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Un examen médico y social del COVID persistente como "acontecimiento discapacitante masivo": Parte 3

Esta es la tercera de una serie de varias partes sobre COVID persistente. La primera parte puede leerse aquí, la segunda aquí , y la cuarta aquí (en inglés).

El 'acontecimiento discapacitante masivo' del desastre del COVID persistente (en inglés, “long Covid”), en el que están implicadas las élites gobernantes capitalistas a una escala internacional, equivale a uno de los mayores crímenes sociales del siglo pasado. No sólo han permitido que más de 20 millones de personas perezcan innecesariamente, sino que decenas de millones más han sido condenadas a una existencia marginada en la que su futuro es completamente incierto. Las repercusiones de COVID persistente sobre los niños y los ancianos son especialmente ominosas.

Si cualquier sociedad puede ser juzgada por cómo trata a sus miembros más vulnerables, especialmente a los niños que son la promesa del futuro de la humanidad, entonces según este criterio, la política de 'inmunidad colectiva” (de rebaño) o 'vivir con el virus' es una completa acusación del capitalismo.

Aunque pueda resultar difícil de procesar, cualquier evaluación seria de la pandemia debe enfrentarse al hecho de que los sectores dominantes de la élite gobernante han considerado la pandemia del COVID-19 como un bien positivo para reducir la esperanza de vida y las obligaciones de dar las pensiones. Las concepciones eugenistas de la 'supervivencia del más fuerte', suprimidas durante décadas tras los horrores de la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto, se han reavivado y difundido a través de todos los medios de comunicación burgueses.

En Gran Bretaña, la fría realidad del número de muertos junto con el presupuesto de guerra de clases por el gobierno tory produjo una reducción estimada del gasto en pensiones de 600 millones de libras en 2020/21 y 900 millones de libras en 2021/22. El ahorro actual será aún mayor debido a la creciente oleada de muertes de pensionistas este año. Estas mismas tendencias se han desarrollado a nivel internacional.

Más recientemente, los políticos capitalistas de todo el mundo han iniciado una forma de revisionismo histórico, afirmando falsamente que los cierres limitados y otras medidas de salud pública aplicadas al comienzo de la pandemia fueron en realidad una extralimitación y causaron más daño que bien. Están decididos a garantizar que cualquier pandemia futura, que los científicos han advertido que es cada vez más probable en los próximos años, se enfrentará sin ningún tipo de medidas de salud pública. Bajo el capitalismo, los más vulnerables seguirán defendiendose por sí mismos.

COVID persistente y los niños

La investigación sobre el COVID persistente en niños se encuentra aún en una fase muy temprana. Las estimaciones sobre el número de niños que padecen la enfermedad y la duración probable de las síntomas varían considerablemente. Al igual que ocurre con los adultos, los niños que experimentaron síntomas leves o ningún síntoma en su infección inicial pueden desarrollar COVID prolongado.

En nombre de la élite gobernante, en el primer año de la pandemia los medios de comunicación corporativos difundieron la mentira de que los niños no podían contraer COVID, o que si lo contraían las síntomas eran universalmente 'leves'. Lo más tristemente célebre fue que, en febrero de 2021, en un acto público de la CNN, el presidente de los EE.UU. Joe Biden dijo a un alumno de segundo grado: 'Los niños no contraen... COVID muy a menudo. Es raro que eso ocurra'. Y añadió: 'Estás en el grupo de personas más seguras de todo el mundo'.

Esta mentira —utilizada para justificar la reapertura total de las escuelas, con el fin de enviar a los padres a trabajar de nuevo para producir beneficios— ya había sido bien refutado por numerosos estudios científicos.

La voz de alarma sobre el impacto del COVID persistente en los niños la dio inicialmente Danilo Buonsenso, pediatra del Hospital Universitario Gemelli de Roma, que realizó entrevistas a 129 niños de entre 6 y 16 años que contrajeron el COVID-19 entre marzo y noviembre de 2020 en el norte de Italia.

Danilo Buonsenso [Photo: Long COVID Kids]

Buonsenso enumeró síntomas como insomnio, fatiga, dolores musculares y catarros persistentes, similares a los que padecen los adultos. Tales descripciones apenas transmiten la naturaleza debilitante de la condición.

En agosto de 2020, la Organización Mundial de la Salud publicó un comentario que describía la experiencia de COVID prolongado de Kitty McFarland, una niña de 14 años que se había infectado en marzo de 2020. Anteriormente estaba muy en forma y gozaba de buena salud y la gustaba practicar ballet, paddleboarding, correr y jugar al netball.

Kitty sólo experimentó inicialmente síntomas leves con tos y fiebre parecida a la gripe, pero más tarde vió que 'no respondía'. Estos síntomas disminuyeron al cabo de unos días y su salud pareció mejorar. Aproximadamente un mes después, intentó hacer algo de ejercicio muy ligero, pero tuvo que guardar cama durante ocho meses.

