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El presidente electo de pseudoizquierda Gustavo Petro: "Desarrollaremos el capitalismo en Colombia"

Gustavo Petro, candidato de la coalición de pseudoizquierda Pacto Histórico, fue elegido presidente de Colombia el pasado domingo. Con el 50,44 por ciento de los votos, derrotó al candidato fascista Rodolfo Hernandéz, apodado el 'Trump colombiano', que obtuvo el 47,04 por ciento. El resultado fue anunciado como la primera victoria de un 'gobierno de izquierda' en la historia de Colombia.

Gustavo Petro, candidato presidencial con la coalición Pacto Histórico, saluda a su llegada a votar en la segunda vuelta presidencial en Bogotá, Colombia, el domingo 19 de junio de 2022. [AP Photo/Fernando Vergara] [AP Photo/Fernando Vergara]

La elección de Petro y su vicepresidenta Francia Márquez ha sido anunciada como el nuevo logro de una nueva ola de la llamada 'Marea Rosa' en América Latina. Todos los identificados con esta tendencia celebraron el acontecimiento, entre ellos el mexicano Andrés Manuel López Obrador, el argentino Alberto Fernández, el boliviano Luis Arce, el peruano Pedro Castillo y el chileno Gabriel Boric. El expresidente brasileño Lula da Silva, que pretende retomar la presidencia en las elecciones de octubre en Brasil, declaró que 'la victoria [de Petro] fortalece la democracia y las fuerzas progresistas en América Latina'.

Petro se hará cargo de un país que atraviesa por su más profunda crisis económica, social y política. El actual presidente de extrema derecha, Iván Duque, deja su puesto como uno de los líderes más odiados de la historia de Colombia, con un índice de desaprobación que supera el 70 por ciento. Su gobierno estuvo marcado por sucesivos paros nacionales y manifestaciones masivas que desafiaron los terribles niveles de desigualdad social y la violencia asesina del Estado colombiano.

La pandemia de COVID-19 representó un drástico empeoramiento de las condiciones sociales en Colombia. El país tuvo una de las tasas de mortalidad por COVID más altas de la región, con 140.000 muertes, según datos oficiales. En el mismo periodo, 3,6 millones de colombianos fueron arrojados a la pobreza, y el desempleo alcanzó su máximo histórico en 2021.

La oposición social en las calles, impulsada por estas condiciones, fue brutalmente reprimida por el gobierno de Duque. Más de 80 personas fueron asesinadas durante el Paro Nacional de 2021, según un estudio del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (INDEPAZ). Las muertes fueron perpetradas directamente por policías y militares, que también colaboraron y ayudaron a elementos civiles a cometer asesinatos y otros actos de violencia contra los manifestantes.

El aparato represor del Estado colombiano, financiado por el imperialismo norteamericano con el pretexto de la guerra contra las drogas, quedó expuesto ante los ojos de millones de personas como una máquina de guerra de clases dirigida contra la juventud y la clase obrera en lucha.

La elección de Petro es un reflejo distorsionado de esta experiencia de masas y del rechazo al régimen burgués colombiano. Los paros nacionales fueron desviados por el Comité Nacional de un enfrentamiento directo con el gobierno de Duque y el sistema capitalista. En su lugar, las centrales sindicales, los lideres de las organizaciones estudiantiles y campesinas del Comité prometieron una solución electoral a través de la candidatura del Pacto Histórico.

Al mismo tiempo que la campaña de Petro, un ex miembro del grupo guerrillero M-19 de los años 80, buscaba canalizar los sentimientos de las masas detrás de eslóganes abstractos como 'defensa de la vida' y 'política del amor', se movía cada vez más a la derecha en busca de un 'acuerdo nacional' para salvar el sistema capitalista colombiano en crisis.

En su última semana de campaña, Petro publicó una carta abierta a los 'soldados y policías de Colombia'. Proclamó que uno de los puntos centrales de su programa de gobierno es 'el fortalecimiento de la fuerza pública y el bienestar de sus miembros... para lograr la paz total en el territorio nacional'.

Este guiño a las fuerzas represivas fue interpretado en los medios de comunicación como una respuesta a la oposición y a los ataques públicos de los militares contra Petro, que nunca fueron cuestionados por el candidato. El más notable de ellos provino del mando del Ejército, Eduardo Zapateiro, quien tuiteó amenazas y acusó a Petro de corrupto, y le exigió respeto por los militares.

El discurso del presidente electo en el Movistar Arena de Bogotá, no hizo más que confirmar que el 'primer gobierno de izquierda' de Colombia tendrá en realidad un carácter bastante derechista. En el clímax de su discurso, Petro respondió a la 'campaña de mentiras' que afirmaba que su gobierno 'destruiría la propiedad privada', anunciando: 'Vamos a desarrollar el capitalismo en Colombia. No porque lo amemos, sino porque primero tenemos que superar la premodernidad en Colombia'.

