El poder de compra del salario de los trabajadores estadounidenses sufrió otra caída el mes pasado, cuando la inflación oficial alcanzó 9,1 por ciento y los aumentos salariales permanecen suprimidos por debajo de ese nivel.
Según la Oficina de Estadísticas Laborales de EE.UU., los salarios reales cayeron 3,1 por ciento entre junio de 2021 y junio de 2022. Tan solo en el mes de junio, los ingresos reales promedio cayeron 1 por ciento. Las cifras más actualizadas del Wall Street Journal indican que la caída anual en los salarios reales es del 4,4 por ciento.
El impacto devastador de la inflación sobre la clase obrera fue demostrado por el colapso del poder de compra del salario mínimo federal, que ha permanecido congelado en $7,25 por hora desde 2009 y se encuentra en su nivel más bajo en 66 años. El congelamiento de 14 años del salario mínimo, aplicado tanto por Gobiernos demócratas como republicanos, es el periodo más largo sin un aumento desde que fue establecido en 1938 durante el Gobierno de Roosevelt.
Como comparación, el valor real del salario mínimo en dólares de hoy era de $12,12 por hora en 1968.
El aumento de la inflación es parte de una política de clase que busca obligar a los trabajadores a incurrir el costo de la respuesta criminal e incompetente de la burguesía a la pandemia, incluyendo el enorme rescate a los bancos e instituciones financieras por un importe de varios billones de dólares. Al mismo tiempo, mientras la salud y otros servicios públicos vitales se mantienen desfinanciados, el Gobierno ha dedicado vastos recursos a la máquina de guerra. El gasto militar bajo el Gobierno demócrata de Biden ha alcanzado niveles récord.
El resultado es que, mientras los trabajadores deben pagar más, el consumo se desliza. Por ejemplo, mientras los precios del petróleo aumentaron 60 por ciento, el total en dólares gastado en gasolina tan solo aumento 50 por ciento. Esto significa que los trabajadores se están viendo obligados a reducir su tiempo en el automóvil.
Mientras los niveles de vida de los trabajadores son devastados, los milmillonarios en todo el mundo perciben un vasto crecimiento de sus fortunas. Las 10 personas más ricas del mundo duplicaron su patrimonio con creces, de $700 mil millones a $1,5 billones. Mientras tanto, 160 millones de personas más fueron sumidas en la pobreza, una cifra que sin duda seguirá aumentando.
El Gobierno se ha inclinado en los sindicatos para suprimir la ola cada vez mayor de huelgas libradas por los trabajadores para resistir a los ataques devastadores contra sus salarios. Biden, quien describe su Gobierno como el más “prosindical” en la historia, considera a la burocracia sindical como un instrumento vital para desorganizar y traicionar las luchas de los trabajadores.
A pesar de las afirmaciones de la Reserva Federal de EE.UU. de que hay “un espiral inflacionista de precios y salarios”, los aumentos salariales están aumentando mucho menos que la inflación. Hasta marzo, los salarios de los miembros sindicalizados habían aumentado anualmente un 3,5 por ciento, menos de la mitad de la inflación oficial. Eso se compara a 4,9 por ciento para los trabajadores no sindicalizados, evidenciando el papel de los sindicatos en recortar los niveles de vida de los trabajadores.
Durante este periodo de tiempo, los sindicatos traicionaron una serie de huelgas importantes como en Volvo Trucks, John Deere, Kellogg’s, Nabisco, entre otras. Los aumentos salariales promediaron de 2 a 4 por ciento.
El papel de los sindicatos quedó nuevamente desenmascarado por su apoyo la semana pasada a la intervención del Gobierno de Biden para bloquear una huelga de los ferroviarios utilizando una Junta Presidencial de Emergencia. Los trabajadores, que se enfrentan a condiciones que algunos describen como “el infierno en la Tierra”, votaron 99,5 por ciento a favor de autorizar una huelga.
En los últimos días, el sindicato United Auto Workers (UAW) ha bloqueado luchas en Ventra, una empresa de autopartes en Evart, Míchigan, e impuso un acuerdo favorable a la empresa a los contratistas de bajos salarios en GM Subsystems.
