxista al estalinismo fueron destruidos o guardados bajo llave en secciones cerradas de archivos y bibliotecas.

Hacia el final de la Unión Soviética, la burocracia se sintió obligada a publicar una parte de este registro documental. No fue sino hasta 1990, más de 66 años después, que el texto completo de las cartas enviadas por León Trotsky a la dirección del partido el 8 y el 23 de octubre de 1923, así como la “Declaración de los 46”, el documento fundacional de la Oposición, se publicaron en ruso en la revista Izvestiia TsK KPSS (Heraldo del Comité Central del PCUS). Solo el Comité Internacional emprendió un esfuerzo por traducirlas y publicarlas para ponerlas a disposición de una audiencia internacional de la clase trabajadora. La traducción y publicación de estos documentos se convirtió en un componente importante de la respuesta del CICI al colapso del estalinismo: la lucha sistemática por restablecer una conciencia marxista en la clase obrera, basada en la defensa de la verdad histórica sobre la lucha del trotskismo contra el estalinismo.

El editorial de 1993 sobre los 70 años desde la fundación de la oposición de izquierda escrito por David North en el International Workers Bulletin, 18 de octubre de 1993.

A diferencia de todas las demás tendencias políticas que se reivindicaban socialistas o “trotskistas”, el Comité Internacional no evaluó la disolución de la Unión Soviética como el fin del socialismo, sino como la culminación de la traición estalinista de Octubre y el inicio de una nueva etapa en la crisis del imperialismo mundial. En un informe al 12º Pleno del Comité Internacional de la Cuarta Internacional, el 11 de marzo de 1992, David North explicó que la Revolución de Octubre había surgido de las décadas de lucha del movimiento marxista en Europa y Rusia por la conciencia socialista en la clase obrera. Por el contrario,

el estalinismo se propuso destruir la mayor conquista del marxismo: el desarrollo de la conciencia política revolucionaria de la clase obrera, la transformación de una masa oprimida y explotada en una fuerza histórica consciente... Corresponde a la Cuarta Internacional, dirigida por el Comité Internacional, restablecer en la clase obrera la gran cultura política del marxismo. Esa es la única base sobre la que se puede construir un verdadero movimiento obrero revolucionario.

Sobre la base de esta evaluación, el CICI inició una estrecha colaboración intelectual con el historiador soviético Vadim Rogovin, quien escribiría varios volúmenes sobre la historia de la Oposición, pondría en marcha la conmemoración del 70º aniversario de la Oposición de Izquierda y desempeñaría un papel fundamental en la lucha contra la escuela postsoviética de falsificación histórica.

David North dando una conferencia en el Instituto Histórico de Moscú en 1989

Treinta años después, esta lucha ha sido plenamente reivindicada. El mundo está en las primeras etapas de un nuevo reparto imperialista del mundo, que comenzó con la guerra de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia en Ucrania. En el nivel histórico más fundamental, esta guerra es el resultado de la disolución de la Unión Soviética y de la traición estalinista de la Revolución de Octubre. La cuestión de si había una alternativa socialista al estalinismo se ha convertido hoy en la cuestión de si hay una alternativa socialista al capitalismo.

Durante las próximas semanas y meses, el WSWS y el CICI celebrarán la fundación del movimiento trotskista hace un siglo publicando este y muchos otros documentos hasta ahora no disponibles, así como con reuniones y otras iniciativas formativas. La asimilación de esta historia será indispensable en la lucha por dotar con una dirección y una conciencia marxistas al emergente movimiento de masas de la clase obrera internacional contra la guerra imperialista y el capitalismo.

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Este mes se cumple el 70º aniversario del inicio de una lucha política de importancia trascendental. El 8 de octubre de 1923, León Trotsky dirigió una carta a los miembros del Comité Central y de la Comisión Central de Control del Partido Comunista Ruso (bolchevique). Escribiendo con una franqueza que dejó atónitos a los destinatarios de la carta, Trotsky declaró que el partido estaba siendo destruido por un proceso de burocratización que había concentrado un inmenso poder en un aparato que suprimía sistemáticamente la democracia interna. Advirtió que el partido, debilitado por un mal régimen político, estaba perdiendo la capacidad de hacer frente al empeoramiento de la crisis económica que amenazaba la supervivencia del Estado soviético. Con palabras cuya clarividencia solo puede ser apreciada plenamente después del colapso de la Unión Soviética, Trotsky declaró: “El partido está ingresando en lo que podría ser la época más crucial de su historia, llevando consigo la pesada carga de los errores cometidos por nuestros órganos dirigentes”.