'Me sentía mareada y agotada. Me desmayaba a menudo y tenía palpitaciones; podía estar sentada y de repente el corazón me latía a 190 pulsaciones por minuto', cuenta Kitty. Desarrolló una intolerancia al gluten y dolores abdominales agudos que le provocaron desmayos y varias hospitalizaciones.

'A veces necesitaba ayuda para comerme toda la comida; otras veces, no podía levantar físicamente un vaso porque estaba muy débil, lo cual es difícil de admitir cuando estabas acostumbrada a ser fuerte y activa', relató.

Los trastornos visuales y la niebla cerebral hacían que Kitty sintiera náuseas y agotamiento incluso al ver la televisión o intentar enviar mensajes de texto. Su madre, Sammie, fundó Long COVID Kids en Gran Bretaña.

Una investigación publicada en Nature Scientific Reports el pasado mes de junio, dirigida por Sandra López-León, de Novartis Pharmaceuticals, estimó que el 25,4% de los niños y adolescentes pueden contraer COVID prolongado. En el Reino Unido, se cree que al menos 80.000 niños padecen COVID persistente.

La prevalencia agrupada de COVID prolongado por síntomas en niños y adolescentes. Los metanálisis revelaron la prevalencia de más de 40 síntomas de COVID prolongado en niños y adolescentes. La presencia de uno o más síntomas tras una infección por SARS-CoV-2 fue del 25,24%. [Photo by Lopez-Leon, S., Wegman-Ostrosky, T., Ayuzo del Valle, N.C. et al. / CC BY 4.0]

La variante ómicron que surgió en noviembre de 2021 fue inmediatamente anunciada como 'leve' sin una pizca de evidencia. El jefe médico del gobierno australiano, Paul Kelly, expresó este sentimiento de la manera más cruda, calificando la oleada como un 'muy buen regalo de Navidad'. La consiguiente oleada de ómicron acabaría matando a miles de australianos e incapacitando a decenas de miles más con COVID prolongado, incluyendo los niños.

Ómicron ha demostrado ser un desastre para los niños, ya que cada nueva subvariante ha sido más infecciosa. Los datos muestran que la subvariante BA.2 de ómicron en particular infectó a una mayor proporción de niños.

En el punto álgido de la oleada de BA.2 en Hong Kong en febrero de 2022, 1.147 niños fueron hospitalizados con COVID-19 y cuatro murieron. Aunque no está claro cuántos niños eran asintomáticos o no mostraban síntomas, representaban una nueva cohorte de posibles casos de COVID persistente.

Carlos Oliveira, pediatra del Yale New Haven Children's Hospital, declaró a la BBC en febrero de 2022: 'En nuestro hospital, por ejemplo, el número de niños y adolescentes a los que se ha diagnosticado una condición posterior al COVID este mes es ya más de tres veces superior al que experimentamos en los meses de verano. Otros países están viendo tendencias similares'.

La BBC informó en marzo de 2022 de que los pediatras que dirigen clínicas de COVID persistente calculan que el 10% de los niños infectados desarrollan COVID prolongado.

Foto de una niña de 8 años que padece COVID prolongado desde hace más de un año. Enviada a la página de casos prácticos de COVID Kids persistente. [Photo: Long COVID Kids]

Los científicos especulan sobre si el COVID persistente en niños varía del de los adultos. Los niños tienden a no sufrir niebla cerebral, siendo la fatiga el síntoma dominante.

Oliveira no cree que los problemas de anticuerpos sean la causa del COVID persistente en niños. El año pasado declaró a la BBC: 'Supongamos que los autoanticuerpos son la principal causa de esta enfermedad, entonces esos autoanticuerpos deberían producirse independientemente de la edad... Por tanto, la prevalencia del COVID prolongado debería ser la misma a todas las edades. Pero no vemos eso, la prevalencia es menor en los niños'.

Oliveira especuló que los niños pequeños con inflamación post-COVID tienden a tener un biomarcador en la sangre asociado con un intestino permeable, una condición digestiva en la que los microbios del intestino se filtran al torrente sanguíneo. Pensó que el COVID-19 era principalmente un problema gastrointestinal en los niños, afirmando: 'Sabemos que tanto los niños como los adultos pueden eliminar el ADN del virus en sus excrementos durante meses y meses, por lo que es una idea razonable que la reexposición al virus muerto debido a un intestino permeable desencadene un proceso inflamatorio repentino'.

Una investigación publicada el pasado agosto en The Journal of the American Medical Association (JAMA) Paediatrics por el especialista en enfermedades infecciosas del Hospital Infantil de Colorado Suchitra Rao y su equipo examinó a 659.286 niños en un estudio exploratorio para detectar la presencia de antígenos del SRAS-CoV-2 mediante una prueba de reacción encadenado de la polimerasa (PCR).