La subida desenfrenada de los precios y el desabastecimiento de combustible, alimentos y otros productos de primera necesidad han provocado el estallido de luchas en todo el mundo. Las protestas y huelgas masivas de los trabajadores de Sri Lanka forzaron la dimisión del presidente Gotabaya Rajapakse, quien huyó del país. En Reino Unido, los ferroviarios llevaron a cabo una serie de huelgas nacionales el mes pasado. Sin embargo, en todos los casos los sindicatos han tratado de limitar estas luchas a acciones de protesta destinadas simplemente a disipar la ira de los trabajadores.
La supresión de los salarios por parte de los sindicatos ha ido de la mano de la imposición de las mayores cargas sobre los hombros de los trabajadores. Un informe del New York Times detalla cómo en la última década las familias han sido “desangradas” por el aumento del alquiler, las primas del seguro médico, los costes de los medicamentos, los préstamos estudiantiles y las guarderías. Según el Times, “las primas familiares de los seguros médicos por empleador aumentaron un 47 por ciento entre 2011 y 2021, y los deducibles y los gastos de bolsillo se dispararon casi un 70 por ciento. El precio promedio de los medicamentos de marca en la Parte D de Medicare aumentó un 236 por ciento entre 2009 y 2018. Entre 1980 y 2018, el costo promedio de una educación universitaria aumentó un 169 por ciento”.
Para minar aún más la lucha de clases, la Reserva Federal de Estados Unidos está aumentando fuertemente las tasas de interés para hacer subir el desempleo. Se espera otro aumento del 0,75 al 1 por ciento en la tasa de interés federal clave cuando los gobernadores de la Fed se reúnan a finales de este mes, después de un aumento del 0,75 por ciento en junio.
Mientras que la crisis inflacionaria fue desencadenada por años de rescates bancarios e impresión de dinero destinados a enriquecer a la oligarquía financiera, la clase dominante pretende resolver la crisis que ha producido lanzando a millones de trabajadores al desempleo como medio para obligar a los trabajadores a aceptar salarios aún más bajos.
El aumento de los tipos de interés supondrá un aumento de los costes de las hipotecas, así como de los pagos de intereses de las tarjetas de crédito, la deuda estudiantil y los préstamos para automóviles. Como resultado de las subidas de intereses, las más pronunciadas en más de 30 años, se considera muy probable una recesión, con millones de trabajadores enfrentándose a la pérdida de sus puestos de trabajo, su único sustento.
Para contrarrestar la política de la oligarquía financiera, la clase obrera debe organizar una lucha no menos decidida para defender sus intereses sociales. El principio fundamental debe ser que la clase obrera no es responsable de la crisis actual y no debe pagar por ella.
Para librar sus luchas, los trabajadores necesitan organizaciones independientes de los sindicatos propatronales y de los partidos políticos capitalistas. Con la ayuda del World Socialist Web Site y de los Partidos Socialistas por la Igualdad, los trabajadores han empezado a crear comités de base para defender sus puestos de trabajo y su nivel de vida. Es necesaria una amplia expansión de la Alianza Internacional Obrera de los Comités de Base.
Estos comités, que reúnen a sectores cada vez más amplios de trabajadores, tanto sindicalizados como no sindicalizados, junto con los jubilados, los jóvenes y otros sectores de la población en apuros, deben luchar por un aumento sustancial de los salarios reales y la indexación de todos los salarios y prestaciones al aumento del coste de la vida, así como por una cobertura médica completa y pensiones totalmente financiadas. Los trabajadores deben exigir el fin de las interminables horas extras y de las condiciones inseguras, incluyendo protecciones contra el COVID-19 y el derecho a detener la producción si las condiciones son inseguras.
Para satisfacer estas demandas es necesario confiscar la riqueza mal habida de los milmillonarios del mundo y una reorientación fundamental de las prioridades sociales. La maquinaria de guerra capitalista debe ser desmantelada y los fondos deben utilizarse para satisfacer necesidades sociales urgentes como la educación y la salud, y la erradicación del hambre, de la falta de vivienda y de la terrible amenaza que supone el cambio climático.
Los bancos y otras grandes industrias, las compañías petroleras, los conglomerados sanitarios, las compañías aéreas, los servicios públicos y las industrias básicas deben pasar a ser de propiedad pública, gestionados democráticamente por la clase trabajadora en interés de toda la sociedad, no del lucro privado.
Sobre todo, la lucha por este programa requiere la construcción de una dirección socialista internacional en la clase obrera, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional.
(Publicado originalmente en inglés el 17 de julio de 2022)