León Trotsky, líder del Ejército Rojo durante la guerra civil

El efecto de la carta fue el de una bomba política. Para aquellos que sabían que el blanco de sus fuertes críticas eran sus líderes y métodos —el “triunvirato” informal de Zinóviev, Kámenev y Stalin, cuya facción sin principios dominaba el Politburó del PCR— la carta de Trotsky fue vista como una declaración de guerra. Pero para otros, entre los que se encontraban los líderes marxistas más destacados en el período de la revolución y la guerra civil, la carta del 8 de octubre fue una inspiración. En términos de su autoridad política y moral entre los sectores más conscientes de la clase obrera soviética e internacional, la estatura de Trotsky sólo era superada por Lenin. Así, las críticas de Trotsky a la burocratización del partido y del Estado, junto con un análisis incisivo de los errores de la política económica, proporcionaron un foco para el descontento que se estaba extendiendo por todas las filas del partido. Una semana después, el 15 de octubre, un documento que se conoció como la “Declaración de los 46” fue entregado al Buró Político del PCR. Sobre la base de la carta de Trotsky, la declaración pedía medidas para revitalizar la democracia del partido y, por lo tanto, establecer las condiciones políticas necesarias para superar los graves problemas que ponían en peligro a la Unión Soviética. La publicación de la declaración, cuyos firmantes incluían a figuras tan destacadas como Preobrazhenski, Piatakov, Serebriakov, Murálov, Smirnov, Boguslavski, Sosnovski y Voronski, marcó el comienzo de la actividad política de la Oposición de Izquierda.

El surgimiento de la Oposición de Izquierda fue el punto culminante de un año de extrema tensión en el seno del Partido Comunista Ruso. La aprensión e incertidumbre generalizadas se intensificaron por la enfermedad de Lenin, cuya actividad política terminó abruptamente por el derrame cerebral que sufrió el 9 de marzo de 1923. Pero incluso antes de que la enfermedad sacara a Lenin de la escena, el PCR estaba en crisis. De hecho, el derrame de Lenin se produjo justo cuando había llegado a la conclusión de que la supervivencia del PCR dependía de una lucha intransigente contra la burocracia en el aparato estatal y el partido.

La causa objetiva de la crisis residía en el problema fundamental de la Revolución rusa. La clase obrera rusa había llegado al poder bajo la dirección de los bolcheviques en uno de los Estados capitalistas europeos más atrasados. La creación de una industria soviética moderna, por no hablar de su desarrollo en líneas socialistas, dependía del destino de la revolución proletaria en Europa occidental. Los bolcheviques esperaban que su victoria en Rusia fuera seguida pronto por otras revoluciones socialistas. Sin embargo, la ausencia en Europa de un partido comparable a los bolcheviques dio a la burguesía el respiro que necesitaba para estabilizar el sistema capitalista después de la Primera Guerra Mundial.

Manifestación de obreros y soldados en octubre de 1917 [Photo: Hulton Archive/Getty Images]

La ferocidad de la guerra civil que siguió a la revolución, que se prolongó por la intervención directa de los imperialistas del lado de las fuerzas contrarrevolucionarias, asoló la economía de la joven república soviética. Un intento de revivir la industria mediante las requisas forzosas de los campesinos y la militarización del trabajo (el llamado comunismo de guerra) provocó una intensa hostilidad. Temiendo por la estabilidad del régimen bolchevique si el Gobierno obrero perdía el apoyo de las masas campesinas, y reconociendo el reflujo del movimiento revolucionario internacional, Lenin propuso una retirada temporal. La Nueva Política Económica (NEP) propuesta en marzo de 1921 permitía al campesinado vender sus productos en el mercado. La relajación de las restricciones a las empresas capitalistas condujo, en el corto plazo, a una reactivación económica. Se restablecieron los vínculos entre las ciudades y el campo. Sin embargo, a pesar de las inequívocas mejoras, aquellos que estaban llevando a cabo un análisis marxista detectaron nuevos peligros. En primer lugar, en la esfera económica, la reactivación benefició principalmente al sector agrícola y al campesinado. El crecimiento de la industria, del cual dependía en última instancia el futuro de la Unión Soviética, seguía siendo extremadamente limitado. La incapacidad de estimular el crecimiento de la industria en el marco de la NEP se vio reflejado en un fenómeno sobre el que Trotsky, con su brillantez característica, llamó la atención. Mientras que los precios de los productos agrícolas seguían bajando, los del sector industrial aumentaban rápidamente. En su discurso ante el XII Congreso del partido en abril de 1923, Trotsky ilustró el movimiento divergente de los precios agrícolas e industriales en un gráfico cuyas líneas se asemejaban a unas tijeras abiertas. A medida que los precios de las mercancías producidas por los dos componentes básicos de la economía soviética se movían en direcciones opuestas, las “tijeras” se ensanchaban, y este “ensanchamiento” puso de manifiesto el peligro que encerraba la NEP: Si los términos de comercio entre la agricultura y la industria continuaban deteriorándose, aumentaba el peligro de una división económica entre el campo y las ciudades, y de una división política entre el proletariado y el campesinado.

