1. Después de cinco meses del gobierno de Donald Trump en el poder, la encarnada guerra política en Washington ha alcanzado una etapa crítica. El testimonio del exdirector del FBI, James Comey, ante el Comité de Inteligencia del Senado la semana pasada está siendo aprovechado por los opositores a Trump dentro de la prensa y la élite política para intensificar sus acusaciones de que Rusia interfirió en las elecciones estadounidenses con la complicidad y encubrimiento de parte de Trump y otros funcionarios de la administración.
2. Las acusaciones contra Trump son de un carácter fabricado y fraudulento, similares a los escándalos fomentados por los republicanos sobre las inversiones del expresidente Bill Clinton en la firma de bienes raíces Whitewater y su relación sexual con Mónica Lewinsky, una pasante en la Casa Blanca, o las investigaciones sobre el papel de Hillary Clinton en el ataque del 2012 en Bengasi y sobre su uso de un correo electrónico privado o, finalmente, las denuncias —promovidas por el mismo Trump— de que Barack Obama no es estadounidense. En todos estos casos, las verdaderas razones detrás de las disputas fueron deliberadamente escondidas bajo una pila de acusaciones
3. La guerra política en Washington se arraiga en insuperables crisis sociales, económicas y geopolíticas que están erosionando los cimientos del dominio global y estabilidad nacional del capitalismo estadounidense. Veinticinco años después de la disolución de la Unión Soviética, los esfuerzos del imperialismo norteamericano para preservar su hegemonía a través de acciones militares lo han llevado a una serie de debacles. Casi una década después de la crisis económica mundial del 2008, protagonizada por la imprudencia de Wall Street, el sistema financiero estadounidense todavía está muy inestable, volviéndose dependiente de la crónica expansión de deudas. El carácter enfermo del sistema económico estadounidense ha engendrado un sistema social oligárquico caracterizado por el parasitismo y el escandaloso nivel de desigualdad social.
4. La elección de Trump no fue un accidente. Él personifica a la oligarquía que gobierna el país. Su administración, compuesta por multimillonarios y exgenerales, está intensificando drásticamente el programa bipartidista de contrarrevolución social en EE.UU. y de militarismo internacionalmente. Pero existen fuertes divisiones dentro de la clase gobernante sobre cómo resolver los problemas nacionales e internacionales del capitalismo estadounidense. Estas divisiones han alcanzado un punto crítico bajo Trump.
5. Para la clase obrera, Trump y su gobierno representan un enemigo sanguinario dedicado a la destrucción de sus derechos democráticos y sus niveles de vida. Es un gobierno cuya agenda internacional se basa en el chauvinismo de “EE.UU. ante todo”. La clase obrera debe oponerse a este gobierno y buscar su eliminación. Pero esta tarea no se le puede encomendar a facciones opositaras dentro la misma burguesía. La clase obrera no puede seguir siendo una espectadora más ante la disputa entre Trump y los demócratas. Al contrario, debe desarrollar su lucha contra Trump bajo su propia bandera y con su propio programa. Esto requiere que los trabajadores tengan un entendimiento claro de las dinámicas de clase detrás de esta crisis política en marcha.
6. Son tres las formas básicas de oposición al gobierno de Trump, las cuales representan los intereses de diferentes clases sociales.
La oposición de la burguesía a Trump
7. En primer lugar, se encuentra la oposición de sectores poderosos de la clase capitalista. Los rivales de Trump dentro de los grupos de poder, incluyendo demócratas y republicanos, representan una facción de la élite corporativa y financiera. Los métodos que están utilizando en su campaña contra Trump son fundamentalmente antidemocráticos, lo que implica una conspiración con grupos dentro de dicha facción de capitalistas y la élite militar y de inteligencia. Estos son los métodos de un golpe palaciego.
