La huelga de 7.400 trabajadores portuarios canadienses en Columbia Británica representa una importante lucha que necesita el apoyo de los trabajadores de toda América del Norte y el mundo.
La huelga pone de manifiesto la unidad de los intereses de la clase obrera internacional. Esto no es simplemente una consigna, sino un hecho objetivo. Las condiciones que combaten los huelguistas son las mismas que enfrentan los trabajadores a nivel global, incluyendo salarios rezagados con respecto a la inflación y pérdidas de puestos de trabajo por la automatización y la tercerización.
Los estibadores tienen enemigos poderosos, pero sus aliados son aún más poderosos: la clase obrera internacional. Los trabajadores de todo el mundo deben movilizarse para defender la huelga. Una obligación particular que tienen los estibadores en Estados Unidos es apoyar la huelga rehusándose a manipular la carga redireccionada desde Canadá a los puertos al sur de la frontera. Los trabajadores portuarios no pueden permitir que los obliguen a ser esquiroles de sus hermanas y hermanos.
Los estibadores están en una posición poderosa porque ocupan un importante cuello de botella de la economía canadiense y mundial que afecta un comercio de aproximadamente 800 millones de dólares canadienses cada día. De hecho, el 15 por ciento de la carga dirigida a Estados Unidos pasa primero por los puertos de Columbia Británica, demostrando la profunda integración económica a través de las fronteras nacionales.
Los operadores portuarios no tienen ninguna intención de dar las mínimas concesiones y las negociaciones colapsaron el lunes entre el sindicato International Longshore & Warehouse Union (ILWU) y la Asociación de Empleadores Navales de Columbia Británica (BCMEA, por sus siglas en inglés). Los operadores portuarios están envalentonados porque saben que cuentan con el apoyo del Gobierno federal canadiense del Partido Liberal bajo Justin Trudeau, así como ocurrió con la huelga de los trabajadores portuarios del Puerto de Montreal en 2021, en caso de no poder trabajar con sus “socios” en los sindicatos en los próximos días para que traicionen a los trabajadores.
En todo el mundo, los Gobiernos capitalistas están recurriendo a medidas dictatoriales para suprimir las huelgas y las protestas. En noviembre, el Gobierno de Ontario suspendió la Carta de Derechos y Libertades (el equivalente canadiense a la Carta de Derechos de EE.UU.) para criminalizar la huelga de 55.000 trabajadores escolares e imponer un enorme recorte a sus salarios reales por decreto gubernamental.
El año pasado, el Gobierno de Biden fue al Congreso para prohibir una huelga de 120.000 ferroviarios estadounidenses. En Francia, Emmanuel Macron, el “presidente de los ricos”, impuso recortes jubilatorios sin un voto en el Parlamento y por medio de una violencia policial masiva. Ante las protestas de masas de los últimos días por el asesinato policial de un joven de minoría étnica, ha vuelto a desplegar a decenas de miles de policías antidisturbios por todo el país y está considerando la imposición de un estado de emergencia.
No cabe ninguna duda de que Trudeau en Ottawa se mantiene en contacto con el presidente Biden en Washington para discutir cómo derrotar la huelga portuaria.
La huelga demuestra que cualquier estrategia que defina los intereses de los trabajadores dentro de los confines del Estado nacional y aísle a los trabajadores de un país de sus hermanos y hermanas de otros países es irremediablemente obsoleta. Hay que hacer una advertencia: mientras la huelga permanezca aislada en Canadá, corre un grave peligro de ser derrotada.
Tanto Trudeau como Biden ven la huelga desde el punto de vista de su estrategia geopolítica global. Bajo la hegemonía del imperialismo estadounidense, junto con su socio menor en Canadá, todo el continente norteamericano se está transformando en una base de operaciones para la guerra imperialista en el extranjero, especialmente contra Rusia y China. Bajo el nuevo acuerdo comercial Estados Unidos-México-Canadá (USMCA) y otras medidas, los imperialistas norteamericanos están “ nearshoring ” o reubicando la producción y las cadenas de suministro de Asia a México y otros puntos de su propio “patio trasero” que están más estrechamente bajo su control.
Ninguno de los Gobiernos puede tolerar grandes huelgas en ningún punto de estas cadenas de suministro, no solo porque podrían extenderse rápidamente a otros sectores de la clase obrera, sino porque socavarían sus planes para una Tercera Guerra Mundial.
Esta es la razón por la que, a medida que controlan más firmemente todo el continente, se ven obligados a depender más directamente de la burocracia sindical para imponer divisiones nacionales y seccionales artificiales dentro de la clase obrera.
Tanto los estibadores estadounidenses como los canadienses de la costa del Pacífico son miembros del ILWU. Pero el aparato sindical del ILWU y la burocracia sindical en su conjunto están unidos por la cadera con los Gobiernos capitalistas de ambos lados de la frontera. Los sindicatos estadounidenses apoyan incondicionalmente a Biden y al Partido Demócrata, mientras que los canadienses están ayudando a apuntalar a Trudeau, cuya minoría del Partido Liberal está en una alianza parlamentaria-gubernamental con los Nuevos Demócratas (NDP) patrocinados por los sindicatos. En consecuencia, están trabajando deliberadamente para sabotear las luchas de los trabajadores y aislarlas en cada país. Significativamente, el ILWU es también un ferviente partidario de la guerra por delegación contra Rusia en Ucrania, y se comprometió el año pasado a no manipular ninguna carga entregada en buques rusos.