Trotsky argumentó, con el notable apoyo de Preobrazhenski, que la política soviética debía esforzarse por reducir los precios industriales. Esto requería el desarrollo del concepto de planificación económica, para que el Estado soviético pudiera organizar la producción y asignar los recursos de la manera más eficiente. También implicaba poner una mayor carga sobre la agricultura para proporcionar los recursos necesarios para la inversión industrial.

Yevgueni Preobrazhenski

El análisis de Trotsky fue un modelo de precisión y lucidez. En el XII Congreso del PCR no hubo ningún intento de oponerse a su análisis. Sin embargo, inquietó a las capas dentro de la dirección y las filas del partido que, después de todos los años de tormenta y tensión revolucionaria, habían encontrado bastante agradable el ambiente más relajado de la NEP. Este cambio en la psicología política del PCR estaba relacionado con cambios en su composición interna. El período de la guerra civil había exigido al partido y a la clase obrera un enorme coste humano. Las heridas en el campo de batalla, los asesinatos y las enfermedades se cobraron la vida de muchos de los mejores cuadros del partido y también de los mejores representantes del proletariado soviético. El impacto de las pérdidas humanas se vio agravado por el efecto de la ruina económica sobre el proletariado soviético, una clase cuya existencia estaba indisolublemente ligada a la producción industrial. El colapso de grandes sectores de la industria contribuyó a un grado de desproletarización que debilitó objetivamente la base social del bolchevismo.

Otro factor más socavó el impulso revolucionario del bolchevismo. Los requerimientos de organizar y supervisar un Estado atrajeron a sectores significativos de los cuadros del partido al aparato administrativo del régimen. Aquí muchos se encontraron en un ambiente nuevo y extraño. Adquirieron no solo nuevos hábitos de trabajo, sino también nuevos privilegios. Puede que estos últimos no fueran extravagantes, especialmente para los estándares del mundo capitalista, pero eran significativos en un país empobrecido donde incluso un trozo de carne grasosa era un lujo.

Otro producto de la NEP contribuyó significativamente a la degeneración del Partido Bolchevique. Junto con el renacimiento del mercado capitalista se produjo una relajación significativa de las estrictas prohibiciones sobre la admisión en el partido de elementos de las viejas clases medias-altas anteriores a la revolución. No solo habían asumido un papel más activo en la gestión económica aquellos apodados irónicamente como “gerentes rojos” e “industriales rojos”, sino que también pudieron obtener un carnet del partido. Uno de esos individuos que ingresó en el partido en este período fue Andréi Vychinski, que había sido un abogado empleado por los trusts petroleros antes de 1917 y más tarde, durante la guerra civil, un funcionario de la administración contrarrevolucionaria establecida por el almirante Kolchak en la zona bajo su control. Este mismo Vyshinski iba a servir como fiscal jefe de Stalin en los tres juicios de Moscú de 1936-38.

Lenin, desde los primeros días de la NEP, había sido muy sensible a estas consecuencias negativas del repliegue que los bolcheviques tuvieron que llevar a cabo por las condiciones objetivas desfavorables. Con frecuencia se refería mordazmente a los “canallas” que se estaban infiltrando en el partido, muchos de los cuales habían sido notorios opositores a la Revolución bolchevique. Pero a finales de 1922, después de recuperarse de su primer gran derrame cerebral, Lenin se alarmó por las señales de que los indicios previamente aislados de degeneración estaban tomando una forma políticamente distintiva en áreas cruciales de la política del partido y del Estado.