8. Sus diferencias con el gobierno de Trump se centran principalmente en cuestiones de política exterior. Su verdadera molestia no es con la supuesta “subversión” rusa de la democracia estadounidense, como si fuese comparable a la subversión de la democracia estadounidense por su propia clase gobernante, sino con las acciones de Rusia en Siria, las cuales han frustrado los esfuerzos estadounidenses para derrocar al gobierno de Bashar al Asad. Están decididos a evitar que Trump debilite la política antirrusa que fue desarrollada bajo Obama y que la campaña electoral de Hillary Clinton estaba decidida a intensificar.
9. El enfoque maniático en Rusia no es un accidente. La prioridad de Trump en política exterior, como es bien sabido, es confrontar a China. Su supuesta defensa de llegar a un “acuerdo” con Rusia es incompatible con el plan estratégico de las secciones dominantes de los organismos militares, de inteligencia y de política exterior. Estos últimos elementos consideran que destruir la capacidad de Rusia para seguir frustrando sus operaciones militares es clave para controlar Eurasia, ya que lo consideran algo necesario en una victoria a largo plazo ante China.
10. Si Trump fuese destituido por sus opositores en el “Estado profundo” y el Partido Demócrata, tal acto no representaría una victoria para la democracia ni mejoraría las condiciones de la clase obrera. Bajo el gobierno de Obama, la burguesía realizó la mayor transferencia de riqueza a favor de los ricos en la historia de EE.UU., así como una expansión de las guerras en el extranjero y un empoderamiento continuo de los aparatos militares y de inteligencia. Hillary Clinton, la candidata favorita de Wall Street, se comprometió a profundizar todas estas políticas, junto a escalar la guerra en Siria y la confrontación con Rusia. Los demócratas no han solicitado audiencias ante el Congreso sobre los ataques del actual gobierno contra el acceso a la salud y los trabajadores inmigrantes, su promoción de fuerzas nacionalistas de extrema derecha en los niveles más altos ni sus planes de guerra contra Corea del Norte, Irán y China.
11. Si los demócratas logran expulsar a Trump mediante algún tipo de golpe de Estado político, colocarían al vicepresidente Mike Pence al mando de la Casa Blanca, un político más pulido que Trump, pero no menos reaccionario.
La oposición de la clase media-alta
12. Otro sector que apoya la campaña anti-Trump consta de capas pudientes de la clase media, cuya oposición al Partido Republicano se basa en su objetivo de lograr una distribución más favorable de la riqueza dentro del diez por ciento más rico de la población. Estas capas son representadas por distintas tendencias políticas que orbitan al Partido Demócrata, incluyendo toda una gama de organizaciones de pseudoizquierda (los Socialistas Democráticos de América, la Organización Internacional Socialista, Alternativa Socialista, el Partido Verde) que priorizan las divisiones raciales, de género e identidad sexual por encima de las de clase.
13. La característica más distintiva de las políticas de la clase media es su dependencia en la clase gobernante. Buscan influir al Partido Demócrata para que promulgue reformas marginales del sistema capitalista. Mientras que los elementos más liberales de izquierda dentro de estos grupos políticos se refieren a cuestiones de desigualdad social, mientras que lo combinan, sin principios de ningún tipo, con demandas semireformistas y llamados a apoyar tanto al Partido Demócrata como al imperialismo norteamericano y sus objetivos. Este comportamiento emerge del hecho de que su posición económica privilegiada se basa en los aumentos récord en las ganancias corporativas y los precios de las acciones. Su principal función política es mantener el dominio de la clase gobernante sobre la clase obrera. Durante las elecciones del 2016, promovieron la campaña del senador de Vermont, Bernie Sanders, quien canalizó la oposición social de las masas detrás de la campaña de Hillary Clinton, la candidata de Wall Street y de las agencias de inteligencia. Sanders es ahora uno de los dirigentes de la bancada demócrata en el Senado.
La oposición de la clase obrera
14. Al mismo tiempo, está en desarrollo un tercer conflicto que es totalmente diferente a los otros dos —aquel entre la clase gobernante y la clase obrera, la amplia masa de la población que sufre de malestares sociales y se encuentra complemente excluida de la vida política.