Los investigadores observaron que los niños presentaban síntomas similares a los de los adultos, como pérdida del gusto o el olfato, dolor en el pecho, fatiga o molestias, síntomas cardiorrespiratorios y fiebre o escalofríos. Señalaron que los niños presentaban 'otras características, como las enzimas hepáticas anormales, pérdida de cabello, erupciones cutáneas y diarrea, que se dieron con más frecuencia en los niños entre 1 y 6 meses después de la infección por SARS-CoV-2...' Rao descubrió que la miocarditis (inflamación del revestimiento del corazón) estaba más asociada a la infección por COVID-19 en niños.

'Llegamos a la conclusión de que muchas de las síntomas que experimentan los niños tras la infección por COVID-19 son similares a los que se observan en los adultos, pero hay algunas características más propias en los niños, como la miocarditis, las enzimas hepáticas anormales, la caída del cabello, las erupciones cutáneas y la diarrea', declaró Rao a Science Daily .

Al final de la presentación de Rae Duncan el pasado mes de septiembre sobre las repercusiones del COVID pesristente en el sistema cardiovascular, descrita anteriormente, hizo una advertencia muy dura sobre el posible futuro funesto de los niños con COVID persistente asociado a una disfunción endotelial debida a la inflamación del revestimiento de los vasos sanguíneos. Se ha demostrado que esto es una causa de futura aterosclerosis (placa u obstrucciones en las arterias), así como de infarto de miocardio y accidente cerebrovascular.

Rae Duncan [Photo: Long COVID Kids]

'No quiero que nuestros hijos se infecten repetidamente cada tres o seis meses con esta enfermedad [COVID] y acaben potencialmente, no lo sabemos con certeza, pero con vasos sanguíneos de una persona de 90 años a los 40', advirtió Duncan.

Además del COVID persistente, muchos niños con COVID-19 han desarrollado otra condición denominada síndrome inflamatorio multisistémico infantil o MIS-C, que suele aparecer entre 2 y 6 semanas después de la infección. Aunque no es lo mismo que el COVID persistente, las secuelas a largo plazo y los efectos del MIS-C en los niños pueden ser debilitantes y letales. Ambas condiciones requieren más investigación, que en la actualidad no dispone ni de cerca de la financiación necesaria.

COVID prolongado en personas más mayores

La investigación sobre los efectos específicos del COVID persistente en las personas mayores se encuentra en una fase muy temprana, con un número muy limitado de estudios. Lo que está quedando claro es que ha supuesto un desastre para muchos miembros mayores de la sociedad, cuya salud física y mental puede verse gravemente afectada, relegándoles a una existencia muy tenue.

Un artículo del Washington Post publicado el pasado mes de junio destacaba la experiencia de Terry Bell, un enfermo de COVID persistente de 70 años, que pasó semanas en el hospital 18 meses después de contraer COVID-19. Tiene dificultades para realizar tareas rutinarias como tender la ropa. Levantar los brazos le provoca disnea y una gran fatiga. Sólo puede caminar distancias cortas con un bastón y ha perdido 15 kilos desde su infección inicial.

En un importante estudio publicado en febrero de 2022 en el British Medical Journal por Ken Cohen y su equipo de Optum Labs en Minnesota participaron 87.000 personas mayores de 65 años que se infectaron en 2020. Los participantes pertenecían a un grupo de personas que estaban siendo controladas antes de la pandemia, lo que permitió compararlas con la cohorte no infectada.

Los autores señalan que, aunque se dispone de pocos datos sobre el impacto del COVID ersistente los adultos mayores, ellos

estimó que durante el periodo posagudo, 32 de cada 100 personas de edad ≥65 años infectadas por el SRAS-CoV-2 presentaban un diagnóstico de una o más secuelas clínicas nuevas que requerían atención médica. Estas secuelas incluían insuficiencia respiratoria crónica, secuelas cardiacas (incluyendo trastornos del ritmo cardiaco y síndromes coronarios agudos), hipercoagulabilidad, trastornos neurológicos (como encefalopatía, demencia, dificultades de memoria y accidente cerebrovascular), lesión renal, diabetes y anemia.

Descubrieron que las personas mayores tenían un mayor riesgo de COVID persistente, estimando que el 32% de los adultos mayores que sobrevivían a una infección inicial pasaban a desarrollar COVID persistente en un plazo de cuatro meses. La tasa correspondiente a las personas de 18 a 64 años era del 14%.

Una de las mayores dificultades para diagnosticar el COVID persistent en las personas mayores es que las síntomas son similares a los de muchas comorbilidades que padecen los ancianos.