Vladimir Lenin en su oficina del Kremlin, Moscú, alrededor de 1919. [AP Photo]

En primer lugar, Lenin se enteró en octubre de 1922 de que, durante su ausencia, el Politburó, por iniciativa de Bujarin y con el apoyo de Stalin, había acordado permitir la debilitación del monopolio estatal sobre el comercio exterior. Reconociendo de inmediato los peligros a los que esta decisión expondría a la extremadamente frágil economía soviética, Lenin acusó a los iniciadores de esta política de adaptarse a la creciente influencia de los “NEPmen” (hombres de la NEP), es decir, los comerciantes pequeñoburgueses que desempeñaban un papel cada vez más destacado. Incluso volvió a funcionar una bolsa de valores.

Lenin consiguió, con el apoyo de Trotsky, forzar el restablecimiento del monopolio. Pero una crisis más seria surgió en unas pocas semanas, cuando Lenin obtuvo informes que revelaron los métodos groseros que habían sido empleados por Stalin y su secuaz, Ordzhonikidze, para obligar a los líderes de la República de Georgia a aceptar su plan de integración de Georgia en la recién formada Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Mientras estudiaba las quejas de Mdivani y otros líderes georgianos, Lenin se horrorizó por el intento de Stalin de intimidar a los representantes de una nacionalidad no rusa. Las acciones de Stalin trajeron a la mente de Lenin el rostro brutal y odiado del matón chovinista de la Gran Rusia.

Stalin y sus colaboradores más cercanos Anastas Mikoyan y Sergó Ordzhonikidze en Tiflis, 1925

Aunque su salud se estaba deteriorando rápidamente, el incidente georgiano obligó a Lenin a iniciar una profunda reevaluación del estado del partido. Las últimas semanas de la vida política de Lenin se dedicaron al dictado de una extraordinaria serie de notas que contenían apreciaciones sinceras de los principales dirigentes del partido y propuestas para contrarrestar la influencia de la burocracia. El aspecto más notable de las notas de Lenin era su identificación de Stalin como la encarnación directa de la degeneración burocrática que amenazaba al partido. En un añadido a su testamento político, escrito el 4 de enero de 1923, Lenin declaró que “Stalin es demasiado grosero” y recomendó que fuera destituido de su cargo de secretario general.

Mientras Lenin se preparaba para un enfrentamiento decisivo con Stalin en el congreso previsto del partido, recurrió a Trotsky en busca de apoyo político, como lo había hecho en la lucha por el monopolio del comercio exterior. El 5 de marzo de 1923 escribió a Trotsky: “Le pido urgentemente que asuma la defensa del caso georgiano en el Comité Central del Partido”. Y más tarde ese día, después de enterarse de que su esposa, Krupskaya, había sido insultada verbalmente por Stalin, Lenin escribió una carta enfurecida al secretario general, poniendo fin a todas sus relaciones personales. Este fue, sin embargo, el último acto político de Lenin. Su salud empeoró desastrosamente, y el 9 de marzo sufrió un derrame cerebral que lo dejó sin la capacidad de hablar ni escribir.

Con Lenin fuera de la escena política, Zinóviev, Kámenev y Stalin formaron una alianza informal para contrarrestar el inmenso prestigio e influencia de Trotsky. En esta operación, Stalin sacó provecho de su control de la organización del partido. Su principal arma fue su capacidad para hacer nombramientos para cargos importantes dentro del partido y el aparato estatal. Este poder para hacer nombramientos era una burla a la democracia interna del partido, porque los que eran nombrados para ocupar cargos en el partido eran completamente independientes de las bases. En última instancia, su poder no dependía de su relación con las capas avanzadas de la clase obrera, sino de la aprobación de Stalin.

Lev Kámenev y Grigori Zinóviev formaron un “triunvirato” con Joseph Stalin

Durante varios meses, con la esperanza de que Lenin volviera a la actividad política, Trotsky se abstuvo de atacar directamente al triunvirato. Pero en el otoño de 1923 dos factores lo llevaron a la conclusión de que había llegado el momento de hablar. En primer lugar, la situación económica seguía deteriorándose, como había advertido en el XII Congreso. En segundo lugar, la profundización de la crisis en Alemania, donde la revolución parecía estar a la orden del día, traía consigo la posibilidad de un cambio brusco en la situación política internacional. Este fue el contexto en el que Trotsky redactó su carta, cuyo texto completo aparece por primera vez en inglés en las páginas siguientes.

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