15. La crisis social en EE.UU. es la base objetiva de las innumerables formas de resistencia y oposición de la clase obrera. Al contrario de las afirmaciones del gobierno de Obama cuando dejó el poder de que vivir en EE.UU. nunca había sido mejor, el desempleo real es del 8.6 por ciento, los salarios están estancados y los trabajadores se tienen que enfrentar a condiciones laborales brutales y una explotación cada vez más mayor. Las ganancias de las corporaciones como porcentaje de los ingresos totales están alrededor de niveles récord, mientras que la proporción de estos ingresos que recibe la clase obrera está entre los niveles más bajos históricamente.
16. La crisis sanitaria es grave y se está poniendo peor. La legislación de cuidado de salud aprobada bajo Obama ha intensificado el empuje de las corporaciones para transferirles el costo de la atención sanitaria a sus empleados. El deterioro del acceso a la salud, en combinación con una epidemia de drogas que se sigue agravando, ha aumentado las tasas de mortalidad y disminuido la esperanza de vida. Los trabajadores están teniendo que laborar hasta edades mayores porque no pueden costear jubilarse, mientras que los trabajadores jóvenes se encuentran agobiados por los niveles insoportables de deuda estudiantil.
17. La vastedad de la riqueza que ha sido monopolizada en manos de una diminuta élite en EE.UU. va más allá de la comprensión de la mayoría de las personas. Como lo señala el economista Branko Milanovic en su reciente libro, La d esigualdad global, la mayoría de las personas simplemente es incapaz de asimilar el significado de la suma de mil millones de dólares. Para ilustrar las dimensiones de tal riqueza, explica que un individuo con un millón de dólares que gasta mil dólares todos los días, agotaría su fortuna en menos de tres años. En cambio, a alguien con mil millones de dólares, ¡le tomaría 2700 años para gastar todo su dinero!
18. Actualmente, el uno por ciento de las familias más pudientes posee alrededor de la misma cantidad de riqueza que el noventa por ciento de la población, mientras que sólo veinte personas tienen tanta riqueza como la mitad más pobre del país. El cuarenta por ciento de las familias en EE.UU. no tiene ningún patrimonio o tiene una cuenta negativa, lo que significa que sus deudas superan sus activos. Los individuos que conforman el 0,1 y 0,01 por ciento más rico pueden efectivamente controlar su propio clima político, teniendo a su disposición vastas sumas de dinero para comprar elecciones, sobornar políticos y controlar todo el proceso político. El gobierno de Trump es en sí un reflejo político del carácter oligárquico de la sociedad estadounidense que ha resultado tras medio siglo de contrarrevolución social bajo gobiernos demócratas y republicanos.
La estrategia política de la clase obrera
19. Hay numerosas señales de la ira social de amplios sectores de la clase obrera, cuyas condiciones de vida se están volviendo intolerables. Las desgastadas frases del pasado para describir la vida en EE.UU., como “La tierra de las oportunidades” o “El sueño americano”, ya no guardan ninguna relación con la realidad. A la gran masa de los trabajadores le resulta obvio que el orden social existente sólo les sirve a los intereses de los ricos. El acceso a las necesidades básicas de la vida, como una educación de calidad, un ambiente sano, una vivienda digna, un empleo seguro, un tiempo de ocio adecuado y atención médica asequible es determinado desde el nacimiento, es decir, por la clase y situación económica de la familia en la que nace un individuo.
20. El incesante deterioro de las condiciones de la clase obrera en EE.UU. y la barbárica violencia sin sentido de las interminables guerras alrededor del mundo libradas por la clase gobernante están viéndose reflejados en un cambio profundo en la conciencia social de las masas. En un país en el que los líderes políticos y los medios de comunicación glorifican constantemente al capitalismo, las encuestas revelan un aumento del interés y apoyo hacia el socialismo, especialmente entre los jóvenes.