Diferencia de riesgo por 100 individuos para secuelas clínicas en fase postaguda por edad, raza, sexo e ingreso hospitalario para COVID-19 en la cohorte 2020. [Photo by Cohen K, Ren S, Heath K, Dasmariñas M C, Jubilo K G, Guo Y et al. / CC BY 4.0]

Charles Thomas Alexander Semelka, becario postdoctoral en medicina geriátrica de la Universidad Wake Forest, declaró al Washington Post: 'El reto es que síntomas inespecíficos como fatiga, debilidad, dolor, confusión y mayor fragilidad son cosas que vemos a menudo en adultos mayores gravemente enfermos. O la gente puede pensar: 'Eso es sólo parte del envejecimiento''.

Liron Sinvani, geriatra y profesor adjunto de los Institutos Feinstein de Investigación Médica de Northwell Health en Manhasset, cree que una infección por COVID-19 podría desencadenar delirio y demencia debido a la falta de oxígeno y la inflamación. Ha descrito COVID-19 como un 'punto de inflexión para estas condiciones debilitantes'.

El pasado mes de diciembre, una investigación publicada en International Journal of Infectious Diseases por Vered Daitch y su equipo de la Clínica de Recuperación de COVID del Centro Médico Rabin comparó las síntomas del COVID prolongado entre las personas mayores de 65 años y las de entre 18 y 65 años que acudieron a las instalaciones entre mayo de 2020 y marzo de 2021. En el estudio participaron 2.333 personas en clínicas de recuperación de COVID en Israel, Suiza, España e Italia.

Los investigadores describieron los factores de riesgo asociados con las síntomas de COVID persistente fatiga y disnea (dificultad para respirar) y describieron las síntomas asociadas con las personas mayores. Encontraron una mayor propensión a la disnea en pacientes con COVID persistente que eran obesos, mujeres, aquellos con actividad física limitada antes de su infección por COVID-19, así como aquellos con enfermedad pulmonar crónica.

El estudio señalaba que 'los individuos de más edad presentan tasas más elevadas de manifestaciones de COVID persistete, con síntomas persistentes algo diferentes y un deterioro pulmonar más pronunciado'.

Un artículo de opinión publicado el pasado mes de junio en The Conversation por Ellen Thompson, investigadora asociada posdoctoral del Departamento de Investigación de Gemelos y Epidemiología Genética del King's College de Londres, informaba sobre una investigación que analizaba los datos de 1,1 millones de personas de consultas generales inglesas.

Ellen Thompson [Photo: Kings College London]

Los investigadores analizaron la incidencia del COVID prolongado y cómo variaba en función de características sanitarias como la edad, el sexo y las condiciones médicas existentes. El estudio había comenzado antes de la pandemia, lo que permitió compararlo con personas que no se habían infectado con COVID-19. Los resultados mostraron que la proporción de personas con síntomas durante más de 12 semanas oscilaba entre el 7,8% y el 17%, mientras que entre el 1,2% y el 4,8% presentaban síntomas 'debilitantes'. Las personas mayores de 70 años presentaban un mayor riesgo de COVID prolongado.

Thompson también citó investigaciones que mostraban que las mujeres tenían un 22% más de probabilidades de desarrollar COVID prolongado que los hombres.

En general, los primeros indicios apuntan a que los ancianos son mucho más propensos al COVID prolongado que los niños. Sin embargo, dado que la investigación se encuentra en una fase muy temprana, las implicaciones totales están apenas emergiendo.

Se desconocen por completo las posibles repercusiones a largo plazo de una infección por CoV-2 del SRAS. Es bien conocido que las infecciones víricas como la varicela reaparecen en forma de herpes zóster varias décadas después de la infección inicial, un peligro que podría existir con el COVID-19.

En un comentario publicado en el American Journal of Public Health en septiembre de 2001, casi dos décadas antes de la aparición de la pandemia de COVID-19, el catedrático emérito de Salud Ambiental y Ocupacional Bernard D. Goldstein advirtió con clarividencia: 'El principio de precaución afirma que la carga de la prueba de las acciones potencialmente dañinas de la industria o el gobierno recae en la garantía de seguridad y que, cuando hay amenazas de daños graves, la incertidumbre científica debe resolverse a favor de la prevención. Sin embargo, en la sanidad pública a veces somos culpables de no adherirnos a este principio'.

Por definición, dado el carácter novedoso del COVID-19, los científicos no pueden comprender ni comprenden todo el alcance de las repercusiones a largo plazo del COVID prolongado para todos los grupos de edad, incluyendo los más vulnerables entre los niños y los ancianos. En busca de beneficios, las élites capitalistas gobernantes a escala internacional han pisoteado los principios de precaución, uno de los preceptos más fundamentales de la medicina y la salud pública.

Continuará

(Publicado originalmente en inglés el 5 de abril de 2023)

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