El ILWU ha mantenido a 22.000 estibadores estadounidenses en el trabajo sin contrato durante más de un año, tras haber firmado un “compromiso de no hacer huelga” a sus espaldas. La dirección del ILWU ha colaborado estrechamente con el Gobierno de Biden, que ha participado en las conversaciones desde el principio, para mantener los puertos bajo control. Cuando los trabajadores empezaron a desafiar el compromiso por medio de huelgas salvajes que afectaron gravemente a las operaciones en la costa oeste de EE.UU., el sindicato respondió anunciando de repente un “acuerdo provisional” fantasma, negociado por la Casa Blanca.
Desde entonces, los trabajadores no han vuelto a saber nada del acuerdo, ni siquiera cuando se les permitirá ver el contrato o votarlo. De hecho, es posible que ni siquiera exista un acuerdo como tal. Los pocos detalles que se conocen incluyen un aumento salarial muy inferior al exigido por los trabajadores. Es evidente que el aparato del ILWU solo anunció el acuerdo para romper la unidad de los trabajadores estadounidenses y canadienses e impedir el desarrollo de una huelga transcontinental.
La experiencia en los puertos es una repetición de la de los ferrocarriles el año pasado, cuando una huelga de los trabajadores ferroviarios de Canadian Pacific fue aislada de los trabajadores en EE.UU., donde los sindicatos intentaron imponer un acuerdo provisional favorable a la patronal que fue respaldado por Biden. Cuando eso fracasó, la burocracia perdió tiempo para que el Congreso pudiera prohibir preventivamente una huelga.
Aunque Biden y Trudeau prefieren recurrir a los servicios de la burocracia sindical para efectivamente prohibir las huelgas, se están preparando medidas similares a la ley que prohíbe las huelgas ferroviarias contra cualquier posible huelga importante tanto en Estados Unidos como en Canadá.
La defensa patriótica de los intereses globales depredadores de “sus propios” Estados nacionales y del derecho de “sus propios” capitalistas nacionales a lucrar es la muestra más directa de la hostilidad de la burocracia hacia los trabajadores a los que falsamente dicen representar. Durante décadas, han promovido una estrategia nacional que lleva a un callejón sin salida. En la industria automotriz, los burócratas canadienses se separaron del sindicato United Auto Workers (UAW) en los años 80, alegando que podían aprovecharse de un tipo de cambio favorable y del sistema de salud universal para llegar a mejores acuerdos con las empresas automotrices. Esto fracasó totalmente, ya que sólo sirvió para facilitar los esfuerzos de la patronal para enfrentar a los trabajadores entre sí en una carrera hasta el fondo. Unifor, el sucesor del sindicato automotor canadiense, agita regularmente con propaganda racista contra los trabajadores automotores mexicanos.
Ahora, ante la transición hacia los vehículos eléctricos, que las empresas utilizarán para recortar puestos de trabajo y salarios en las fábricas, tanto los trabajadores estadounidenses como los canadienses en la industria tienen contratos que vencen en septiembre, lo que plantea la necesidad de una lucha conjunta. Pero Unifor y United Auto Workers harán a los trabajadores automotores exactamente lo mismo que el ILWU está haciendo a los trabajadores portuarios.
Esta hostilidad de la burocracia hacia los trabajadores no es producto de una política equivocada. Está determinada por intereses materiales, incluyendo los salarios de seis cifras de innumerables funcionarios sindicales que controlan miles de millones en activos financieros acumulados con el dinero de las cuotas de los trabajadores.
En respuesta, los trabajadores deben movilizarse creando comités de base, compuestos y dirigidos por los propios trabajadores, para acabar con la influencia del aparato y transferir el control a las bases.
La fuerza de la clase obrera proviene de su papel central en el proceso de producción, y está objetivamente unificada por la economía global. Los trabajadores solo tienen que aprender a utilizar esa fuerza. La Alianza Internacional Obrera de los Comités de Base (AIO-CB) lucha por unir a los trabajadores a través de las fronteras nacionales, coordinar sus luchas contra las transnacionales, los Gobiernos capitalistas y sus alianzas de guerra comercial y militar, y romper el dominio de la burocracia en cada país.
La AIO-CB llama a los estibadores de base de EE.UU., Canadá y México a crear comités de base en oposición a la patronal naviera, a la amenaza de leyes antihuelgas y a la burocracia del ILWU. Estos comités deben plantear demandas concretas, incluida la de que no se manipule ninguna carga que haya sido desviada de los puertos canadienses. Todos los trabajadores portuarios deberían luchar por una acción conjunta para cerrar todos los puertos de la costa oeste hasta que se cumplan las demandas de los huelguistas.
La AIO-CB incluye a trabajadores en huelga de National Steel Car en Canadá, trabajadores postales en Reino Unido y Alemania, trabajadores automotores en EE.UU., profesores de todo el mundo y otros sectores clave de la clase trabajadora. El comité proporciona la plataforma para elaborar una estrategia común y planificar acciones conjuntas de los trabajadores de todo el mundo.
Instamos a los trabajadores portuarios canadienses y estadounidenses a unirse hoy a la AIO-CB para luchar por una nueva perspectiva.
(Publicado originalmente en inglés el 4 de julio de 2023)