21. Tanto en EE.UU. como internacionalmente, la interacción entre las condiciones objetivas de la crisis y la radicalización de la conciencia social de las masas está encontrando una expresión en la erupción de la lucha de clases. Las décadas en las que la lucha de clases ha sido reprimida por la burocracia sindical, el Partido Demócrata y los patrocinadores pudientes de diversas políticas de identidad están llegando a su fin. La contrarrevolución social de las élites gobernantes está a punto de tener que enfrentarse a un levantamiento de la clase obrera estadounidense. Las cuantiosas y distintas formas de protesta social —en los lugares de trabajo, las comunidades y de ciudades enteras— tomarán una identidad obrera, una orientación anticapitalista y un carácter socialista cada vez más distintos. Las luchas en fábricas, lugares de trabajo o comunidades individuales se podrán apoyar en luchas unificadas más amplias de la clase obrera.
22. Asimismo, la intersección de la lucha de clases en EE.UU. con la erupción de la misma a nivel internacional podrá disminuir la tóxica influencia del nacionalismo chauvinista e inspirar el desarrollo de un sentido de solidaridad internacional verdaderamente profundo entre los trabajadores estadounidenses. La clase obrera empezará a ver que la lucha contra la opresión social dentro del país y contra la guerra más allá de las fronteras de EE.UU. son dos elementos inseparablemente conectados.
23. Se avecinan luchas de masas en EE.UU. Las protestas, las huelgas y las manifestaciones comenzarán a adquirir un carácter más amplio a nivel nacional. La conclusión política que fluye de este análisis es que la lucha de la clase obrera contra Trump y todo lo que él representa volverá cada vez más urgente la construcción de un movimiento político de masas, independiente de y hostil hacia los republicanos y los demócratas, contra el sistema capitalista y su Estado. Esta tendencia objetiva debe ser transformada en una estrategia consciente de lucha de la clase obrera. La tarea de vincular las luchas contra las deplorables condiciones sociales de vida bajo el capitalismo con la lucha política contra Trump y los dos partidos corporativos, una basada en un programa socialista, tiene que ser abarcado y discutido dentro de fábricas, los lugares de trabajo, las comunidades de clase obrera y en los centros educativos de todo el país.
24. La preparación para tales luchas de las masas obreras requiere el desarrollo de una red interconectada de comités populares en los lugares de trabajo y barrios que sea independiente de y hostil hacia los sindicatos de clase proempresariales y antiobreros. La oposición de las masas obreras al gobierno de Trump tiene que adoptar demandas claramente anticapitalistas, antiimperialistas y socialistas que abarquen las necesidades de la gran masa de la población.
25. El Partido Socialista por la Igualdad urge a todos los trabajadores, jóvenes, estudiantes y a todos aquellos que se oponen al capitalismo y reconocen la necesidad del socialismo a discutir la estrategia de lucha presentada en esta declaración. Distribúyanla entre compañeros de trabajo y amigos. Envíenle al WSWS sus comentarios y sugerencias. Todas las deliberaciones y contribuciones críticas dirigidas a promover los intereses de la clase obrera son bienvenidas.
26. Hacemos un llamado a todos aquellos que quieran ser parte de esta lucha a unirse al Partido Socialista por la Igualdad . Instamos a todos los jóvenes y estudiantes a construir secciones de los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social (JEIIS). La tarea del PSI y JEIIS es volver consciente a lo que constituye un movimiento objetivo emergente, impartirle a la clase obrera un mayor nivel de comprensión de sus objetivos de clase y esclarecer la naturaleza del movimiento que se está desarrollando. El PSI promoverá y asistirá en la formación de comités de fábrica y el desarrollo de organizaciones de oposición entre la juventud y los estudiantes. Luchará por conectar el desarrollo de la lucha de la clase obrera a un movimiento político socialista, internacionalista y antiimperialista para la toma del poder estatal y la reorganización de la vida económica con base en las necesidades sociales en vez del lucro privado.