El presidente Biden viajará a Búfalo el martes para pronunciarse sobre el tiroteo masivo a manos de un atacante fascista que asesinó a 10 afroamericanos el sábado en un supermercado en el extremo este de la ciudad. Es fácil predecir el contenido del discurso porque ya lo ha hecho miles de veces. Condenará la existencia del mal en el mundo y citará algunas líneas de la Biblia. Llamará a “curar” el “alma de Estados Unidos de América”. No habrá nada sustancial ni ofrecerá un análisis social o político de las causas del tiroteo.
Independientemente de lo que diga Biden, buscará encubrir el hecho de que el Partido Republicano, uno de los dos principales partidos de la clase gobernante, se ha transformado en una organización semifascistizante que anima ideológica y políticamente la violencia racista y antisemita.
En vísperas del ataque, el atacante Payton Gendron publicó un manifiesto de 180 páginas repleto de antisemitismo y racismo contra los negros. Copió grandes segmentos de las peroratas similares de previos atacantes fascistas, incluyendo Anders Breivik, quien asesinó a 77 personas en Noruega en 2011, y Brenton Tarrant, quien asesinó a 59 personas en dos mezquitas en Nueva Zelanda en 2019. Gendron llevaba insignias nazis, incluyendo el sol negro utilizado por el Batallón Azov fascista en Ucrania.
Consecuentemente, no tiene sentido afirmar que el atacante era un “lobo solitario”. Es parte de una tendencia internacional fascista que ha resultado de la crisis global del capitalismo y cuya perspectiva política predomina cada vez más en el Partido Republicano de EE.UU.
El manifiesto del atacante describe una conspiración judía para “reemplazar” a los estadounidenses blancos con negros, hispanos y otros inmigrantes. El Partido Republicano y sus afiliados mediáticos substituyen las referencias a las “élites” y los “globalistas” con antisemitismo y racismo explícitos. Pero estas palabras en código no pueden ocultar el verdadero significado de la “teoría de reemplazo”.
Gran parte de lo que escribió Payton Gendron en su manifiesto ha sido respaldado por Tucker Carlson en Fox News, los legisladores republicanos y el expresidente Donald Trump, quien inició su primera campaña presidencial denunciando a los inmigrantes mexicanos como criminales y violadores.
El traslape entre el documento de Gendron y las posturas de republicanos prominentes obligó a los medios corporativos, por supuesto, con las excepciones de Fox y otros medios controlados por Rupert Murdoch, a reconocer este vínculo el lunes, después de encubrir estas conexiones a lo largo del fin de semana.
Bastará con citar algunos titulares. El Washington Post escribió, “Los medios conservadores conocen la presunta ‘teoría’ del sospechoso de Búfalo”, mientras que un segundo artículo, “Stefanik hace eco de la teoría racista presuntamente defendida por el sospechoso de Búfalo”, cita a Elise Stefanik, la legisladora con el tercer mayor rango de los republicanos en la Cámara de Representantes.
El New York Times escribió, “Una teoría conspirativa marginal, difundida en línea, remodelada por el Partido Republicano”. El artículo apunta a un análisis anterior del Times sobre el programa de Tucker Carlson en Fox que descubrió que se había referido favorablemente a la “teoría de reemplazo” más de 400 veces. Carlson cuenta con la mayor audiencia de todos los comentaristas en la televisión por cable.
En respuesta, el Wall Street Journal, propiedad de Murdoch, publicó un editorial breve y con un tono defensivo que rechaza cualquier intento de relacionar a la derecha republicana con la masacre. Afirma que Gendron tan solo está “bajo sospecha” de escribir el manifiesto antisemita y tan solo “parece haber puesto en la mira” a una comunidad predominantemente negra en Búfalo.
“Los partisanos ya están utilizando la masacre para avanzar sus conclusiones políticas más generales, como siempre lo hacen”, alegó el editorial, y añadió que “los atacantes en tiroteos masivos han tenido muchos motivos en los últimos años y la enfermedad mental parece ser el denominador común más importante, en la medida en que existe uno”.
Tales argumentos son absurdos. La medida en que los republicanos más prominentes han hecho eco de los argumentos del manifiesto de Gendron, particularmente la “teoría de reemplazo”, es notable y escalofriante. Estos son algunos ejemplos: Charlie Kirk, que dirige el grupo juvenil derechista Turning Point USA y apareció como orador en la Convención Nacional Republicana que volvió a nominar a Trump en 2020, defendió a Tucker Carlson frente a la Liga Antidifamación (ADL, por sus siglas en inglés), que criticó al comentarista de Fox por defender la teoría del reemplazo. El mes pasado Kirk tuiteó: “Hay una innegable guerra contra los blancos en Occidente”.