El discurso reaccionario de Petro refuerza lo que ya habían demostrado sus pares en la región, desde Fernández en Argentina hasta el recién elegido Boric en Chile: en un período de crisis para las economías latinoamericanas basadas en las materias primas, sus nuevos líderes 'de izquierda' asumen abiertamente la tarea de profundizar las políticas de ajuste capitalista y escalar la represión contra una oposición social cada vez más explosiva.

Al asegurar que preservará la propiedad privada y se mantendrá dentro del marco del capitalismo, Petro busca abiertamente desmarcarse de figuras como Hugo Chávez, que lo persiguió durante toda la campaña. El fallecido presidente venezolano, el líder más emblemático de la original 'Marea Rosa' latinoamericana, buscó encubrir el carácter nacionalista burgués de su gobierno con políticas limitadas de expropiación y la promesa del 'socialismo del siglo XXI'.

Al mismo tiempo, en su afirmación de que Colombia necesita superar los remanentes 'premodernos', 'feudales' y 'esclavistas', Petro busca revivir las justificaciones en quiebra utilizadas por el estalinismo para su apoyo a los regímenes burgueses en América Latina y otros países económicamente atrasados. La teoría estalinista de la revolución en dos etapas (que predica que una etapa burguesa-capitalista debe preceder a la revolución socialista en los países atrasados) sirvió para desarmar al proletariado latinoamericano en sucesivas situaciones prerrevolucionarias a lo largo del siglo XX, allanando el camino a sangrientas dictaduras militares.

Este argumento de Petro es un nefasto intento de desorientar a la clase obrera y a la juventud colombiana. La desigualdad social, la sangrienta represión estatal, la política homicida de inmunidad de rebaño en respuesta a la pandemia y la crisis ambiental que enfrentan las masas colombianas no son expresiones de remanentes 'precapitalistas'. Por el contrario, son el producto directo de la dominación de la sociedad por el sistema capitalista de ganancias, lo que demuestra que es urgente abolirlo.

Todavía no está claro cómo desarrollará el nuevo gobierno colombiano sus relaciones con Estados Unidos, que tiene en Colombia su principal base estratégica en América Latina. Poco después de su discurso de victoria, Petro habló por teléfono con el secretario de Estado estadounidense Antony Blinken. Éste tuiteó más tarde: 'Discutimos la larga asociación entre Estados Unidos y Colombia y cómo podemos trabajar juntos para mejorar la prosperidad económica inclusiva, combatir el cambio climático y profundizar aún más nuestra relación'.

Acosado por la explosiva crisis del capitalismo mundial, la constante amenaza de intervención del imperialismo estadounidense, y en su afán por mantener un 'gran acuerdo' con la burguesía nacional, el gobierno de Petro está en curso de colisión con las masas trabajadoras colombianas. No sólo él y su Pacto Histórico serán rápidamente desenmascarados, sino también los sindicatos corporativistas y las organizaciones seudo izquierdistas de clase media que los promovieron.

Entre estos últimos están los morenistas colombianos del Partido Socialista de los Trabajadores (PST), miembro del IWL-FI. Declarando hipócritamente que su voto por Petro fue 'crítico', el PST ha fomentado durante años las ilusiones en el carácter progresista de un gobierno del Pacto Histórico. Esta vez, han promovido fervientemente a Francia Márquez desde que se presentó a las primarias del Pacto. Basándose en el hecho de que es una mujer negra y activista social, el PST declaró: 'Reconocemos en Francia la personificación de la necesidad de cambio que sienten millones de colombianos que han protestado contra el gobierno de Duque y el uribismo desde noviembre de 2019'.

Esta opinión sobre Márquez es compartida por amplios sectores de la pseudoizquierda latinoamericana y mundial. Un artículo publicado en la edición latinoamericana de Jacobin afirmaba que 'Márquez, además de encarnar las cualidades de las mujeres del pueblo colombiano, así como la resistencia a las diferentes opresiones racistas, clasistas y misóginas que sufren las grandes mayorías, ha logrado articular un discurso emancipador que abarca todas las luchas populares, a todos los excluidos y oprimidos de nuestro pueblo, logrando que, en su rostro, nos veamos reflejados los 'nadies''.

A pesar de las consignas pseudoradicales contra el racismo estructural y el machismo, el 'discurso emancipador' de la vicepresidenta no propone ningún enfrentamiento con el capitalismo y el imperialismo. Por el contrario, como afirma en su página web, Márquez ha trabajado desde 2020 en la implementación de programas en Colombia financiados por la USAID, una agencia del gobierno estadounidense vinculada a la CIA.

El desarrollo de una política genuinamente socialista en Colombia y en toda América Latina requiere la construcción de una dirección revolucionaria que luche por la independencia política de la clase obrera, y su unificación a través de las fronteras bajo el programa de la revolución socialista internacional. Esto significa construir una sección colombiana del Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI).

(Artículo publicado originalmente en inglés el 23 de junio de 2022)

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