El diputado Matt Gaetz de Florida, respondiendo a la misma declaración de la ADL, tuiteó que Carlson “está en lo cierto sobre la teoría de reemplazo cuando explica lo que le está sucediendo a Estados Unidos”. Scott Perry, el republicano de Pensilvania que ahora preside la derechista Bancada de la Libertad y que estuvo estrechamente vinculado al ataque del 6 de enero en el Capitolio, planteó la misma idea durante una audiencia celebrada por un subcomité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes el año pasado. “Para muchos estadounidenses, lo que parece estar ocurriendo o lo que creen que está ocurriendo ahora mismo es que estamos reemplazando a los estadounidenses nacidos aquí para transformar permanentemente el panorama político de esta misma nación”, dijo. Elise Stefanik, citada anteriormente, publicó el año pasado anuncios en Facebook en los que advertía de “una INSURRECCIÓN ELECTORAL PERMANENTE”, declarando que el supuesto “plan de los demócratas de conceder una amnistía a 11 MILLONES de inmigrantes ilegales derrocará a nuestro actual electorado y creará una mayoría liberal permanente en Washington”.
Los diputados Marjorie Taylor Greene, de Georgia, y Paul Gosar, de Arizona, intervinieron en febrero en una conferencia organizada por Nick Fuentes, un supremacista blanco. Greene es partidaria de la teoría de la conspiración QAnon, mientras que Gosar estuvo íntimamente involucrado en el ataque al Congreso del 6 de enero. J. D. Vance, el autor de derechas que ganó la semana pasada la nominación republicana al Senado de los Estados Unidos en unas primarias en Ohio, con el apoyo total de Trump, declaró en un acto de campaña, refiriéndose a los inmigrantes: “Estás hablando de un cambio en la composición demográfica de este país que significaría que nunca ganaremos, lo que significa que los republicanos nunca más ganarían unas elecciones nacionales en este país”.
Hay muchos más, pero ninguno será citado por Biden cuando hable en Búfalo. Esto está en consonancia con el papel de los demócratas desde el intento de golpe de Estado del 6 de enero. La primera declaración de Biden fue declarar que el país necesitaba un Partido Republicano fuerte. Describió a este partido dirigido por conspiradores contra la democracia y sus facilitadores y apologistas como sus “colegas” republicanos.
¿Por qué? En primer lugar, porque lo que más temen los demócratas es el crecimiento de la oposición social desde abajo y la ruptura de las instituciones que durante mucho tiempo han servido para reprimirla, sobre todo, el bipartidismo. Buscan ocultar la transformación del Partido Republicano en una organización política abiertamente fascista, dedicada a la reinstalación de Trump en la Casa Blanca como gobernante autoritario.
En segundo lugar, un componente crítico es la política de guerra de los demócratas. Desde el comienzo de la operación en Ucrania, Biden ha tratado de utilizar ese conflicto para forjar una “unidad nacional” dentro del aparato estatal, uniendo sus manos a las de los cómplices de Trump para hacer la guerra contra Rusia. Desde el punto de vista de Biden, no se puede hacer nada que pueda socavar la unidad con el Partido Republicano en apoyo a la campaña bélica.
Un componente importante de la guerra de Ucrania es la financiación, el envío de armas y la glorificación mediática del Batallón Azov, que es un auténtico movimiento fascista en Ucrania, dirigido por anticomunistas y antisemitas.
En tercer lugar, el racialismo de la extrema derecha está de hecho legitimado ideológicamente por el racialismo de los demócratas. El Partido Demócrata ha colocado en el centro de su programa la insistencia en que está en marcha un conflicto racial irreconciliable, y presenta todos los problemas sociales en Estados Unidos como si surgieran de la división racial. Esto tiene como objetivo suprimir cualquier debate sobre las divisiones de clases que son mucho más fundamentales.
Por último, está la completa incapacidad del Partido Demócrata y del cadáver putrefacto del liberalismo para abordar cualquiera de los problemas a los que se enfrentan las masas. En la medida en que no hay una solución progresista a la crisis social y económica que no sea la “solución” de una guerra nuclear, es la extrema derecha la que podrá sacarle provecho.
¿Qué hace falta para luchar contra el fascismo? Los llamados nocivos y reaccionarios a los prejuicios raciales y al antisemitismo tendrán tracción en condiciones en que la lucha de clases está siendo totalmente suprimida por parte de los sindicatos y sus aliados pseudoizquierdistas.
Cualquier movimiento significativo de la clase obrera para luchar por sus derechos sociales y democráticos, para oponerse al programa capitalista de austeridad, recortes salariales, guerra imperialista, infección masiva de coronavirus y ataques a los derechos democráticos, transformará el panorama político.
Los trabajadores y los jóvenes deben asumir la lucha por romper todas las barreras al desarrollo de la lucha de clases y abrir el camino para un movimiento de masas de la clase obrera contra el capitalismo y por el socialismo.
(Publicado originalmente en inglés el 16 de mayo de 2022)